El Niño Fidencio y Espinazo, Nuevo León. Cuando la persona se convierte en el lugar

Renato Adrián Castillo Franco[1]
CIESAS Occidente

El Niño Fidencio fue un taumaturgo del Noreste de México, que se volvió famoso por sus curas milagrosas y sus particulares métodos de sanación. Se cuenta que extirpaba tumores con vidrios de botella, amputaba miembros con serrucho, que hacía gritar a los mudos encerrándolos en una jaula con un tigre (al que habían quitado garras y colmillos), o hacer caminar a los paralíticos, columpiándolos tan fuerte que salían disparados y aterrizaban de pie (Monsiváis, 2000; 2001).

Tras su muerte fue canonizado por sus seguidores, quienes afirman que su espíritu regresó y encarna en una especie de médiums (a los que llaman cajitas o materias), devotos que le “prestan” el cuerpo para que el Santo siga realizando milagros; en consecuencia, los fidencistas consideran que siguen interactuando con el Niño en persona (a través de las materias en trance).

 Aquí argumentaré que Espinazo, Nuevo León (localidad en que el Niño realizó su labor taumatúrgica) y Fidencio mismo, forman un contínuum, no hay límites claros entre el lugar y la persona, convirtiendo al Santo en una “persona lugar”. Tocaré cuatro puntos en mi argumento: primero: Espinazo, un poblado en el medio del desierto, cobró fama ante el público debido al fenómeno fidencista; segundo, tras la muerte de Fidencio, la localidad articuló sus dinámicas sociales y económicas en torno a la peregrinación; tercero, las cualidades místicas que se le imputan al lugar están en relación con la presencia espiritual del Niño; cuarto, los fidencistas acuden a Espinazo para llenarse de energía espiritual (a la que también denominan “la presencia del Niño”) y experimentar los rituales de sanación (llamados curaciones) en los lugares en que los realizaba Fidencio.

Fidencio Síntora Constantino nació en Iramuco, Guanajuato en 1898. Migró debido en parte, a la Revolución Mexicana y en 1925 se estableció como peón en la hacienda de Espinazo, en el municipio de Mina, Nuevo León, propiedad de Teodoro Von Wernich. Curó a los trabajadores de la hacienda hasta que en 1927; sanó a Teodoro de una enfermedad que los médicos no supieron diagnosticar (Agostoni, 2018). Von Wernich, tomó una foto a Fidencio y lo publicitó como sanador y taumaturgo en los periódicos de Monterrey. Para 1928, comienzan las movilizaciones de enfermos y dolientes que peregrinaban para ser atendidos por quien sería conocido como el “Taumaturgo de Espinazo”. Eran tantos quienes acudían que a los campamentos de miles enfermos se les nombró “los campos del dolor”. Fidencio ejerció su labor hasta 1938, año en que dicen que vaticinó su muerte y regresó. Murió y fue enterrado en la entrada de hacienda, la gente no permitió que se llevaran el cuerpo, convencidos de su resurrección. Desde ese momento Espinazo se convirtió en un lugar santo, para los devotos el lugar quedó “marcado” con la presencia de Fidencio (una suerte de energía espiritual que los devotos afirman percibir) a tal punto que es difícil discernir dónde termina la persona y comienza el espacio.

En Espinazo no hay nada intrínsecamente santo, a diferencia de otros espacios que se pueden considerar sagrados, místicos o sobrenaturales por sus características geográficas, Espinazo es santo porque fue (y es) habitado por Fidencio. Se podría decir que el taumaturgo se volvió un topos, una “persona lugar”, todos los espacios sagrados en Espinazo, lo son en relación con el Niño: por haber sido habitados por él y porque los fidencistas sostienen que aún están “marcados” de su presencia. Existe un contínuum entre Fidencio y Espinazo, no hay límites definidos entre la persona y el lugar que habitó. La noción de Fidencio como una “persona lugar” surgió tras entrevistar Ariel López de la Fuente (actual líder de la Iglesia Fidencista Cristiana); sentado en su oficina al fondo del Templo (donde descansan los restos del Niño), Ariel afirmó que, “si no lo hubieran sepultado aquí, donde estuviera sepultado, ahí estuviera la energía. [Espinazo] sería un lugar cualquiera, como el ejido Zapata [vecino a Espinazo], como cualquier ejido. Espinazo es por el Niño Fidencio, sin el Niño Fidencio no es nada [énfasis propio]”.[2]

Espinazo ganó fama gracias al Niño Fidencio

Espinazo colinda al norte con el estado de Coahuila; al este con los municipios de Bustamante, Villaldama, Salinas Victoria e Hidalgo; al sur con el municipio de García. La zona es desértica y el clima seco semicálido.[3] Antes de la llegada de Fidencio, Espinazo era una pequeña población en medio del desierto, una estación de ferrocarril que unía Saltillo y Piedras Negras. Su demografía era pequeña y con poca variabilidad, entre 1900 y 1921 su población apenas aumentó de los 117 a los 154 habitantes.[4] La pequeña población se dedicaba a las actividades ferrocarrileras y como empleados en haciendas ganaderas de la región, en especial en la de Teodoro Von Wernich, que se encontraba a unos cientos de metros de distancia de la estación de ferrocarril. La estación de Espinazo se edificó en la época dorada del ferrocarril, si bien la introducción de este medio de transporte inició en el centro y sur del país entre 1837 y 1873, en el periodo de Porfirio Díaz se expandió por todo el país (Bühler, 2010). La llegada del ferrocarril permitiría que expandiera la devoción por el Niño Fidencio, ya que sin este medio de transporte, Espinazo habría sido de muy difícil acceso para los enfermos y dolientes que entre 1928 y 1938 inundaron las calles y alrededores de la pequeña localidad.

A mediados de los años veinte, Espinazo ganó notoriedad a la par que Fidencio, convirtiéndose en un centro de peregrinación, llegando a tener a una población fija de 1,184 habitantes para el censo de 1930, número que disminuyó 374 para 1940[5] tras la muerte del taumaturgo. No fue hasta la génesis del fenómeno fidencista que se vio un cambio radical en la cantidad de personas -residentes y población flotante- en la localidad y fue solo durante sus años de vida que se mantuvo la explosión demográfica. Desde entonces, la localidad se articula en torno a la presencia de Fidencio, porque ahí se desarrolló una actividad económica basada en el peregrinaje. El censo de 2010 señala que la población fija es de 259 habitantes,[6] aunque existe una población flotante que llega a las decenas de miles en los meses de marzo y agosto (meses en que se realizan fiestas en honor al Santo), indicio de que las dinámicas sociales de la localidad se articulan en torno a las peregrinaciones y a la persona de Fidencio.

Espinazo se convirtió en lugar de peregrinación

Espinazo ya no es una estación de tren, tampoco una hacienda -en los alrededores ahora solo crece gobernadora,[7] la mitad de su escasa población es analfabeta[8] y se mantiene gracias al peregrinaje: rentan cuartos o terrenos para que los devotos acampen, venden comida o productos relacionados con el Niño (rosarios, estampas, playeras, llaveros, cuadros, imágenes, etcétera). En buena medida la población depende de la derrama económica de las fiestas dedicadas a Fidencio en marzo y octubre y el resto del año sobreviven del flujo, modesto pero constante, de peregrinos. Respecto a los devotos, Espinazo como espacio significativo surgió junto con y debido al Niño Fidencio, por lo que la figura del Santo se asocia con el lugar; a pesar de que el culto tiene la particularidad de tener a médiums que encarnan al espíritu del Niño, para visitar a Fidencio hay que ir a Espinazo, donde están los lugares santos del culto.

 Materia en trance atendiendo a un devoto durante las fiestas dedicadas al Niño Fidencio

Foto: Renato Adrián Castillo Franco (Espinazo, Nuevo León, 19 de marzo de 2019).


Espinazo es el lugar antropológico de los fidencistas, donde se conjuga el mito, el rito, el imaginario, el hacer y las emociones de los fidencistas; los lugares antropológicos son aquellos en los que “los relatos de origen y el calendario ritual postulan su legitimidad y aseguran el principio de su estabilidad” (Augé, 2000: 51); espacios que fundamentan la cosmovisión de los fidencistas y que sientan las bases geográficas de sus creencias. Los devotos también nombran a Espinazo como “Tierra Santa” o “la Nueva Jerusalén”, pero es la presencia de Fidencio impregnada en los espacios la que los santifica. Espinazo sigue dependiendo de Fidencio a más ochenta años de su muerte. Para los devotos, la localidad y el Santo se confunden en un contínuum entre la persona y el lugar, Espinazo es inseparable de Fidencio. El espíritu de Fidencio habita los lugares santos y de hecho, su presencia es lo que los santifica, esta circunstancia es la que hace que Fidencio sea un topos, una “persona lugar”.

Vidal y Pol (2005) sostienen que las personas se apropian de los espacios geográficos, convirtiéndolos en lugares que les identifican y significan mediante las experiencias vividas en ellos, “enfatizándose las acciones que se desarrollan en el lugar y las emociones, pautas y nociones que de éstas se derivan de forma conjunta y complementaria” (Vidal y Pol, 2005: 282). En esta línea, el contínuum entre Fidencio y Espinazo se da en la medida en que los devotos sienten las mismas emociones por el Santo que por el lugar en que vivió. Trasladando, además, las cualidades curativas y taumatúrgicas del Santo a la localidad. 

Los lugares sagrados de Espinazo, son sagrados porque Fidencio los habitó.

Como se se mencionó, todos los lugares sagrados en Espinazo están ligados a la persona de Fidencio, ya que son sagrados debido a que en cada uno realizaba alguna actividad en especial. Por lo general el primer lugar que visitan los devotos al llegar al poblado es el Pirulito, un árbol -ahora seco- donde se cuenta que a Fidencio le gustaba descansar, algunas versiones cuentan que durmiendo bajo su sombra es que recibió el don divino da sanar. Después, los devotos visitan el templo -la antigua hacienda donde está su tumba-; la galera en que se encuentra la tumba es angosta y de techo alto, las paredes están repletas de santos, vírgenes y crucifijos. Vitrinas resguardan las reliquias del Santo: túnicas, rosarios y crucifijos que le pertenecieron. El siguiente punto son las huellas de Fidencio: un cuadro de cristal resguarda un par de pisadas -supuestamente del Santo- estampadas en cemento; los devotos se descalzan y ponen sus pies sobre el cristal.

 También visitan el cuarto de Fidencio, no se puede entrar, pero a los costados hay ventanas para ver lo que hay dentro: la cama donde dormía, una tina de baño, un piano corto y una estufa de leña (todos utensilios que pertenecieron al Niño); llama la atención una vitrina llena de frascos con tumores sumergidos en formol, que Fidencio extirpó con vidrios de botellas. Al costado del cuarto, hay un pasillo con las paredes llenas de testimonios de personas sanadas: fotografías con leyendas de agradecimiento y un muro lleno con muletas de personas que supuestamente volvieron a caminar gracias al Santo. Después del templo, algunos fidencistas visitan el Charquito, un pozo de agua azufrosa en que Fidencio sanaba sumergiendo a los enfermos en agua; otros van al Columpio en el que el Niño curaba a mudos y paralíticos columpiándolos hasta que gritaran o salieran volando y cayeran parados.

Los fidencistas consideran que la presencia del Niño es más fuerte en la localidad, existe una suerte de sobreposición entre Fidencio y Espinazo. Los ritos fidencistas más importantes (coronaciones,[9] quince años, bodas[10]) se realizan en Espinazo; también los actos de expiación (para agradecer) y propiciación (para pedir), mandas que consisten en avanzar descalzo, de rodillas o arrastrándose por el suelo. Los devotos consideran que los rituales de sanación “más potentes” (requeridos para sanar padecimientos físicos, emocionales o existenciales especialmente complejos) se realizan en el poblado, porque ir a Espinazo es ir con Fidencio. Esta equiparación del sitio y la persona, sospecho, se relaciona también con los métodos curativos del taumaturgo; a diferencia de otros sanadores, Fidencio produjo un espacio de sanación integrando puntos geográficos específicos a sus prácticas médicas. La Tumba (donde descansas sus restos mortales), el Pirulito (el árbol bajo el que le gustaba atender y orar), el Charquito (el pozo de agua lodosa en el que empapaba a sus pacientes para sanarlos), el Columpio (en el que se supone curaba a paralíticos y mudos), son puntos que construyeron espacios que ahora se confunden con el Santo mismo y que, a la fecha, se siguen utilizando por las materias en trance (el espíritu encarnado de Fidencio) para realizar rituales de sanación.

Para los fidencistas, ser sumergido en el agua del Charquito por una materia en trance, o ser mecido en el Columpio es, de alguna manera, revivir el pasado, es experimentar las curaciones que en vida realizaba el Niño, experiencia que únicamente se vive en la localidad por medio de las materias que encarnan al espíritu de Fidencio. El Niño se puede considerar un topos porque, Espinazo es la “Tierra Santa” no por el lugar en sí mismo, sino por las prácticas ligadas al Santo que los devotos realizan en el espacio, significándolo y apropiándolo. Los fidencistas imputan a la localidad de significados, afectos y emociones mediante las prácticas devocionales. Son las personas habitando el espacio, las que constituyen Espinazo como espacio sagrado y los devotos van ahí porque consideran que es el lugar que habita su presencia espiritual.

Ritual de sanación: materia en trance y devotos sumergidos en el Charquito

Foto: Renato Adrián Castillo Franco (Espinazo, Nuevo León, 19 de marzo de 2019).


Las acciones y emociones que derivan del culto a Fidencio, hacen que los devotos perciban su persona; una de las afirmaciones más comunes entre los fidencistas es que en el poblado las curaciones tienen un efecto más potente porque el espacio está “marcado, habitado” de la presencia del Niño. Los devotos afirman sentir su presencia cuando arriban al poblado, es decir que perciben a Fidencio en la localidad, lo que quizá sea resultado del cúmulo de emociones que experimentan al viajar a Espinazo. Si históricamente Espinazo es un lugar sagrado porque fue donde el Niño ejerció su labor taumatúrgica, en el presente son las emociones de los devotos las que “santifican” a Espinazo; emociones generadas por el Santo, pero desplegadas en el espacio por medio de las acciones que los devotos realizan exclusivamente en el poblado (como las prácticas de autoflagelación para pedir o agradecer un milagro). El espacio geográfico es apropiado como un lugar sagrado porque Fidencio lo habitó en vida y su presencia espiritual lo sigue habitando en la actualidad. Antes de la llegada de Fidencio, Espinazo no era un lugar sagrado.

La energía espiritual o presencia del Niño

Un elemento que permite entender a Fidencio y Espinazo como un contínuum, son las acciones de los médiums (materias o cajitas) que canalizan al espíritu de Fidencio. Durante las fiestas dedicadas al Niño en marzo y octubre en la localidad deambulan decenas (si no es que cientos) de materias en trance, quienes encarnan al espíritu del Niño. Las materias permiten que Fidencio siga habitando el espacio después de muerto y en ningún otro lugar los devotos pueden convivir tanto tiempo con el espíritu de Fidencio (asociando así la presencia de Fidencio con Espinazo). Las materias tienen que ir periódicamente a visitar al Niño y “recargar” su energía espiritual (para seguir realizando rituales de sanación); paradójico, si se considera que estas personas permiten que el espíritu de Fidencio tome sus cuerpos, aun así, para visitarlo, requieren ir a Espinazo. Este podría parecer un detalle sin importancia, pero apunta a que incluso, los devotos que reciben en sus cuerpos al Niño consideran que el espíritu de Fidencio habita en Espinazo y que hay algo en el Santo con lo que solo pueden contactar en el poblado. Ese algo a lo que muchos devotos llaman la presencia del Niño y se experimenta con plenitud en Espinazo, muestra que los fidencistas perciben en el espacio a la persona y que, para llenarse de energía espiritual (literalmente, la energía de Fidencio), a las materias no les basta encarnar al espíritu del Santo, sino que tienen que desplazarse al lugar que su espíritu habita y santifica.

Los devotos atribuyen por igual el poder taumatúrgico del Santo a su persona como a Espinazo, en todo caso, cuando una enfermedad o problema espiritual (trabajo de brujería o magia negra) persiste, el espíritu de Fidencio (encarnado en una materia en trance) recomienda al paciente ser sanado en Espinazo, entendiéndose que es el espacio en que Fidencio tiene mayor poder y porque en espacios sagrados como la Tumba, el Charquito, el Columpio o el Pirulito, la materia en trance  recrea las curaciones que  hacía en vida. Para un devoto, ser tratado por una materia en trance en Espinazo, es ser atendido por el Niño con toda su potencia. Si bien el espíritu de Fidencio cura en cualquier lugar en el que una materia le preste el cuerpo, hay devotos que viajan para ser atendidos en la localidad, ya sea para llenarse de la presencia del Niño y complementar los rituales de curación que llevan en su localidad o porque consideran que su problemática requiere un ritual especialmente potente, que únicamente se puede realizar ahí. De nuevo, esta impresión de que en Espinazo los rituales de sanación son más potentes se relaciona con la energía espiritual que los devotos denominan la presencia del Niño y que perciben en la localidad.

Que las materias tengan que recargar su energía espiritual en Espinazo y que a los devotos con problemas o enfermedades muy graves se les recomiende ir a ser curados en el poblado, muestra que, en el imaginario de los fidencistas, Espinazo es parte de Fidencio. Dicha concepción trastoca la praxis de la devoción, ya que localiza en Espinazo las prácticas que se piensa que requieren de la presencia del Niño en toda su potencia. Estas prácticas evidencian el contínuum entre Fidencio y Espinazo, visitar al Niño yendo a Espinazo aun cuando las materias en trance pueden encarnar su espíritu en cualquier lugar y que ciertos rituales se circunscriban al poblado porque requieren la presencia de Fidencio, muestra que persona y lugar son inseparables dentro del culto.

Conclusiones

En este trabajo expuse la posibilidad de concebir al Niño Fidencio como un topos, ya que su persona, su historia y según los devotos, su espíritu, están ligados a Espinazo, Nuevo León, localidad en que realizó su labor taumatúrgica en vida. Expuse que Espinazo, un poblado en el medio del desierto, cobró fama gracias al fenómeno fidencista y que tras su muerte, la localidad se convirtió en el lugar de peregrinación de sus devotos. En la actualidad, las dinámicas sociales y económicas de la localidad se articulan en torno al Santo. Para los devotos Espinazo es la “Tierra Santa”, puesto que en ella vive la presencia espiritual del Niño; la localidad no tiene nada intrínsecamente sagrado, todo el misticismo que se le imputa proviene de la persona de Fidencio. Espinazo es santo porque es el lugar en que Fidencio vivió, curó, murió y volvió a habitar en forma de espíritu; esto provoca que no haya límites claros entre la persona y el lugar, el Santo es parte de Espinazo y Espinazo es parte del Santo. Fidencio y Espinazo forman un contínuum, lo cual se evidencia en las acciones de los fidencistas; las materias (médiums que encarnan al espíritu de Fidencio) van a Espinazo para recargar su energía espiritual, energía que para los devotos, es la presencia espiritual de Fidencio diseminada en la localidad. Por su parte, los devotos también van a Espinazo a llenarse de energía espiritual y para ser sanados por el espíritu de Fidencio (encarnado en las materias en trance) en los mismos sitios en que curaba en vida.


Bibliografía

Augé, Marc, (2000), Los “no lugares” espacios del anonimato. Una antropología de la sobremodernidad, Barcelona, Gedisa,

Agostoni, Claudia, (2018), “Ofertas médicas, curanderos y opinión pública: el Niño Fidencio en el México posrevolucionario” en Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, Colombia, vol. 45, no. 1, pp. 215-243.

Bühler, Dirk, (2010), “La construcción del ferrocarril en México (1837-1873). Arte e ingeniería” en Boletín de monumentos históricos/Tercera época, núm.. 18, enero-abril, México, pp. 78-95

Catálogo de localidades, microrregiones.gob.mx, INEGI:

http://www.microrregiones.gob.mx/catloc/contenido.aspx?refnac=190370026

López de la Fuente, Ariel, [entrevista por el autor], líder de la Iglesia Fidencista Cristiana A.R., 20

de marzo de 2019, oficina de administración del Templo de la Iglesia Fidencista Cristiana A.R.,

en Espinazo, N.L.

Monsiváis, Carlos, (2000), “El Niño Fidencio”, en Valenzuela Arce, José Manuel (coord.), Entre la magia y la historia. Tradiciones, mitos y leyendas de la frontera, México, El Colegio de la Frontera Norte, Plaza y Valdés

———————-(2001), “Protagonista, el Niño Fidencio. Todos los caminos llegan el éxtasis”, en Los rituales de caos, México, Era.

Prontuario de información geográfica municipal de los Estados Unidos Mexicanos (2009), Mina, Nuevo León, Clave geoestadística 19037, INEGI

Vidal, Tomeu y Enric Pol (2005), “La apropiación del espacio: una propuesta teórica para comprender la vinculación entre las personas y los lugares”, en Anuario de Psicología, Barcelona, Universidad de Barcelona, vol. 36, núm. 3, pp. 281-297

Archivos:

Archivo histórico de localidades geoestadísticas: https://www.inegi.org.mx/app/geo2/ahl/#


[1]  Doctorante en Ciencias Sociales / renato171289@gmail.com

[2] Ariel López de la Fuente, 20 de marzo 2019, Espinazo, N.L.

[3] Prontuario de información geográfica municipal de los Estados Unidos Mexicanos, 2009, Mina, Nuevo León, Clave geoestadística 19037, INEGI

[4] Archivo histórico de localidades geoestadísticas: https://www.inegi.org.mx/app/geo2/ahl/#

[5] Archivo histórico de localidades geoestadísticas: https://www.inegi.org.mx/app/geo2/ahl/#

[6] http://www.microrregiones.gob.mx/catloc/contenido.aspx?refnac=190370026

[7] La gobernadora (larrea tridentina) es un arbusto común en los desiertos del Norte de México. Se le conoce como gobernadora por su capacidad de inhibir el crecimiento de otras plantas o arbustos a su alrededor. Las ramas del arbusto se hierven para hacer té, ayuda con infecciones urinarias, piedras en los riñones, inflamación en la vesícula, hemorroides y catarro. Se dice que Fidencio la utilizaba por crecer en abundancia en los alrededores, en la actualidad los fidencistas la recomiendan para tratar cualquier mal físico o espiritual. Para que funcione mejor tiene que ser gobernadora de Espinazo, por eso, algunos misioneros suelen llevarse una o dos bolsas llenas de ramas.

[8] En la actualidad Espinazo no cuenta con ninguna escuela, para la educación básica los habitantes tienen que trasladarse al municipio de Mina, Nuevo León, que es la cabecera municipal.

[9] La coronación es el rito de pasaje mediante el cual un devoto que ha escuchado el llamado de Fidencio y ha llevado una preparación corporal y espiritual (llamada desarrollo), se convierte en cajita o materia. Después de la coronación, el devoto está capacitado para entrar en trance y encarnar al espíritu de Fidencio.

[10] En 1994, la Iglesia Fidencista Cristiana se registró como una asociación religiosa, por lo que, las personas reconocidas como ministros por parte de la iglesia, están facultadas para realizar misas y bodas.