Karla Paniagua
Directora de Futuros, CENTRO
La historia de esta entrega comenzó en el Seminario de Violencia del CIESAS. Mi siempre profesor Roberto Melville me invitó a presentar una conferencia sobre la violencia en el cine, más de uno salió patidifuso de ahí. El tema me provocó lo suficiente como para continuar: ¿cómo y dónde ocurre el hecho violento en el cine?, ¿a quién se violenta?, ¿quién ejerce la violencia?, ¿para qué? Fueron mis preguntas iniciales.
Continué mis exploraciones hasta que un coloquio de Sepancine me dio ocasión para refinar el estudio. Había comenzado con un corpus de películas violentas de todas las cinematografías, siglos XX y XXI, pero entonces reduje a siglo XXI; también mejoré las categorías del decoupage (análisis plano por plano con desagregación de atributos) y, por consiguiente, los hallazgos.
Con ocasión del libro Voces al margen. Mujeres en la filosofía, cultura y arte (Alfonso Ortega (ed.), Notas universitarias, 2021), volví al estudio para afinar la aproximación, concentrándome en las mujeres y su relación con la violencia. Estudié Irreversible (2002), Old Boy (2003), Hostel (2006), A l’intérieur (2007), Martyrs (2008), Los bastardos (2008), The Human Centipede (2009) y A Serbian Film (2010), obras que les refiero previa advertencia en el sentido de que todas muestran imágenes que pueden herir la sensibilidad del público. Los hallazgos que les comparto, así como la descripción del proceso y las categorías, están contenidas en el libro antes referido, cuya reciente publicación aprovecho para celebrar.
Vale la pena mencionar que a propósito descarté las películas de pelea, guerra y policiacas, donde la violencia física es esperable. Me concentré en obras reconocidas donde las personas de a pie viven su vida hasta que un acto violento irrumpe de manera inesperada.
En cada una de estas cintas se ejerce violencia física en distintas modalidades, en la mayor parte de los casos son varones de mediana edad quienes la ejercen, aunque no exclusivamente: las mujeres también lo hacen, ya sea en contra de los varones o de otras mujeres.
Uno de los hallazgos interesantes fue que las mujeres blanco del hecho violento, responden a un claro patrón. Todas son blancas, delgadas, jóvenes y atractivas. Todas comparten cierta perturbación mental producto de su pasado (abandono, violencia familiar, maltrato, etc.), lo cual les supone una desventaja en el contexto de la historia.
Asimismo, se identificó que en todos los casos las mujeres experimentan algún grado de vulnerabilidad porque están enfermas, sujetas, narcotizadas, embarazadas o traumatizadas de algún modo. Su condición desventajosa se acentúa porque los hechos violentos ocurren en lugares ocultos y cerrados (celdas, sótanos, búnkers, pasadizos subterráneos), que hacen imposible que la víctima pueda ser asistida y pone en evidencia el carácter tabú del hecho violento.
Encontrarán más hallazgos tanto en el libro como en las películas, cada una un reto a los sentidos, a las creencias y a nuestra idea de cuál es el límite de lo que consideramos humano.
Hoy como nunca, es preciso pensar el hecho violento que involucra a las mujeres (y a las personas en general) aunque nos resulte incómodo porque, en palabras de Amy Webb, el tabú de hoy es el mainstream de mañana. Es en este territorio indómito que no queremos tocar, donde quizás encontremos respuestas para resolver y prevenir la gran violencia que nos aqueja.
Encontrarán estas películas en YouTube, Amazon y Netflix.