A. Lilia Hernández
Maestrante en Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) | omlui@hotmail.com
Imagen tomada de Pixabay
Meme sobre la identidad lésbica
¿Y qué implica si no las nombramos, si no decimos que existen o si decimos poco de ellas o simplemente las anulamos de la historia para seguir preservando la imagen de la mujer, ese ángel del hogar, la madre perfecta, la María idolatrada y colocada en un altar. ¿Será que sólo así podemos negar la existencia de las mujeres lesbianas? Porque hablar de ellas implica evidenciar un deseo no normado, un amor que se considera enfermo aún en el siglo XXI, un placer negado y recluido en lo oculto de una habitación que, al intentar salirse de los espacios establecidos, es castigado con burlas o incluso con la muerte. Así, hablar de las mujeres que se asumen como lesbianas es abordar los estereotipos que se fueron formulado desde la perspectiva masculina, la cual responde a una visión heteronormada, basta con ver algunos chistes que circulan por las redes sociales donde se hace evidente que los roles de género están sumamente arraigados en el imaginario social.[1]
El valor de la imagen está centrado en cuestionar la sexualidad y en ella recae la gracia, en marcar la diferencia. Se pone en evidencia que los cuerpos y su apariencia física son determinantes para la forma de relacionarte, el comportamiento de los sujetos se encuentra mediado por los prejuicios que se tienen respecto a lo que implica ser una mujer lesbiana. La relación entre los roles de género está mediada por la creación de un imaginario en torno a las identidades sociales, donde:
El cuerpo es el punto de referencia en torno al cual se construye la subjetividad, la dimensión sexual como campo discursivo privilegiado otorga al cuerpo una carga particular: no hay sujeto que no esté sexuado y no haya adscripto al género, tanto en los casos en que el sujeto reproduce la norma, como en aquellos en los que la contradice.[2]
Así, el cuerpo tiene la facilidad de expresar y reproducir los significados adquiridos, ya sea para reproducir el discurso de un sistema heteronormado o para confrontarlo y enunciar otras perspectivas en torno a los límites corporales. Es la herramienta discursiva con la que se posibilita un diálogo o el inicio de una discusión por no empatizar con las ideologías dominantes. Tal fue el caso de Nancy N, mujer de 24 años que, por celebrar su aniversario en el Debraye, un bar ubicado en el centro de Cuernavaca, fue asesinada por el personal de seguridad. Las primeras notas que circularon en la prensa escrita respecto a lo sucedido enfatizaron la muerte, pero no la causa real: “Tras golpiza por guardia de seguridad de un bar, muere una joven en Cuernavca”;[3] “¡Otra vez El Debraye! Muere mujer de 24 años luego de ser golpeada por guardias de seguridad del bar”.[4]
Si bien se trata de dos periódicos locales que abordan el hecho, la relevancia recae en que el primero tiene mayor circulación y, por lo tanto, mayor alcance y el segundo si bien tiene pocos lectores, fue el único que dio cuenta del nombre completo de la agredida Nancy Guadalupe Vázquez, lo cual evidencia que la importancia de la nota no es visibilizar ni a la persona, ni las razones de su muerte, sino la constancia de las irregularidades y conflictos que se generan en ese lugar, porque La Crónica sólo aborda la noticia de manera breve, sin mayor explicación y justificación respecto a las agresiones. El cómo se diga y quién lo diga es fundamental para que se preste mayor atención a lo que pasa, por ello días después la noticia llegó a la prensa nacional donde se mostró un enfoque distinto: “Nancy celebraba el amor; la mató la homofobia. Ella celebraba relación con su novia; se investiga el caso como feminicidio”.[5] Este último encabezado es el primero de los periódicos que evidencia que la razón que ocasionó la muerte de Nancy, fue el ser lesbiana.
Los rostros de los vigilantes -dicen algunos testigos- dibujaron muecas homofóbicas y cuando las mujeres cruzaron la línea para abandonar el bar les reclamaron la propina del consumo, entonces ellas regresaron y dejaron el extra sobre la mesa y caminaron nuevamente hacia la puerta de salida. Ahí se toparon otra vez con los guardias y cuando Nancy y su novia pasaron junto a ellos, uno de los vigilantes le dio un zape -golpe seco- en la cabeza, mientras el otro guardia impedía el paso de la pareja de Nancy porque, según excusó el guardia, llevaban una bebida en un vaso de vidrio. La joven regresó a vaciar el trago en un recipiente desechable pero cuando buscó a Nancy ya no la encontró en la entrada. Su cuerpo yacía sin sentido, severamente golpeada, en la parte baja del edificio. Los guardias la habían empujado hasta ese lugar para golpearla con tal saña que provocaron su muerte un día después, en el Hospital General José G. Parres de Cuernavaca.[6]
La molestia e incomodidades que dos mujeres enamoradas ocasionaron a sus agresores fue una de las causas que generaron el maltrato hacia ellas, pero la muerte de Nancy es a raíz de cómo luce, de mostrarse distinta a las normas corporales que encasillan al género femenino. Por lo tanto, no es un feminicidio más, se trató de una agresión por lesbofobia, no es homofobia porque con ello ocultamos de manera sutil que se trató de una mujer lesbiana que al visibilizar su amor en público sus acciones fueron cuestionadas y enjuiciadas por aquellos hombres. Ellas no representaban los estereotipos femeninos, no encajaron con los prototipos de lo que implica tener un cuerpo de mujer, pero sí con los finales trágicos de los mundos ficcionales donde son representadas como prostitutas, expresidiarias, mujeres perversas, viudas adineradas o solteras que deben ser castigadas.[7] Sí, porque así es como los personajes lésbicos se formularon y representaron en la narrativa mexicana, se creó una visibilidad de ellos, pero desde la voz de varones donde el placer lésbico respondía al deseo masculino y donde la historia concluía con la muerte o desdicha de esos personajes. De modo que los discursos creados a partir de la literatura del siglo XX formularon una imagen errada y negativa del lesbianismo, la cual se fractura con la aparición de escritoras a finales de mil novecientos ochenta, que se asumieron como lesbianas y plantearon a través de sus novelas y cuentos nuevas propuestas en torno a la identidad lésbica.
Pero Nancy no fue una mujer de papel, ni estaba dentro de los estereotipos negativos del personaje lésbico, fue una mujer del siglo XXI asesinada por ser lesbiana, por los besos o las caricias en un espacio público, por amar a un ser con un cuerpo igual al suyo, por no asumir y representar una identidad obligatoria. Ella que vivía en una sociedad con mayor libertad de expresión, donde su sexualidad no es un delito ni una enfermedad y donde no hay necesidad de ocultarse terminó muerta. ¿Acaso las mujeres lesbianas deben esconderse y recluirse en lugares tan alejados como les sea posible para poder vivir su sexualidad sin ser agredidas y exponer su vida? Pienso en el caso de Elisa y Marcela, una película basada en hechos reales donde en 1901 ellas pasaron una serie de peripecias para poder salvarse no sólo de la cárcel, también de la muerte al descubrirse que se trataba de mujeres lesbianas que por medio de engaños lograron casarse por la Iglesia. Al final la solución fue alejarse de toda civilización y sólo así pudieron vivir su amor sin peligro alguno, pero se trata de una historia que sucedió hace poco más de un siglo y, sin embargo, la cercanía con la realidad actual que viven las mujeres lesbianas no está tan distante.
Otro ejemplo que visibiliza la violencia contra estas mujeres es el caso de Eloise Stoneborough, una mujer que por su apariencia física ha sido amenazada, agredida e intimidada cuando ha hecho uso de espacios públicos, específicamente los sanitarios asignados al género femenino, ya que visualmente su aspecto físico no corresponde a la imagen establecida de una mujer y eso le ha generado constantes agresiones. Ella menciona “One of the worst times was in art gallery, where a man started screaming that there was ‘a f***** man going into the toilet’ at the top of his voice, and started following me around the gallery I´d left the toilet. I had to tell security so he could be escorted out of the building”.[8]
De nueva cuenta todo versa en el cuerpo y los espacios permitidos para los mismos, la heterosexualidad es quien rige y moldea las relaciones de los sujetos, donde el acercamiento posible y legítimo que se “tiene que” hacer hacia otros debe responder al código establecido por la heteronorma, de no ser así las agresiones se hacen presentes. Porque sujetos como los asesinos de Nancy, el hombre que ofende y persigue a Eloise o todo el poblado que se unió para enjuiciar y lastimar a Elisa y Marcela, se asumen con el derecho de poder violentarlas porque ellos sí reproducen lo establecido por los discursos hegemónicos. Al visibilizarse las mujeres lesbianas generan un rechazo e incomodidad para todo aquel que no acepte una sexualidad distinta a la establecida, ya que sólo es aceptada bajo las sombras, bajo la exclusión por ello: «el rechazo de estas existencias, significa el rechazo de la existencia legítima y pública de los sujetos homosexuales (del lesbianismo especialmente) lo que nos convierte fácilmente en objeto de cualquier injusticia y, en muchas partes del mundo, en víctimas de agresiones o asesinatos».[9]
Así, la discriminación que se hace a las mujeres lesbianas surge no sólo por su condición de ser mujer, sino por asumirse como lesbiana y eso la posiciona en un doble nivel de marginación (mujer/lesbiana). Es importante enmarcar que la conformación de los discursos en torno a los sujetos lésbicos tiene el primer acercamiento en la literatura, de manera que los mundos ficcionales no se encierran solamente en las realidades narradas, sino que generan propuestas identitarias, donde las narraciones responden a las prácticas que se ejercen en un contexto social determinado, lo que permite una movilidad y reconfiguración del discurso en torno a lo que implica ser lesbiana en diferentes momentos de la historia. Así, al analizar personajes que representan la figura lésbica en cualquier texto o película, lo que se analiza no es la verdad absoluta de esos sujetos, sino una posible manera de construir la identidad de la lesbiana dentro de las relaciones de poder existentes.
Por ello cuando escritoras como Rosa María Roffiel, Sara Levi Calderón, Reyna Barrera, Odette Alonso, Artemisa Téllez, por mencionar algunas, desarrollaron relatos desde una postura lésbica y feminista, se crea un acercamiento mayor a ese mundo, estas narrativas propusieron una forma distinta y alejada de la concepción masculina del ser lesbiana y en esa medida articularon un discurso que reivindica la imagen de dicho sujeto.
Tradicionalmente una lesbiana butch es una lesbiana que encarna, social y privadamente, el rol masculino y su aspecto, su indumentaria, su forma de comportarse etcétera. […] Una lesbiana femme es lo contrario: una lesbiana femenina, en contrapunto de la butch. […] Las identidades butch/femme se fijaron en Estados Unidos a partir de los años 20 y continuaron hasta los 60 pero siempre como identidades estrechamente ligadas a la clase obrera.[10]
Las representaciones que menciona Gimeno dan cuenta de cómo dentro de la conformación de las identidades lésbicas se genera una dicotomía que delimita una violencia mayor o menor de acuerdo con el rol que las mujeres puedan asumir. En los tres casos que he mencionado respecto a las agresiones que padecieron estas mujeres, coincide en que ellas asumieron el rol de lo que se describe como una mujer butch, lo que las posiciona en un lugar mucho más vulnerable, porque el hecho de entrar en el campo masculino implica fracturas más complejas de las expectativas que se conforman en torno al cuerpo femenino. Irrumpir con las formas y espacios que se consideran exclusivos de los varones produce una confrontación y cuestionamiento constante al no concebir la idea de un placer femenino a cargo de otra mujer.
Si bien no intento justificar la violencia que se ejerce contra estos estereotipos lésbicos, sí pretendo evidenciar que en ellas las agresiones se plantean como un castigo por apropiarse de todo lo referente al campo de lo masculino, por ello cuando mujeres como Marcela o la novia de Norma, que son las que representarían al estereotipo femme, las agresiones rara vez terminan en muerte o destierro. La diferencia radica en que visualmente no hay manera de evidenciar su sexualidad lésbica, sólo por medio de sus acciones se mostraría que no se trata de mujeres heterosexuales, por lo tanto, quedan mucho más alejadas de padecer agresiones repentinas, porque este estereotipo entra en los fetiches masculinos, en esa doble moral que se maneja y que posibilita su existencia y aceptación si y sólo si, el objetivo es complacer los deseos y perversiones de los hombres.
No se puede ser lesbiana en todas partes. Ser lesbiana es una construcción social que se realiza al interior de los marcos sociales que determinan la posición de los actores, que orientan sus representaciones y actos. No todas dicen qué son; el reconocimiento también depende de la seguridad que ofrezca su entorno. Por eso, hay quienes prefieren la clandestinidad.[11]
Así es, las identidades son constructos sociales, donde cada identidad mantiene una relación de subordinación dependiendo del lugar en el que se posicione, sin embargo, las mujeres generalmente se encuentran en constante análisis de los espacios para poder transitar con seguridad, la clandestinidad entonces no se debe ver como una forma de invisibilidad, sino como un mecanismo de defensa que resguarda a las mujeres lesbianas, porque a pesar de las normas legales que las pueden respaldar, las agresiones son una constante en la cotidianidad de los mundos lésbicos. Porque una mujer lesbiana puede ocultar su identidad para escapar de la discriminación, sin embargo, es una decisión no una imposición del otro que anula su existencia.
La muerte de Nancy, el destierro de Elisa y Marcela, las agresiones de Eloise son apenas un bosquejo de lo que sucede en torno a las identidades lésbicas, la visibilidad de la existencia lesbiana consiste en evidenciar justamente la cotidianidad de estos sujetos, evidenciar que son tan normales como otras mujeres u hombres, pero que sólo a ellas se les cuestiona, descalifica y violenta por las decisiones respecto a su cuerpo y forma de amar. La mujer lesbiana cuando no es un fetiche es inexistente, por lo que confrontarse con los miedos de amar en público es una lucha constante para consolidar y legitimar su existencia. Porque aparentemente ellas viven sólo en el campo de lo imaginario, en la nota roja o en los chistes que cuestionan la sexualidad.
Bibliografía
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Gimeno, Beatriz (2005), Historia y análisis político del lesbianismo. La liberación de una generación, Barcelona, Gedisa,
Miranda, Justino (2019), “Nancy celebraba el amor; la mató la homofobia. Ella celebraba relación con su novia; se investiga el caso como feminicidio”, en El universal, México, 20 de diciembre.
Mogrovejo, Norma (2004), Teoría lésbica, participación política y literatura, México, Universidad de la Ciudad de México.
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Kozak Rovero, Gisela (2011), “Estudio de las representaciones del sujeto mujer lesbiana”, en María Elene Olivera (coord.), Mujeres diversas. Miradas feministas, México, Editorial Grupo Destiempos.
- La imagen fue tomada del instagram de Artemisa Téllez. http://www.instagram.com/p/CJ82AUhjSjx/?igshid=1kj5c2a48prul Cabe mencionar que hacer mofa sobre la sexualidad es una constante en lo referente a temas cómicos y así como se muestra la imagen antes citada, existe una variante diversa en las redes sociales donde la homosexualidad tanto masculina como femenina es un tema recurrente como herramienta para generar risa, lo que no sucede con la heterosexualidad. ↑
- Sabsay, Leticia (2011), Fronteras sexuales. Espacio urbano, cuerpos y ciudadanía, Buenos Aires, Paidós, , , p. 107. ↑
- Haldama, “Tras golpiza por guardia de seguridad de un bar, muere una joven en Cuernavca”, en Diario de Morelos, Morelos, 10 de diciembre del 2019.https://www.diariodemorelos.com/noticias/tras-golpiza-por-guardia-de-seguridad-de-un-bar-muere-una-joven-en-cuernavaca ↑
- Redacción, “¡Otra vez El Debraye! Muere mujer de 24 años luego de ser golpeada por guardias de seguridad del bar”, en La Crónica, Morelos, 10 de diciembre del 2019, Suplemento policiaco y justicia. https://www.guillermocinta.com/noticias-morelos/otra-vez-el-debraye-muere-mujer-de-24-anos-luego-de-ser-golpeada-por-guardias-de-seguridad-del-bar/ ↑
- Miranda, Justino (2019), “Nancy celebraba el amor; la mató la homofobia. Ella celebraba relación con su novia; se investiga el caso como feminicidio”, en El universal, México, 20 de diciembre. https://www.eluniversal.com.mx/estados/nancy-celebraba-el-amor-la-mato-la-homofobia ↑
- Ibíd. ↑
- Hernández, Ana Lilia (2019), “Evolución del personaje y representación del placer lésbico en la narrativa mexicana contemporánea. Espejo de tres cuerpos de Odette Alonso”, tesis, Universidad Autónoma del Estado de Morelos, Impreso. Aquí se puede ver un análisis mayor de cómo se desarrolla el personaje lésbico. ↑
- Jasmine Andersson, “Butch lesbian opens up about ‘increasing harassment’ she faces when she uses public toilets”, en Inews UK, Londres, 19 de enero del 2021.https://inews.co.uk/news/uk/butch-lesbian-public-toilet-women-abuse-government-review-gender-neutral-facilities-833787 ↑
- Gisela Kozak Rovero (2011), “Estudio de las representaciones del sujeto mujer lesbiana”, en María Elene Olivera (coord.), Mujeres diversas. Miradas feministas, México, Editorial Grupo Destiempos, , p. 170. ↑
- Gimeno, Beatriz (2005), Historia y análisis político del lesbianismo. La liberación de una generación, Barcelona, Gedisa, p. 265. ↑
-
Mogrovejo, Norma (2004), Teoría lésbica, participación política y literatura, México, Universidad de la Ciudad de México, p. 108. ↑