El impacto del Programa en Etnolingüística. Retos y desafíos de uno de los egresados

Juan Julián Caballero[1]
CIESAS Pacífico Sur

Palabras de inicio

El texto constituye una síntesis del impacto del Programa de Formación Profesional en Etnolingüística en las acciones de los egresados de la primera generación de 52 nuevos profesionales, a más de cuatro décadas de distancia. Resulta sumamente complejo de explicar y analizar, debido al tiempo transcurrido y la diversidad de acciones emprendidas por los egresados mismos, posteriormente.

La naturaleza de las condiciones laborales y profesionales de cada egresado procedente de siete pueblos originarios con mayor número de hablantes de lenguas indígenas: mayas, mixtecos, nahuas, otomíes, purépechas, totonacos y zapotecos, eran diversas, aparte de los intereses de cada uno para propiciar su permanencia en el Programa como estudiantes. Además, la mayoría procedía del quehacer docente; es decir, maestros de educación con distintos niveles salariales: desde Promotores Culturales, maestros bilingües, directores de Escuela, Supervisores y Jefes de Zonas de Supervisión

En este texto se estará compartiendo la apreciación de uno de los egresados del referido Programa de Etnolingüística realizado entre 1979 y 1982 en las instalaciones del Centro Regional de Educación Fundamental de América Latina (CREFAL) de la ciudad de Pátzcuaro, Michoacán. El resumen está divido en los siguientes apartados: La escolarización de los estudiantes antes del Programa de Etnolingüística, el proceso formativo en la Licenciatura de Etnolingüística, el impacto en cada uno de los estudiantes y la aplicación de los conocimientos adquiridos, una vez egresados como Licenciados en Etnolingüística. Aquí se enfatiza lo que se logró aplicar en la Mixteca, considerando no sólo la lengua nativa, sino las expresiones culturales, las historias locales, la medicina y por supuesto, la cosmovisión.

Mi formación escolar

Resulta necesario hacer un recuento cronológico de cómo fue mi escolarización. En la época en que crecí, en la década de los años sesenta del anterior siglo y ante la falta de una institución de educación de organización completa, por exigencias de las autoridades municipales de San Antonio Huitepec, junto con algunos profesores que laboraban en aquella época, mediante gestiones ante las dependencias educativas del Estado de Oaxaca, se logró que dicha escuela contara con los seis grados de educación primaria en 1964.

En esa época, los jóvenes que solamente habían terminado su tercer grado de primaria, ahí se quedaban estancados. Quienes contaban con el apoyo de sus padres y familiares se aventuraban a buscar la culminación de su educación primaria fuera de la comunidad. Muchos de dichos jóvenes viajaron caminando para llegar hasta donde funcionaba algún Internado Indígena (hoy Centros de Integración Social). Así llegaron a las comunidades de San Pablo Guelatao, San Bartolomé Zoogocho, Santiago Yosondúa, Eloxochitlán de Flores Magón, San Gabrielito, Guerrero, o bien al Internado “Ignacio Mejía” ubicado en la ciudad de Oaxaca. En esos espacios educativos lograron culminar su educación primaria.

Quien relata esta experiencia, ante el desconocimiento de otras realidades y no haber condiciones de sobrevivencia, se quedó en su comunidad a esperar hasta 1962 del anterior siglo, para iniciar a cursar el cuatro grado y culminar la educación primaria en 1964, que para entonces la escuela ya contaba con los seis grados, y fue miembro de la primera generación de jóvenes que terminaron su educación primaria en la misma comunidad de origen.

Durante el tiempo que duró mi formación escolarizada en la escuela de la comunidad, algunos de los primeros profesores eran de la comunidad, y otros no. No hubo una comunicación entre ellos y nosotros los alumnos que hablábamos solamente el idioma mixteco. Los profesores daban su clase totalmente en castellano y no entendíamos nada porque éramos monolingües en nuestro idioma mixteco.

La encomienda que llevaban los maestros rurales, municipales y federalizados era castellanizarnos y enseñarnos lo básico de la cultura citadina, empleando el método que fuera. En ningún momento se nos habló la riqueza de nuestra lengua mixteca y las demás expresiones culturales, sólo nos daban clases de matemáticas, lengua nacional, ciencias naturales, geografía, historia y civismo, totalmente en castellano. En otras palabras, se aplicaron al pie de la letra las recomendaciones de aquel histórico maestro considerado como apóstol de la educación, Rafael Ramírez, que decía que los profesores tenían la misión de “civilizarnos” y convertirnos en “gente de razón”.[2] Claro, esta era la política ejercida por el sistema gobernante de aquella época. Con esta mentalidad logré culminar mi educación primaria en la escuela de mi comunidad.

A mediados de los años sesenta, ocurrieron dos acontecimientos que vale la pena señalar: por un lado, se empezó a conocer que el Instituto Nacional Indigenista (INI) a través de su Centro Coordinador de la Mixteca Alta (CCIMA) cuya sede todavía se encuentra en la ciudad de Tlaxiaco, Oaxaca, en 1964 inició a reclutar a jóvenes que tuvieran deseos e interés de ingresar a “trabajar” como Promotores Culturales Bilingües en las comunidades de habla mixteca, y por el otro, personalmente ya no podía continuar con los estudios de educación secundaria porque no había en la región, además no tenía solvencia económica por ser huérfano de padre.[3] También porque tenía que desplazarme a la ciudad más cercana si deseaba continuar con mi educación secundaria, u otros lugares donde hubiere tal grado de estudios. Esta situación me motivó para buscar mi acceso a ejercer la docencia como Promotor Cultural Bilingüe en la Mixteca alta.

Experiencia como maestro bilingüe

Al enterarme de que algunos compañeros míos que habían culminado sus estudios de educación primaria habían sido aceptados para desempeñarse como Promotores Culturales Bilingües en la Mixteca alta, comencé a inquietarme para buscar también mi acceso para desempeñarme como maestro bilingüe, meta que sólo fue lograda después de dos años de espera. Finalmente logré ingresar como Promotor Cultural Bilingüe en marzo de 1967, sólo contando con estudios de educación primaria.

Al estar en el servicio docente, las autoridades de la Sección de Educación del CCIMA del INI insistieron que debíamos inscribirnos a cursar nuestra educación secundaria, y la única institución que ofrecía dicha formación fue el antiguo Instituto Federal de Capacitación del Magisterio (IFCM). En este Instituto logré culminar mi educación secundaria en 1970. Al desaparecer este IFCM, no pude continuar con mis estudios de normal básica para profesores, donde se impartían cátedras sobre pedagogía, didáctica, organización escolar, y otras materias para atender a alumnos de todos los grados de educación primaria. Cabe aclarar que en este IFCM estudiaron los demás maestros bilingües que contaban con algunos de años de labor docente, y que además ya ostentaban su plaza basificada para laborar en las comunidades indígenas y no indígenas de esa época.

Una de mis metas era culminar mi educación de normal básica como profesor; sin embargo, al desaparecer dicho Instituto tuve que esperar un tiempo para poder ingresar a ese nivel de estudios, y fue cuando se creó el Curso Único de Formación Profesional de Maestros Federalizados del Estado de Oaxaca, que operó entre1973 y 1977.[4] El contenido de la formación que recibimos quienes estudiamos en este curso fue básicamente para ejercer la docencia, atendiendo a alumnos de los seis grados de educación primaria, llámese educación bilingüe o primaria general. Las materias cursadas fueron: psicología educativa, didáctica general, didáctica especial, literatura infantil, matemáticas, organización escolar, entre otras asignaturas.

Durante nuestra formación profesional a nivel de normal básica, en ningún momento se abordó la riqueza que representa la diversidad cultural y lingüística de nuestros pueblos. Durante este período se aplicó fielmente la política de la Escuela Rural Mexicana, donde el maestro debía convertirse en agente de cambio; propiciar que los alumnos aprendieran a hablar bien el castellano y realizar campañas para vivir como se vivía en los medios urbanos: nuestra tarea era aconsejar a los habitantes utilizar camas para dormir en lo alto, construir braseros, construir gallineros, que los cerdos tuvieran su porqueriza y no estar junto con ellos en la misma habitación, construcción de letrinas, etc. Además, también nos asistía el derecho de prohibir la lengua indígena de los alumnos y sólo tomar en cuenta esta lengua para traducir el contenido de los textos enviados por la SEP.

Ante la inquietud de continuar con alguna especialización para laborar en el nivel de secundarias, tuve la necesidad de inscribirme en la Normal Superior, única que funcionaba en la ciudad de Oaxaca en ese entonces. Sin embargo, comencé a desempeñar diversas comisiones en el sector de educación indígena, como Capacitador de los cursos de inducción a docencia de nuevos Promotores Culturales Bilingües y Asesor Técnico de la zona escolar; por ello no fue posible continuar con otro nivel de estudios a nivel profesional en la Normal Superior.

A mediados de 1979 me encontraba como capacitador del curso de inducción a la docencia en el Centro de Integración Social en la región de Huautla de Jiménez, Oaxaca, ahí me enteré de la convocatoria emitida por el Centro de Investigaciones Superiores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (CIS-INAH) para cursar la Licenciatura en Etnolingüística que se realizaría en la ciudad de Pátzcuaro, Michoacán. Al conocer esta noticia, decidí acudir a las entrevistas que se realizaban en las oficinas del CIS-INAH de la Ciudad de México, y al conocer que fui aceptado como alumno de dicho curso, me presenté cuando fui convocado para ello.

Foto de 1977, cuando se nos señalaba en los cursos de la Normal para Profesores Bilingües o de Primaria General, por considerarnos espejos de la comunidad.

Experiencia como estudiante del Programa de Etnolingüística.

Durante la apertura de la Licenciatura en Etnolingüística realizada en la ciudad de Pátzcuaro, Michoacán, se nos explicó tanto el contenido del programa como los objetivos generales y específicos, mismos que fueron reiterados cuando comenzó formalmente el curso en agosto de 1979. Hasta entonces me percaté que era una licenciatura con características especiales.

Lo que llamó la atención es que durante el proceso de selección acudieron a la entrevista cerca de tres decenas de profesores bilingües de habla mixteca[5] y solamente fuimos aceptados doce, de los cuales iniciamos siete cuando comenzaron las clases, pero después de dos o tres semanas de iniciado el curso, un colega de habla mixteca (maestro bilingüe) se desertó. Los seis que decidimos quedarnos en el Curso nunca nos enteramos cuál fue la decisión del desertor, seguramente hubo algo que no satisfizo sus deseos profesionales.

Desde el inicio del curso de Etnolingüística, quienes habíamos tenido otra formación con una orientación diferente, percibimos que el contenido del Programa era totalmente distinto. Comenzamos por revisar cuál fue y cuál ha sido la relación de los pueblos indígenas con el resto de la sociedad mexicana, se mantenía y mantiene aún la discriminación y el racismo entre la sociedad que se erige como mestiza con respecto a las poblaciones indígenas.

Mediante talleres programados para fortalecer el contenido de las clases, analizamos críticamente las lecturas proporcionadas por los maestros de las materias de Antropología Social, Etnohistoria, Lingüística, Sociolingüística, Resistencia Indígena, y otras. Tuvimos la oportunidad de debatir con otros compañeros y profesores del Programa esa relación asimétrica mantenida entre los pueblos indígenas y la sociedad mestiza.

Durante los tres años que duró el Programa de Etnolingüística de la primera generación, las actividades académicas fueron intensas. Por las mañanas teníamos clases con los maestros y en las tardes talleres, donde se discutían los contenidos tanto de las clases como los trabajos que debíamos proponer en nuestras comunidades al egresar como nuevos profesionales. En otras palabras, como sostienen algunos colegas profesionales que no son de nuestro origen y que no estaban de acuerdo con el contenido de nuestra formación, fuimos formados con una carga ideológica en contra del sistema imperante en un país como México; críticas que trascendieron al grado de llegar a descalificar lo que sabemos y proponemos desde la condición de ser indígenas.[6] En otras palabras, se mantuvo el “malinchismo” en las actitudes de quienes se sentían superiores llámese proletariado, clase media o intelectuales, por el simple hecho de reconocerse como “mestizos”.

El impacto del contenido de nuestra formación como etnolingüistas provocó en la mayoría de los participantes ciertas reacciones de identidad. Iniciamos el referido curso un total de más de setenta miembros de siete pueblos indígenas mencionados, nahuas, mayas, mixtecos, otomíes, totonacos, purépechas y zapotecos. La formación que teníamos también era diversa, unos solamente contaban con estudios de bachillerato y los maestros bilingües que ya contábamos con Normal Básica; si no todos, la mayoría tuvimos como una especie de crisis de identidad.[7] A ello obedece que no continuamos los más de setenta compañeros, dos decenas de ellos se desertaron.

El impacto del Programa de Etnolingüística

El impacto causado durante mi formación como etnolingüista se debe fundamentalmente a los conocimientos adquiridos para revisar críticamente las distintas formas utilizadas por los colonizadores españoles para dominar y subyugar a nuestros pueblos indígenas u originarios de América. Como resultado de este acercamiento a la situación de colonización comenzamos los alumnos a reflexionar nuestro quehacer al egresar del programa; la propuesta de proponer distintas acciones para iniciar a revalorar no solamente lo que nos han arrebatado los colonizadores y sus descendientes, sino a proponer acciones desde la comunidad respecto a la preservación, mantenimiento y desarrollo de nuestras distintas culturas, nuestras historias y nuestras lenguas nativas.

Tuvimos la gran oportunidad de revisar lecturas que tienen que ver con los procesos de descolonización de los países africanos escritos por Frantz Fanon, Amílcar Cabral, Albert Memmi, y muchos otros. Estas ideologías fueron las que influyeron para cambiar nuestra percepción respecto a nuestras formas de vida como pueblos originarios. Las lecturas y los debates influyeron de forma determinante en mí para pensar de otra forma.

También influyeron en nosotros las luchas sostenidas por los guerrilleros, no solamente de México (hermanos Gámiz de Chihuahua, Genaro Vásquez y Lucio Cabañas del estado de Guerrero), sino de varios países de América: Cuba, Nicaragua, El Salvador, entre otros. Debatimos en los talleres con nuestros maestros y reconocimos con legítimo derecho a otras organizaciones que estuvieron demandando el respeto a su territorio original en que habitaban y habitan, sus lenguas, sus expresiones culturales, sus formas de vida, su sistema jurídico, su salud, su relación con la naturaleza, sus formas de organización social, etc. Este fue el motivo por el cual planteamos la necesidad de revitalizar las expresiones culturales, donde la lengua constituye el eje central en la construcción de nuestros conocimientos; es decir, el alma de nuestra cultura milenaria.

Las materias que propiciaron la profunda reflexión de quienes aún no reconocíamos nuestra identidad primigenia fueron las de Etnohistoria y Resistencia Indígena, entre ellas, el contenido de los códices mexicanos, lienzos escritos durante la época de la Colonia, documentos sobre las primeras rebeliones de indígenas en contra de la esclavitud propiciada por los encomenderos y otros funcionarios, no solamente españoles, sino en la situación propiciada por los gobiernos después de la Independencia: los yaquis, los mayas, los huastecos, etc.

Es imposible no mencionar aquí tanto los objetivos como la finalidad, así como las materias impartidas durante el curso que más influyeron en mí para propiciar ese cambio de actitud. Entre los objetivos planteados fueron dos que a mi parecer sintetizan el motivo de nuestra formación:

1.- Formar a nivel profesional al menos una generación de licenciados en etnolingüística, tomando como estudiantes exclusivamente a maestros normalistas o a egresados de ciclos de educación media superior, todos los cuales serán originarios de algún grupo étnico indígena y conocerán tanto la lengua y cultura de éste como las de la sociedad nacional.

2.- Producir, durante el curso de la capacitación, materiales útiles para promover el desarrollo lingüístico y étnico de los pueblos indígenas particularmente de los que están representados por los estudiantes.

El texto, presentado por Bonfil Batalla en el Foro “La política del lenguaje en México”, señala que:

Para fines del programa se entiende por etnolingüística un campo profesional que integra conocimientos teóricos y habilidades prácticas, orientados al estudio de los problemas que plantea el desarrollo étnico y lingüístico y al diseño e implementación de planes de acción encaminados a lograrlo.

El egresado de este programa deberá manejar adecuadamente un conjunto de conocimientos que proceden de diversas disciplinas, particularmente de tres: lingüística, historia y antropología social. No se pretende lograr un conocimiento general ni exhaustivo en esas disciplinas, sino el dominio integrado de los aportes que cada una de ellas puede hacer para comprender y estimular los procesos de desarrollo étnico y lingüístico. (Bonfil Batalla, 1980: 62-63)

Más adelante Bonfil Batalla (pp. 71-78) detalla el contenido del programa. Durante el curso, a nivel introductorio se vieron: Introducción a la Lingüística e introducción a la Antropología. Se revisaron los contenidos de evolución social I y II, Época colonial y La palabra (unidad básica del lenguaje) y clase y taller de discusión; los principios de organización social I y II: Dominación española I y II, Lingüística histórica, Dialectología, Análisis lingüístico: morfología y fonología, Sociolingüística, Gramática I: sintaxis, gramática II, Bilingüismo, Prehistoria lingüística mesoamericana, Teoría de las etnias, Dominación criollo-mestiza, Etnografía del habla y talleres sobre metodología de la investigación. Así mismo, se abordaron temas sobre: problemas étnicos contemporáneos, Resistencia indígena I y II, lingüística práctica, semántica I y II, gramática contrastiva I y II, principios de planeación social, planeación lingüística I y II, teoría y práctica de la autogestión, ideología y lenguaje.

El contenido de mi formación en el programa es lo que propició mi cambio de actitud y el percibir otra forma de vida de los pueblos originarios. Esto indudablemente ha repercutido en el desempeño profesional en la formación de maestros bilingües de habla mixteca, zapoteca, mixe, cuicateca, mazateca, chatina, chinanteca, etc., que estudian la Licenciatura en Educación Preescolar y Licenciatura en Educación Primaria en el Medio Indígena (LEP y LEPMI’90) que funciona aún en Unidad 201 de la Universidad Pedagógica Nacional, Oaxaca. Durante más de tres décadas he colaborado para que varios docentes bilingües culminen su formación como Licenciados y con mi intervención han logrado acceder a estudios de maestría en lingüística indoamericana y doctorado en esta especialidad.

Foto tomada en mayo de 1982 en la visita a la Residencia Oficial de los Pinos cuando el Presidente José López Portillo nos dirigió el siguiente mensaje:

“Quiero expresarles la satisfacción que tengo por el esfuerzo profesional que ustedes han
cumplido, que fortalece nuestra identidad, al volver sobre las esencias y las raíces nacionales.
México se escribirá, de aquí en adelante, en gran parte con las voces indígenas que ustedes
representan, significan y alientan. ¡En buena hora!”

La Etnolingüística y la escritura del idioma mixteco

De todos es conocido que la Mixteca (en lengua náhuatl) abarca tres estados de la República Mexicana: Guerrero, Puebla y Oaxaca. De este espacio histórico han salido otros hermanos y hermanas a residir en otras partes de la República y aún fuera del país, por necesidades de sobrevivencia. De este espacio se explicará parte de la experiencia de cómo se inició a plantear el desarrollo de la escritura de la lengua originaria de esta región interestatal.

Al territorio lo nombramos en nuestra lengua Ñuu Savi, que significa en castellano “Pueblo de la Lluvia”, y en lengua náhuatl “mixteco o mixteca”, como se conoce comúnmente. Hace alrededor de tres décadas se generó un movimiento, que no es ajeno a la movilización que los demás pueblos indígenas han planteado respecto al desarrollo de la escritura de la lengua nativa. Ha representado un reto y un desafío para quienes estamos empeñados en resignificar lo nuestro y lo propio pues durante cientos de años, por diversos motivos, se ha querido negar como rostro propio. Lo que con mucho esfuerzo se ha logrado avanzar en la propuesta el desarrollo de la escritura de la lengua mixteca, se espera que otros hijos del Ñuu Savi (pueblo de la lluvia) tendrán la responsabilidad de continuar con la noble tarea de devolverle el rostro propio a la nación que nos vio nacer.

De los seis etnolingüistas[8] formados en el Programa, en la organización del Primer Encuentro de Escritores en Lengua Mixteca, participamos los cinco de la Mixteca de Oaxaca. También los cinco continuamos durante la organización del Segundo Encuentro en la población de Jamiltepec, Oaxaca, en 1992. Para la realización del Tercero, Cuarto y Quinto Encuentros, uno en la ciudad de Huajuapan de León, Oaxaca, el siguiente en la población de Xayacatlán, Puebla, y el último señalado en la ciudad de Ayutla de Libres, Guerrero, ya participaron otros hermanos procedentes de la Mixteca de los tres estados, y regresaron algunos paisanos que radican en la frontera norte del país y aun de Estados Unidos. Finalmente, se realizó el Sexto Encuentro en la ciudad de Tlaxiaco, Oaxaca, en 1997. Ahí se propuso la creación de Ve’e Tu’un Savi (Academia de la Lengua Mixteca). En ese momento ya participó el colega etnolingüista Vicente Paulino Casiano Franco del estado de Guerrero. Sin embargo, ya se habían retirado dos de la Mixteca de Oaxaca (Eduardo García Santiago y Marcos A. Cruz Bautista).[9]

La idea de organizarnos para realizar algunas acciones en favor de la colectividad es y ha sido parte del compromiso adquirido durante nuestra formación como etnolingüistas y lo que ello implica; sin embargo, no siempre fue el compromiso de los seis egresados, alguien tenía que hacerlo y fue justamente una inquietud personal de realizar la propuesta. De ahí que paulatinamente se empezó a gestar la idea de convocar a otros colegas para buscar puntos de encuentro a partir de nuestros compromisos comunitarios. Al inicio fue sumamente complicado debido a la formación profesional que cada invitado ostentaba y, al no haber reflexionado sobre la identidad comunitaria, fue sumamente difícil aglutinar intereses.

Las primeras ideas de la organización y algunos elementos de discusión las discutimos, analizamos y propusimos durante la realización de los talleres durante el tiempo que duró el Programa de Etnolingüística; una vez culminados los estudios se planteó como grupo proponer algunas acciones para revitalizar no solamente la lengua, sino la diversidad cultural y la memoria histórica. A este propósito se debe la propuesta de iniciar la nada fácil tarea.

La propuesta de una organización en la Mixteca fue de quien relata este texto. Durante mi estancia en la Ciudad de México, donde cursé mis estudios de Maestría en la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), comencé a conversar con algunos hermanos y hermanas que se encontraban laborando en la Dirección General de Educación Indígena (DGEI) y en la misma UPN; sin embargo, no tuve mucho éxito. Con estas ideas se planteó en un curso de Códices mixtecos realizado en la ciudad de Oaxaca, bajo el auspicio del recién creado CIESAS en Oaxaca. En esa ocasión inició a consolidarse el proyecto de crear primero el Centro de Investigación y Difusión «Ñuu Savi«, A. C., que aún cuenta su sede en la población de Nochixtlán, Oaxaca, y que finalmente se creó en 1990, con el apoyo del CIESAS.

A partir de la década de los noventa, en dicho Centro se comenzó la aventura de analizar, emitir comentarios y proponer diversas acciones sobre la necesidad de incidir para revitalizar la lengua originaria del Ñuu Savi, que se denomina Tu’un Savi y se traduce como “Lengua de la lluvia”, y en náhuatl “idioma mixteco”, y con ello, los conocimientos que se han generado al estar en contacto permanente con el medio ambiente y guardados en la memoria de cada anciano, así como en las mismas entrañas de cada comunidad, se registren en un primer momento, en la lengua de nuestros padres y abuelos; posteriormente en la lengua del colonizador que constituye la lengua reconocida como oficial en este país.[10] Todo ello constituye una evidencia clara de que los conocimientos de nuestros pueblos deben ser propuestos para su utilización como contenido escolar en las instituciones educativas que funcionan en la nación Mixteca.[11]

Independientemente de la importancia del desarrollo de la escritura de la lengua originaria, cada miembro de la agrupación se propuso estudiar, investigar, analizar y compartir con los demás colegas respecto a su relevancia en la vida. Así contamos en primer lugar los temas de medicina tradicional, historia oral, monografías toponímicas, pelota mixteca, música mixteca, funciones curativas del baño de temazcal, literatura mixteca, desarrollo de la escritura de esta lengua originaria, entre otros temas.

La Norma de Escritura del idioma mixteco

A lo largo del texto, en las partes donde está escrito en la variante del idioma mixteco de Huitepec, se ha empleado el alfabeto básico generado a través de seis Encuentros de Escritores en Lengua Mixteca, más de doscientos cincuenta talleres de escritura de esta lengua originaria, más de veinte Congresos de Tu’un Savi y Diplomados realizados en todo el territorio original (Oaxaca, Guerrero y Puebla), bajo la responsabilidad de Ve’e Tu’un Savi, incluyendo lo discutido, analizado y propuesto con los hermanos de Guerrero en los Congresos y talleres de escritura de esta lengua originaria en el territorio histórico. En otras palabras, es el concentrado de propuesta de quienes han participado en dichos eventos. Entonces, en la escritura están las grafías representadas los sonidos de la lengua ampliamente que por consenso se señalan las siguientes grafías: a, d, e, f, g, i, , j, k, l, m, n, ŋ, ñ, o, ӧ, p, r, s, t, u, ϋ, v, w, x, y, z, ‘. Y las combinaciones consonánticas: ty, ts, nk, nd, mp, mv, ndy, jd, la representación de la nasalización (n), la propuesta de representar la glotalización (‘) y la forma de marcar los tonos: alto´ (acento), medio (sin marca), y bajo ` (acento invertido), entre otros signos.

El avance con que se cuenta hasta ahora es producto de más de tres décadas tiempo en el cual fue posible concentrarnos con los hermanos de Guerrero y Puebla. En los talleres y en los congresos se propuso entre los participantes recuperar y revalorar las historias que se entretejen en nuestras comunidades, la diversidad de expresiones culturales y las distintas variantes del idioma mixteco que se hablan todavía en nuestras comunidades, además de enfatizar nuestras historias plasmadas en los documentos antiguos conocidos como códices.


Foto tomada en julio de 1997 en las instalaciones de la CCIMA del INI de Tlaxiaco cuando se decidió por consenso crear Ve’e Tu’un Savi (Academia de la Lengua Mixteca).

Como producto del esfuerzo, se cuenta con un alfabeto universal de la lengua analizado durante el desarrollo de más de 250 talleres de escritura de la lengua, seis Encuentros de Escritores de la Lengua mixteca y más de veinte Congresos realizados en distintas regiones del territorio histórico de la Mixteca (Guerrero, Puebla, Oaxaca, y uno en Tijuana, Baja California). Según los datos del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI) son 81 variantes lingüísticas,[12] además, la publicación de la Norma de Escritura del Idioma Mixteco por el mismo INALI y el INPI.

Los dos documentos mencionados han sido difundidos y su contenido explicado mediante foros en comunidades y ciudades de todo el territorio. La finalidad ha sido institucionalizar la escritura de esta lengua en todos los niveles: municipal, regional y nacional. Hasta aquí ha sido un proceso complejo porque se trata de cambiar la percepción de los propios portadores de la cultura, historia y de aquellos que aún hablan su lengua nativa.

Foto tomada en marzo de 2001 en la población de San Juan Teíta, Tlaxiaco, Oaxaca cuando se realizó el taller de escritura del idioma mixteco o Tu’un Savi. En la reunión participaron padres de familia, alumnos, profesores bilingües y autoridades municipales.

Compromisos como etnolingüista

El compromiso que personalmente adquirí desde mi formación como etnolingüista es contribuir a generar condiciones comunitarias, entre propios y extraños de la cultura originaria, con el fin de contribuir a revalorar la lengua originaria, las historias no escritas y los demás conocimientos guardados en la memoria colectiva de nuestros pueblos originarios. No ha sido fácil descolonizarme y pensar positivamente en torno al sistema de vida que llevamos en nuestras comunidades; la educación recibida en la escuela primaria, secundaria y todo lo aprendido en la formación de normal básica para trabajar como docente, fue y sigue siendo en algunos casos para descalificar otros conocimientos.

De no haber sido por mi formación en el Programa de Etnolingüística, no me hubiera atrevido a revisar críticamente la manera en que me influyeron las actitudes etnocidas[13] de mis maestros de educación primaria, de secundaria, de la normal básica y normal superior.[14] Es más, antes de participar como estudiante el programa de Etnolingüística, había tenido una invitación de la Dirección Estatal de Educación de Oaxaca para laborar como docente en algunas escuelas urbanas de la ciudad de Oaxaca.

Desde mi punto de vista, no he podido desprenderme de una actitud crítica respecto a las actitudes de algunos funcionarios que no son de origen indígena y aún de aquellos que por comodidad se identifican con alguna comunidad indígena pero que tienen actitudes contrarias; son quienes se encuentran en las distintas instituciones del gobierno, cuando los descendientes de los pueblos originarios somos mal vistos, discriminados y excluidos en muchas decisiones que se toman detrás del escritorio, supuestamente para atender las necesidades de nuestros pueblos.

Propiciar reunir voluntades de propios y algunos extraños de nuestra cultura para proponer algo que nos beneficie respeto al futuro del Tu’un Savi (lengua de la lluvia) o idioma mixteco, la diversidad de manifestaciones culturales, la gastronomía, nuestras historias que no se han escrito, nuestra cosmovisión y la relación estrecha con la madre naturaleza, requiere estar consciente, pero también luchar en contra de las actitudes de la propia familia, igual que otros integrantes de otras familias, debido a la formación que hemos recibido. Entonces, las condiciones para llevar a cabos los cambios deseados a partir de una formación específica no es posible que se den solas, hay que crearlas y de esto evidentemente no todos estamos conscientes, primero necesitamos descolonizarnos[15] a través del proceso de intraculturalización[16] y alejarnos de las comodidades.

Desde este punto de vista, si otros colegas tienen la intención de hacer algo por sus lenguas nativas y sus historias y su cultura, aunque no sean etnolingüistas, pienso y propongo que es necesario propiciar reflexiones profundas con ellos durante el análisis de las tareas que a cada miembro de la cultura le corresponde realizar. A ello obedece que personalmente he estado apoyando a los hermanos del pueblo chatino, los mixes, los chocholtecos y, de forma particular, al personalmente docente de la escuela telesecundaria ubicada en la comunidad de Huauclilla, Nochixtlán, Oaxaca en su empeño por revalorar la memoria histórica, a partir de las historias plasmadas en los códices.

Agradecimientos

En este apartado deseo patentizar personalmente mi agradecimiento al CIESAS, institución que me ha cobijado hasta ahora para cumplir en parte de lo que estudié en el Programa de Etnolingüística, primero porque me abrió las puertas para ingresar como profesor-investigador y segundo, el apoyo, aunque poco, pero desde el inicio me ha estado acompañando para lograr lo que hasta ahora se ha hecho por consenso entre los hablantes respecto al desarrollo de la escritura de la lengua mixteca. La oportunidad ha posibilitado conocer gran parte del territorio histórico de la Mixteca de Guerrero, Puebla y Oaxaca, aparte de acompañar a los migrantes que residen en las ciudades de Baja California y de algunas ciudades del vecino país del norte, sobre todo San Diego, Los Ángeles, Fresno y Santa María California, lugares donde he participado como capacitador en la escritura del idioma mixteco.

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Asimismo, agradezco a esta noble institución que continúa cobijándome para obtener mi grado académico, que sin ese apoyo no hubiera tenido dicha posibilidad.

Sin las oportunidades de obtener un apoyo como le ocurrió a la mayoría de mis colegas etnolingüistas de los siete pueblos que participaron en el Programa, difícilmente hubiera podido aplicar lo que aprendí en el multicitado Programa de Etnolingüística. Claro, en esto tuvieron que ver las orientaciones de mis maestros, tanto de las clases como de los talleres durante el tiempo que duró el programa, y por supuesto tuvo que ver mi decisión y el compromiso de realizar el esfuerzo para organizar los “encuentros de escritores mixtecos”, congresos del Tu’un Savi, talleres de escritura del idioma y los diplomados, con el apoyo de otros hermanos del Ñuu Savi que tenían el mismo interés de propiciar discusiones, análisis y propuestas de acciones, desde hace más de tres décadas.

Reflexión final

Sería pertinente proponer que otras instituciones formadoras de jóvenes indígenas, estimulen a sus estudiantes para que regresen a sus comunidades a realizar algunas acciones en beneficio de la identidad de sus pueblos. Asimismo, sería pertinente que en su planes y programas se consideren contenidos curriculares que se vinculen con los compromisos comunitarios; es decir, materias que tengan que ver con la “identidad cultural”, “identidad histórica” e “identidad lingüística”. Temas que tienen que ver en las ciencias sociales como antropología, lingüística, sociología, pedagogía, docencia, etc.

Referencias bibliográficas

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Vargas Collazo, M. (2005). Nunca más un México sin nosotros. Expresiones etnopolíticas oaxaqueñas. CONACULTA / INAH.


  1. Correo: jjulian@ciesas.edu.mx
  2. El discurso pronunciado por el maestro Rafael Ramírez ante sus maestros rurales concentrados en la Ciudad de México el 28 de diciembre de 1928 aparece en el texto Cómo dar a todo México un idioma. Biblioteca del Maestro Rural Mexicano. Vol. IV. México, 1928.
  3. Bajo el amparo de mi abuela Benita y mi madre Natividad, al quedarnos huérfanos, crecimos mis hermanos Teodoro de 11 años de edad, Leobardo de escaso un año, y quien escribe estas notas de 6 años, debido a la muerte de nuestro padre en un enfrentamiento por el conflicto agrario entre mi comunidad y otra vecina.
  4. En esa época en el Estado de Oaxaca existían distintos tipos de docentes: federalizados, federales, artículo 123, alfabetizantes, municipales y promotores culturales bilingües, pues muchos no contábamos con una formación profesional para ejercer la docencia.
  5. Comentarios de uno de los hermanos, quien ya se encontraba como Técnico Lingüístico en el CIS-INAH y fue quien nos entrevistó para participar en el Programa como estudiante.
  6. Este cuestionamiento y la descalificación se mantiene hasta ahora de parte de los estudiosos que no son de origen indígena, que viven del indígena estudiándolos. A ello obedece que las tesis de los etnolingüistas no han sido citadas en ninguna publicación de quienes se declaran respetuosos y acompañantes de los pueblos originarios, a pesar de la coincidencia de los temas tratados.
  7. Desde el nivel de educación primaria, secundaria, bachillerato y normal básica para profesores de educación primaria, nuestra formación careció de un conocimiento que nos permitiera reconocer y valorar nuestro mundo lleno de riquezas; tiempo en el cual, jamás nos enteramos de la riqueza de nuestra diversidad cultural, lingüística e histórica. En cambio, en el Programa de Etnolingüística, tuvimos la oportunidad de revisar críticamente por qué se mantenía y persiste aun la discriminación por el hecho de hablar una lengua distinta del castellano y tener una cultura regional, que no es de la alta sociedad.
  8. Eduardo García Santiago (Yosondúa), Pedro Constancio Ortiz López (Yucuhiti) y Marcos A. Cruz Bautista (Mixtepec), Gabriel Caballero Morales (Huitepec) y Juan Julián Caballero (también de Huitepec), todos del estado de Oaxaca. Los cinco participamos, con el apoyo del CIESAS, Oaxaca en la organización del Primer Encuentro de Escritores en Lengua Mixteca, realizado en la ciudad de Tlaxiaco, en 1990.
  9. Las actitudes posteriores de los egresados obedecen al poco compromiso adquirido durante nuestra formación y se pueden interpretar de distinta forma: por el limitado recurso con que se cuenta a nivel personal, el poco apoyo de las instituciones culturales y la relación laboral donde existe un control ilimitado.
  10. Tanto el idioma español como las demás lenguas originarias que se hablan en todo el territorio nacional son lenguas nacionales. Así señala el Artículo 2º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
  11.   Si se ha de trabajar alrededor de un proyecto de reivindicación cultural y lingüística del vasto territorio original del pueblo mixteco, entonces es legítimo señalar que el concepto de Ñuu Savi es el adecuado para nombrar a esta idea de nación porque cuenta con territorio, una lengua e historias plasmadas en los códices.
  12. Desde el punto de vista de quienes hablamos todavía esta lengua originaria, en términos de inteligibilidad, si acaso identificamos de 22 a 30 variantes lingüísticas y no 81 como señalan los documentos del INALI. Consideramos que hubo un error técnico al contabilizar el número de variantes lingüísticas.
  13. El Artículo 16 de la Ley de Derechos de los Pueblos y Comunidades Indígenas de Oaxaca de 1998 señala que quien consciente o inconscientemente prohíbe el disfrute de la cultura y formas de convivencia en nuestras comunidades, comete el delito de etnocidio y podría ser acreedor de 3 a 6 años de prisión.
  14. De los comentarios críticos aparecen en mi tesis de licenciatura que se titula “El papel del maestro en el etnocidio en Huitepec, Oaxaca” (Tesis de licenciatura, SEP/INI. México, 1982).
  15. Lo entiendo como el proceso de cambiar la percepción de las culturas de mis pueblos originarios. Es decir, cambiar mi forma de pensar respecto a las formas en que se construyen los conocimientos no escritos en la familia y en la comunidad.
  16. Es un proceso sumamente complejo que se tiene que recorrer para aceptarse con una cultura distinta y aceptar al otro prójimo que tiene otras culturas y llegar a compartir éstas en igualdad de circunstancias, reconociendo que se cuenta con las mismas oportunidades para construir los conocimientos sin ninguna discriminación. En otras palabras, compartir el aprendizaje de las lenguas que se dominan, compartir las historias y otras formar de conocimiento.