Cooperativa Mujeres Pescadoras del Manglar: mujeres afromexicanas luchando por el territorio

María José Lucero
Doctorante en Antropología Social, CIESAS CDMX
ma.joselucero@gmail.com


Lanchas usadas para la pesca y el turismo en El Zapotalito. Foto: María José Lucero.


Los procesos organizativos del pueblo afromexicano en la Costa Chica de Oaxaca y de Guerrero llevan más de veinte años gestándose por la recuperación de la historia, la revaloración de sus culturas y la reivindicación de sus derechos colectivos. En los últimos cinco años han comenzado a articularse distintas agrupaciones afromexicanas conformadas sólo por mujeres para luchar contra el racismo y las múltiples violencias que experimentan de manera colectiva. En este contexto ha sido importante la labor política que emprenden las mujeres afromexicanas pescadoras de El Zapotalito por la recuperación de su territorio desde una perspectiva de género frente al grave problema socioambiental que afecta a la comunidad.

El Zapotalito pertenece al municipio de Tututepec de Melchor Ocampo. Se encuentra en el litoral pacífico de la Costa Chica de Oaxaca y forma parte del Parque Nacional Lagunas de Chacahua. El parque abarca varias lagunas, entre ellas la Laguna de Chacahua, Las Salinas y La Pastoría, esta última pertenece al Zapotalito. En esta comunidad viven aproximadamente mil personas, de las cuales 477 son mujeres y 503 son varones[1]. Hay un jardín de niños y una escuela primaria que quedan cercanos a la comunidad. También cuenta con una escuela secundaria, pero ésta queda alejada del pueblo, a unos tres kilómetros, y los niños deben caminar irremediablemente bajo el sol caliente para poder ir y regresar. No cuenta con preparatoria, y es por ello que muchos adolescentes dejan de estudiar si sus familias no tienen los medios económicos para el transporte, ya que la más cercana se encuentra en Río Grande, un pueblo contiguo que queda a unos 12 kilómetros de distancia. Ante estas dificultades, muchos de ellos comienzan a dedicarse a la pesca desde muy temprana edad para obtener ingresos y ayudar a sus familias. Estos problemas sociales y económicos sitúan al Zapotalito en una de las áreas rurales con mayor pobreza y rezago social del estado de Oaxaca (CIESAS, 2011).

“La pesca fue el atractivo del sector” comenta un vecino afromexicano de la comunidad al hablar de los orígenes de El Zapotalito y de cómo fue poblándose paulatinamente debido a que los primeros habitantes llegaron a finales de la década de los cincuenta, cuando el complejo lagunar Chacahua-Pastoría tenía abundancia de pescados y mariscos en la laguna, como la tichinda, el camarón y la jaiba. De modo que los primeros habitantes comenzaron a trabajar como pescadores aprendiendo de otros pescadores. En la gran mayoría de las familias, por lo menos un integrante del grupo trabaja en la pesca, entre hombres y mujeres que se autoadscriben como indígenas, afro-indígenas y, principalmente, afromexicanos.[2] Es bastante común que en las conversaciones aparezca el tema de la pesca, lo difícil que es pescar actualmente y la añoranza que traen los recuerdos en torno a los años de abundancia. En este sentido se genera una relación de identidad con este territorio, pues la vida cotidiana gira en torno a la laguna.

Mayoritariamente son los hombres quienes se dedican a la pesca, mientras que las mujeres se encargan de salar, asar y vender el pescado en comunidades vecinas. Son varias de ellas las que deben tomar transporte público para llegar a otros lugares y vender, y sufren los malos tratos de otras personas por andar trayendo pescado en estos espacios públicos. Sin embargo, aunque son una minoría, también hay mujeres que se han dedicado a la pesca y que han podido obtener ingresos económicos gracias a la laguna para poder mantener a sus familias, lo que a su vez genera respeto y admiración por parte de los otros vecinos y vecinas de la comunidad. La mayoría de ellas comenzó a pescar para ayudar a su marido o esposo y con ello aumentar las ganancias.

Vecinas de El Zapotalito salando el pescado. Fotografía de María José Lucero.


La laguna de El Zapotalito se compone de agua dulce y salada que entra desde la boca del mar de Cerro Hermoso, comunidad vecina, la cual se abría y se cerraba de manera natural por las lluvias. De modo que la laguna se limpiaba constantemente, permitiendo la entrada de especies marítimas y dragando con agua salada esta parte del complejo lagunar. No obstante, la comunidad está atrevesando un problema socioambiental grave: la laguna está contaminada y con escasez de pescado. Este problema se originó por la construcción que hizo la Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca (Semarnat) de dos escolleras y un espigón que supuestamente permitirían un mayor intercambio de agua salada con la laguna. A pesar de que al inicio del proyecto las comunidades se opusieron a su construcción, éste se llevó a cabo de todos modos. La mayoría de los pescadores y pescadoras sostienen que este proyecto “va contra la naturaleza” y que muchas veces ellos dieron sus puntos de vista a los expertos, pero no fueron escuchados. Los principales efectos negativos de este proyecto es que el agua salada dejó de entrar a la laguna como normalmente lo hacía, cerrándose la bocabarra y evitando que el agua de la laguna se pueda limpiar por falta de oxigenación. En consecuencia, dejaron de entrar especies marítimas y el agua de la laguna comenzó a contaminarse, lo que ha provocado mortandad de peces y moluscos y con ello una baja considerable de la pesca y el turismo de la zona.

Las mujeres pescadoras y sus familias han tenido como principal sustento económico la pesca y los productos derivados de ésta, como por ejemplo, la venta de pescados y mariscos preparados que venden a los mismos vecinos de la comunidad. Debido a que muchas de ellas sufren la violencia de parte de su pareja o marido, sin recibir apoyo ni dinero de ellos, deben sustentar sus ingresos a través de la pesca o de alguna actividad económica extra. Pero por la contaminación y la falta de productos marinos, las ventas han decaído y ya no cuentan con los mismos ingresos que tenían hace algunos años. Asimismo, muchas familias, especialmente varones, migran forzadamente hacia otros estados del país o al “norte”, en Chicago, donde actualmente existe una pequeña comunidad de migrantes de la Costa Chica de Oaxaca. Pero el problema de la migración forzada no sólo afecta a la gran mayoría de las familias de la comunidad, sino también a las mujeres en particular, pues son los hombres quienes migran y las mujeres se quedan al cuidado de los hijos y del hogar, muchas de ellas sin recibir remesas.

Racismo ambiental

La situación actual es compleja debido a que la pesca fue decayendo paulatinamente a partir de la década del 2000, cuando el proyecto instaló otro espigón que desviaría el agua. En este sentido, el Estado mexicano en lugar de solucionar el problema lo ha agravado aún más, y es por ello que diversas cooperativas de pescadores y pescadoras de El Zapotalito, y de otras comunidades afectadas, han comenzado a organizarse para exigir al gobierno estatal y federal la apertura de la bocabarra. Pese a los esfuerzos y a la presión que han ejercido como comunidad, el problema sigue sin resolverse y los gobiernos han demostrado escaso o nulo interés en revertir esta situación.

En los últimos años, las comunidades afectadas formaron mesas de diálogo con diversas instituciones estatales con el fin de realizar estudios más profundos de la situación medioambiental que atraviesa la comunidad y exigir la apertura real de la bocabarra de Cerro Hermoso. En este contexto, las cooperativas lograron que se formara el Comité de Vigilancia para el Proyecto de la Bocabarra, instancia que tenía por objetivo presionar a las instituciones competentes y responsables del proyecto. No obstante, las autoridades locales y federales han dejado el proyecto de lado y sin entregar ningún tipo de solución efectiva hasta el momento.

Son diez las cooperativas pesqueras que se han conformado en este lugar, mayoritariamente por varones. Estas cooperativas no necesariamente trabajan en equipo; se constituyen institucionalmente debido a que es un requisito indispensable para conseguir recursos estatales y obtener los permisos necesarios para pescar (Sartini, 2019). De cara a esta situación y a la crisis socioambiental de la comunidad, en 2015 un grupo de mujeres afromexicanas conformó una cooperativa con un sentido diferente: trabajar de manera colectiva y desde una perspectiva de género. Esta cooperativa se llama Cooperativa Mujeres Pescadoras del Manglar y se distingue por ser la única del estado de Oaxaca que está constituida exclusivamente por mujeres. «Sus integrantes han gestado un proceso organizativo importante en la lucha contra el racismo ambiental (Porter; Rodríguez, 2020) y la discriminación que aqueja a las comunidades pesqueras y afromexicanas que se han visto afectadas por el deterioro socioambiental de la comunidad.» Este grupo de mujeres ha optado por hacer de la pesca y de las actividades derivadas de ésta, una práctica que desestabiliza los mandatos de género de la comunidad  al hacerse cargo del sustento familiar y reivindicar una práctica considerada masculina. De esta manera han logrado “institucionalizarse y empoderarse a través de su trabajo y de su organización laboral cooperativista” (Sartini, 2019: 6).

Durante el año 2018 la Cooperativa Mujeres del Manglar llevó el caso a la Corte Interamericana de Derechos Humanos para demandar al Estado mexicano por “racismo ambiental y discriminación” ante el nulo interés por revertir la situación socioambiental que tiene al borde del colapso a la comunidad. En el informe presentado, las comunidades afromexicanas expresan los derechos humanos violentados por el Estado mexicano. El concepto de racismo ambiental utilizado por la cooperativa es argumentando bajo la óptica de que “las condiciones de marginación y pobreza de la población afectada preconfiguran una actuación del Estado deficiente, omisa, dilatoria y racista”.[3] Asimismo, en el informe también expusieron el problema de la migración forzada, ya que “hombres y mujeres pescadores han sido obligados a migrar de manera forzada para encontrar un modo de vida alternativo”.[4]

Estos problemas socioambientales que atraviesa la comunidad de El Zapotalito se viven de manera generalizada y ampliada, ya que la mayoría de las familias trabajaban en la pesca y el turismo. Sin embargo, es posible también evidenciar que hombres y mujeres viven de manera diferenciada los problemas socioambientales propios de esta racialización.

En las últimas décadas ha sido ampliamente conocida e investigada la violencia estructural que viven las mujeres afrodescendientes en diversos contextos latinoamericanos a partir de sistemas de opresión como el racismo, el clasismo, el patriarcado y la falta de reconocimiento político y jurídico al interior de los Estados nacionales. En este lineamiento, la falta de interés del Estado mexicano en responder a las exigencias de las comunidades afromexicanas para dar soluciones a la actual crisis socioambiental de El Zapotalito se perfila como un tipo de racismo ambiental e institucional de larga data, en donde las condiciones de marginalización y pobreza de estas comunidades se debe precisamente a la falta de interés de parte del Estado por atender las demandas específicas del pueblo afromexicano. En este sentido, dicha racialización se desprende de las condiciones sociales que hay detrás de eventos cotidianos y en donde las políticas públicas estatales ‒o su omisión‒ “engendran cuerpos devaluados y deshumanizados” (Mora, 2017: 11), ubicados en geografías específicas.

Las demandas del pueblo afromexicano por el reconocimiento constitucional han sido importantes y urgentes al momento de exigir el cumplimiento de sus derechos colectivos, recurriendo y utilizando diversas estrategias, instancias y espacios políticos. En suma, la movilización de las mujeres afromexicanas ha logrado visibilizar las condiciones de injusticia y exclusión en la que se encuentran, demandando incluso al propio Estado mexicano por racismo ambiental y discriminación. Las mujeres afromexicanas junto a mujeres indígenas de la Cooperativa Mujeres Pescadoras del Manglar han impulsado con fuerza sus demandas con el objetivo de proteger y recuperar la laguna de El Zapotalito, sosteniéndose de los derechos que tienen al territorio como parte de un grupo culturalmente diferenciado. De modo que los procesos organizativos del movimiento afromexicano, especialmente de las mujeres a través de estrategias políticas y jurídicas, logran emplazar en los espacios políticos sus demandas, luchas y reivindicaciones, en donde la principal agenda es visibilizar su identidad étnica y de género.

Bibliografía

Colectivo Copera, Colectivo para Eliminar el Racismo (2018), Racismo ambiental/institucional. El caso de las comunidades del Sistema lagunar Chacahua-Pastoría en Oaxaca. Disponible en www.colectivocopera.org

Mora, Mariana (2017), “Racismo y criminalización en México. Reflexiones críticas desde la Montaña de Guerrero”, en Santiago Bastos y María Teresa Sierra, Pueblos indígenas y Estado en México. La disputa por la justicia y los derechos, CIESAS, Ciudad de México.

Porter, Jayson, Meztli Rodríguez (2020) «Dying lagoons reveal Mexico`s Environmental Racism», en Okayafrica, disponible en https://www.okayafrica.com/environmental-racism-in-mexican-lagoons/

Sartini, Ilaria (2019), “Cooperativismo femenino como herramienta para el empoderamiento de las mujeres: la cooperativa Mujeres Pescadoras del Manglar en la costa de Oaxaca”, Tesis de Maestría en Estudios Latinoamericanos, Universidad de Leiden.

  1. Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol). Disponible en: http://www.microrregiones.gob.mx/catloc/contenido.aspx?refnac=203340070
  2. La identidad afromexicana es la que prolifera en los discursos y acciones políticas más recientes para el efectivo reconocimiento del pueblo afromexicano a nivel social, político y legislativo. Lo cual ya se pudo lograr.
  3. Colectivo Copera “Racismo ambiental/institucional. El caso de las comunidades del Sistema lagunar Chacahua-Pastoría en Oaxaca” (2018)
  4. Colectivo Copera “Racismo ambiental/institucional. El caso de las comunidades del Sistema lagunar Chacahua-Pastoría en Oaxaca” (2018)