Yeneiri Ramírez Molina[1]
Posgrado en Antropología Social CIESAS Pacifico Sur | yeneiri.rm@gmail.com
Foto tomada en mítin al finalizar una marcha en mayo de 2016 con motivo del día del maestro. Del lado derecho se encuentra el ex-líder sindical Rubén Núñez, uno de los rostros más visibles que encabezó las protestas contra la Reforma Educativa de Peña Nieto en 2013 (15 de mayo de 2016). Autoría: Yeneiri Ramírez Molina.
El 18 de marzo de 2020 el gobierno mexicano informó de las primeras muertes por un extraño virus, del que, hasta ese momento, sólo se sabía por las noticias cómo estaba paralizando al continente asiático, así como la ola de psicosis y acaparamiento de papel higiénico que había provocado en Europa. Una realidad que con trabajos nos costaba imaginar que se estaba dibujando sobre nosotros.
A causa de la pandemia, el 20 de marzo del mismo año, la Secretaría de Educación Pública (SEP) suspendió clases presenciales en todos los niveles educativos. Aunque las autoridades del CIESAS nos advirtieron que esto no pasaría pronto y lo mejor sería reelaborar nuestros proyectos de investigación, así como las estrategias de entrada al campo; debo admitir que todavía guardaba la esperanza de poder realizar algunas entrevistas de forma presencial en septiembre, cuando el confinamiento se hubiera levantado. Sin embargo, al iniciar nuestro trabajo de campo aún seguíamos encerrados y todos los procesos sociales que buscábamos analizar estaban siendo modificados a causa de la pandemia. Ello implicó una serie de ajustes metodológicos a mi proyecto, los cuales a la postre me permitieron experimentar nuevos hallazgos que a continuación comparto.
Adaptaciones metodológicas
En mi proyecto de investigación analizo el papel del cuerpo en la construcción de la identidad colectiva de las y los docentes de la Sección XXII de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE)[2] en Oaxaca y su relación con la reproducción de las desigualdades de género, durante la marcha, el bloqueo y el plantón, los cuales son los actos de protesta mayormente usados por el sindicato. Este tipo de investigación implicaba un trabajo de campo que tenía previsto realizar en los campamentos, marchas y bloqueos durante las movilizaciones que tienen lugar en la capital oaxaqueña.
Al iniciar el trabajo de campo en septiembre de 2020, la pandemia había avanzado de forma desigual en todo el mundo, pues mientras había países que se encontraban atravesando una segunda oleada, en México había zonas donde no se había reportado un solo contagio. La ciudad de Oaxaca, lugar donde me encontraba físicamente y en el cual pensaba realizar mi investigación etnográfica, aún seguía en semáforo rojo, cambiando ocasionalmente a naranja. Por otro lado, los procesos sociales que intentaba observar requerían la aglomeración de personas, situación que era impensable en ese punto de la contingencia sanitaria. Debido al confinamiento, resultaba inviable observar los tres escenarios de protesta dado que no se realizarían acciones de este tipo. Decidí resolver estos retos realizando entrevistas a distancia, con la finalidad de buscar en la memoria de las y los docentes cómo habían sido sus experiencias militando, las movilizaciones que más los habían impactado y por qué. Este cambio, me llevó a advertir cómo su participación en estos actos de protesta influye en la construcción de su identidad y pertenencia al gremio.
La estrategia de entrada al campo virtual cambió y fue necesario echar mano de la gran cantidad de contactos que tengo, quienes actualmente militan en el magisterio oaxaqueño, ya sea en la base, en algún organismo auxiliar o bien en la estructura.[3] Una primera propuesta alternativa, consistió en realizar entrevistas presenciales y a la par etnografiar el movimiento magisterial mediante los videos subidos en la plataforma de YouTube por la cartera de comunicación social de la Sección 22, a fin de describir el uso que se le da al cuerpo en algunos rituales que tienen lugar durante las movilizaciones. En este sentido, el campo etnográfico se encontraba constituido por el entorno virtual generado a través de la red social de YouTube, principalmente.
Aunque dichas observaciones las llevé a cabo usando una base de datos que catalogara los videos e inicialmente había pensado que la mayor parte del análisis recaería en el material obtenido por la observación de los videos, al terminar la transcripción de las entrevistas, me di cuenta de que las descripciones hechas por las y los docentes pueden expresar en primera persona lo que se observa en los videos. Por ello, después de empezar a catalogar la información de las entrevistas, consideré que el análisis principal estaría enfocado en los relatos recabados, pues lo virtual es sólo una parte de lo que sucede en la realidad, no es la totalidad, ni tampoco debe situarse en el centro del trabajo (Pink, 2016).
Las entrevistas fueron realizadas por medio de la plataforma Meet, cuando esta opción no funcionó se hacían videollamadas de WhatsApp, o bien llamadas por teléfono. El instrumento diseñado fue un guion de entrevista estructurada. Opté por este formato, pues éstas buscan: “exponer a cada informante a una muestra de los mismos estímulos. Los estímulos pueden ser un conjunto de preguntas, lista de nombres, fotografías” (Bernard, 1995: 237). Cada reunión tuvo una duración de entre una hora y dos horas con treinta minutos, dependiendo de cómo se iba desarrollando la plática, así como el tiempo que ellas y ellos habían dispuesto para el encuentro.
El objetivo era que las preguntas detonaran en los docentes los recuerdos de sus experiencias en movilización, para así conocer por medio de la memoria, cómo se ha visto involucrado su cuerpo en acciones de movilización, específicamente en la marcha, el bloqueo y el plantón. Se eligieron estos tres espacios de observación, pues representan acciones donde los docentes involucran su cuerpo físicamente y se configuran como una colectividad.
Hasta este momento de la investigación, únicamente había advertido cómo algunas estructuras de poder interfieren en la participación de las y los docentes en los tres espacios de movilización social elegidos para analizar. Sin embargo, a medida que avanzaba en el trabajo de recolección de datos, la categoría de género fue tomando bastante fuerza en la investigación. Gracias a esta categoría pude analizar cómo el lugar que se ocupa en la marcha y las actividades desempeñadas en un bloqueo o en el plantón están atravesadas por los roles de género, donde las mujeres se encargan de algunas actividades que ayudan a sostener la movilización, como las cocinas comunitarias; mientras los hombres son quienes están más expuestos a situaciones de violencia física, como en la toma de autobuses. Por lo tanto, decidí incluir otras preguntas que apoyaran en la búsqueda de información sobre cómo influye esta categoría en la participación de las y los profesores en las movilizaciones sociales.
Continuando con esta mirada de género, volví a revisar lo escrito sobre el magisterio oaxaqueño y sorpresivamente me encontré con que existían pocos textos que abordan desde la perspectiva de género, el fenómeno magisterial, pues la gran mayoría están centrados en las dirigencias, los liderazgos y las coyunturas políticas en las que el magisterio ha tenido participación. De acuerdo con Cortés y Zapata (2021), este tipo de estudios, centrados en los espacios formales y directivos, han llevado a que el análisis sobre el movimiento social mantenga un carácter androcentrista, invisibilizando la aportación de las mujeres, quienes con su trabajo sostienen la movilización en espacios como las cocinas comunitarias o la limpieza del plantón. Igualmente, esta invisibilización de las formas en que participan las mujeres en el movimiento origina que se problematice muy poco el acceso de las maestras a los espacios de poder. En el caso magisterial, llama mucho la atención que de los cuarenta años que tiene de trayectoria el movimiento hasta la fecha, no ha habido una sola maestra en el puesto de secretaria general.
Finalmente, al momento de hacer la redacción del trabajo para entregar, decidí incluir en la narración parte de mis experiencias como normalista y de mis observaciones para mi trabajo recepcional de licenciatura. Resolví retomarlas como una estrategia que me permitiera subsanar la falta de observaciones de la marcha, el plantón y el bloqueo; pues la mayoría de las descripciones que me dieron las y los docentes entrevistados, me ha tocado vivirlos, en otros años, con otras circunstancias y en un rol de estudiante normalista, no de investigadora.
Aunque varios conocidos y conocidas en el movimiento magisterial aceptaron apoyarme; hubo también personas que sin conocerme me permitieron entrevistarlas. Con estas últimas tuve que compartir un poco más de mí, contarles que yo había sido normalista y que había participado en algunas movilizaciones importantes en el pasado. Este momento de compartir me permitió que sintieran mayor nivel de confianza y pudieran abrirse un poco más para contarme sus experiencias militando dentro del magisterio, resultando que la entrevista se convertía en un diálogo sobre nuestras experiencias en el movimiento social. Fue un aspecto muy interesante que logró subsanar el hecho de no vernos frente a frente.
Esta parte de la investigación me hizo darme cuenta de que mi objeto de estudio no es completamente ajeno a mí y cómo mi motivación para realizar esta investigación se encontraba en entender lo que yo misma había vivido hace más de diez años. En un intento por generar confianza con mis colaboradores y no sentirme un tanto extraña a ellos, logré ubicarme como parte también de las y los sujetos de estudio, además de ser al mismo tiempo la etnógrafa que documentaba esos procesos.
Compartir mis propias experiencias en las pláticas con las y los docentes e integrar en el texto algunos de mis recuerdos participando en las movilizaciones, convirtió el trabajo en una suerte de autoetnografía, metodología cualitativa empleada dentro de los estudios antropológicos: “cuyo distintivo central es partir de lo individual en la investigación para desde ahí́ lograr comprender el contexto espacio-temporal en el que se vive la experiencia individual, en sus dimensiones cultural, social y política.” (Benard Calva, 2019: 9) Incluir mis experiencias como normalista, implicó darle un giro a la narrativa y reconocerme dentro del campo de investigación e identificarme con quienes amablemente accedieron a apoyarme en este proceso. Este giro me hizo observar cómo lo que me había tocado vivir siendo estudiante era muy parecido a los relatos que me estaban compartiendo las y los docentes.
Al momento de hacer las transcripciones, varios relatos me hicieron recordar mis propias experiencias y darme cuenta de algunos aspectos de la movilización, que había visto de primera mano, pero que en su momento no lo había logrado entender, como es el caso de la asamblea, por ejemplo. De este mismo modo, siendo estudiante me tocó ver varias veces la división de roles entre quienes tomaban los autobuses, quienes colocaban las mantas y cómo en la formación para la marcha se procuraba que las mujeres se encontraran en el centro para su protección. Todas estas experiencias tomaron otra dimensión al momento de recordarlas y contrastarlas con las narraciones de las y los docentes.
Debo mencionar también algunas de las complicaciones implicadas en hacer etnografía virtual, especialmente las fallas en el soporte tecnológico que media la conversación, pues en diversas ocasiones se fue la luz, o el internet. Afortunadamente las y los profesores se mostraron muy dispuestos a colaborar con mi investigación, por lo cual las entrevistas tuvieron que retomarse en otro día y horario que ellos dispusieran.
Por último, quisiera destacar que la realización de una etnografía virtual, no era algo que tenía en mente cuando empecé el posgrado en antropología social. Mucho de lo que nos tocó vivir durante estos meses de confinamiento, rompe con la tradición antropológica de ir al campo, mezclarse y vivir el día a día con quienes aceptan que los acompañemos en sus actividades cotidianas. Sin embargo, esta experiencia nos abre otras posibilidades de pensar la antropología, aun a la distancia y con un aparato que medie la interacción humana. Así mismo, yo rescataría de esta experiencia el uso de la reflexividad, como un elemento necesario para que el antropólogo pueda compartir con sus colaboradores, a fin de atravesar esa barrera de: “sujeto investigado”- “investigador” y entender mejor la problemática que le interesa indagar.
Bibliografía
- Aguirre Baztán, Á. (1995), “Etnografía”, en Aguirre Baztán Ángel. Etnografía: Metodología cualitativa en la investigación sociocultural, México, Alfaomega-Marcombo, pp. 1-20.
- Bénard, Calva, S.M. (2019), Autoetnografía una metodología cualitativa, México, Universidad Autónoma de Aguascalientes.
- Bernard, Russell, H. (1995), Métodos de investigación de antropología, Altamira, Walnut Creek.
- Cortés, R. y Zapata, E. (2021), “Los movimientos sociales desde la perspectiva feminista: pistas metodológicas para un análisis no androcéntrico de la acción social”, en Revista de Estudios de Género, La Ventana, núm. 54, julio-diciembre, pp.13-48.
- Pink, Sarah (2016), Digital Ethnography. Principles and Practice, California, SAGE Publications, Thousand Oaks, pp. 18-60.
- Licenciada en pedagogía. ↑
- El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), no debe confundirse con la Coordinadora, como comúnmente se le conoce a la CNTE. Esta última es una organización dentro del SNTE, encargada de vigilar que se cumplan los derechos de los trabajadores. Tiene presencia principalmente en los estados sureños de Michoacán, Guerrero, Chiapas y Oaxaca. ↑
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En la jerga magisterial, se conoce como “magisterio de base” a los docentes que militan en la Sección XXII, pero que no ostentan ningún cargo dentro del sindicato. A las y los profesores que se encuentran participando en algún puesto de representación sindical se les ubica como “docentes de la estructura”. Por otro lado, los organismos auxiliares, son pequeñas organizaciones cuya finalidad es la de brindar asesorías, así como ciertas directrices políticas, ideológicas y pedagógicas al magisterio. Estos últimos son constituidos por profesores que hayan participado en puestos de representación sindical y demostrado lealtad al movimiento a lo largo de su trayectoria política. ↑