Construyendo metodologías mixtas entre lo colaborativo y virtual en tiempos de pandemia

Magaly Cristina Salas Obando
Maestría en Antropología Social, CIESAS- Pacifico Sur  | crizmaga@gmail.com


En la siguiente reflexión, expongo el proceso metodológico de la investigación que actualmente realizo para obener el grado de Maestra en Antropología Social con especialidad en la línea de antropología médica y que lleva por nombre: “Aspersiones aéreas con glifosato, padecimientos y respuestas en territorios del pueblo nasa, Putumayo, Colombia: un análisis desde la necropolítica”. Esta experiencia investigativa se desarrolló bajo la articulación de dos intereses metodológicos, por un lado, la metodología colaborativa y, por el otro, la etnografía celular (de teléfono móvil). Esta combinación surgió como solución para llevar a cabo el trabajo de campo de la investigación teniendo en cuenta las circunstancias de distanciamiento social que exigió la condición de pandemia provocada por la Covid-19.

Esta articulación metodológica me permitió interactuar a distancia con los interlocutores y acceder a los testimonios de las comunidades que los colaboradores lograban recoger en campo. Antes de profundizar en la metodología es importante destacar que el objetivo de esta investigación busca identificar los padecimientos que el pueblo nasa del departamento de Putumayo percibe como consecuencia de las fumigaciones con glifosato, como también las estrategias de autoatención y organización política que construyen como respuesta a los impactos en la salud del cuerpo y el territorio.

Dichas fumigaciones son realizadas en el marco de la política antidrogas en “la lucha contra el narcotráfico”, con lo que presuntamente se pretende acabar con la producción cocalera o de plantas de coca en territorio colombiano. Esta estrategia de fumigaciones con glifosato se inició desde finales de los ochenta y principios de los noventa y hasta la fecha sigue. En la investigación se ven reflejadas las voces de comuneros y comuneras nasa que han vivido los impactos del glifosato en los territorios y sus cuerpos, aunado a la experiencia de vivir en un contexto sociopolítico complejo, donde el sistema de salud es precario y carente de personal especializado, infraestructura y dotación necesaria para la realización de diagnósticos y atención en casos de pacientes que sufren intoxicación con pesticidas y herbicidas como el Roundup como también se denomina este herbicida.

Cambios de la estrategia metodológica en el contexto de la pandemia Covid-19

En el oficio del antropólogo social, la importancia de la presencia en campo es indispensable para el desarrollo de las investigaciones, sin embargo, en la actualidad existen propuestas de estudios antropológicos que no necesariamente requieren la presencia de los investigadores en campo. Es el caso de las etnografías virtuales y entre estas la “etnografía celular” (Gómez, 2017) cuya herramienta principal es el teléfono móvil y las redes sociales.

El confinamiento provocado por la pandemia y las medidas de distanciamiento social exigido por los gobiernos en todo el mundo, nos obligaron a muchos investigadores sociales a repensar estrategias, en la que se pudiera seguir con nuestras investigaciones y recoger la información en campo, sin sufrir ni provocar riesgos de contagio en el proceso de investigación. Por tanto, los ejercicios como grupos focales o talleres temáticos y reuniones pensados en un contexto prepandemia se tuvieron que omitir por fuerza mayor.

Así mismo la estrategia de colaboración tuvo algunos giros. En el nuevo escenario mediado por la virtualidad los diálogos y discusiones sobre los hallazgos de la investigación, se dieron por medio de llamadas telefónicas y mensajes de voz vía WhatsApp. Esta aproximación virtual fue demasiado frustrante, pues en las llamadas de video y las llamadas a línea móvil no se logra el grado de profundidad que se puede conseguir de manera presencial y más aun teniendo en cuenta que son comunidades que tienen acceso limitado a internet y señal de telefonía celular.

Otras técnicas metodológicas surgidas en el campo virtual, fueron implementadas por los colaboradores quienes recogieron las respuestas de las entrevistas en medios digitales como notas de voz de WhatsApp. Las herramientas utilizadas en la metodología para la recolección de información fueron las entrevistas de preguntas abiertas, contenidas en los diseños metodológicos que fueron consensuados con los cabildos participantes antes de la recolección de información. Estos guiones de entrevistas se imprimieron y llevaron a campo en papel por los colaboradores, algunos fueron distribuidos en algunos cabildos para su diligenciamiento que posteriormente eran regresados a los colaboradores.

Sobre los colaboradores y la colaboración

El comité de la junta directiva del cabildo está conformado por seis comuneros y comuneras Nasa habitantes del resguardo Alpes Orientales los cuales viven dispersos unos y otros, por tanto, la comunicación se realizaba cada ocho días (en lo posible) de manera virtual a través de redes sociales como Facebook y WhatsApp. El objetivo de estas reuniones o grupos de conversación virtuales fue llegar a acuerdos sobre la investigación, contexto y avance de las fumigaciones, discutir los diseños metodológicos y las necesidades logísticas y temáticas que podían ir surgiendo en el camino de la investigación.

Cuando hablo de los colaboradores me refiero a dos de los comuneros que estuvieron interesados en apoyar la investigación y poner de su tiempo y trabajo para que esta investigación se hiciera posible. Sin la colaboración de los comuneros en mención no se hubiese podido obtener la información recogida en campo. Los instrumentos de recolección de información utilizados en campo fueron discutidos y reformulados en colectivo de manera virtual y con la comunidad. La identidad de ambos comuneros será reserva de la autora por propia solicitud de los colaboradores.

Luego del trabajo de campo virtual desde el mes de enero del 2021 las fuerzas militares antinarcóticos siguieron hostigando los territorios Nasa en Puerto Caicedo Putumayo y dieron continuidad a las aspersiones con glifosato con bombas terrestres, por lo anterior uno de los colaboradores siguió registrando los acontecimientos y mandando información, para que conjuntamente hiciéramos denuncias públicas en las instancias gubernamentales como la Defensoría del Pueblo colombiana y otros organismos de asuntos étnicos que deberían encargarse de la defensa de los derechos colectivos que como pueblos indígenas se supone gozan.

Otro colaborador de gran compromiso fue un docente, que en tiempos de pandemia él y su equipo de trabajo se trasladaban a otros cabildos para impartir las clases en las veredas y que por la pandemia se habían suspendido en el colegio. En la colaboración estuvo encargado de preparar reuniones virtuales y convocar al equipo de trabajo de la junta directiva de su cabildo, así mismo colaboró en la recolección de información. Tuvimos estrecha comunicación virtual siempre informando de los últimos acontecimientos de la reactivación de las fumigaciones.

Para la recolección de la información, los comuneros colaboradores decidieron llamar a una reunión a los afectados directos por las recientes fumigaciones con glifosato. Los colaboradores pidieron a los participantes que registraran en los formatos de recolección de información los acontecimientos sucedidos a finales del mes de octubre del año 2020 y de las fumigaciones sufridas en años anteriores. Para esta actividad participaron alrededor de 7 comuneros y 5 comuneras los cuales accedieron a dar su testimonio sobre las afectaciones sufridas por la reactivación de aspersiones aéreas y terrestres con glifosato. Los relatos escritos fueron escaneados y enviados en formatos de pdf y otros en fotografías.

El consejero de salud (colaborador) con quien ya habíamos trabajado en anteriores, invitó a otros cabildos a sumarse y a participar de la investigación con lo que logró que un tercer y cuarto cabildo participara. Para hacer posible la participación de los cabildos que no se habían contemplado en la investigación, el consejero de salud con sus propios medios viajó hasta ese territorio y habló con la comunidad en donde recolectó varios testimonios de las pasadas y actuales fumigaciones con glifosato.

Debido a la contingencia provocada por la COVID-19 fue más difícil la comunicación con los colaboradores del cabildo, sin embargo, las actividades al interior de los cabildos se realizaron con normalidad. Es decir, las reuniones de cabildos y juntas se realizaban de manera cotidiana pues el afán de implementar acciones políticas y organizativas era prioridad. Existe un mucho más temor a los atropellos del gobierno que a la misma pandemia. Por tanto, los cuidados entre comuneros son mínimos y confían en su medicina tradicional para paliar los posibles contagios que puedan surgir en la pandemia de la Covid-19.

El campo Virtual: etnografía colaborativa vs etnografía celular

Para iniciar la recolección de información y el trabajo en campo, uno de los trabajos dentro de las antropologías colaborativa que se revisó como referentes es el de Joanne Rappaport (2020) quien inició su trabajo de investigación con un grupo de intelectuales orgánicos en el norte del Cauca, Colombia en colaboración con el Consejo Regional Iindígena del Cauca (CRIC). Esta experiencia le permitió generar varias reflexiones críticas en torno a la teorización de la antropología colaborativa norteamericana y algunos de sus vacíos.

El ejercicio de colaboración documentado por Rappaport (2020) data de un proceso de largo aliento, su profundización teórica, reflexividad acerca de lo colaborativo y la producción de conocimiento, en mancuerna con intelectuales indígenas, sirvieron como referentes para entender la colaboración en el campo virtual. En este sentido, me permitió reflexionar acerca de “cómo los actores producen conocimiento en el marco de sus propios intereses y apuestas reivindicativas sociales y políticas” (Rappaport, 2020). Para esta autora la literatura norteamericana ignora puntos relevantes sobre la antropología colaborativa, uno de ellos es “la cuestión de cómo los investigadores aprenden a través de la colaboración. A su vez, la etnografía colaborativa norteamericana rara vez pone al descubierto las contribuciones de activistas que resultan de estos proyectos” (Rappaport: 2020: 324).

Estos aportes se refieren a proyectos que van de la mano con trabajos colaborativos en donde participan personas que hacen parte de organizaciones con sus propios fines políticos y reivindicativos. “Mi intención […] es mostrar la colaboración como un espacio para la producción de teoría, un lugar crucial donde el conocimiento es creado en colaboración” (Rappaport, 2020: 325). Es decir, la colaboración se construye desde un posicionamiento en donde investigadora e interlocutores aportan al proceso etnográfico y el conocimiento se genera de manera colectiva.

La reflexión que propone Rappaport (2020) hace eco con la propuesta de desalienación de la historia que propone Silvia Rivera Cusicanqui (1987) en los procesos de construcción de historia oral que nacen de los talleres THOA, como una propuesta reivindicativa de los indígenas Aymara por recuperar su propia historia. Este ejercicio de desalienación presupone un trabajo reflexivo entre dos polos de conceptualización y no entre un ego cognoscente como lo llama la autora y otro pasivo. Por el contrario, es un encuentro entre dos seres pensantes que reflexionan conjuntamente alrededor de su experiencia en una determinada situación y sobre la visión que cada uno tiene del otro (Rivera, 1987).

Aunque Rivera habla sobre la construcción de la historia oral, su reflexión se relaciona con la propuesta de investigación colaborativa de Rappaport, pues ambas hablan sobre la construcción del conocimiento de manera colectiva reafirmando que los “otros” tienen capacidad y autonomía de pensamiento para crear y proponer sus propias epistemologías. Teniendo en cuenta que en los actuales contextos sociopolíticos y de salubridad provocados por la pandemia de la Covid-19 se hace cada vez más difícil el trabajo de campo presencial, por tanto, me preguntaba si era posible la construcción de metodologías colaborativas, aun cuando no estemos en la experiencia de contacto directo con los colaboradores y la única forma de comunicación son los medios tecnológicos.

En estas circunstancias la colaboración se convirtió en un reto y más aún cuando el diálogo estaba mediado por dispositivos tecnológicos. Teniendo en cuenta dicho contexto se articularon dos metodologías: la primera la etnografía celular que propone Edgar Gómez (2017) y la segunda las metodologías colaborativas (Rappaport, 2020) con las respectivas limitaciones que conlleva la pandemia de la Covid-19 y la difícil crisis a la que el distanciamiento social nos somete como consecuencia de ésta.

La etnografía celular es un tipo de etnografía que se construye teórica y metodológicamente, se puede entender de tres maneras: la primera es ver a los teléfonos celulares como objeto de investigación, es decir la manera como las personas interactúan con ellos, el uso que le dan, las prácticas alrededor de la telefonía celular. La segunda: los celulares se convierten en el campo de investigación, pues el etnógrafo analiza los fenómenos que suceden a través de los dispositivos móviles, por ejemplo, las selfies o los juegos móviles. Y la tercera: la etnografía celular entendida como una etnografía cuyo instrumento teórico metodológico es precisamente la sinergia entre el campo y el objeto a partir de la descripción de determinadas células (Gómez, 2017).

Para el caso de esta investigación tomamos la tercera forma de hacer etnografía celular, es decir, el celular como instrumento que crea sinergia entre el campo y los interlocutores a partir de descripciones detalladas de los fenómenos que nos interesa analizar (Gómez, 2017) en este caso las fumigaciones con glifosato que sucedieron en el pasado y su reactivación en la actualidad. En el proceso investigativo este tipo de etnografía fue utilizada como herramienta metodológica para la recolección de información, mas no se ahondó como instrumento epistémico.

Pese a las limitaciones que conlleva trabajar con dispositivos tecnológicos como el celular, al articular ambas propuestas, etnografía celular (Gomez, 2017) versus metodología colaborativa (Rappaport, 2020) se logró la construcción de conocimiento colectivo. A través de entrevistas enviadas por los comuneros del comité de la junta directiva de los resguardos y que se registraban en mensajes de voz vía WhatsApp, fotografías y videos que enviaban desde sus celulares sobre los acontecimientos alrededor de las fumigaciones con glifosato, se recolectó la información y material de campo para la construcción de esta investigación.

Esta metodología implica ver la realidad a través de los ojos y la percepción de los colaboradores, por tanto, la captura y mirada tanto de los testimonios como de las imágenes está mediada por los colaboradores y por el dispositivo tecnológico. Así mismo, el resultado de la información recolectada implicó la toma de decisión de los colaboradores acerca de lo que se registra en el campo o lo que no se registra. Esto se convirtió en un reto para mí como investigadora, pues al no estar en campo implicó que los testimonios y la información recogida se convirtieran en una mirada mediada por la subjetividad de los colaboradores, la cual tengo que interpretar sin haber presenciado.

Este ejercicio conlleva una gran responsabilidad ética pues mis interpretaciones sobre esa realidad acontecida vista y escuchada desde los ojos y oídos de los colaboradores, no sólo implica mi punto de vista sino también el de la realidad que representan los colaboradores a través de los celulares y esa es precisamente la tarea más difícil al momento de traducir esos testimonios en narraciones escritas.

El uso del celular fue determinante a la hora de representar la realidad por parte de los colaboradores. Los colaboradores de los cabildos de Selva Hermosa y Alpes Orientales con los que se trabajó, documentaron información tanto visual como narrativa de las fumigaciones pasadas y de la reactivación que se empezó desde el año pasado 2020. En la actual reactivación de las fumigaciones que se dio en estos últimos meses, la presencia militar antinarcóticos fue intimidante y aun así algunos colaboradores decidieron tomar el riesgo de grabar en el momento en que los militares reactivaron las fumigaciones.

En los tiempos de crisis en donde no se puede acceder de manera directa al campo y los colaboradores cuentan con las herramientas necesarias (como el celular) para desarrollar este tipo de etnografía celular que como Gómez (2017) menciona puede ser un instrumento metodológico como medio de recolección de datos, pero también de construcción epistemológica. El celular se convierte en una gran herramienta de trabajo, pero al mismo tiempo una herramienta que requiere total cuidado y custodia de la información, pues algún descuido o mala manipulación del dispositivo conlleva a perder la información, como sucedió en varios casos cuando la memoria del celular se bloqueaba y borraba automáticamente los datos.

Limitaciones de la etnografía celular y colaborativa

Entre los límites de esta propuesta metodológica, encontramos la dificultad con el acceso al internet por parte de los colaboradores, sin embargo, ellos y el comité de la junta directiva del cabildo, hicieron grandes esfuerzos por mantener la conexión y la comunicación para compartir el material que recogieron en campo ‒y que siguen recogiendo en la actual reactivación de las fumigaciones.

Pese a los esfuerzos y resultados logrados en la recolección de información realizada por el comité del cabildo, los tiempos de respuesta a los compromisos pactados colectivamente son diacrónicos y la retroalimentación de los primeros acuerdos llegaron semanas después. Dicha diacronía se da por los tiempos en los que las autoridades del cabildo se reúnen y por las distancias en las que viven unos colaboradores de otros, esto les impide tener una comunicación constante y rápida como colectividad.

El tiempo entre colaboradores e investigadora se convierte en un punto para reflexionar en la etnografía celular, pues si bien los dispositivos permiten recolectar la información, los tiempos de las interacciones de las comunidades con el “afuera virtual” se ralentiza cuando no existe conexión permanente a medios como el internet, y por ende, al correo electrónico y/o las redes sociales. Por tal motivo la información recolectada no se podía obtener de manera inmediata, si no, por el contrario, llegaba semanas más tarde o cada vez que los comuneros salían al casco urbano de Puerto Caicedo para hacer sus compras (que cotidianamente se hace los fines de semana).

En este lapso de tiempo me escribían para enviar la información recolectada en campo. A veces esta comunicación podría durar hasta quince días. Sin embargo, no fue impedimento para que los comuneros colaboradores continuarán con el envío de las entrevistas realizadas en sus cabildos. Cabe resaltar que en los espacios de sus cabildos los comuneros no interrumpieron sus tareas cotidianas para conseguir la información, por el contrario, utilizaban los espacios de comunidad como reuniones y asambleas para recolectar la información y tomaban un espacio de la agenda para tocar el tema de la investigación.

Estrategias de Facebook y redes

El objetivo principal de este ejercicio fue compartir la información en una página de Facebook a la cual tuvieron acceso los colaboradores y comuneros/as de los resguardos con quienes se trabajó. En esta página se encuentra compilada una parte de la información hemerográfica sobre fumigaciones con glifosato la cual se propuso compartir con los comuneros del cabildo, sin embargo, por el deficiente internet que existe en el cabildo los comuneros interactúan de manera irregular con la página.

Foto página de Facebook realizada como estrategia metodológica para actualizar información sobre glifosato y reactivación de aspersiones aéreas.


Una de las publicaciones realizadas en esta última semana de marzo fue una denuncia realizada en colaboración con el consejero de la salud, llegó a 1078 personas alcanzadas, lo que significa que esta estrategia sirvió al menos para visibilizar la grave problemática de la reactivación de las fumigaciones con glifosato que sufren en silencio los comuneros y comuneras en los resguardos. Esta misma denuncia se hizo llegar a los entes encargados de derechos humanos en Colombia, como lo es la Defensoría del Pueblo, quienes se pusieron en contacto con los comuneros y autoridades del resguardo de Selva Hermosa en Puerto Caicedo, Putumayo y los cabildos afectados por las fumigaciones en este territorio, para realizar el debido seguimiento de la denuncia.

Para finalizar considero que las etnografías virtuales en mancuerna con la metodología colaborativa, son herramientas de campo de gran apoyo en las etnografías a distancia y en lugares a los que por condiciones sociopolíticas se consideran de riesgo o de difícil acceso. Ambas permiten recoger información de calidad y desde las voces de los interlocutores. Las decisiones al respecto de lo que se registra o no en campo pasan por subjetividades de doble vía, es decir, de los colaboradores y del investigador, quien al final interpreta el material desde su propia mirada.

En un campo con menos limitaciones al uso del internet y las comunicaciones podrían realizarse conversatorios, diálogos grupales y discusiones a profundidad sobre el material recogido y las diferentes reflexiones alrededor del mismo y en general sobre los intereses y propósitos de la investigación. Claramente sería en un contexto ideal para el desarrollo de etnografía virtual y colaborativa.


Bibliografía

Gómez Cruz Edgar, (2017). Etnografía celular: una propuesta emergente de etnografía digital. Virtualis, [S.l.], p. 77-98, feb. 2018. ISSN 2007-2678. Fecha de acceso: 01 septiembre, 2021. Disponible en: https://www.revistavirtualis.mx/index.php/virtualis/article/view/251

Rappaport Joanne, Leyva, X., Alonso, J., Hernández, R., Escobar, A., Köhler, A., . . . De Sousa Santos, B. (2018). «Más allá de la observación participante: La etnografía colaborativa como innovación teórica.» In Prácticas otras de conocimiento(s): Entre crisis, entre guerras. Tomo I (pp. 323-352). Argentina: CLACSO. doi:10.2307/j.ctvn5tzv7.16

Rivera Cusicanqui, Silvia (1987). “El potencial epistemológico y teórico de la Historia oral: De la lógica instrumental a la descolonización de la historia” Temas Sociales, núm. 11, IDIS/UMSA, La Paz, 1987, p. 49-64.