“Creole is not a race; kriol is a culture”: movilización identitaria y “negritud” entre los creoles –afrobeliceños*

 

Carlos Correa Angulo

Institución

A partir de la década de los años 90´ en Belice empezaron a gestarse movilizaciones alrededor de las identidades étnicas y su reconocimiento entre los principales grupos étnicos del país. Mayas y Garífunas fueron conformando procesos organizativos internos que los convirtieron en un actor político que el Estado beliceño, el cual acababa de estrenar su independencia de Gran Bretaña apenas en el año de 1981, ya no podía ignorar. Los reclamos por autodeterminación y autonomía en la administración y acceso a los territorios, para el caso de los mayas del Sur del país, fue un hecho que marcó el inicio de los pugilatos entre el Estado y los grupos étnicos y remitió el asunto a las cortes internacionales en materia de derechos de los Pueblos Indígenas, inaugurando la inédita relación de injerencia de los ordenamientos internacionales en los marcos jurídicos de Belice como un nuevo Estado-nación post colonial. Por su parte, la constitución de redes trasnacionales entre los garífunas en Centro América y Estados Unidos posibilitó el fortalecimiento de identidades afro-indígenas transnacionales (Izard, 2004) y activó procesos reivindicatorios entre los miembros del grupo dando como resultado que tanto la lengua como la cultura garífuna beliceña fueran declaradas por la UNESCO como patrimonio intangible de la humanidad en 2001, lo que los convirtió en una alteridad privilegiada en el país.

Estas movilizaciones identitarias protagónicas tanto de garífunas como de mayas vinieron a socavar el modelo de sociedad criolla colonial construido sobre la base de la exclusión tanto de éstos como de aquellos (Cunin, 2010), así como el estatus de los creoles como grupo dominante a nivel de la representación de la identidad nacional. Tradicionalmente, los creoles han sido tomados como símbolos de la cultura nacional beliceña, presentándose como los “fundadores de Belice y su cultura” y como los “auténticos hijos del asentamiento” (Shoman, 2009,2010. Bolland, 1997, Cunin, 2010; Judd, 1992).

A pesar de la disputa que existe alrededor del origen de los creoles y los sentidos que esa categoría denota (Judd, 1990), un relativo consenso en la literatura apunta a que éstos son un grupo étnico-racial que descendiente de la unión entre los Baymen, quienes también son identificados como los settler men o primeros colonos, con africanos esclavizados que fueron introducidos al pequeño asentamiento a partir de la primera década del siglo XVII para dedicarse a la extracción de la madera Logwood o palo de Campeche y de caoba. Alentados por la política colonial del Divide and Rule establecida por los británicos, al interior de ellos se establecieron profundos mecanismos de diferenciación social que tenían que ver con el oficio, la ascendencia familiar, aspectos étnico-raciales como el color de la piel y el patrimonio económico. Un sector de ellos empezó a distinguirse por su cercanía con los poderes coloniales, el apego al sistema de valores anglosajones, su dominio del inglés y por el orgullo de considerarse “los herederos de la corona”. En consecuencia, varios fueron empleados como Civil Servant o administradores de los bienes coloniales y se distinguían de otros sectores del mismo grupo que se dedicaban comúnmente a la extracción de madera y permanecían largas temporadas internados en la selva en campamentos madereros bajo el mando de los hombres blancos. Los creoles fueron considerados el sostén económico del asentamiento (Henderson, 1811; Bristowe y Wright, 1888) y su emblema identitario durante la segunda mitad del siglo XIX en adelante. A partir de ese período, las autoridades coloniales celebraron varios proyectos conmemorativos de la historia del asentamiento en el contexto de las cuales se empezaron a instaurar narrativas oficiales que promovían una imagen de relaciones armónicas tanto de “negros” como de hombres blancos y creoles, suavizando la memoria de la esclavitud y restándole importancia a las formas de resistencia (Macpherson, 2003; Shomann, 2010). En ese marco, un sector de los creoles de clase media empezó a reclamar su legítimo derecho por ser reconocidos ellos también como los herederos de la corona y estar a la altura de aquellos primeros colonos que defendieron el asentamiento de las intenciones españolas por desalojar el territorio durante la conocida Batalla de St. George Caye, la cual se convertiría en el mito fundacional del nacimiento de la Honduras Británica (Encala y Awe, 2010)[1], ubicando a los creoles en el centro de esas narrativas y emblemas de la identidad nacional y convirtiéndolos en un grupo privilegiado. No obstante, la ascendencia africana y por ende, la “negritud”, ocuparon un lugar marginal dentro de esas elaboraciones identitarias sobre las cuales pesaban fuertes cargas de exclusión y estigmatizaciones fundadas sobre las ideas de que los creoles eran antes que nada mixed people y por lo tanto una especie de “cultura deficitaria”.

Sin embargo, recientemente un sector de los creoles afro-beliceños de las clases populares y media, siguiendo la lógica de etnizaciones de la diferencia identitaria precedida por Mayas y Garífunas, han empezado también a movilizarse, revitalizando prácticas del folclor que ahora se presentan como de origen africano, reclamando derechos lingüísticos y señalando la importancia del reconocimiento de su “cultura” para la consolidación de la identidad de Belice y su sociedad. Los creoles afrobeliceños congregados bajo la figura del National Kriol Council de Belice han tomado la lengua y la cultura como elementos distintivos que serían la prueba de su legitimidad y “autenticidad” como grupo étnico de origen africano, sumándose a la corriente etnopolítica nacional y confrontando las elaboraciones coloniales inscritas en el sentido común que denostaban a las identidades “negras” y eran hostiles a todo tipo de “mezclas raciales” (Macpherson, 2003; Judd, 1989), las cuales instauraron la creencia de que “los creoles no tenían cultura” y asignaban fuertes etiquetas racializadas sobre ellos.

En consecuencia, entre las estrategias de legitimación cultural de entre los creoles afrobeliceños el fortalecimiento del kriol como lengua es una apuesta política que busca conferir estatus al kriol como una lengua oficial junto con el inglés, idioma en el que se imparte la educación formal en el país. En ese ámbito, las acciones del kriol Council se enmarcan en la exigibilidad de derechos lingüísticos y en la creación de materiales educativos, así como en la demanda de una política lingüística aún inexistente en el país. En esa línea se han re-descubierto componentes y aspectos formales de la lengua cuyo origen se presenta como africano, tales como pronombres personales en plural [unú/ nosotros] y sustantivos [piknil/ niña o hija], así como elementos suprasegmentales de naturaleza fonética tales como entonaciones y aspectos de nasalidad emparentados con rasgos formales de las lenguas del grupo Bantú y otras lenguas habladas en el África occidental.

Por su parte, en materia de revitalización de prácticas culturales, los creoles afro beliceños del Kriol Council promueven el reconocimiento y la preservación de la cultura “creole” como patrimonio de la nación. En ese contexto se realizan talleres de elaboración de tambores, aprendizaje de ritmos africanos y ritmos creoles de origen beliceño como el brukdown. Además, se han rescatado danzas de origen africano como el sambay, descrito como una fertility dance que los cimarrones danzaban cada luna llena durante el siglo XIX en Belice City y en Gales Point Manatee, una de las villas creole cimarronas más importantes de Belice. También se han empezado a realizar Festivales de la Cultura Kriol en villas rivereñas como Flower Bank, competencia de deportes acuáticos y rescate de prácticas de medicina tradicional creole, etc., prácticas todos ellas descritas como parte de la “cultura creole”. En éstas, el “componente africano” de la cultura, antes marginado y negado en el marco de las relaciones de colonialidad, ahora se vuelve central para re-afirmar su reivindicación, objeto de legitimidad y reconocimiento.


Referencias

Bolland, Nigel (1977) The Formation of a Colonial Society: Belize, From Conquest to Crown Colony. Baltimore: Johns Hopkins Studies in Atlantic History and Culture press.

Bolland, Nigel. (1992) «Belize: Historical Setting». En: Merrill T. (Ed.) A Country Study: Belize. (155-187).Washington: Library of Congress Federal Research Division.

Bristowe, Lindsay W. y Wright, Philip B. (1888) Handbook of British Honduras for 1888-1889, Second Edition. London, William Balckwood and sons.

Cunin, Elisabeth. (2010) “Los criollos de Belice: ¿Encarnación de la identidad nacional o afirmación étnica?” en: Hoffmann, O (coord.). Política e identidad: afrodescendientes en México y América Central. (157-187). México: INAH-UNAMCEMCA- IRD.

Encalada N., Awe J. (eds). (2010). St. George’s Caye. The Birthplace of a Nation. Belmopan: NICH Occasional Publication

Henderson, T. (1811) An account of the British settlement of Honduras. 2a, edition, London, Printed for R. Baldwin.

Judd, Karen. (1992) Elite reproduction and Ethnic Identity in Belize. Tesis de doctorado. Wolf. E. Adviser. New York City: University of New York.

Judd, Karen (1990) “who will define us”? SPEAR REPORT 4 Second annual studies on Belize conference. México: Cubola Production.

Judd, Karen. (1989). «White Man, Black Man, Baymen, Creole Racial Harmony and Ethnic Identity in Belize». Paper presented at the 15th International Congress, Latin American Studies Association, San Juan, Puerto Rico. Retrieved.

Macpherson, A (2003) “Imagining the colonial nation: race, gender and midlle –class politics in Belize. 1888-18898”. En: Appelbaum, N. Macpherson, A. and Rosemblatt, K (eds) Race and Nation in modern Latin America. (108-131). USA. University of North Carolina Press.

Shoman, Assad (2010) Reflections on Ethnicity and Nation in Belize. Documento de Trabajo No. 9 / Document de Travail No. 9, México: Proyecto AFRODESC / EURESCL. Págs. 1-61.

Shomman, Asaad. (2009) Historia de Belice: el surgimiento de una nación centroamericana. Trad. Oriel Sierra Santiesteban. México D.F: UNAM – CIALC.


[*] Este texto forma parte de mi investigación doctoral en curso sobre “procesos de movilización de las identidades étnicas entre los creoles afrobeliceños: política cultural, afrodescendencia y multiculturalismo”. Su objetivo es analizar las estrategias de legitimación de un sector de los creoles afrobeliceños organizados e involucrados en la movilización cultural, para ver cómo ese proceso se articula con las iniciativas oficiales del estado beliceño por administrar la diversidad en términos de la relación entre multiculturalismo y desarrollo. Doctorante en Antropología. CIESAS. D.F, pedropetrucci57@gmail.com

[1] Belice no fue una colonia británica formal sino hasta finales del siglo XIX, en 1862. Anteriormente había sido un asentamiento británico que poco interés despertaba para el imperio. Posteriormente, obtuvo su independencia en 1981 después de un largo proceso de movilización popular, formación del nacionalismo y emergencia de los sentimientos anticoloniales. Los creoles de varios sectores de la clase laboral jugaron un importante papel en el proceso de independizarse. Por su parte, la batalla de St. George´s Caye ocurrida el 10 de septiembre de 1798 fue un episodio breve de enfrentamientos entre las huestes españolas y las británicas alrededor del cayo San Jorge, junto al pueblo de Belice en el marco del cual los británicos resultaron vencedores luego de unos pocos intercambios de fuego y maniobras militares que terminaron con la retirada de los Españoles.