María del Rosario Ramírez Morales
CIESAS Occidente
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Foto 1. El altar de Roxana. Rosario Ramírez. CDMX. Julio de 2019
El abordaje del fenómeno religioso se ha distinguido por tomar como una de sus piezas clave a las instituciones, su funcionamiento, su influencia y presencia en la vida social. Pero analizar las prácticas religiosas de cerca, desde la biografía de quienes las llevan a cabo, desde quienes las viven, las mantienen, las transforman o las encarnan —incluso más allá de una afiliación religiosa institucional—, nos lleva a ajustar la mirada tanto teórica como metodológicamente.
La perspectiva de la religiosidad vivida implica, en primer lugar, dar un giro a las formas de observar y analizar los fenómenos para ir de una perspectiva macro hacia los espacios íntimos, hacia las emociones y los sentidos más profundos que surgen de los sujetos y de la manera en la que ellos y ellas entretejen, crean, resignifican y eligen entre los diversos repertorios –de objetos y de referentes sagrados– a los que tienen acceso o les hacen sentido de acuerdo con sus experiencias de vida.
Hablar de religiosidad vivida y poner en el centro al sujeto y sus experiencias, trae consigo el cuestionamiento de conceptos dominantes, como la propia religión, la espiritualidad, lo sagrado, lo profano, lo público y lo privado. Porque estos conceptos, que suelen tener una delimitación más o menos clara desde la teoría, resultan difusos al momento de vivirlos o narrarlos. Asomarse a las prácticas cotidianas de las personas en el aspecto religioso es abrir la puerta a un universo de significaciones y prácticas múltiples y cambiantes que parecieran no caber en ninguna clasificación debido a su diversidad de referentes y lógicas de articulación.
En la experiencia con lo sagrado y lo trascendente las vivencias y las experiencias suelen ser singulares: si bien hay elementos, marcos y espacios que se comparten con otros, la experiencia, las emociones y el apego que se genera frente a lo divino son tan íntimos e individuales que son capaces de transformar la vida entera de quien las experimenta. Ejemplo de ello es el caso de Roxana,[1] interlocutora con la cual construí conjuntamente mi contribución al proyecto “Religión y sociedad en México. Recomposiciones desde la experiencia y el sentido practicado”. Al ser una interlocutora con la que había colaborado en proyectos previos (Ramírez, 2017; y Ramírez, 2020) y con quien existe una relación cercana más allá de los fines académicos, el ejercicio de confianza y cercanía era una cuestión ya construida; sin embargo, esto me reveló lo importante que es generar confianza, seguridad y comunicación con quien es, más que un objeto de estudio, una persona que nos hace parte de sus espacios íntimos, de sus espacios y objetos sagrados, y de su propia historia sobre lo trascendente.
Además del relato biográfico, mismo que le da cuerpo narrativo al acercamiento sobre lo vivido, se encuentra la relación emotiva que se construye con los objetos o altares, y lo que los objetos y su disposición en el espacio íntimo nos dicen de la persona y el momento espiritual en el cual se encuentra o por el cual transita. En el caso de Roxana, sus altares dan cuenta de los sitios y prácticas que ha llevado a cabo a lo largo de su trayectoria de vida, pero también de su transformación como mujer, como ser espiritual, o lo que Fedele y Knibbe (2016: 196) nombran como spiritual practitioner.[2] Al momento de la entrevista, realizada en la Ciudad de México en el verano de 2019, Roxana pasaba por un momento de reestructuración emocional y espiritual debido a que buscaba centrar su práctica y energía en la encarnación de María Magdalena y así llevar a cabo su misión como transmisora de saberes sobre la sexualidad desde una narrativa sagrada. Esto implicaba, entre otras cosas, reestructurar su altar y muchos de los elementos que conservaba para, eventualmente, reflejar en él el poder y la energía de quien se convertiría en su figura central. Un año después, la propia Roxana me compartió la manera en la que se ha transformado su altar como resultado de su reestructuración espiritual y de vida.
Foto 2. El altar de Roxana (hoy). Roxana Aguilar. CDMX. Agosto de 2020
Este ejemplo, siguiendo a Rabbia y Morello (2019: 23), nos muestra cómo los altares son la expresión material un work in progress en las trayectorias de los sujetos y cómo ese estar en tránsito implica la circulación de los objetos entre la tribu espiritual (Ammerman, 2014) y su resignificación para la persona que los posee. Quienes aceptan ser nuestros interlocutores nos abren la puerta a su intimidad y al relato de cómo construyen, transforman, mantienen, y custodian sus espacios y creencias sobre lo sagrado y lo trascendente. Esto, además de ser un acto de confianza, es también un reto para quienes asumimos la tarea de analizar, codificar o caracterizar lo que nos es compartido, ya que en las trayectorias de vida las coherencias y las definiciones responden a una lógica interna que se articula y se hace razonable desde la experiencia de quien las narra.
De ahí que una de las potencialidades de esta perspectiva es, desde mi punto de vista, la reivindicación de la biografía y la forma de enunciar y materializar las experiencias, ya que hay una elección estratégica de relatos y objetos trascendentes donde las relaciones sociales, las emociones, los cuerpos y los objetos se tejen en una narrativa que configura la vivencia de lo espiritual. Siguiendo a Jaivén y Mc Phai (2018), la biografía permite construir un vínculo entre la experiencia personal y el entorno social —en este caso centrado en lo religioso-espiritual—. Es por ello que la mirada biográfica brinda al análisis de la religiosidad y la espiritualidad otra perspectiva de las trayectorias, ya que implica hurgar en la intimidad, identificar lo difuso de los conceptos, y habilitar el abordaje de las experiencias intersubjetivas.
Bibliografía
Ammerman, Nancy (2014), Sacred Stories, Spiritual Tribes: Finding Religion in Everyday Life, Nueva York, Oxford University Press.
Fedele, Anna y Kim Knibbe
(2016), From Angel in the Home to Sacred Prostitute: Unconditional Love and Gender Hierarchies in Contemporary Spirituality, en Lena Genzöe et al. (eds.) Contemporary Encounters in Gender and Religion. European Perspectives, Suiza, Palgrave Macmillan.
Jaiven, Ana Lau y Mc Phail Fanger (2018), Rupturas y continuidades. Historia y biografías de mujeres, México, Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco.
Rabbia Hugo, et al. (cords.) (2019), La religión como experiencia cotidiana: creencias, prácticas y narrativas espirituales en Sudamérica, Rosario, Universidad Católica de Córdova.
Ramírez, María del Rosario (2017), “Lo femenino resignificado: discursos y concepciones de lo femenino desde los círculos de mujeres”, tesis de grado, Doctorado en Ciencias Antropológicas, México, Universidad Autónoma Metropolitana—Iztapalapa.
——–(2020) Mujeres en círculo. Espiritualidad y corporalidad femenina, México, Bonilla Artigas Editores-Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa.
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Roxana Aguilar se define a sí misma como espiritual y como tejedora de círculos de mujeres. Es fundadora de Redes Lunarias, una red desde la cual convoca y dirige círculos de mujeres con diferentes temáticas desde hace más de once años de la mano de otras que comparten su emoción por lo sagrado femenino. Su trabajo personal y colectivo desde estos espacios la ha llevado a conocer y experimentar diversas prácticas que van desde la meditación, los ritos de paso (relacionados con la menstruación, la sexualidad, el embarazo, y la menopausia), la danza de la luna, la psicomagia, el uso ritual de plantas sagradas, y proyectos de conciencia social dirigidos a las mujeres. En el 2008 fue iniciada como sacerdotisa tántrica, y desde entonces acompaña procesos terapéuticos en sexualidad sagrada dirigidos a hombres, mujeres y parejas. Este acompañamiento profesional lo realiza a través de las enseñanzas de María Magdalena. Al momento de la entrevista, Roxana genera ingresos a través de los círculos de mujeres y del acompañamiento en sexualidad sagrada. ↑
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Que refiere al amplio rango de personas asociadas con el New age, el Neopaganismo y algunos “Nuevos movimientos religiosos” y que se identifican como espirituales. Este término remite a la articulación y el ensamblaje propio de diferentes teorías, técnicas y figuras arquetípicas, criticando las formas y normas sobre el creer y practicar establecidas por las grandes religiones. Otra de sus características que estos practicantes hacen de su práctica espiritual su modo de vida. ↑