Arte mazateco contemporáneo

Citlali Rodríguez Venegas[1] y Maura Vázquez Vargas[2]



Sergio Nieto

Asunción Alvarado

Chipahuac Ramírez

Zeltzin Nieto Mata

René Alvarado Martínez

Michael Mendez Miranda

Filogonio García

Andrés Martínez García

Filogonio Naxín

El aprendizaje de la lengua mazateca fue el punto de encuentro entre las dos autoras de estos textos. Fuimos parte del curso piloto de enseñanza de lengua mazateca diseñado por la antropóloga Verónica Martínez Pulido, originaria de El Mirador (Santa María Chilchotla), quien en aquel entonces trabajaba en el Instituto Nacional de las Lenguas Indígenas (INALI). Un instituto creado en 2003 con la Ley General de los Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas de México que hoy se encuentra bajo amenaza de desaparecer por la administración de la Cuarta Transformación.[3] En ese espacio, un oasis para nuestro campo de conocimiento dentro de las materias que ofrecía el Posgrado en Estudios Mesoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) entre los años 2015 y 2018, se nos abrió un campo de relaciones académicas, de amistad, de colaboración y de aprendizajes.[4]

A través de los años, en los recorridos marcados por nuestras investigaciones académicas y nuestro trabajo en grupos y colectivos vinculados a la historia, la memoria, la cultura y la lengua mazateca, hemos conocido a diversos pintores con quienes compartimos trabajo, amistad y colaboración. Por ello, como parte de todo lo que nos une a través del hilo de muchas hebras que es “lo mazateco” –su diversidad cultural, su ontología, su filosofía, su territorio, su conocimiento y, ahora más que nunca, su arte–, nos es muy grato presentar la vida, el trabajo y el conocimiento de nueve artistas[5] que comparten raíces mazatecas y cuyas trayectorias, guías y producciones coinciden en puntos nodales: el apoyo de sus familias; la migración, el arraigo a sus pueblos natales; el trabajo colectivo y comunitario, las preocupaciones sociales, humanas, culturales, por el mundo y por el medio ambiente; y las reflexiones sobre la identidad.

Nuestro objetivo es aportar a la difusión del arte mazateco a través de algunos de sus artistas, quienes, como se podrá apreciar, comparten raíces con otros pueblos en Puebla, en Hidalgo, en la Huasteca veracruzana, y están atravesados por otras lenguas, ontologías y culturas como la nahua y la mixe. También es notable la diversidad de sus orígenes, desde los municipios en la Sierra Mazateca –abarca la zona alta e intermedia de la Región Mazateca en el norte del estado de Oaxaca y la parte sur de Puebla–, como Eloxochitlán de Flores Magón, Santa María Chilchotla, Mazatlán Villa de Flores, San José Tenango y Huautla de Jiménez, hasta sus trayectorias entre pueblos y ciudades; lugares en donde han dejado huella a través de su trabajo y la construcción de sus propias familias. Importante de mencionar es que la mayoría de los artistas son autodidactas y multidisciplinarios: músicos, escritores, escultores, entre otros. Algunos han enfrentado una doble disciriminación en las ciudades, al ser etiquetados como “indígenas” y en sus pueblos, por haber salido de ahí, por trabajar fuera, desarrollarse y tener éxito. Sus producciones artísticas coinciden en transmitir un mensaje, provocar en el espectador un cambio y tener una incidencia, ya sea desde un llamado a la conciencia de conexión con todos los seres vivos, a la conciencia de un mejor mundo, a una mejor humanidad o como denuncia contra la violencia de nuestros sistemas sociales, las desigualdades y las injusticias de los gobiernos.

Este trabajo, conformado por textos fundamentados en entrevistas telefónicas y presenciales, no buscó interpretar ni definir qué es el arte mazateco contemporáneo, sino dar primacía a las experiencias y conocimientos de la y los artistas, es decir, que a través de su palabra compartida se revelara a sí mismo. También es nuestra pequeña aportación al gran trabajo que están realizando en el Colectivo de Pintores Mazatecos,[6] al cual pertenecen la mayoría y cuyo fruto más reciente fue la instauración de la primera Galería de Arte Nd’ia Xí’inde Casa Adobe en la ciudad mazateca de Huautla de Jiménez, Oaxaca (diciembre 2021).

Siguiendo a René Alvarado, es necesario que la lengua y el arte mazateco sean parte de la cultura universal, pues se han mantenido ocultos: “lo mazateco es parte de este mundo y aquí estamos”, menciona. Esto mismo recalca Filogonio Naxín en su exposición ¡Tetskúnji! ¡Aquí estamos vivos! (Museo de las Culturas del Mundo, Centro Histórico enero 2021-febrero 2022). Por su parte, Sergio Nieto menciona que la cultura mazateca es parte de la humanidad, por ello es digna de reconocimiento, sin que esto signifique su posición por encima de otras culturas ni una esencialización purista o folklorizante. Sin duda alguna, la cultura, la filosofía y la ontología mazateca están en cada una de las personas que las vive y las encarna. Por ello, la cultura mazateca, como coinciden varios de los artistas, no sólo se encuentra en la Sierra Mazateca, está presente en todo lugar en donde haya una persona que se reconozca con estas raíces y guíe su vida a través de ellas.

Como explica Asunción Alvarado, el arte hace visible lo invisible, por ello es como una vela que alumbra la oscuridad y con su luz hace que el espacio tenga color. Siguiendo su pensamiento, esperamos que estos textos ayuden a difundir la luz de esta gran vela llamada Arte Mazateco y con ello sea reconocida su aportación a las culturas del mundo y a las distintas humanidades. Que el mundo se empape de los colores de la diversidad que conforman a la cultura mazateca.

 

La rebeldía y la visión de un mundo nuevo: el artista chamán, Carrizo Trueno[7]

Con raíces en Puebla, en la Sierra Mazateca y una vida de casi 40 años en la Ciudad de México, Sergio Nieto muestra que la diversidad, la integración y la fusión son la principal fuerza enriquecedora de las culturas y las sociedades. Su abuelo paterno fue un güero zapatista que llegó a la Sierra Mazateca durante la Revolución. Allí se casó con una mujer mazateca de Ngi[8] (“lugar bajo lo esponjoso”), San Antonio Eloxochitlán, con quien aprendió mazateco y formó una familia: “hablaba al revés, pero aprendió”, menciona. El apoyo de su padre fue fundamental para su desarrollo artístico. Gracias a sus contactos pudo estudiar un año en la Academia de Artes en Puebla y, una vez en la Ciudad de México, su padre lo vinculó con un amigo que le dio trabajo en la Asociación Nacional de Actores (ANDA). Fue este un lugar de gran aprendizaje donde se desarrolló en dibujo, óleo, impresión con técnica china y construcción de escenografías.

En el corazón de la ciudad se encontró con jóvenes de barrio influenciados por el movimiento psicodélico mexicano de la Onda y los movimientos contraculturales; gente de lucha y un ambiente de camaradería que lo conectaron profundamente con la ciudad. Sergio Nieto vivió de cerca la represión priista de los años setenta contra los movimientos y los pensamientos libertarios influenciados por el marxismo, el socialismo y el comunismo. Conoció a cantautores de canción de protesta como José de Molina y se enriqueció de los espacios culturales donde hablaban de filosofías de la libertad. Estas experiencias se unieron al acercamiento que tuvo con la figura de Ricardo Flores Magón durante su niñez y a la historia de su pueblo, que en 1966 cambió su nombre a Eloxochitlán de Flores Magón, en reconocimiento al nacimiento de estos luchadores anarquistas en este rincón de la Sierra Mazateca.

La producción artística de Carrizo Trueno, nombre que le otorgó su bisabuelo materno a quien llamaban Tlacuache Hambriento (de conocimientos), está atravesada por las experiencias de vida, las propias, las narradas y las observadas; por la forma de vida enseñada por sus abuelos, de reconocimiento y respeto a la existencia de las energías y fuerzas de la tierra cuya manifestación son los chikones (dueños); por la mitología y las leyendas locales; por la filosofía y la cosmovisión mazateca que entretejió con la vida en la ciudad; y por la rebeldía contra el sistema que rige el mundo. En su trabajo retrata la vida de la gente de la sierra, en la cual el sufrimiento es una constante por las carencias: “este es un mundo de mucho peligro y de mucho sufrimiento… es un mundo de caos, cruel y de sacrificio”, afirma el pintor. En contraposición, su búsqueda pictórica está en la armonía y en la libertad intelectual, espiritual y material: “un mundo nuevo para el ser humano por medio del arte”. De acuerdo con Sergio Nieto, el arte es un vínculo espiritual a través del cual se manifiesta Dios, es sensibilidad ante el mundo. Por ello considera que los artistas son como chamanes pues son especialistas en el manejo de la energía creadora.

Desde 1997 vive en Ngixó, lugar del que nunca se desvinculó. Regresaba por lo menos dos veces al año a realizar trabajo cultural: exposiciones y talleres artísticos, principalmente. Para Carrizo Trueno el anarquismo es solidaridad, autonomía, y su primer terreno está en la familia. La lucha por la libertad no sólo está en las armas sino en el pensamiento. En congruencia con esta perspectiva su búsqueda no es personal sino colectiva, siempre para los otros. Combate todo intento de folklorización y esencialización purista de la cultura mazateca y actualmente forma parte del Colectivo de Pintores Mazatecos.

Retrato de Sergio Nieto, Carrizo Trueno. Foto: Zeltzin Nieto Mata.


Naxinandá t’sen / Pueblo rebelde (2014).
óleo / tela
Foto: Citlali Rodríguez Venegas


Nga tijnchiñe / La espera (s/a)
óleo/ tela
Foto: Citlali Rodríguez Venegas


 

En busca de la belleza, el Arte Cósmico de Asunción Alvarado Martínez[9]

Asunción Alvarado lleva su raíz mazateca a donde va y siembra semillas de colores a su paso. Nacido en Na̱jnga («Madre Alada») –San Andrés Hidalgo (Huautla de Jiménez, Oaxaca)–, su decisión por dedicarse a la pintura fue un compromiso personal con aportar a su pueblo. Durante sus estudios de secundaria representó a la región Cañada en concursos de pintura. Paulatinamente y de manera autodidacta, guiado por su intuición y su afilada observación, piedra angular de su forma de aprendizaje, fue perfeccionando su trabajo.

Dejar su pueblo natal, significó dar un salto a lo desconocido. Radicó fugazmente en la Ciudad de México, en donde la exposición de El Greco en el Museo Nacional de Bellas Artes lo marcó profundamente. Se estableció en Tecamachalco, “en la quijada de piedra”, ciudad amurallada por cerros; donde tuvo su primera experiencia de trabajo colectivo en la Asociación de pintores Juan Gerson y un desarrollo prolífico en obra muralista. A través de su trabajo y de su familia, construyó las raíces que lo anclaron a esa ciudad y a los pueblos de la región poblana llamada Valle de Serdán.

De acuerdo con Asunción, pintar involucra conocer al pueblo −sus raíces, su historia, sus habitantes y sus costumbres−, así como todo lo que acontece local, nacional e internacionalmente. En su trabajo se encuentran fusionados Tecamachalco y la Sierra Mazateca; mas su aporte no es únicamente pictórico, también es cultural. El pintor trabaja para la gente a través de eventos, talleres y exposiciones que gestiona en diferentes comunidades en Puebla y la Sierra Mazateca. Actualmente su atención está enfocada en esta última, pues después de más de una década radicando en Tecamachalco ha regresado a vivir bajo el cobijo de Na̱jnga. Aquí su trabajo individual y colectivo, compartido con su hermano René Alvarado –a quien describe como una fuerza aliada– han dado un importante fruto: la instauración de la primera Galería de Arte en la Sierra Mazateca Nd’ia Xí’inde, Casa Adobe.

Asunción se describe como un hombre conectado con la vida, con todo lo que existe, tanto en lo cotidiano como en la vida del sueño. Ésta, explica, no está en el acto de dormir, sino en otro estado del ser que vive en planos distintos “desde que uno nace hasta que muere” y que no es visible a la mirada común; como el mundo de los chikones, entidades dueñas del territorio y sus existentes: ríos, plantas, animales, montañas, vientos, cuevas, sótanos, entre otros. La búsqueda artística de Asunción está en la belleza, un fin inalcanzable que lo mantiene produciendo; en ser medio para otros, es decir, “una brecha para que muchos puedan caminar”; en externar su preocupación por el mundo y abogar por mayor conciencia y humanidad; en transformarse constantemente, ser y hacer diferente, pero sin perderse a sí mismo; y en una congruencia que articula su vida personal, familiar, laboral y social.

Con su mirada enfocada en el micro y en el macro cosmos, en lo pequeño y en lo infinito, las líneas que guían su producción artística, la cual define como Arte Cósmico, son evidentes en las diferentes formas en las que representa a las aves. Con espirales en el corazón aluden a la expansión de la conciencia, al nacimiento u origen, mientras que otras a la libertad y a la transformación. Para este artista su raíz no está solo en la cultura mazateca, sino en el principio mismo de la existencia: “la raíz está en el origen de la vida, en la chispa de luz creadora”.

FB: @Asunción Alvarado

Retrato de Asunción Alvarado. Foto: cortesía del artista.


Título: Los que brotan solos (2018)
Acrílico / tela
Foto: cortesía del artista


Título: Sueños en la montaña (2021)
Mixta / lino
Foto: Elías García Mendez


Título: El tlacuache y el fuego (2021)
Mixta / tela
Foto: Elías García Mendez


 

El pasado en el presente, la hibridación en el arte de José Luis Nía Jmá Chipahuac Ramírez Martínez[10]

Nía Jmá Chipahuac es un artista multifacético que nació en Nezahualcóyotl, Estado de México, pero cuyo hogar de crianza se encuentra en la mazateca oaxaqueña. Se describe como un ser híbrido, pues en él confluyen la raíz mazateca de su padre, proveniente de ‘Nde Tsomí «Mina de Arena» (San José Tenango), en donde Nía Jmá C creció, y la raíz nahua de su madre, originaria de la huasteca hidalguense. Como su nombre artístico lo dice, se identifica como un “perro negro blanco” dinámico, andariego e inquieto, con ganas de experimentar y aprender diferentes formas de arte y de expresión. Su objetivo es traer sus raíces y antepasados a la vida contemporánea, innovando y construyendo lo que denomina un estilo neomazateco.

Entre el repertorio creativo del artista se encuentran el dibujo y la música desde temprana edad. Durante su juventud se acercó a la fotografía documental como aficionado, camino que lo llevó a formarse en la ciudad de Puebla como diseñador gráfico e ilustrador digital, donde se introdujo en el aprendizaje audiovisual, disciplina que pretende seguir desarrollando. A partir de un encuentro artístico con los maestros Asunción y René Alvarado en Tecamachalco (Puebla) incursionó en la pintura, en donde encontró un espacio para plasmar las historias y vivencias de sus tíos y tías en la mazateca, así como sus sueños y experiencias en consultas con sabios o Chjo̱ta̱chji̱ne, sus rezos y su comunicación con los santos y otras deidades. En los últimos años incursionó en el tatuaje, arte que ha ocupado gran parte de su tiempo y que le ha abierto un espacio en la ciudad de Tehuacán al lado de otros colegas poblanos.

Su producción visual, diversa y ecléctica, al igual que su persona, mantiene una esencia que la caracteriza: su búsqueda por el movimiento, a pesar de retratar escenas fijas, y su interés por contar una historia. En sus obras son recurrentes los huehuentones, danzantes característicos de la Sꞌúikꞌien (fiesta de Todos Santos), que prestan sus cuerpos para que los muertos bailen, canten y coman y que encuentran su igual en la huasteca, los huehues o abuelitos, quienes también se visten con ropas y máscaras para transformarse en ancestros. El artista menciona que actualmente tiene la tarea de introducirse más a su raíz huasteca para que la fusión de sus dos etnias de origen esté mejor integrada y se vea reflejado en su trabajo.

FB: @Sr.NiaJmaC
Instagram: @sr_niajmac

Autorretrato de Nía Jmá C. Foto: Nía Jmá C.


Ntje̱le̱ xè tondsi̱n  / La siembra del hombre colibrí (2021)
Acrílico
Foto: Nía Jmá C

Je xè nise xi kotsen yeje / El hombre pájaro que lo ve todo (2021)
Acrílico sobre loneta
Foto: Nía Jmá C


 

Las transformaciones de la nahual, el arte diverso y múltiple de Zeltzin Nieto Mata[11]

A las raíces huasteca y mazateca de Zeltzin Nieto, se suma la identidad xochimilca. Creció en el «lugar de la milpa de flores», en donde pasó su infancia dibujando paisajes, personas y plantas, aprendiendo a bordar y a tejer de la mano de su madre. Su tenacidad por estudiar artes visuales la llevó a la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES-UNAM) en Morelia (Michoacán), ciudad en donde vivió seis años. Fue aquí donde se encontró con reflexiones sobre los feminismos que convergieron con sus cuestionamientos sobre su identidad, especialmente desde su condición de mujer. También fue en este lugar donde se percató de que los talleres de gráfica eran un espacio dominado por los hombres, su trabajo era minimizado y los temas que iluminaba, aunque actualmente ampliamente discutidos y en pugna, resultaban incómodos.

Su forma de expresión artística es multifacética: a través del dibujo, la ilustración, la acuarela, la gráfica (xilografía, linóleo y serigrafía), la cerámica, la confección de ropa (bordado libre, telar de cintura, tintes naturales y ecoprint), la música o haciendo performance; la apuesta de Zeltzin Nieto es por la diversificación. Su quehacer artístico multidisciplinario es una lucha contra la especialización, el individualismo, la unificación a la que nos somete la sociedad moderna y un retorno a los tiempos antiguos “cuando todos sabían de todo porque era una necesidad de vida”, como refiere la artista. Contra cualquier etiqueta definitoria que busca darle fijeza, su trabajo artístico se distingue por la transformación, lo quimérico e incluso, lo opuesto y complementario, por ello su nombre artístico es Zeltzin Nahual. Su posición hacia el arte es la apertura, que se manifiesta en la integración de técnicas, disciplinas, formas y estilos, y en la sensibilidad que permite percibir lo invisible, como aquellas entidades no humanas con las que coexistimos.

La conexión con el pueblo natal de su padre, Eloxochitlán de Flores Magón o Ngixó (bajo lo esponjoso) ocurrió a través de la Sꞌúikꞌien, la fiesta de Todos Santos, el mayor festejo de los mazatecos. Aun cuando desde pequeña había visitado Ngixó y había vivido provisionalmente ahí, fue la música, la danza de los chà xoꞌ (hombres del ombligo), la energía del pueblo en la fiesta y el reconocimiento de la vida en las montañas –que experimentó en la visita nocturna a los hogares más recónditos, alegres anfitriones de los ombligudos–, lo que la vinculó con mayor profundidad a este territorio mazateco, a esa cultura y raíz.

A través de su producción artística, Zeltzin Nahual busca transmitir siempre un mensaje, incidir socialmente señalando y cuestionando las condiciones e injusticias sociales, políticas y ambientales. Busca impactar a quien observa, que se identifique, se preocupe y se cuestione; su propósito es introducir la semilla de la reflexión. Ser espejo para los otros y a la vez reflejarse y encontrarse a sí misma en ellos. Sus temas centrales son las mujeres, desde los feminismos y los feminicidios; las plantas, que son parte del corazón de los territorios donde ha vivido y que la constituyen; además de la identidad, en donde confluyen los temas anteriores y las raíces indígenas de su madre y su padre. El arte es la forma que ha encontrado para hacer catarsis, externar sus emociones, sus frustraciones, su enojo, metabolizar las situaciones y también para salvarse a sí misma. Sus miras están puestas en ir más allá de ella y trabajar en colectivo.

FB: @Zeltzin Nieto / @Zeltzin Nahual, diseño, confección y textil

Instagram: @zeltzin.nahual

Retrato de Zeltzin Nieto Mata. Foto: cortesía de la artista.


Obra 1:  «Apariciones III» (s/a)
Stencil sobre manta
Foto: cortesía de la artista

Obra 2: «Marrubio, serie Cihua pajtli» (2017)
Cerámica de alta temperatura
Foto: cortesía de la artista

Obra 3: «Vestido Cempazuchitl» (2021)
Confeccionado en algodón teñido con cempazúchitl y estampado con impresión botánica
Foto: cortesía de la artista


 

Mirar hacia adentro y hacia afuera, el Arte Visionario de René Alvarado Martínez[12]

Originario del pueblo Na̱jnga, «Madre Alada» (San Andrés Hidalgo, Huautla), donde el cuerpo petrificado de un águila gigante dio forma a las montañas, René Alvarado ha hecho de la pintura la principal obra de su vida. Su migración a la ciudad de Tecamachalco (Puebla) desde hace más de veinte años, significó una fuerza impulsora que lo conectó de manera profunda con sus raíces, su cultura y su tierra. Si bien, su inquietud y sus primeras experiencias con el dibujo provienen de su infancia en la Sierra Mazateca, es lejos de ella donde comenzó a trabajar de manera exclusiva en el arte.

Su producción artística es una búsqueda espiritual que retrata la conexión que los seres humanos en su cuesta abajo arrastrados por la modernidad han perdido con lo divino, con la naturaleza, con el entorno y con su interior. Sus obras son un llamado a mantener esta doble mirada, interna y externa; a una existencia consciente de la imbricación y la afectación mutua de todos los seres, con una responsabilidad de cuidarnos unos a otros. Sus temas centrales –lo sagrado, lo místico y el trance– provienen de las experiencias oníricas y del viaje espiritual que permiten los hongos sagrados (género Psilocybe) que, junto con la lengua, el artista considera que son la raíz de la cultura mazateca. Gusta de trabajar con materiales de la tierra, pigmentos naturales y arcillas que dan textura a sus lienzos. Los espirales, las aves, los ojos, las estrellas, la luna y el sol son algunos de los elementos recurrentes en su obra, símbolos universales que hablan de una conexión con lo trascendental. La mujer también ocupa un lugar central en su obra, especialmente, las Chjo̱ònchji̱ne̱, mujeres de conocimiento.

La propuesta plástica de René busca representar a la Sierra Mazateca, transmitir el conocimiento de los hongos sagrados, trabajar con la intuición y tocar la consciencia del espectador, sumergiéndolo en un viaje de autorreconocimiento espiritual. Su recorrido artístico ha sido de apoyo mutuo, trabajando de la mano con su hermano Asunción Alvarado, con quien ha impartido talleres, conferencias y ha creado exposiciones en Puebla y Oaxaca, principalmente. Caminar juntos los ha fortalecido en sus propias trayectorias y ha sido una forma de avanzar y abrirse camino en un mundo artístico donde prevalece el individualismo. Ambos forman parte del Colectivo de Pintores Mazatecos que recientemente dio vida a la primera galería de arte en Huautla de Jiménez, Oaxaca.

FB: @Rene Alvarado Martinez | Instagram: @renealvaradoart

Retrato de René Alvarado. Foto: cortesía del artista

«Espíritu de los enteógenos» (2021)
Mixta / MDF
Foto cortesía del artista

«El pastorcito que probó Psilocybe Cubensis en el monte» (2021)
Mixta / loneta
Foto: cortesía del artista

«Ser de luz« (2021)
Mixta / lienzo
Foto: cortesía del artista


 

La práctica de la palabra en el surrealismo mazateco de Michael Méndez Miranda[13]

En las raíces de Michael Méndez están el amor al arte, a los colores, a la experimentación y a la creatividad. Su padre, originario de Plan de la Salida, Huautla de Jiménez (Oaxaca) era un hombre abierto a las relaciones con extranjeros que durante las décadas de 1960 y 1970 acudían a esta ciudad mazateca en busca de hongos psicoactivos. Los acercamientos de Michael al dibujo ocurrieron a través de revistas e historietas que estos extranjeros traían. La vida de este pintor ha estado marcada por la migración, las enseñanzas de sus abuelos y sus experiencias con los hongos sagrados (género Psilocybe).

Apenas desprendiéndose de su infancia, Michael migró a la Ciudad de México con su padre. Siguieron juntos a Estados Unidos, aunque pronto regresaron por la nostalgia y el desconcierto que les provocaba la vida allá. De vuelta en el corazón de México, su padre murió. Fue en el barrio de Tepito donde encontró una extensa familia que lo cuidó y diversos oficios que le permitieron desarrollarse. La trayectoria de vida de este pintor ha sido sumamente dinámica, entre ciudades y pueblos. Actualmente se desenvuelve en Puebla, Oaxaca y la Sierra Mazateca. Radica en Ndáxó (Agua Espumosa, Santa María Chilchotla, Oax.), el pueblo natal de su madre, donde estableció el taller CREARTEMAIZ.

La conexión con sus raíces, con sus ancestros y la cultura mazateca le salvó la vida. “En la ciudad estaba flotando, no estaba atado a nada”, menciona el artista. Sus experiencias con hongos sagrados fueron fundamentales, le mostraron el camino que debía seguir, luego de diversas caídas y descalabros en la violenta y complicada vida citadina. Estos seres le indicaron seguir la forma de vida de los ancianos y sus presupuestos: respeto a los animales, a la naturaleza y a los ancestros. Este respeto implica un trato digno a todo lo vivo y a lo que existió, mesura y cuidado, en donde la práctica de la palabra resulta primordial para pedir permiso, para explicar y para disponer de lo que no le pertenece al hombre. Su abuelo paterno le enseñó que, incluso, esta práctica debía extenderse a su trabajo, a quien debía tratar como una entidad con vida propia.

En su trabajo artístico retrata sus experiencias, su proceso de sanación y su conexión con los hongos sagrados. Convertirse en artista fue un proceso doloroso “si quieres algo bueno tienes que sufrir un poco, el diamante necesita someterse a una gran presión para brillar”, menciona. A través de su producción busca transmitir paz, felicidad y bienestar a los espectadores; alimentar el espíritu de los otros. Sus expresiones van desde la talla de máscaras en piel o madera, escultura con diversos materiales –como fibra de vidrio, cartón, rábanos y hoja de maíz–, vitrales, cerámica, performance y pintura. En esta última define su estilo como surrealismo mazateco –realidad, sueños y ficción–, cuyo sello es el uso de texturas.

FB: @Michael Mendez Miranda | Instagram: @xalajo_art / @diablitopinche / @madrenativaoax

Retrato de Michael Mendez Miranda. Foto: cortesía del artista.

El campo en pandemia (2020)
Mixta
Foto: cortesía del artista

Maíz danzando en el aire (2019)
Mixta
Foto: cortesía del artista


 

Sentir y transportarse a los paisajes plasmados por Filogonio García Calixto[14]

El pintor Fil Calixto es un mazateco migrante en busca de oportunidades en la Ciudad de México que lleva en su mente y corazón los paisajes de su pueblo natal Nandá Xokó o «Agua de Paxtle», Santa María Chilchotla (Oaxaca). Estos paisajes son plasmados en su obra de tal forma que quien los admira logra transportarse a esos rincones de la mazateca, a pesar de no conocerlos físicamente. Su camino en el arte inició durante sus años de secundaria cuando un profesor y amigo suyo lo motivó para entrar en un concurso de tallado de botas. Tras ganar, su veta artística despertó y lo llevó a incursionar en la pintura en lienzos de forma autodidacta. Aprendió observando a los demás y experimentando hasta encontrar las formas que le permitieron manifestarse con mayor plenitud. Su vida en la Ciudad de México ha sido una lucha constante por salir adelante, mantener a su familia y seguir creando artísticamente.

Para Calixto el arte es diversión y sensación. Menciona que cuando se pone a trabajar se pierde y no piensa nada, sólo siente y juega con los colores, las luces, las sombras y las texturas. De un chorro de pintura hace que broten ramas, hojas y bejucos. En ocasiones se pueden encontrar algunos personajes como aves. Para el artista no se trata de simples paisajes, sino de formas abstractas cargadas de emociones.

El esfuerzo de Fil Calixto ha rendido frutos, ha recibido el apoyo de otros artistas citadinos que le abrieron espacios para presentar su trabajo en lugares como el Metro y el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. También ha expuesto junto a otros pintores reconocidos como Francisco Toledo. El acompañamiento de sus colegas ha sido importante para sobrellevar la complicada vida en la ciudad más grande del país, donde ha tenido que enfrentarse a la discriminación y al racismo. A pesar de los altibajos, el artista destaca que la ciudad le ha dado muchas cosas buenas, pues gracias a su trabajo ahí, ha iniciado un proyecto de gran importancia para él: regresar a su tierra natal para pintar frente a los paisajes que embellecen a Agua de Paxtle. Su intención es crear una gran colección de piezas nuevas que expondrá en su casa hacia mediados de 2022, para ello está acondicionando su hogar como una galería que permita acercar su obra a la gente de su pueblo.

FB e Instagram: @FilCalixto

Retrato de Fil Calixto. Foto cortesía del artista.

«Bosque profundo» (2021)
Óleo sobre tela
Foto cortesía del artista

«Raíces» (2020)
Óleo sobre tela
Foto cortesía del artista

«Nopales y flores silvestres» (2021)
Óleo sobre tela
Foto cortesía del artista


 

Los conocimientos de los ancestros en la obra de Andrés Martínez García[15]

En Andrés Martínez encontramos a un joven artista interesado por hacer del arte una herramienta para la recuperación de la lengua y de los conocimientos de los ancestros. Su principal objetivo es que la comunidad mazateca se los reapropie y los detente como parte de la lucha por su autodeterminación. Gran parte de su obra la ha dedicado a la investigación y rescate del calendario mazateco, compuesto por veintenas en las cuales se organizaba el ciclo agrícola. Al recuperar lo que los abuelos sabían sobre la preparación de la tierra, el cuidado de la milpa para una buena cosecha y el agradecimiento por los bienes con los cuales proveía, se ha dado a la tarea de elaborar un códice del y para el pueblo mazateco.

Su producción artística está marcada por un estilo códice que, a manera de estructura o de láminas, se conforma de piezas que además de plasmar paisajes y la conexión con la tierra, también captura a los espíritus protectores y dadores de vida. En su arte es posible apreciar a los Padres y a las Madres, las deidades que rigen los ciclos y que procuran la tierra, los ríos, los montes y las cuevas. Le interesa retratar la fuerza detrás de la milpa, del rayo y de la lluvia, quienes hacen posibles la existencia de alimentos como la calabaza, el chile, el quelite, el maíz, el frijol, y otras tantas especies de semillas y sustentos que son dones de estas deidades para los mazatecos.

Dentro de sus proyectos artísticos se encuentra en desarrollo un mapa parlante conformado con las historias de los ancianos sobre el entorno y los relatos sobre los guardianes y protectores del territorio de Na̱jnga, San Andrés Hidalgo, Huautla de Jiménez (Oaxaca), lugar de origen del artista y donde ha radicado desde hace tiempo. Después de estudiar el bachillerato en su tierra natal, partió a la ciudad de Puebla donde se formó en pintura y restauración. Ahí se empapó de la técnica y estilos de otros pintores que aportaron a su creación artística. Al regresar a su pueblo tuvo la intención de trabajar colectivamente por la comunidad y la tierra, un acercamiento que le permitió hacer sus propios pigmentos, experimentar con los recursos y materiales de la naturaleza que ha incorporado en la producción de su obra.

FB: @CARACOLDELSUR

Retrato de Andrés Martínez. Foto Maura Vázquez Vargas.

Na̱jchà Ngiꞌnde  / Madre tierra (2018)
Acrílico sobre manta
Foto: cortesía del artista

Nꞌai Sà, Nꞌai Tsꞌúí / Padre luna y del crecimiento con Padre sol y de la fiesta (2019)
Acrílico sobre lienzo
Foto cortesía del artista


 

La bestialidad del hombre la obra crítica de Filogonio Naxín[16]

La imaginación que Filogonio Naxín plasmaba en sus dibujos durante su infancia en Mazatlán Villa de Flores, en la mazateca oaxaqueña, se enriqueció hasta llevarlo al trabajo que le caracteriza. Como él mismo se describe, la cultura y la cosmovisión mazateca le son constitutivas a su persona y a su pintura. Enfatiza que antes que el español, su primera lengua es el mazateco o énima “la palabra humilde” y la segunda es el arte. A estas lenguas formadoras de Filogonio Naxín se suma el mixe, hablada por su compañera de vida, Cristal Mora, impulsora de su trabajo e inspiración para varias de sus piezas. Juntos han estado creando otra obra, una familia que habita en la Ciudad de México y que vive del arte. En la crianza de sus hijos surgen reflexiones sobre la lengua materna y buscan brindarles las dos raíces que fluyen en su vida cotidiana y en su trabajo.

Para Filogonio Naxín es importante mantener una constante crítica social en su obra, especialmente hacia lo humano. A través de ella muestra la bestialidad del hombre, “cada quien se transforma en el monstruo que quiere, en la bestia que lleva dentro”, menciona. Los nahuales y los seres fantásticos, aquellos de los que se escucha en la oralidad mazateca, también son característicos de su obra. Como parte de su lucha social y cultural, especialmente como artista de raíces mazatecas con una fuerte presencia en el ámbito cultural de la Ciudad de México, incorpora en su trabajo la lengua mazateca a través de diálogos o expresiones entre los personajes que interactúan en sus piezas o simplemente en los títulos de sus obras. En la escritura del mazateco, confronta a los espectadores que desconocen esta lengua. Los coloca en la posición de incomprensión que suelen ocupar las personas monolingües de alguna de las tantas lenguas indígenas en México en relación con el español.

Su arte es una línea del tiempo, es una forma de registro, pues su producción depende de lo que está pasando en su entorno inmediato, en lo cotidiano, en el país o en el mundo. El pintor menciona que en su producción artística lleva su propio tiempo al momento en el que estamos, al mundo contemporáneo. Es crítico de las etiquetas y catalogaciones de las personas según su etnia y origen que establecen las sociedades citadinas. Se niega a la identificación como “artista indígena”. Naxín también se cuestiona la existencia humana desde su naturaleza básica como seres vivos: “¿por qué estamos en este mundo?, ¿para acabar con la naturaleza?, ¿para comernos al otro compañero?”

El artista destaca que, aunque quienes siguen su obra la identifican, él se encuentra en constante búsqueda de un estilo distintivo. Gusta de experimentar con elementos como el cómic, que descubrió durante sus años de preparatoria cuando recopiló revistas y tiras cómicas de antaño en la Central de Abastos de Oaxaca. Estos materiales los hizo parte de su trabajo y les construyó su propio lenguaje. Su creatividad e ingenio lo han llevado a explorar otras formas de expresión, como la joyería, a través de la cual se podrá portar su arte. Filogonio Naxín quien también se ha caracterizado por su trabajo para las comunidades es parte del Colectivo de Artistas Mazatecos que recientemente inauguraron la primera Galería de Arte, Nd’ia Xí’inde, Casa Adobe en la ciudad mazateca de Huautla de Jiménez, Oaxaca.

FB, Instagram, Twitter y Youtube: @FilogonioNaxin

Retrato de Filogonio Naxín. Foto de Cristal Mora.

«Jaguar maíz», serie 1521-2021. A sólo 500 años (2021)
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Foto: Cristal Mora

«Los negados«, serie 1521-2021. A sólo 500 años (2021)
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Foto: Cristal Mora

«Presagio rojo», serie 1521-2021. A sólo 500 años (2021)
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Foto: Cristal Mora


Bibliografía

Aguilar Gil, Yásnaya Elena (9 de enero de 2022), “Amtoop, ¿Quién diseñará las políticas lingüísticas en México?”, en El País https://elpais.com/mexico/opinion/2022-01-09/amtoop-quien-disenara-las-politicas-linguisticas-en-mexico.html?event_log=go%3Fevent_log%3Doklogin&event_log=go [consultada el 16 de enero de 2022].

La Jornada (3 de enero de 2022), “El gobierno federal va por la fusión del INPI con el Inali”. https://www.jornada.com.mx/notas/2022/01/03/politica/el-gobierno-federal-va-por-la-fusion-del-inpi-con-el-inali/ [consultada el 16 de enero de 2022].

  1. Citlali Rodríguez Venegas es candidata a doctora en el Posgrado en Estudios Mesoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); coordinadora del Laboratorio de Historia Indígena Contemporánea Memoria Mazateca (PAPIIT IN404220, IIH-UNAM) y colaboradora en la Galería de Arte Nd’ia Xí’inde del Colectivo de Pintores Mazatecos.
  2. Maura Vázquez Vargas es doctoranda en el Posgrado de Antropología de la UNAM, actualmente desarrolla una investigación sobre las concepciones y tratamientos de la locura entre los mazatecos de la Sierra Negra de Puebla; colaboradora en el colectivo de mazatecas Énle Nimaná en la Ciudad de México.
  3. Referimos a la nota periodística de La Jornada, “ El gobierno federal va por la fusión del INPI con el Inali” y a la columna de opinión de la activista mixe Yásnaya Elena Aguilar Gil en El País,“ Amtoop, ¿Quién diseñará las políticas lingüísticas en México?”, ambas disponibles en las referencias.
  4. En este camino conocimos a Làm Lǎs Chávez León (coordinador de este número), a Cristal Mora, quien en aquel momento trabajaba también en el INALI, y a su compañero de vida, el pintor Filogonio Naxín.
  5. Esta colaboración no pretende ser una presentación exhaustiva de artistas con raíces mazatecas.
  6. También son parte del colectivo los pintores Jacinto García García, de Huautla de Jiménez, y Fernando Pérez Alonso, de Eloxochitlán de Flores Magón, así como el maestro Elías García Méndez y su esposa Grecia Quiroga Gallardo, quienes destinaron parte de su casa a las instalaciones de la galería.
  7. Texto basado en la entrevista a Sergio Nieto Fuentes realizada por Citlali Rodríguez en su taller, Eloxochitlán de Flores Magón, 28 de diciembre de 2021.
  8. Ngi –bajo– y  –espumoso, tierno o polvoso–, que de acuerdo con Sergio Nieto se entiende como “lugar bajo lo esponjoso” en alusión a la neblina que se asienta en su valle.
  9. Texto basado en la entrevista a Asunción Alvarado Martínez, realizada por Citlali Rodríguez, previo a la inauguración de la Galería de Arte Nd’ia Xí’inde, Huautla de Jiménez Oaxaca, el 25 de diciembre de 2021.
  10. Texto basado en la entrevista a José Luis Nía Jmá Chipahuac, realizada por Maura Vázquez vía telefónica, el 16 de diciembre de 2021.
  11. Texto basado en la entrevista a Zeltzin Nieto Mata, realizada por Citlali Rodríguez, vía telefónica, el 17 de diciembre de 2021.
  12. Texto basado en la entrevista a René Alvarado Martínez, realizada por Citlali Rodríguez, vía telefónica, el 16 de diciembre de 2021.
  13. Texto basado en la entrevista a Michael Méndez Miranda, realizada por Citlali Rodríguez, vía telefónica, el 3 de enero de 2022.
  14. Texto basado en la entrevista a Filogonio García Calixto, realizada por Maura Vázquez vía telefónica, el 14 de diciembre de 2021.
  15. Texto basado en la entrevista a Andrés Martínez García, realizada por Maura Vázquez vía telefónica, el 13 de diciembre de 2021.
  16. Texto basado en la entrevista a Filogonio Naxín, realizada por Maura Vázquez y Citlali Rodríguez en la Inauguración de la Exposición ¡Tetsukúnji! ¡Aquí estamos vivos! de Filogonio Naxín en el Museo Nacional de las Culturas del Mundo, Ciudad de México, 4 de diciembre de 2021.