Dafne Rodríguez López[1]
Escuela Nacional de Antropología e Historia
Del lado izquierdo el póster de la película Persépolis (2007). Del lado derecho, foto tomada en la frontera de Tijuana (2023). Autoría propia.
El mes de marzo trajo a Tijuana la película Persépolis, del año 2007. A pesar de que ya han pasado 16 años del estreno del filme, éste vuelve a cobrar relevancia ante la situación de violencia que viven los migrantes. Ejemplo de esto es el reciente caso de los 39 migrantes fallecidos en el incendio ocurrido el pasado 27 de marzo en uno de los centros de detención del Instituto Nacional de Migración de Ciudad Juárez, Chihuahua.[2] En dicha película, podemos ver tres cuestiones de importancia, la migración, la salud-enfermedad y la violencia, procesos que van formando cierta imbricación entre sí. En este texto quiero evocar las uniones que existen entre la migración expuesta en la película de Persépolis y la migración en espera de refugio en Tijuana, eventos que no son casuales y que, de manera parecida, se ven atravesados por malestares.
El filme, creado con animaciones que en su mayoría se ubican en escala de grises, comparte la memoria de Marjane Satrapi, una mujer iraní, desde su niñez hasta su adultez. Llegando a esta etapa de la vida, los colores muestran una parte de su madurez ya formada por todas esas experiencias, buenas y malas, que la forjaron. Sin embargo, lo demás espera ser coloreado.
Marjane crece dentro de un ambiente lleno de ideas en contraposición al Sha; “el Sha tendrá que irse con sus amigos de Washington”, una de las líneas dichas por la madre, brinda una idea de lo que su familia pensaba sobre el movimiento que se suscitaba. Por un tiempo, el país pasó por momentos de euforia, los mítines políticos se daban en todo lugar y a toda hora, su familia continuaba imaginando cómo sería el país.
Marjane crece con lecciones de su tío Anoush, quien había huido porque el ejército del Sha lo perseguía, tuvo que exiliarse y encontró refugio en la URSS, regresó a ver a su familia y fue detenido por las autoridades. “La memoria no debe perderse”; el tío le contaba las historias para que Marjane supiera de dónde provenía.
La transición no fue lo que esperaban y, como saben, el estado iraní acabó con todo aquel que se había opuesto anteriormente al régimen del Sha. Marjane crece en medio de ejecuciones masivas, incluyendo la de su tío Anoush. De igual forma, el aspecto de las mujeres cambia drásticamente con el uso obligatorio del hiyab, y se les impide el crecimiento educativo. Es decir, se tapa cualquier símbolo de libertad femenina que pueda verse, condenando a las mujeres a un mayor aislamiento y opresión.
Marjane se ve forzada a salir de Irán debido a las condiciones de violencia y a una guerra que se intensificaba al pasar sus días. Deja atrás a su familia siendo apenas una adolescente, y llega a Viena, donde experimenta racismo y xenofobia: miradas de extrañeza ante otro que no es el mismo, un otro extraño cuya imagen y forma se ha creado a partir de lo que dicen los medios de comunicación, a su vez atados a las necesidades de un sistema capitalista.
Alejada de su familia, atraviesa por una serie de mudanzas infinitas, no solo cambios geográficos, sino físicos, y el enfrentamiento con aspectos que nunca entendería sobre la cultura occidental. Marjane no podía disfrutar ni entender en su totalidad la manera de vivir en occidente, sus pensamientos regresaban a su familia: ¿cómo iba a disfrutar de la vida si su familia estaba en medio de una guerra?. Esa pregunta se la hace a lo largo de su crecimiento e, incluso, deja una gran marca dentro de su formación personal y amorosa. Llegado un momento de incertidumbre, de una desolación amorosa y de encontrarse sola sin su familia, cae enferma y casi muere debido a diversas bronquitis. Entre tristeza y resiliencia Marjane recobra fuerza para regresar.
Similares condiciones atraviesan los migrantes en América Latina; muchos de ellos se ven forzados a salir de sus países debido a las condiciones de violencia, una violencia que es sistémica en tanto que los conflictos económicos, políticos, sociales, de género, etc., se ven inmersos unos en otros. La violencia a lo largo de la historia ha tomado diferentes formas. En la actualidad, la violencia que se ejerce para poder lograr un fin puede ser observada y analizada desde la subjetividad y la objetividad, se puede recrear y analizar por estadísticas, por las víctimas, y, por otro lado, puede ser abordada a través de los sentires y experiencias de cada grupo en particular.
México ha tenido diversas movilidades a través de la historia, actualmente es un país de tránsito, de destino y de retorno. En el caso de las poblaciones que transitan, y sobre todo aquellas personas que se han visto obligadas a quedarse en México esperando recibir el estatus de refugiados por Estados Unidos, nos hallamos ante una situación de mayor vulnerabilidad que, además, se agudizó a partir de la pandemia. Desde entonces, los procesos de control migratorio, muchas veces determinados por la agenda norteamericana, se han intensificado mediante el cierre de fronteras, decisión que también se ha justificado con el discurso de salud pública como estrategia de salubridad en México. Frente a esto, los migrantes han quedado expuestos al contagio y con un acceso mínimo a los servicios de salud.
Las medidas migratorias, a pesar de que la emergencia pandémica ha terminado, siguen acrecentándose, específicamente en la frontera de Tijuana. Miles de migrantes continúan llegando en búsqueda de pasar a Estados Unidos, comienzan sus trámites, pero pasa el tiempo y la situación no cambia para la mayoría. Algunos de ellos, frente a la desesperación y el estrés generado por la incertidumbre, abandonan el proceso y buscan otras formas de cruzar la frontera: algunos logran pasar por medio del mar, otros saltando el muro, pero otros mueren en el intento.
El escenario para los que se quedan es complicado, la espera los carcome día con día, o como me diría Enrique, uno de los migrantes que se encuentra en un albergue, “maldigo el momento en que todo pasó, no puedo ni ir pa delante, ni regresar, no puedo sonreír porque mi familia se quedó, solo me queda esperar”. Lo dice con tos y con la mirada triste.
En este sentido, el estado de salud-enfermedad de los migrantes en espera de una resolución de su solicitud de refugio mantiene una estrecha relación con la violencia que vivieron en sus países de origen, con la violencia que vivieron durante el proceso migratorio, y la violencia que viven en la espera de obtener una respuesta. Cada caso tiene sus particularidades, pero responden a situaciones sociales complejas en las que se sitúan como sujetos vulnerables.
Por otra parte, es importante mencionar que, así como la película Persépolis muestra, la cuestión de los migrantes no tiene un desarrollo lineal. Es decir, así como existen afectaciones a su salud, también existen otras condiciones que generan respuestas activas para tener una mejor calidad de vida, en donde cada migrante encuentra formas de resiliencia que les permiten afianzar la relación que tienen entre sí y para sí.
Persépolis
Marjane Satrapi y Vincent Paronnaud
Francia / Irán, 2007
96 min.
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Gallegos, Rocío, Natalie Kitroeff, Emiliano Rodríguez Mega, y Simon Romero (2023). “Incendio en Ciudad Juárez: decenas de muertos en un centro del Instituto Nacional de Migración”, The New York Times, Nueva York, 28 de marzo, https://www.nytimes.com/es/2023/03/28/espanol/incendio-migrantes-juarez-mexico.html (Consultado el 5 de abril del 2023) ↑