El dios Viejo y del Fuego, el símbolo Ollin y otras cosas más

Eduardo Matos Moctezuma
INAH

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 llustración del glifo tlalollin: la unión de ollin (movimiento) y tlalli (tierra) que significa temblor de tierra. Acuarela de Raimundo García Álvarez (q.e.p.d.) basándose en glifos del Códice Telleriano-Remensis.

El dios Viejo y del Fuego

Al sur de la Ciudad de México se encuentra el Pedregal de San Ángel, formación de tipo volcánico que cubrió la otrora ciudad de Cuicuilco hacia el año 200 a. C. Asiento de una población calculada en alrededor de 30 o 40 mil habitantes, el lugar es uno de los asentamientos más antiguos del valle de México, en el que vemos cómo su espacio ceremonial está constituido por varios edificios de piedra y lodo y en ocasiones con sólo este último material. El principal de estos conjuntos es el enorme basamento circular que excavó hace poco más de un siglo el doctor Byron Cummings con la autorización de don Manuel Gamio, por entonces responsable de expedir los permisos para excavaciones arqueológicas. El mismo Gamio emprendió trabajos en otro sitio cercano conocido como Copilco cubierto por la lava, en donde halló entierros acompañados de su ajuar mortuorio, más o menos de la misma época que los de Cuicuilco. Volviendo a este último emplazamiento, el doctor Cummings encontró figuras de cerámica que llamaron su atención: se trataba de personajes ancianos sentados con un enorme brasero sobre la espalda. ¿Qué representaban estas figurillas? Se trataba del dios Viejo y del Fuego, Huehuetéotl en náhuatl, más tarde llamado Xiuhtecutli, Señor del Fuego y del Año entre los mexicas o aztecas. Ahora bien, ¿cuál era el significado de tan peculiares dioses? Viene a cuento relatar lo que ocurrió con Cuicuilco y sus habitantes.

Cuicuilco se estableció alrededor del año 600 a. C., y junto con Tlapacoya y Cerro del Tepalcate fueron algunos de los asentamientos que tuvieron lugar alrededor del Lago de Texcoco antes de nuestra era, en lo que los arqueólogos denominamos preclásico. Cuicuilco se encuentra cerca de un cono volcánico, el Xitle, palabra en lengua náhuatl que significa “ombligo”. Era una población fundamentalmente agrícola y el lugar marca los comienzos del urbanismo en el centro de México. El enorme basamento circular de cerca de 150 m. de diámetro guarda semejanza con el pequeño volcán mencionado y se erigió con piedras recubiertas de lodo, según nos informa su descubridor. Habíamos dicho cómo en el lugar se han encontrado otros edificios, algunos hechos de barro y otros de planta rectangular construidos de piedra.

Ahora bien, no cabe duda que en algún momento el volcán comenzó a mostrar sus características que obviamente no pasaron desapercibidas para los habitantes: fumarolas, exhalaciones de lava y algo que debió de aterrarlos: movimientos o terremotos acompañados de ruidos. Tal panorama debió de impactar de manera importante a los moradores, quienes pronto establecieron un culto al volcán, expresado por medio de la cerámica y las figuras del anciano sentado con su brasero humeante en la espalda. ¿Querían aplacar al dios viejo reproduciendo su imagen? Así lo pienso, pero sus ruegos y rituales no fueron suficientes para evitar lo que vendría poco después. La evidencia muestra capas enormes de lava que cubrió campos de cultivo, casas y los edificios religiosos. Se destruía la ciudad y nacía un dios que tendría gran relevancia en el mundo prehispánico: Huehuetéotl (dios viejo). Se le asignó como morada el centro del universo y así lo vemos en el Códice Fejervary-Mayer, en donde ocupa ese lugar del cual parten los cuatro rumbos universales, cada uno presidido por un dios, una planta, un ave y un color. Se dice que la población cuicuilca, ante los destrozos provocados por el iracundo dios, emigraron un poco más al norte y se establecieron en Teotihuacan a principios de nuestra era. Puede ser verdad, ya que en lo que será poco después la Ciudad donde nacen los Dioses la arqueología ha encontrado muchos restos, especialmente elaborados en piedra volcánica, del Dios Viejo y del Fuego. Se encuentra sentado al igual que su antecesor, y porta sobre la cabeza el brasero característico en el que se colocaba copal para incensar durante determinados rituales. Sin embargo, al paso del tiempo la deidad no pierde su carácter de centro del universo —de ahí que uno de sus símbolos sea el de una cruz que indica los cuatro rumbos universales—, y sin perder algunas de sus cualidades, vuelve a estar presente, por ejemplo, entre los mexicas, en donde se le ve sentado, con rostro de anciano y con dos protuberancias sobre la cabeza, que se han interpretado como los palos para encender el fuego. También se encontró una escultura en piedra volcánica que representa al dios imitando las figuras teotihuacanas, con el brasero sobre la cabeza y las manos en la misma posición en la que se representó en Teotihuacan. En las excavaciones del Templo Mayor hemos hallado figuras del dios colocadas de manera tal que preside algunas ofrendas, lo que no es de extrañar dado su carácter de centro del universo, ya que al Templo Mayor se le consideraba ubicado en dicho centro.

Otra propiedad que se le atribuye es la de habitar no sólo en el centro universal, sino que también se le encuentra en los niveles celestes y en el inframundo. A ello hay que agregar su carácter dual masculino-femenino. He aquí un antiguo canto náhuatl en el que se dice del dios y los sitios que ocupa dentro de la estructura del universo:

Madre de los dioses
Padre de los dioses,
Acostado sobre el ombligo de la tierra,
Dentro de la pirámide de turquesas,
Agazapado en las nubes y en el agua azul,
Como el pájaro de turquesa,
Viejo dios,
Mictlan brumoso
Xiuhtecutli.
(Traducción de Michel Graulich, 1999).

El símbolo Ollin

Un símbolo que reviste particular importancia en el mundo prehispánico es Ollin (Movimiento). Lo mismo se aplica a un terremoto o temblor que al movimiento universal y a otros aspectos relacionados con su contenido. Relevante resulta que, en uno de los más connotados monumentos mexicas, la Piedra del Sol o Calendario azteca, tenga una presencia significativa. En efecto, en el centro de la escultura apreciamos el símbolo Ollin con sus cuatro aspas que hacen alusión a los cuatro Soles o Edades cosmogónicas que existieron previamente al surgimiento del Quinto Sol. Fueron éstas, según lo relata la “Leyenda de los Soles”, manuscrito en lengua náhuatl escrito en 1558 y que forma parte del Códice Chimalpopoca: el primer Sol fue 4-Agua, y en su momento el agua se llevó todo y las gentes se convirtieron en peces; el segundo fue 4-Tigre [jaguar] y durante su permanencia el sol no avanzaba y pronto se oscurecía, los tigres devoraban a las gentes; el signo 4-Lluvia [de fuego] es mencionado en tercer lugar y sucedió que llovió fuego y arena y las personas se quemaron; el cuarto Sol fue 4-Viento y el aire se llevó todo y los hombres se convirtieron en monos. Los cuatro Soles están representados en la Piedra del Sol, aunque en orden diferente. Interesante resulta que las cuatro aspas que contiene cada una a los Soles en la escultura rodean el rostro de Tonatiuh, el Sol, formando a su vez el símbolo 4-Ollin (4-Movimiento). La monumental escultura, en su conjunto, representa al Quinto Sol, el Sol de Movimiento. Así se describen sus características según el manuscrito ya mencionado:

El Quinto Sol
4-Movimiento su signo [4-Ollin].
Se llama Sol de Movimiento,
porque se mueve, sigue su camino.
Y como andan diciendo los viejos,
en él habrá movimiento de tierra,
habrá hambre,
y así pereceremos.
En el año 13-Caña,
se dice que vino a existir.
Nació el Sol que ahora existe.
Entonces fue cuando iluminó,
cuando amaneció,
el Sol de movimiento que ahora existe.
4-Movimiento es su signo.
Es éste el Quinto Sol que se cimentó,
en él habrá movimiento de tierra,
en él habrá hambres.
Este Sol, su nombre 4-Movimiento,
este es nuestro Sol,
en el que vivimos ahora,
y aquí está su señal,
cómo cayó en el fuego el Sol
en el fogón divino,
allá en Teotihuacan.
Igualmente fue este Sol
de nuestro príncipe, en Tula,
o sea Quetzalcóatl.

El relato no presagia nada bueno. Al igual que los cuatro Soles previos desaparecieron por distintas causas, aquí se nos dice de la manera en que habrá de ser destruido el Sol en que vivimos: temblores de tierra que producirán hambruna.

Habrá que esperar…