Cineastas indígenas. Existencias y resistencias

Eréndira Martínez Almonte
Investigadora y estratega, LEXIA Insights & Solutions
Etnohistoriadora y Antropóloga Social

“Es importante porque es otro espacio para exponer un trabajo audiovisual, son pocos realmente, así que uno más suma. Además, que conjunta otros proyectos a conocer, eso enriquece como creador-espectador nos vincula reconociéndonos como otro hilo que tejemos este gran telar llamado Estado Mexicano.” – Iris Villalpando

El viernes 28 de octubre de 2022, en punto de las cuatro de la tarde dio inició el ciclo de cine y conversatorio “Narrativas y Resistencias de Cineastas Indígenas” en la Sala General de la Casa de la Universidad de California, en la Ciudad de México, esto en el marco del ERIP Conference, 2022. Esa tarde, las primeras palabras que pronuncié y que generaron algo de incertidumbre entre el público, fueron: “Debo confesar que este panel es hasta cierto punto un poco improvisado”. Sin embargo, esto no quería decir que mis compañeras de panel: Selene, Lita, Karina, Celina, Iris (a la distancia) y yo, no sabíamos lo que estábamos haciendo; sino que decidimos seguir una escaleta y no un guion escrito, ya dado y practicado. Después de algunas conversaciones y reuniones optamos por un formato orgánico y casual.

Se decidió que los comentarios que se hicieran sería partir de la novedad y la sorpresa que se generara al momento de presentar los trabajos audiovisuales. Cada una de las cineastas que me acompañaron en el panel sabían lo que querían mostrar y aunque ellas jamás se habían visto en persona, ni conocían los trabajos de sus compañeras, la simpatía y empatía entre nosotras, fue natural. Ellas estaban ahí, viajaron desde distintos puntos del país, con diferentes historias de vida, con diversas problemáticas detrás de sí, con posicionamientos divergentes y con algunos otros semejantes; pero abiertas al diálogo, a los aprendizajes y a denunciar las injusticias que para ellas son necesarias señalar.

“Narrativas y resistencias de cineastas indígenas”, nace desde la necesidad de una apropiación y resignificación de espacios académicos y públicos, necesidad que en parte fue subsanada en el ERIP, pues esta es una lucha cotidiana, constante e interminable. Durante las poco más de tres horas que duró nuestro encuentro tuvimos la oportunidad de presentar los trabajos de: Ndá kum’us xi’ui njeiñ kimbia kubú: pú se nana’juan ne le’t Xi’uit en pú L’ue Rimiañ queretana – Un pueblo xi’ui resurge de la tierra: migración de la Pamería en la Sierra Gorda queretana (2017), de Brenda Karina Tierra; Ohuira, Lugar sagrado (2022) de Iris Belén Villalpando; Aa kiku isaa, kiku sama. Mujeres Tejiendo nuestra cultura. (2013), de Laura Margarita Quiroz; La Espera (2021) de Celina Yunuen Manuel y Gu juk gio gu Yooxi’ (2022) de Selene Galindo. Fue de esta manera que los pueblos xi’ui, yoreme, mixteco, purépecha y o’dam estuvieron presentes en el conversatorio.

La primera parte fue extendida, sin embargo, la mayoría del público se quedó a acompañarnos hasta al final, lo que tanto las realizadoras como yo, valoramos inmensamente. Había mucho qué decir y qué cuestionar; pero, sobre todo, llenarlas de felicitaciones por su gran trabajo, ya que hacer cine en un país como el nuestro, con unas instituciones culturales y con una industria cinematográfica tan castigadas presupuestalmente es toda una hazaña. Ahora, si a eso sumamos que se trata de materiales que no son pensados con fines de lucro, creados desde los pueblos indígenas y por ¡mujeres! Más que una hazaña, el que podamos visualizar sus trabajos es un milagro.

Iniciamos nuestro ciclo de cine con el trabajo sobre el pueblo Xi’ui, el cual generó cuestionamientos sobre el por qué la voz y la lengua de este pueblo aparecen hasta la parte final; a lo que Karina señaló que para ella era importante mostrar lo que los mestizos, que terminaron ocupando el histórico territorio Xi’ui, tenían que decir; habló de cómo se referían a ellos como “pamecitos” o “inditos”; y que para ella era relevante señalar estas tensiones. Tensiones que a nivel institucional suelen ser incómodas, pues en alguna presentación del documental esta parte fue censurada sin el consentimiento de la autora.

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Brenda Karina, directora de Un pueblo xi’ui resurge de la tierra: migración de la Pamería en la Sierra Gorda queretana. (2017).

“Es importante para mí, como mujer que se adentra a este mundo audiovisual, la apertura de espacios que promuevan la equidad (no sólo de género o etnia, sino de conocimiento), ya que nos permite compartir el trabajo realizado desde nuestro rincón: territorio, perspectiva, conocimientos, deseos, inquietudes, comunidad, aprendizajes, etc.; para dar a conocer la diversidad del saber popular de nuestra cultura, de nuestra historia, lo que fuimos, somos y seremos. Me permite compartir lo que hago, lo que surge de mi ser sentipensante, de lo que investigamos y creamos en compañía de otras personas; se comparte un saber popular por experiencias de vida que dan creaciones colectivas. Para mí, que no tengo «estudios cinematográficos», me gusta saber que existen espacios plurales y accesibles para poder presentar un trabajo realizado de corazón, más que de grandes fondos económicos, premios y festivales. Agradecida por la apertura de espacios para la otredad.”

Foto: Eréndira Martínez Almonte (octubre 2022)


Se continuó con la participación de Iris y el documental sobre la laguna de Ohuira; el cual generó señalamientos de los cuales hablaré más adelante. Fue así que de tierras yoreme pasamos a visualizar el paisaje de San Pablo Tijaltepec, Oaxaca; tierras mixtecas que aún resguardan los saberes textiles con gran orgullo. Uno de los comentarios de Lita (Laura) sobre su documental, fue que ya no estaba tan cómoda mostrándolo, ya que había sido su primer trabajo, y todo se había realizado de forma muy empírica, auxiliada por las mujeres de su familia. En este contexto, la doctora Claudia Magallanes, especialista en el derecho a la comunicación de los pueblos indígenas, le recordó la importancia de volver a los orígenes y de lo trascendental que son estos primeros pasos, para mirar al pasado y ver cómo hemos ido creciendo a lo largo del tiempo.

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Laura Margarita Quiroz (Lita) directora de Ñaa kiku isaa, kiku sama. Mujeres Tejiendo nuestra cultura, (2013). “Estos espacios de encuentro son necesarios para nosotras como realizadoras de pueblos originarios, porque en ella se puede abordar la comunicación de los conocimientos, las formas de pensar, la cotidianidad, las dificultades, las contribuciones y el soporte de la palabra que hemos experimentado en nuestros pueblos y buscamos transmitir por medio de las imágenes y los sonidos.”
Foto: Eréndira Martínez Almonte (octubre 2022)


La Espera, de Celina Yunuen fue el siguiente trabajo en ser proyectado, un cortometraje de 12 minutos; una ficción que es atravesada por una trama que pocas veces es representada desde los pueblos: la sexualidad de las mujeres purépecha. Esta película generó sorpresa, así como curiosidad, entre las y los asistentes pues se preguntaban ¿qué problemas o cuestionamientos puede traer a la joven directora, mostrar su trabajo dentro de su comunidad? ¿Y entre las demás comunidades purépecha? ¿Se dará algún señalamiento para las actrices? Estas son respuestas que tanto la joven directora, como su joven hermana, quien interpreta al personaje principal de la trama aún no pueden contestar; pero que aseguran que es necesario hablar de estos temas. Es de esta manera que la cineasta señaló uno de los mayores beneficios de la ficción: que nunca hay personas/personajes reales involucrados.

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La Espera, de Celina Yunuen (2022). “El cine nos ayuda a pensar nuestro pasado, presente y a imaginar futuros posibles. Es por ello que es necesario que existan espacios para compartirnos desde el quehacer cinematográfico, dentro y fuera de la academia.”
Foto: Eréndira Martínez Almonte (octubre 2022).

Por último, nuestro “improvisado” panel, fue cerrado por el trabajo de Selene Galindo, antropóloga, cineasta y activista o’dam; cierre que se dio en medio de las fallas técnicas, propias de un lugar y un equipo que no está diseñado para proyectar largometrajes. Antes de finalizar, los subtítulos del trabajo de Selene fallaron, no pudieron ser visualizados en pantalla. Sin embargo, nadie lo cuestionó, el trabajo fue observado con atención y al final el objetivo se logró, ya que ella iba alternando las imágenes con su voz presencial. Voz con la cual interpeló a todos quienes nos encontrábamos en la sala: “porque claro, nunca puede existir el o’dam por sí solo, siempre hay que traducirle al naabat.”. Ellas como realizadoras, pese a que hacen cine por y para sus pueblos, siempre deben subtitular, siempre nos deben explicar lo que ocurre, pues nuestro esfuerzo por escucharles y aprender de ellas suele ser mínimo.

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Selene Galindo, directora de Gu juk gio gu Yooxi’ (2022). .
“Estos espacios son necesarios para transformar la academia y la realidad misma. Sin nuestras presencias y voces es imposible convertir aquellos lugares en donde históricamente se nos ha relegado a ser “objetos de estudio” y un otro habla por nosotros, en lugares de encuentro y diálogo, tan necesario para el mundo que estamos viviendo.”

Foto: Eréndira Martínez Almonte (octubre 2022)

El tema del financiamiento y la búsqueda de apoyos no es algo que pudiera dejarse fuera de las preguntas del público, así como la incursión a los espacios cinematográficos. Por tal motivo, no considero que sea un secreto el hecho de que la industria del cine sea un espacio históricamente manejado por varones, además de clasista, elitista y que, en los últimos años, en la pugna por el presupuesto, también ha dejado ver su lado más racista.

Los apoyos económicos para la creación de documentales, ficciones o docu-ficciones propuestas por creadoras y creadores de los pueblos indígenas pueden considerarse insultantes, pues, en oposición a los 500 mil pesos destinados a producciones pequeñas y sin tanta difusión, para cineastas “calificados”; las y los cineastas, documentalistas y videoastas de pueblos originarios, postulan principalmente al ECAMC, donde el financiamiento se reduce a 350 mil pesos; así mismo pueden aspirar al apoyo del Instituto Nacional para los Pueblos Indígenas (INPI), por la escueta cantidad de 94 mil pesos actualmente, pues en años pasados, cuando el financiamiento era por parte de la extinta Comisión Nacional para los Pueblos Indígenas (CDI), se las debían arreglar con aproximadamente 55 mil pesos.

Es cierto que este instituto no tiene como función principal generar producciones audiovisuales, sino más bien brindar la posibilidad del acceso al derecho a la comunicación en su lengua a los distintos pueblos que habitan en el territorio mexicano; no obstante, postular a financiamiento de Focine (Programa de Fomento al Cine Mexicano), requiere un amplio currículo, títulos y experiencia en otras producciones; así como todo un conocimiento sobre contabilidad, y en caso de no tenerlo, contar con el capital económico para pagar quién lleve a cabo este proceso; todo para ganar el concurso, desventajas en la que se ven quienes no accedieron a las grandes escuelas de cinematografía o que se encuentran lejos de los grandes centros urbanos.

Esta conversación dio paso a uno de los principales y más fuertes cuestionamientos que se les hizo a las compañeras cineastas, por parte de uno de los asistentes, quién les recomendó, en primer lugar, que tuvieran un acercamiento a cineastas, comunicólogas, comunicólogos y antropólogas y antropólogos y en segundo lugar, les pidió que dejarán de romantizar y folklorizar a sus pueblos. Así mismo lamentó la ausencia de Iris, pues consideró que su material no expresaba lo que realmente ella quería decir. Estas interpelaciones tensaron un poco la dinámica en que se estaba dando el panel, pues un hombre ajeno a las realidades de cada una les estaba diciendo cómo llevar a cabo su profesión, el pan de cada día para las mujeres que destacan en ámbitos históricamente cooptados por los hombres.

Tanto en la conversación durante el panel, así como en nuestro post-panel el cuestionamiento que todas tuvimos en la cabeza fue: ¿Para qué catalogar o diferenciar un cine creado desde los pueblos indígenas, si se espera que estén asesorados por personas ajenas a las comunidades? ¿para qué mostrar nuevamente lo que desde hace décadas se ha mostrado desde la mirada occidental y colonizadora? Pareciera como si sólo se pudieran validar los trabajos fílmicos, a partir del respaldo académico y de cineastas hegemónicos. Entonces ¿qué caso tiene hablar de una descolonización de las narraciones, de las historias y del cine, si se quiere reducir el mundo a la mirada de quiénes siempre han representado a los pueblos? Cada una de las chicas respondió al comentario desde su experiencia, desde su postura y sus vivencias con voces potentes y dignas.

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Karina, Selene e Iris, panel “Narrativas y Resistencias de Cineastas Indígenas”.
Foto: Eréndira Martínez Almonte (octubre 2022)

Así mismo, negaron total intento de folklorización de sus pueblos, comunidades, historias y saberes. Hablaron de cómo es que cada una plasma a través de la cámara el amor que hay en su corazón, pues se trata también de sanar, su historia colectiva, su historia personal y nuestra herida colonial. El cine no puede seguir mostrando violencia, caos y un mundo devastado, también debe ser una herramienta para posicionar otros discursos, otras formas de vida y maneras de decir “te quiero”, esto desde una representación original creada desde la dignidad, la abundancia y la alegría, mostrando que otros mundos son posibles y eso es lo que atraviesa cada una de las producciones que se presentaron aquel 28 de octubre.

Así como el asistente que lamentó no poder dialogar con nuestra compañera yoreme, nosotras en el panel también echamos de menos a Iris; quién pese a todos los retos que ya se mencionaron en este breve texto mandó su participación en video; ya que maternar a una bella bebé e intentar realizar su labor como cineasta y documentalista, sobrepasa cualquier milagro. La presentación de Iris era importante, pues se hizo con la intención de pedir apoyo para visibilizar la situación del pueblo yoreme que hoy, se encuentra luchando contra la imposición de una planta de amoniaco en la laguna de Ohuira, la cual atenta contra este lugar sagrado, contra la armonía del pueblo yoreme, así como contra su salud y su vida.

En un principio esto no fue entendido así, pues el documental muestra, a grandes rasgos, la relación que el pueblo yoreme tiene con la laguna. Pero las y los asistentes esperaban ver un documental de denuncia frontal, donde se señalará directamente a los actores que atentan contra el sustento del pueblo yoreme; sin embargo, eso no sucedió; porque eso es lo que se hubiera hecho desde la mirada occidental, desde el tipo de audiovisuales a los que estamos acostumbradxs. Pero, Iris optó por otras formas, para ella era importante que la gente viera y entendiera el significado de la laguna para este pueblo, como se liga a su vida cotidiana y ritual, como es el pilar de su sustento. Y recordando las palabras que alguna vez me dijo la cineasta Luna Marán: “el cine es un espejo” y al final acaba mostrando lo que hay dentro de cada quien.

Pese a lo “improvisado” del panel todo mantenía una misma lógica y objetivo; escuchar las voces de cinco mujeres, originarias de cinco lugares diferentes, espacios que no siempre reciben la misma atención desde la antropología, la historia y las ciencias sociales en general; mujeres provenientes de esos pueblos que traspasan las fronteras de lo que “las y los expertos” han delimitado como Mesoamérica. Nada es inocente, nada es improvisado; cada paso que dimos seguía una escaleta, sabíamos lo que queríamos. Y aunque desconocidas entre ellas y con total ignorancia de lo que verían en pantalla, sin querer las conclusiones eran las mismas: Cada una plasma en sus audiovisuales lo que hay en ellas, lo que es importante para ellas, no están para complacer audiencias, existen, resisten y crean para interpelar a la realidad, para incomodar y para generar cuestionamientos.

Dice la cineasta zapoteca Luna Marán, que tantas veces ha sido citada por el actor de moda Tenoch Huerta, que: “Nuestra venganza será ser felices”, y eso hicimos al terminar el panel, salir disfrutar y compartir. Gracias a ellas.

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Panel “Narrativas y Resistencias de Cineastas Indígenas”.
Foto: Aída Hernández (octubre, 2022)


Filmografía

Galindo, Selene (2022), Gu juk gio gu Yooxi’. Teaser disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=iHAyTdqVKX4

Manuel, Celina Yunuen (2022), La Espera. (Inédito, en espera de difusión). Noticias e información de próximas presentaciones en: https://www.facebook.com/LaEsperaCorto

Quiroz, Laura Margarita (2013), Ñaa kiku isaa, kiku sama. Mujeres Tejiendo nuestra cultura. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=sWqhLj1m1KM

Sánchez, Brenda Karina (2018), Ndá kum’us xi’ui njeiñ kimbia kubú: pú se nana’juan ne le’t Xi’uit en pú L’ue Rimiañ queretana – Un pueblo xi’ui resurge de la tierra: migración de la Pamería en la Sierra Gorda queretana, México. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=pnFNlC1Q8ZU&t=9s

Villalpando, Iris (2022), Ohuira, Lugar sagrado. Disponible en: https://www.facebook.com/100082398472297/videos/566342284868041