El desbordamiento del río Tula

Roberto Melville[1]
CIESAS Ciudad de México

Imagen de Google Earth del área donde el Valle de México se articulan artificialmente con el Río Tula (diseñada por el autor en julio de 2024)

El río Tula no es solamente un río. Desde el siglo XVII fue convertido en el principal canal de drenaje de la cuenca del Valle de México. Se estima que esta planicie rodeada de montañas y volcanes tiene una extensión de 9,738 km2. Anteriormente las aguas de lluvia fluían hacia un sistema de lagos ubicado en el centro del valle, y el agua se infiltraba en el subsuelo. El promedio anual de la precipitación en el valle es de aproximadamente 750 mm; y entre junio y julio se concentra el 85 % de la precipitación. La continuidad del proyecto de desecación de los lagos y expulsión de las aguas, que amenazan el área urbanizada de la Ciudad de México, prosigue desde entonces, a lo largo de varios siglos, hasta el día de hoy.

Los canales superficiales perdieron el gradiente y resultaron insuficientes para drenar la cuenca del Anáhuac. En 1968 se iniciaron las obras para construir gigantescos drenajes subterráneos. Como consecuencia, los volúmenes de agua expulsadas fuera de la cuenca hacia el “río” Tula han aumentado. Las aguas pluviales se fueron mezclando con las aguas negras de viviendas urbanas, y también las aguas tóxicas de las industrias. Todas fluyen revueltas, complicando los mecanismos de tratamiento.

Con estos tres párrafos sintetizaré la historia, geomorfología e infraestructura que coloca a la Ciudad de Tula en un punto geográficamente extremadamente vulnerable. El río Tula —y drenaje a la vez— del Valle de México atraviesa merodeando el centro de la indefensa urbe situada al sur del Valle de El Mezquital.

El desbordamiento del río Tula durante la trágica noche del lunes 6 septiembre de 2022, y la muerte de pacientes de COVID en el Hospital General de Zona N° 5 del Seguro Social amenazó con destrozar todas las certidumbres, anunciadas por expertos y políticos, de que el megaproyecto de drenajes evitaría las inundaciones. ¡Cuán lejos estábamos a la mañana siguiente para siquiera imaginar que la operación de dicho sistema de enormes conductos de 8 metros de diámetro había contribuido a la severidad del desbordamiento del río Tula y de los daños causados a la población de la ciudad!

Los informes oficiales ocultaron la conexión entre el desastre y la infraestructura diseñada para la protección de la población urbana de las inundaciones. Se empeñaron en sustentar sus explicaciones de lo ocurrido, en las copiosas e impredecibles lluvias durante aquella fatídica noche y las anteriores

Somos una sociedad extremadamente dependiente de las “verdades oficiales”. Damos crédito a los pronunciamientos y predicciones de las autoridades. Los medios de comunicación generalmente reproducen las versiones oficiales. El caso es que no hay una cultura de transparencia veraz. Tampoco hay acceso a mecanismos de verificación cruzada de las interpretaciones. El cotejo y la crítica de fuentes tal como se enseña y practica en las actividades científicas podría ser una de las principales formas de poner al alcance de la ciudadanía los frutos del desarrollo científico y tecnológico. No basta garantizar el acceso a los saberes, hay que ir más allá y educar a los ciudadanos y poner en práctica procedimientos para alcanzar certeza sobre lo sabido.

Las imágenes y reportajes de un súbito crecimiento de las aguas y la extensión del área inundada resultaban efectos improbables de las consecuencias de unas “lluvias copiosas”. Los daños, en cambio, eran semejantes a los reportados en casos de la ruptura de una presa, o la apertura de sus compuertas: “Quizás se trata de aguas de la presa Requena”, pensé para mí. Días más tarde, escuché que un antropólogo norteamericano había publicado una nota en el Washington Post (septiembre 20) atribuyendo lo ocurrido a una decisión técnica y política, durante la operación combinada del emisor central y del emisor oriente del drenaje profundo. Años antes había hecho trabajo de campo para su tesis de doctorado en la Universidad de Stanford sobre la operación del sistema de drenaje urbano.

Estábamos iniciando clases en la maestría en Antropología Social cuando ocurrió la tragedia. Compartí con los estudiantes el artículo que Dean Chahim deseaba a publicar en inglés sobre el funcionamiento del drenaje profundo, y los mecanismos para distribución de inundaciones barriales para evitar que las inundaciones afecten áreas y propiedades con influencia política. A los estudiantes se les pide que justifiquen sus becas con actividades de incidencia social. En tal circunstancia, la traducción y publicación de un estudio acerca de la operación del drenaje profundo resultaba muy pertinente. Y meses después, publicamos dicho artículo traducido en Desacatos.

No fuimos los únicos en tomar nota de esta opinión universitaria, diferente de la versión oficial, sobre lo ocurrido. Las víctimas afectadas por la inundación de sus casas y el fallecimiento de pacientes del hospital prestaron atención a las implicaciones de esta revelación; se trató de una decisión política. Y demandaron veracidad e indemnizaciones. Simultáneamente algunos medios informativos como Animal Político indagaron a profundidad los hechos conocidos. Siguiendo estas nuevas pistas publicaron en noviembre, dos meses más tarde, un par de artículos. Allí se refutaba la hipótesis oficial sobre las lluvias copiosas. Días más tarde, el gobierno tuvo que reconocer que las aguas en demasía no provenían de las precipitaciones en la zona inundada, de origen pluvial pero acumuladas y conducidas por las diversas infraestructuras del drenaje

El interés por la compleja combinación de factores y circunstancias que concurren en este desastre no quedó ahí. En el Seminario Permanente e Interinstitucional sobre Dinámicas Socioambientales y Regulaciones Territoriales de las Metrópolis organizamos una conferencia sobre la tragedia en la ciudad de Tula. Y en julio de 2024 emprendimos un recorrido para mirar de cerca y sensibilizarnos desde nuestra condición de habitantes urbanos hacia donde van a descargarse las aguas negras que desechamos desde nuestras ciudades.

Extendimos este recorrido etnográfico hasta la presa Endhó, ubicada al norte de la ciudad de Tula. Desde mediados del siglo XX, cuando se construyó Endhó, las aguas de drenaje del río Tula se conducen hasta este embalse, ubicado al oriente del Valle del Mezquital. Fue construida para la regulación de las aguas desechadas y para su distribución y utilización para regadío entre los agricultores del Mezquital. Cumple estas funciones para un distrito de riego considerado como una de las áreas agrícolas más extensas regadas con aguas negras. Actualmente hay muchas áreas regadas con aguas servidas, pero esta es la más grande del mundo. En tiempos de la epidemia de cólera en 1991, se multiplicaron las alarmas y hubo un serio intento de regular los usos de las aguas contaminadas utilizadas como riego agrícola. Se prohibió el uso de las aguas negras para ciertos cultivos por el justificado temor de que la epidemia se expandiera fuera de control.

En 1997, dirigí la tesis de maestría en Antropología de Francisco Peña, hoy destacado investigador de El Colegio de San Luis. Su investigación nos condujo a localizar estudios publicados en México y el extranjero sobre los efectos en la salud del consumo de alimentos regados con aguas residuales (véanse Wolman, 1956; Shuval et al., 1984, y Cifuentes, 1996). El tema sigue abierto. En las periferias de todas las ciudades mexicanas se arrojan residuos sólidos y líquidos, sin la rigurosa vigilancia que el fenómeno reclama. Tal asunto requiere una coordinación de estudios multidisciplinarios (toxicología, toxicidad ambiental y humana, servicios urbanos, etc.) e innovaciones en las tecnologías aplicables para el tratamiento de residuos.

Nos encontramos en 2025 en una coyuntura particularmente favorable para el desarrollo de estudios de esta naturaleza, pues el anterior gobierno declaró a la presa Endhó como zona de restauración ecológica, y el nuevo gobierno ha colocado en la lista de prioridades los trabajos de restauración ecológica de varias cuencas fluviales, entre ellas la del río Tula. La rectoría del Estado en materia de ciencia, tecnología e innovación no está reñida con el acercamiento y proximidad con las poblaciones afectadas por décadas con la contaminación de las aguas y el desbordamiento de los ríos. Tampoco está reñida con la consulta de los especialistas dispersos en diferentes institutos y centros de investigación.

Referencias

Chahim, D. (2021, 20 de septiembre). La tragedia de la inundación en Tula fue una decisión política. The Washington Post. https://www.washingtonpost.com/es/post-opinion/2021/09/20/tula-inundaciones-rio-causas-hidalgo-mexico/

Chahim, D. (2023). Gobernar más allá de la capacidad: Ingeniería, banalidad y la calibración del desastre en la Ciudad de México. Desacatos, 69(mayo-agosto), 172-187.

Cifuentes, E. (1996). Impact of wastewater irrigation on intestinal infections in a farming population in Mexico [Tesis doctoral, London School of Hygiene & Tropical Medicine]. https://doi.org/10.17037/PUBS.00682293

Peña de Paz, F. J. (1997). Los límites del riego con aguas negras en el Valle del Mezquital [Tesis de maestría, Universidad Iberoamericana].

Raziel, Z. (2021, 11 de noviembre). Conagua y Sacmex descargaron e inundaron con aguas negras a Tula; se planeó así para salvar al Valle de México. Animal Político. https://www.animalpolitico.com/2021/11/conagua-sacmex-inundaron-aguas-negras-tula-valle-mexico-cdmx

Raziel, Z. (2021, 15 de noviembre). Conagua reconoce que se envió a Tula agua en exceso; exculpa a funcionarios de las 14 muertes. Animal Político. animalpolitico.com/sociedad/informe-conagua-tula-agua-cdmx

Shuval, H. I., Perez, Y., y Fattal, B. (1984). Epidemiological evidence for helminth and cholera transmission by vegetables irrigated with wastewater: Jerusalem—A case study. The 12th IAWPRC Biennial International Conference. Water Science Technology, 17, 433-442.

Wolman, A. (1956). Disposal of man’s wastes. En Thomas, W. L., Jr. (ed.), Man’s role in changing the face of the earth (pp. 807-816). The University of Chicago. https://archive.org/details/in.gov.ignca.5089/page/n3/mode/2up


  1. melville@ciesas.edu.mx