Homenaje a Guadalupe Rodríguez Gómez (1958-2018)

Guillermo de la Peña

CIESAS-Occidente

El 11 de enero de 2019, al cumplirse un año del fallecimiento de la Dra. Guadalupe Rodríguez Gómez, nos reunimos en ciesas-Occidente, para recordarla, un grupo de colegas —algunos de ellos fueron sus ex alumnos o tutorados—. Moderados por Andrés Fábregas, leímos varios textos que aquí se publican; pero hubo también múltiples participaciones orales; cabe mencionar las de Sergio Alcántara, Beatriz Venegas y María Eugenia de la O, entre otras. Y nos dio mucho gusto contar con la presencia de su hija, Constanza Aceves, y de Gutierre Aceves, su apoyo permanente.

Seguiremos extrañando mucho a Lupita, ejemplar investigadora, docente y compañera. 

Encontré por primera vez a la Dra. Rodríguez Gómez Lupita, como mejor la conocíamos—a principios de 1988. Ella cursaba en ese tiempo el doctorado en Antropología en la Universidad de Chicago, becada por la Comisión Fulbright del Instituto Internacional de Educación. Vino a Guadalajara durante las vacaciones a visitar a su familia; me buscó, porque su director de tesis, el profesor Raymond T. Smith, le sugirió que platicara conmigo. Para su tesis doctoral proyectaba realizar trabajo de campo en Barcelona con trabajadores provenientes del sur de España, así que le pasé información sobre mis contactos en las instituciones académicas de esa ciudad. En los meses que siguieron nos mantuvimos en comunicación, y en 1989 me complació saber que efectivamente inició la investigación planeada, con el apoyo de la Universidad de Chicago y de las fundaciones MacArthur y Ortega y Gasset. No era su primera experiencia de investigación: para su tesis de licenciatura, en 1982, había completado un trabajo historiográfico de calidad, siguiendo las huellas de David Brading sobre las haciendas del Bajío. Esta tesis se convirtió en libro (Jalpa y San Juan de los Otates. Dos haciendas en el Bajío colonial, 1982), auspiciado por El Colegio del Bajío, con sendos prólogos de Wigberto Jiménez Moreno y Eric Van Young. 

En 1992 pasé el trimestre de primavera como profesor invitado en la Universidad de Chicago. Lupita ya se encontraba de regreso de Barcelona y, aunque estaba enfrascada en la redacción de su tesis doctoral, se dio tiempo para orientarnos, a mi familia y a mí, en la maravillosa “ciudad de los vientos”. Así, tuve la oportunidad de dialogar ampliamente con ella acerca de su trabajo de campo en Santa Coloma de Gramenet, un municipio de la periferia sur de Barcelona en el que habitaban numerosas familias inmigrantes originarias de Extremadura, Andalucía y Galicia que convivían con la población originaria y hablante de catalán. Su interés se enfocaba en la múltiple interacción de identidades de clase, étnicas, regionales y lingüísticas. La tesis llevó el título Immigrant workers constructing a nation: class formation, the construction of social persons and the politics of the past in Santa Coloma de Gramenet, Cataluña, Spain, y fue exitosamente presentada en la primavera de 1993 ante un tribunal formado por Raymond Smith, David Laitin, Friedrich Katz y Paul Friedrich. Esta tesis dio origen a varios artículos, publicados en España, Estados Unidos y México; pero, por diversas circunstancias, nunca ha sido publicada íntegramente. Pienso que el ciesas debería rescatarla, pues además de su excelencia académica su temática es de un gran interés actual. Por cierto, durante la Olimpiada de 1992, celebrada en Barcelona, Lupita colaboró con el profesor Laitin en una investigación sobre el uso nacionalista de las lenguas en las ceremonias olímpicas. Además, durante sus años en Chicago su interés en el tema del nacionalismo la condujo a realizar una pesquisa bibliográfica sobre los intelectuales filipinos en el siglo xix, que también fue publicada.

Cuando regresé de Chicago en el verano de 1992, la Dra. Teresa Rojas, se interesó en atraerla a nuestra institución, lo que se logró gracias al Fondo de Retención y Repatriación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). Así fue como en 1993 la Dra. Rodríguez Gómez se convirtió en profesora investigadora en el ciesas-Occidente. Desde el comienzo, ella definió sin ambages su interés por un tipo de investigación en donde el conocimiento científico se combinaría con el compromiso social; en particular, este compromiso se centraba en el desarrollo del mundo rural mexicano, en el momento en que nuestro país se volvía parte integrante del mercado mundial. Dirigió su primera gran pesquisa, en colaboración con miembros del Centro de Investigación y Asistencia en Tecnología y Diseño de Jalisco (Ciatej), en el periodo 1995-1998, que resultó en el libro colectivo Los rejuegos del poder: globalización y cadenas agroindustriales de leche en Occidente (1998). Este trabajo interdisciplinario, en el que colaboraron antropólogos, sociólogos, biotecnólogos e ingenieros agrónomos, contó con financiación del Conacyt y la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sagarpa) e implicó trabajo de campo en los Altos de Jalisco a partir de las huellas que había dejado el equipo de cis-inah dirigido por Andrés Fábregas en los años setenta— y en la Sierra de Michoacán. El concepto cadena agroindustrial exigía prestar atención a todas las etapas de producción láctea: desde la cría de ganado, los sistemas de ordeña y la recolección de la leche, hasta su procesamiento industrial y su distribución comercial, así como prestar atención a ranchos y empresas agroindustriales de variados tamaños y capacidades técnicas. Y también exigía el análisis de la participación del Estado y las tesituras de los mercados nacional e internacional. Es, por tanto, un ejemplo sobresaliente de antropología de la globalización, enmarcada y reforzada en el diálogo con otras disciplinas. Además de los capítulos que escribió para este libro, Lupita colaboró con otros investigadores de ciesas en un libro sobre antropología de la globalización, y publicó otros capítulos y artículos sobre los impactos del mercado global y lo que se estaba forjando en la producción agropecuaria de nuestro país a partir del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

Su exploración sobre las cadenas agroindustriales se extendió a otros productos (aguacate, limón, tequila y pesca), y también a coorganizar, con Richard Snyder, en el Centro de Estudios sobre Estados Unidos y México de La Jolla, un seminario de estudios comparativos sobre manejo de recursos, producción y mercadeo en el México rural. Una mención especial merece su visión crítica sobre de los procesos y connotaciones sociales y políticas de la denominación de origen en el contexto del mercado global, con estudios de caso sobre dos productos lácteos: el queso Cabrales en España y el queso Cotija en México; de esta exploración resultó el libro La denominación de origen y el mercado de la distinción, Premio Estatal de Ciencia y Tecnología de Jalisco en 2002.

A partir del año 2000, y durante los tres lustros siguientes, Lupita, en actividad incansable, organizó seminarios académicos y talleres con campesinos y funcionarios, realizó consultorías para la Sagarpa, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (fao), el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) y la Comisión Nacional Forestal (Conafor), fue investigadora huésped en la Universidad de Nuevo México y en el Programa de Estudios Agrarios de la Universidad de Yale, y produjo múltiples publicaciones e informes técnicos sobre desarrollo rural y antropología de la alimentación. Hay que destacar, entre ellas, dos libros: El frijol en México. Elementos para una agenda de soberanía alimentaria (2006), basado en trabajo de campo en Jalisco, Zacatecas y Sinaloa, y La paradoja de la calidad. Alimentos mexicanos en América del Norte (2012), que coordinó junto con la Dra. Kirsten Appendini, en el que un grupo destacado de investigadores discute críticamente sobre el concepto de calidad aplicado a los alimentos; de nuevo, Lupita destaca los factores culturales e históricos que condicionan su definición. En lugar del enfoque tradicional sobre el desarrollo rural, que al insistir en la competencia promueve la fragmentación y la desigualdad, ella propuso un enfoque holístico y democráticamente orientado.

Junto con sus aportes al conocimiento científico, Lupita fue una gran docente. En las clases que impartió en la maestría y el doctorado de ciesas-Occidente introdujo nuevas discusiones teóricas, y bajo su firme dirección muchos alumnos de nuestros programas terminaron sus tesis, a menudo como colaboradores en sus proyectos. Sus méritos fueron reconocidos por las fundaciones que financiaron sus pesquisas y las instituciones nacionales e internacionales que frecuentemente la buscaron como consultora o evaluadora. El Sistema Nacional de Investigadores le otorgó el máximo nivel. Pero, desde su propio punto de vista, el reconocimiento más importante era el de los estudiantes a quienes formó, y el de los pequeños productores que encontraron en ella interlocución y apoyo.