Dos relatos acerca del eclipse o el ocultamiento del sol: episodio registrado en Kojiki (Japón 712 d.C:) y las narraciones tepehuas (San Pedro Pisaflores, estado de Veracruz, siglo XX)


 Keiko Yoneda
ciesas Golfo

El concepto de ecología cultural fue propuesto inicialmente como tal por Julian Steward en su libro The Theory of Culture Change: the Methodology of Multilinear Evolution en 1955 (Steward 1972). En este se refiere a las formas como se producen cambios culturales para adaptarse a un medio ambiente determinado y abarca un extenso campo de estudio en torno de la relación hombre/ naturaleza. Sus primeros estudios de ecología cultural abordaron trabajos sobre los indígenas de Norteamérica y analizaron el tema de nexos entre cultura y sus entornos en términos de “áreas culturales”. Steward investigó acerca de aquellos aspectos de las culturas directamente vinculadas al mundo físico, para indagar estrategias de subsistencia de la cultura. El propósito primordial de Steward no era la definición de la ecología cultural en sí, sino que estaba orientado hacia la comprensión de los procesos o causas de la “evolución” de la cultura (Marquette 1998).

Para redactar mi trabajo, parto de la premisa que plantea Zapf (2008) en los siguientes términos: la ecología cultural incluye entre otros temas el estudio sobre manifestaciones literarias que investigan la interrelación entre la cultura y la naturaleza en las siguientes formas, entre otros: mitos, rituales, tradiciones orales, leyendas y cuento de hadas, literatura pastoral y poemas elaborados por habitantes de una región específica. [1] Estos textos comprenden historias sobre las transformaciones mutuas tanto en los hombres como en las vidas no humanas que se encuentran en el entorno ecológico que rodea a los individuos. En otras palabras, estas literaturas tratan de interpretar una visión unidimensional del mundo con los seres humanos, incluyendo los aspectos que excluirían otras formas de enfoque, tales como económico, político o pragmático (“Cultural Ecology”, en Wikipedia, recuperado en septiembre 24, 2012).

El tema de la ecología cultural me llamó la atención cuando observé algunos rasgos paralelos entre el episodio de “La puerta de la cueva Ameno iwayado “[en japonés, “Ameno iwayado”] del documento conocido como Registro de los acontecimientos antiguos [Kojiki] de Japón, elaborado en 712 d. C. y las narraciones “La danza y el sol” y “Cómo nacieron las danzas” recopiladas por Robert Williams y editadas en 1972 en el libro Mitos Tepehuas. Estas narraciones fueron reunidas en San Pedro Pisaflores, un pueblo que se localiza en la Huasteca veracruzana, cuyos habitantes son tepehuas. Según el autor de la obra, Pisaflores se encuentra en las estribaciones de la costa del Golfo de México y dista unos ochenta kilómetros de la costa, a la altura de Cazones. En ambos materiales recopilados, tanto en Kojiki como en los relatos de la localidad de Pisaflores, se puede reconocer una visión unidimensional del mundo con el género humano, ya que en la versión de Kojiki , la diosa sol y los dioses humanizados conviven en el mismo universo (tiempo-espacio) y para el caso de San Pedro Pisaflores, el señor Jesucristo es el sinónimo de sol y las personas conviven en el mismo tiempo-espacio. Estos materiales hablan sobre el fenómeno del eclipse solar y la reaparición del sol.

A pesar de la distancia en el tiempo y en el espacio, o el momento y el lugar donde se originaron sendos materiales, se observa la similitud marcada en la forma de explicar el ocultamiento del sol – fenómeno reconocido en la naturaleza -y el procedimiento para reparar, neutralizar o subsanar este acontecimiento para provocar la reaparición del sol, humanizando en ambos casos a este astro. Para que el sol se manifestara de nuevo, los materiales de estudio explican qué acciones fueron realizadas para este efecto, las cuales probablemente podrían contener elementos que conformarían el principio de algunos rituales, que con el tiempo quizás se hayan desarrollado como tales.

En ambos relatos se observa, como ya se mencionó líneas arriba, una visión unidimensional del mundo con el género humano, lo cual los hace merecedores de ser analizados en el ámbito de la ecología cultural. En este estudio se realiza el análisis comparativo de dos materiales que relatan el ocultamiento del sol y su reaparición, a partir de la perspectiva de los estudios literarios del campo de ecología cultural.

Paralelismos observados en los dos materiales.

Presentaré en forma resumida la historia narrada en el apartado “La puerta de Ameno iwayado” incluido en Kojiki. Se trata de un episodio en el cual la diosa Amaterasu oomikami (la diosa que ilumina el firmamento) se esconde en una cueva, hecho que los estudiosos interpretan como eclipse solar.

Representacoón de Amaterasu oomikami (https://es.wikipedia.org/wiki/Amaterasu)

Para que la “diosa que ilumina el firmamento” apareciera de nuevo, se convocó una asamblea de dioses en la orilla de un río para planear lo que deberían proceder. En seguida ejecutaron un ritual de pronóstico con un hueso del hombro de un venado y consultaron si el plan iba a resultar. Como el pronóstico resultó “propicio”, pusieron en obra el plan que consiste en ofrecer ciertas ofrendas, entonar un canto, y hacer que una diosa realizara un baile sensual sobre un tonel hueco.[2] “[Esta diosa] bailaba como si hubiera sido poseída por algún ser sobrenatural, con tanta pasión e ímpetu, que a medida que la danza fue avanzando, se desnudó el busto y el cinturón del vestido que llevaba en la cadera se le cayó hasta el bajo vientre” (Kojiki). El baile provocó la risa en coro de los dioses ahí reunidos, lo cual hizo que la gran diosa que estaba escondida en la cueva se asomara un poco. En este momento un dios presentó el espejo que elaboró un dios herrero forjador. Al ver el reflejo de su propia figura, la diosa pensó que en las afueras de la cueva se encontraba un ser diferente que ilumina, tan importante como ella misma. Cuando la diosa salió de la cueva hasta cierto punto, un dios le tomó de la mano y la sacó de la cueva, y el siguiente dios colocó la soga a través de la entrada de la cueva y dijo: “De ahora en adelante, nunca jamás regresará usted al interior”. De esta manera, finalmente los dioses lograron que saliera la “diosa que ilumina el firmamento” de la cueva y el cielo y la tierra volvieron a iluminar y brillar como antes.

A través de este episodio, aparece mencionada la participación de diferentes elementos de la naturaleza, como por ejemplo: el mismo sol, que es la diosa Amaterasu oomikami, insectos, pájaros, plantas y rocas; u objetos hechos por hombres como tonel o barrica, espejo o soga; con diversos significados y funciones.

Analizaremos, en seguida, los relatos tepehuas “La danza y el sol” y “Cómo nacieron las danzas”, ya que estas narraciones complementan entre sí la información. En el primer relato titulado “La danza y el sol” señala que el sol estaba acurrucado detrás de una piedra y que para que saliera de ahí, “fueron todos los danzantes a bailarle” (aunque en esta narración no especifica el tipo de danza). Menciona: “El sol dijo que iba a salir, con la condición de que siempre hubiera danzas como esta vez” (Williams, 1972: 93). En el segundo relato titulado “Cómo nacieron las danzas” alude que el señor Jesucristo tenía la quijada pegada en el pecho. Hay que recordar, que para los tepehuas de Pisaflores Jesucristo es sinónimo de sol.[3] Prosigue: “Las personas no se conformaban de que estuviese así, porque entonces nosotros [los humanos] andaríamos así. Pensaron hacer una fiesta de disfrazados para que se riera y alzara la cara; pero nuestro señor Jesucristo ni así pudo levantar la cara.” Hubo muchos intentos más con diferentes danzas hasta que bailaron la “danza de los viejos”, cuando Jesucristo alzó la frente y sonrió, – continúa Williams -:

Empezaron a cantar en totonaco y en tepehua, y llegó un momento en que el Viejo agarró por la cintura a la Vieja y la levantó por atrás con todo y bastón haciendo relajos, y entonces la gente empezó a hacer escándalo, a reír y gritar, y en ese momento nuestro Jesucristo alzó la frente y se moría de risa. Fue entonces cuando nacieron todas las danzas.

En esta última parte señala, por un lado, que por la risa y el escándalo que hizo la gente, Jesucristo alzó la frente, y por otro, que este evento está relacionado con el nacimiento de todas las danzas. Comenta Williams (1972: 94) en su libro que la expresión relajo es un eufemismo que significa el acto sexual simulado y que esta pantomima caracteriza la breve “Danza de los viejos”. Aclara, además, que en “todas las versiones sobre esta llamada Danza de Todos Santos narran que el acto sexual fue el último motivo que regocijó a la deidad” (Ibid.: 94).

Al respecto, Williams (1972: 92) acota en los siguientes términos el significado de las danzas para la comunidad de Pisaflores:

Las danzas

El pisafloreño justifica el esparcimiento atribuyendo a la deidad suprema la misma necesidad, desde el momento en que la tiene conceptuada como humano divinizado. Una de las tantas formas de regocijarse la encuentra en las danzas, que producen placer estético tanto a espectadores como a ejecutantes, solamente que para mantener vigorosa esta práctica coreográfica, le atribuyen una sanción divina.

Como conclusión de la comparación entre el relato “La puerta de Ameno iwayado” de principios del siglo VIII de Japón y los relatos tepehuas de Pisaflores, Veracruz, del siglo XX, se observan siguientes paralelismos:

(1) Presentación del ocultamiento del sol humanizado:

(a) La diosa que ilumina el firmamento se esconde en una cueva (Kojiki, registro japonés).

(b) El sol está acurrucado detrás de una piedra (“La danza y el sol”, narración tepehua).

(c) El Jesucristo tenía la quijada pegada en el pecho (“Cómo nacieron las danzas”, narración tepehua).

En estos relatos hemos observado tres variantes en la forma de producir el ocultamiento de sol, a saber: la diosa sol se esconde en una cueva, el Jesucristo sol se esconde atrás de una piedra o la quijada de Jesucristo sol se pega en su pecho; y sus respectivos procederes para ocasionar la reaparición del sol.

Una diferencia que me llama la atención entre la versión japonesa y la tepehua es lo siguiente: en el caso de Kojiki, el ocultamiento del sol fue producido por el mal comportamiento del hermano de la diosa sol, mientras que en los mitos tepehuas, al menos en la parte publicada por Williams (1972: 93-94) no se mencionan las razones que causaron el ocultamiento del sol. [4]

(2) Para que (a) saliera la diosa sol de la cueva; (b) el sol saliera de donde estaba acurrucado (detrás de una piedra); o (c) Jesucristo alzara la frente para despegar la quijada pegada al pecho; tenía que intervenir una danza sensual o erótica para que “los dioses reunidos” o “la gente” empezaran a reír para que la diosa sol saliera de la cueva, o el sol saliera detrás de la piedra donde estaba acurrucado, o Jesucristo alzara la quijada del pecho.

Para concluir, se puede observar los paralelismos arriba comentados en los episodios que seguramente provienen de dos grupos de personas con percepción similar acerca de la relación hombre-naturaleza, independientemente de su ubicación geográfica o en el tiempo. Ambos grupos de hombres y mujeres relacionan la reaparición del sol que había ocultado con la risa escandalosa de los dioses o de la gente que asisten al acontecimiento, provocada por una danza sensual o erótica.

En los casos arriba analizados se puso de manifiesto que existen conceptos análogos asociados a determinadas manifestaciones naturales (en este caso el eclipse solar), en los cuales se pueden reconocer los paralelismos en las culturas de los grupos étnicos alejados cronológica y geográficamente.

Bibliografía:

“Cultural ecology”, en Wikipedia, recuperado en septiembre 24, 2012.

Marquette, Katherine (1998), Cultural Ecology (posted May 1998) [On line] http://www.indiana.edu/~wanthro/cultural_eco.htm [recuperado en septiembre 27, 2013].

Steward, Julian H. (1972), Theory of Culture Change: The Methodology of Multilinear Evolution, Illinois, University of Illinois Press.

Williams García, Robert (1972), Mitos tepehuas, Sepsetentas, núm. 27, México, sep.

Yoneda, Keiko (2001), «Kojiki (Registro de los acontecimientos antiguos), 1a. parte, Ameno iwayado (La puerta de la cueva de Ameno Iwaya)», traducción (del japonés moderno) al español, con anotaciones; en el Boletín Informativo. Bibliográfico y Hemerográfico, núm. 29, Xalapa, Biblioteca Gonzalo Aguirre Beltrán-ciesas Golfo, pp. 25-27.

Zapf, Hubert (2008), “Kulturökologie und Literatur: Beiträge zu einem transdisziplinären Paradigma der Literaturwissenschaft”, Winter, Heidelberg.

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  1. Los materiales por investigar aquí expuestos contienen algunos géneros literarios de origen europeo. Para Mesoamérica y México contamos con otras fuentes de estudio, como por ejemplo, los sueños narrados por parteras, curanderos/ curanderas o por graniceros/ graniceras.
  2. Se refiere a un tonel o una barrica hueca, utilizado como un taburete.
  3. “El Sol, Wilcháan, es el dueño de los hombres, los cuida en todo tiempo. […] del astro rey a quien, con frecuencia nombran Jesucristo o Dios” (Williams, 1972: 32). to que existen conceptos zados, la primera parte del trabajo.el sol to que existen conceptos zados, la primera parte del trabajo.el sol to que existen conceptos zados, la primera parte del trabajo.el sol
  4. Otras diferencias que se observan entre los materiales son: en el episodio nipón el sol es un ser femenino y se esconde en una cueva; y en los relatos tepehuas se personifican como un ser de sexo masculino o señor Jesucristo quien se esconde atrás de una piedra o tenía la quijada pegada en el pecho.