J. Antonio Carrera Pérez
Muchas veces escuché
decir al hombre blanco:
Este Yanga cimarrón
es todo un bandolero.
¿Bandolero yo?
Qué mentira tan enorme,
¿quién robó a quién?
¿quién enlodó mi nombre?
¡Tú fuiste por mí!
allende el mar
al continente africano
No llegaste a pedir favor
¡llegaste buscando negros!
Como leones enjaulados
fuimos hechos prisioneros.
Maltratados y humillados,
encadenados y golpeados
despojados de mi tierra,
sin padres, hijos ni hermanos
Tuve que ver sufrir
también a mis hermanas.
Muchas cayeron pisoteadas
por ser negras africanas.
Sin paga ni cobijo,
trabajando de sol a sol
bajo un frío invernal
o un calor abrasador.
¿Cuál clemencia ni piedad, siendo yo un prisionero?
¡Hoy libre soy y
me llamas bandolero!
Tu Dios me condena
por hacer este camino,
¡negro maldito soy!
¡y tú!… hermoso blanco divino.
¡¡Basta ya!!
¡No soy bandolero!
Y si por comer me muero
¡¡siempre libre!!
¡nunca prisionero!
(al príncipe Yanga, siempre victorioso)
Agosto del 2009