Bosques y minería en la región de Pachuca Real del Monte durante el siglo XIX y principio del XX

Javier Ortega Morel
Academia Hidalguense de la Historia


Vista de una ciudad desde lo alto de una montaña

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Detalle de la mina museo de La Dificultad, se aprecia la casa de máquinas y su alta chimenea de ladrillo. Ahí se instaló la más poderosa máquina de vapor de la región en 1889. Foto: Javier Ortega Morel.


La región a que nos referimos se ubica a 90 km al noroeste de la ciudad de México, Pachuca se ubica a 2 400 metros sobre el nivel del mar, en el límite de la planicie del Valle de México y la sierra de Pachuca, Real del Monte está sobre la sierra a 2 770 m.s.n.m. También se asumen dentro del distrito minero a los municipios de La Reforma a 2 660 m.s.n.m., Mineral de El Chico a 2 360 m.s.n.m., Omitlán 2 357 y Huasca a 2 048 m.s.n.m. Es importante señalar que la referida sierra de Pachuca actúa como barrera a los bancos de nubes que desde el golfo de México se acercan hacia el Valle de México, ocasionando que las poblaciones que hemos referido, excepto Pachuca reciban durante la temporada de lluvias, importantes precipitaciones pluviales, favoreciendo la existencia de bosques en sus cercanías.

El descubrimiento de minerales de plata ocurrió a partir de 1550 cuando se tiene el primer denuncio de minas en Pachuca, poco después se registran también minas en Real del Monte y en El Chico, la actividad minera en La Reforma es sobre todo del a partir del siglo XIX. Omitlán y Huasca fueron sitios de ubicación de las haciendas de beneficio, o sea de aquellas instalaciones necesarias para procesar los minerales y obtener la plata metálica.

El gran consumo de madera

Durante siglos se dependió de la madera como material de construcción y para proporcionar combustible en forma de leña o carbón vegetal. La minería requería amplias cantidades de ella, como soporte en túneles, en las techumbres de sus instalaciones y en la construcción de diferentes equipos y como combustible. Una muy fuerte demanda ocurría en los procesos de beneficio, que implicaban fundir minerales para obtener el producto metálico final. Diferentes métodos de beneficio se ocuparon en el pasado, en el caso de los minerales ricos, después de molerse finamente, se sometían directamente a fundición. La hacienda de Santa María Regla, en Huasca, fue la principal encargada de realizar este proceso. Los hornos de la época se operaban con carbón vegetal, como fundentes para ayudar en el proceso se requería una cierta cantidad de compuestos aportadores de plomo (Morral, et al. 1988: 334-336). Debe considerarse que, en el proceso para obtener carbón vegetal, debía disponerse inicialmente del doble de leña para carbonizarla. Poco después de la suspensión del método de fundición en la región, a fines del siglo XIX, una comisión del Instituto Geológico indicó que el consumo de combustible era elevado, utilizándose de “3.5 a 6 toneladas de carbón de madera por cada tonelada de mineral fundido” (Ordoñez et al., 1899: 86-87).

La mayoría de los minerales extraídos en la región que no justificaban el alto costo del proceso de fundición directa, se beneficiaban por el procedimiento de patio en diversas haciendas dedicadas al efecto. Tal método había sido puesto a punto en Pachuca por Bartolomé de Medina en 1555 y tendría una vigencia de más de 350 años. Para lograr obtener la plata, el mineral finamente molido se depositaba en montones denominados tortas, a las que se añadía agua, sal, cal, sulfato de cobre u otros reactivos, y mercurio. El objetivo era que la plata se uniera con el mercurio formando una mezcla o amalgama que se recogía después de retirar las arenas o jales por medio de agua corriente. Posteriormente se calentaba cuidadosamente la amalgama, para separar por evaporación el mercurio. La plata esponjosa resultante se fundía para hacer lingotes (que podían contener algo de oro) que se entregaban a la Casa de Moneda de la Ciudad de México y ahí se efectuaba el apartado del oro y la plata, siendo necesario en algún momento de esta etapa, volver a fundir.

Se podría pensar que, durante el virreinato, hubo un cierto equilibrio entre la extracción de plata y el consumo de madera. Sin embargo, ocurre a fines del siglo XVIII el proceso de la Revolución Industrial que trae una serie de novedades tecnológicas, dentro de ésas, se tiene a la máquina de vapor. En Inglaterra y otros países se tendrá un cambio en los modos de producción que tendrán efectos en la vida social. En ese momento se inicia el ascenso del consumo de carbón mineral, precisamente para abastecer las máquinas de vapor. Inglaterra y otros países europeos disponían de importantes cantidades de ese recurso mineral.

Después de la Guerra de Independencia, entre los cambios que el joven país establece, es la apertura a la participación de extranjeros en la minería, aspecto que antes estaba reservado a los súbditos de la Corona española. De tal manera que las minas de Real del Monte son transferidas a una compañía inglesa que piensa que con las máquinas de vapor podrá rehabilitar las minas que en esa época habían sido abandonadas por la enorme cantidad de agua subterránea que impedía su trabajo. A falta de carbón mineral, los alrededores de Real del Monte tienen bosques que pueden abastecer de combustible para operar las máquinas de vapor y accionar la maquinaria necesaria para efectuar el desagüe de las minas. En específico en la transferencia de propiedades, se incluían las haciendas de Guajolote, Zimbo e Izutla, que permitían disponer de suficientes bosques, mismos que fueron concesionados a la compañía minera británica, que inició operaciones en 1826 (Ward, 1985: 129).

En 1849, después de muchos esfuerzos e inversiones en rehabilitar las minas e introducir las máquinas de vapor, la empresa se encuentra en una severa crisis. Los ingleses vendieron sus propiedades a un grupo de accionistas mexicanos que continuaron los trabajos y ampliaron sus actividades con el auge de la mina de El Rosario, en Pachuca. Los bosques circundantes fueron sometidos a severa explotación. Debe señalarse que con el objeto de conocer de manera científica las particularidades del distrito minero se organizó, por parte del gobierno mexicano, un grupo de estudiosos encabezados por el ingeniero Ramón Almaráz, conformando la Comisión Científica de Pachuca, que va a realizar recorridos para registrar el estado del territorio, el subsuelo, la flora y la fauna, las actividades productivas y llega a hacer importantes observaciones sobre las poblaciones y la sociedad. Aunque son iniciados los trabajos por la república, los resultados se van a publicar por parte del imperio en 1864. En ellos hace referencias del corte de árboles en diferentes partes del distrito y también daños por animales a los bosques.

En [el cerro de] Las Navajas es donde la tala se ejecuta en una escala colosal; el rancho del Guajolote es el gran depósito de leña para las máquinas de vapor del Real, y para todas las haciendas de beneficio de la Compañía; increíble es la cantidad de leña ahí reunida; he visto aglomeradas ahí más de 150,000 cargas [ ton] (Almaraz, 1993: 133).

Estos bosques, cuya conservación se hace indispensable para que Pachuca y El Chico tengan el agua necesaria, están completamente abandonados, y su destrucción aumenta día a día. El hacha del leñador ha sido y aún es el más terrible enemigo de estos bosques. Ya se ha dicho cómo la Compañía, despreciando las circulares sobre bosques, ha logrado talar casi toda la serranía. Ahora se ha comenzado la tala de los bosques vedados, y los leñeros se introducen en ellos armados de fusiles para defender a su presa. [ … ] A esto hay que agregar que los aficionados a la agricultura han talado y talan considerables terrenos, y los poseen sin título de propiedad, y aun sin la previa autorización del Ayuntamiento. Los cerdos que abundan en la población son también muy perjudiciales, porque comen las bellotas e impiden que la reproducción de los encinos. Igual perjuicio causa el ganado vacuno que caga también por los montes devorando [a] los encinos tiernos el fruto de las raíces, y aún obliga a sus dueños a derribar los encinos corpulentos para que aprovechen las hojas (Almaraz, 1993: 112).

Para 1882, el ingeniero Manuel Rivera Cambas registra la situación para la parte más árida de la serranía:

La madera es muy costosa por la falta de bosques en casi toda la cordillera de Pachuca, talada por las empresas mineras para alimentar las calderas de las máquinas de vapor, para fortificar las minas y para las numerosas y urgentes aplicaciones que tienen en las haciendas de beneficio; los bosques eran comprados a muy bajo precio y talados sin cuidar del porvenir… circunstancia que influye en la escasez de lluvias y en el desequilibrio de la temperatura… calculase el consumo de leña en más de noventa mil quintales (4 142.25 toneladas) al mes (Rivera, 1981: 123).

A lo largo del siglo XIX, los sitios de abastecimiento y acopio de madera, leña y carbón vegetal, fueron cambiando, primero los ingleses la extrajeron de ranchos y haciendas ubicadas en la región de Huasca. Posteriormente la administración mexicana utilizó el rancho de El Guajolote, en el municipio de Epazoyucan, vecino a Real del Monte y después adquirieron la hacienda de Cuyamaloya, en el también vecino municipio de Singuilucan, este sitio dispuso de aserradero. A una petición de la maestranza de Real del Monte para surtir de muchas piezas, solicitó el administrador autorización específica de la dirección, indicando que sería un destrozo que no puede tolerar el monte, considerando que la Dirección quiere conservar los bosques de la mejor manera (AHCRDMYP, 1886).

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Vistas comparativas de los cerros de la parte sur de Real del Monte, en las que se aprecia cómo aparecían a principios del siglo XX, la tala de bosque había sido muy severa. Actualmente ha habido un fuerte crecimiento urbano, pero los cerros recuperaron en gran medida su población forestal.


Disminución del impacto a los bosques cercanos

La disponibilidad del ferrocarril permitió el abastecimiento de materiales desde sitios distantes. Por ejemplo, el Ferrocarril de Hidalgo permitiría, desde 1883, abastecer madera proveniente de la región de Santiago y Otlimulco, en la cercanía de Tulancingo (AHCRDMYP 1883). El Ferrocarril Central tendría una estación en la antes mencionada hacienda de Cuyamaloya. Sin embargo, para abastecer de combustible a las actividades mineras, el ferrocarril va a permitir traer carbón mineral, procedente principalmente de Europa o los Estados Unidos y en una cantidad menor del estado de Coahuila. Este material, tiene un rendimiento tres veces superior al de la leña seca y cuatro si la leña está húmeda, de modo que se vuelve en el energético más empleado en la región. Tal sustitución de combustible, contribuyo de manera definitiva a detener la tala de bosques.

El ferrocarril también permitió aminorar el impacto del beneficio por fundición directa. Alrededor de 1880, comenzaron a enviarse los minerales ricos a grandes fundiciones especializadas que se establecieron en diversos sitios del norte del país, esas fundidoras empleaban carbón mineral. Estos establecimientos, al dar servicio a diferentes empresas mineras, operaban a gran escala y recibían minerales de diversos orígenes, con la posibilidad de combinar minerales argentíferos con plomoso-argentíferos que aportaban el plomo como fundente (Bernstein, 1964: 38-40; Uhthoff, 1983).

La conciencia de la importancia de los bosques para la población tiene en el caso de Real del Monte un antecedente. En 1884, considerando las condiciones de la Ley de Baldío y Deslindes, se pretendió que el bosque de El Hiloche, a la orilla de la población fuera asignado a un particular. Al enterarse la población de que se procedería a realizarse la toma de posesión del lugar, convocados por el toque de la campana mayor por el cura de la población, acudió una buena cantidad de gente, quienes se dirigieron al bosque y a los caminos a impedir que se realizaran las diligencias referidas. En ese acontecimiento se distinguió un grupo de mujeres pepenadoras, ellas eran quienes clasificaban los minerales extraídos y acudieron en grupo a impedir que se entregara el bosque (Jiménez Osorio, 1978: 12-13, Quezada, 2009: 13-14). A fines del siglo XIX iniciaron campañas para reforestar, el Ayuntamiento de Real del Monte hizo público el reconocimiento al ingeniero agrónomo Jesús del Raso, por los trabajos de reforestación (POEH, 1898). Otro aspecto muy importante fue que los alrededores de El Chico fueron declarados bosque vedado a la tala, aspecto que posteriormente sería la base para declararlo Parque Nacional. Actualmente la declaratoria también se extiende a parte de los municipios de Real del Monte y Pachuca.

A partir de 1897, y de acuerdo con lo que se denomina la Segunda Revolución Industrial, se introdujeron las maquinas accionadas por electricidad y poco después el petróleo y sus derivados comenzaron a utilizarse, primero en lámparas de alumbrado, sustituyendo las velas. Después de la adquisición de la Compañía de Real del Monte y Pachuca por un grupo norteamericano, en 1907, los hornos de fundición de las haciendas serían adaptados para quemar combustóleo o chapopote, o sea, los combustibles que van a ser característicos del siglo XX y de los cuales México disponía de ellos en gran cantidad. Las máquinas de vapor fueron siendo entonces relevadas de las tareas de bombeo y de accionamiento de maquinaria, para la década de 1920 ya no hay reporte de su empleo y quedaron fuera de operación.

La madera que necesariamente se requería para la actividad minera se trajo por ferrocarril de otros sitios boscosos del país como Michoacán. La Hacienda de Cuyamaloya había sido dotada de maquinaria nueva por la administración norteamericana que desde 1906 había adquirido las minas, sin embargo, la Revolución Mexicana e invasiones y afectaciones a la hacienda, ocasionaron que la propiedad se vendiera en 1932 (AHCRDMYP, 1918, 1932). Quien esto escribe, para 1979, con las minas organizadas como una empresa paraestatal, le tocó observar la llegada por ferrocarril de madera procedente de Canadá destinada a piezas muy especiales como las guías de los elevadores en los tiros o en los sistemas de frenos de los malacates.

En las anteriores líneas se expuso el caso del distrito Pachuca Real del Monte en los siglos pasados en cuanto a la incidencia de la actividad minera a sus bosques. Podría pensarse que los mismos cambios tecnológicos y disposiciones gubernamentales, permitieron detener el arrasamiento de las zonas boscosas, así como unir esfuerzos para reforestar y las condiciones climáticas propicias que hoy nos permiten seguir contando con una importante superficie forestal. Para nuestro momento presente es importante el reflexionar sobre esa experiencia, de modo que ante nuevas amenazas que aparecen, se puedan impulsar acciones remediales que reviertan los daños ambientales antes de que sea demasiado tarde.

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Vista comparativa en donde al fondo de la población de Real del Monte se aprecia el contorno deforestado del cerro de El Hiloche, actualmente su cubierta forestal se ha recuperado.


Bibliografía


Almaraz, Ramón (director) (1993), Memoria de los trabajos ejecutados por la Comisión Científica de Pachuca en el año de 1864, edición, estudio preliminar, notas y apéndices Víctor M. Ballesteros García (coord.) edición facsimilar de la Universidad Autónoma de Hidalgo, Pachuca, .

AHCRDMYP (Archivo Histórico de la Compañía de Real del Monte y Pachuca), 1883, 1893, Fondo Siglo XIX, Ferrocarriles, registrador 3, FC Hidalgo y Nordeste, junio 9, 1883, abril 1, 1893.

————— (1886), Fondo Siglo XIX, expediente Cuyamaloya, f. 446, agosto 25.

————— (1918), Fondo Norteamericano, vol. 135, exp. 15, f. 116, diciembre.

Jiménez Osorio, Luis (1978), Apuntes para una Monografía de Real del Monte, edición del autor, Pachuca.

Morral, Facundo Jimeno, Emilio Molera P. (1988), Metalurgia general, Barcelona, Reverté.

Ordoñez, Ezequiel y Manuel Rangel (1899), El Real del Monte, México, Instituto Geológico, Boletín 12.

POEH, Periódico Oficial del Estado de Hidalgo (abril 1 de 1898).

Quezada Islas, Enrique (2010), “Municipio de Real del Monte, Hidalgo”, en Monografías de municipios hidalguenses, Pachuca, t. III, Colección Bicentenario, núm. 18, pp. 3-75

Rivera Cambas, Manuel (1981), México pintoresco, artístico y monumental, edición facsimilar, México, Editorial del Valle de México, t. III.