Héctor Manosalva Torres
Antropólogo Sociocultural, Universidad de Concepción
Correo: hmanosalvatorres@gmail.com
La agricultura[1] y horticultura[2] que el pueblo mapuche realiza en la zona centro-sur de Chile, son actividades que han derivado desde una serie de sucesos y procesos de larga data. En este texto se revisará su desarrollo desde la época prehispánica hasta la actualidad; conformando una perspectiva diacrónica, que nace desde la revisión de publicaciones formuladas desde distintas áreas del conocimiento, como son la arqueología, la historia, antropología, agroecología, entre otras. Estos elementos pretenden ayudar a la comprensión de las implicancias que presenta la actividad agrícola, como un proceso que ha cambiado durante el tiempo y que hoy juega un importante rol dentro de la economía y cultura de este pueblo originario.
La domesticación de especies vegetales durante el periodo prehispánico
Las primeras evidencias arqueológicas que denotan la domesticación de plantas en la zona centro-sur de Chile, provienen desde el periodo Alfarero Temprano (0-1000 d.C.). Entre el año 350 y el 1000 d.C. se desarrollaron las poblaciones adscribibles al complejo cultural Pitrén presentes en la costa de Arauco, Angol, Purén, Lumaco, Temuco, Villarrica y Valdivia. Aparte de trabajar la alfarería y trabajar metales como el cobre, efectuaron la recolección de múltiples especies presentes en bosques; con fines alimenticios, medicinales, constructivos y artesanales. Su producción de cultígenos es difusa, pero se han identificado especies como la quinoa[3] y el maíz,[4] además de una industria lítica que indica el trabajo sobre vegetales (Adán et al., 2016: 414-425). Luego, en el periodo Alfarero Tardío (1000-1550 d.C.), ocurren procesos sociales y económicos que derivan en una mayor complejidad cultural; emergiendo el complejo Vergel presente en el norte, sur y oriente de la zona centro-sur chilena. En el alfarero tardío se desarrolló la tradición alfarera bicroma rojo sobre blanco, se consolidó el trabajo en metales (cobre y plata) y las prácticas funerarias centradas en el entierro en urnas y canoas. Se habrían manifestado sistemas agrícolas extensos, que tenían cultivos en campos elevados asociados a montículos ceremoniales (kuel), junto con siembras en zonas cercanas a humedales (Adán et al., 2016: 426-435; Dillehay, 2007). La orientación económica se dirigió a estrategias de subsistencia, con carácter apropiativo y productivo con base en especies vegetales, la explotación de camélidos, la pesca y el marisqueo. La noción de una horticultura complementada por recolección se ha hilado gracias al hallazgo de especies silvestres como el miñemiñe,[5] totora,[6] peumo;[7] además de especies cultivadas como la quinoa, maíz, fabáceas,[8] poroto,[9] magu,[10] lanco[11] y la teca[12]; los últimos tres son mencionados como cultivos históricos tempranos (Adán et al., 2016: 430-431; Silva, 2010: 1286-1287).
Los cambios en los cultivos, el panorama desde la llegada de los europeos y durante el siglo XVI
Cuando arribaron los europeos, en 1536, los antiguos mapuche influenciaban el territorio comprendido desde el río Copiapó a la isla de Chiloé, estimándose cerca de un millón de personas que habitaban en la zona de la Araucanía (Marimán, 2006; Bengoa, 2007). Los distintos ecosistemas habrían modelado rasgos diferenciadores entre ellos, gracias al predominio de alguna actividad económica; o bien, por los contactos con pueblos andinos, de las pampas, la Patagonia o de los canales australes. La empresa de conquista española, emprendida desde 1541, sometió a la población del norte del río Biobío; la resistencia no se hizo esperar, dando inicio a la etapa conocida como la Guerra de Arauco. Tras años de conflicto, se estableció como límite fronterizo indígena al río Biobío, mientras que el imperio español fundó la Gobernación de Chile, que abarcaba los territorios comprendidos entre el río Copiapó y Biobío (Marimán, 2006: 77-78). Desde el siglo XVI, los españoles impulsaron un proceso de asentamiento provocado por la influencia de un modelo mercantil traído desde Europa; el cual intento ocupar grandes zonas geográficas para explotarlas mediante la minería, la deforestación y las actividades agropecuarias (Montalba-Navarro, 2004: 23-25). Los europeos encontraron que los antiguos mapuche cultivaban poñu (papa), uwa (maiz), dawe (quinoa), trapi (aji); además de algunos tipo de cereal como el magu (similar al centeno), weguen (similar a la cebada) y teca (Torrejon y Cisternas, 2003:49-50; Montalba-Navarro, 2004:24). Sin embargo, dentro de las consecuencias del conflicto, se generaron alteraciones ambientales. Las depredaciones españolas sobre los recursos indígenas contribuyeron a la desaparición de los animales de crianza nativos y a la disminución de las especies vegetales sembradas por los indígenas. Éstas se restringieron a zonas apartadas o desaparecieron, como sucedió con el magu y la teca. Desde la segunda mitad del siglo XVI, los antiguos mapuche fueron reemplazando las especies que cultivaron y criaron; y fueron adoptando cereales como la cebada y el trigo, hortalizas, ganado vacuno, ovino, caprino y caballares traídos por los europeos (Torrejon y Cisternas, 2003: 49-50). Con ello se vivió un periodo de transición, en donde los grupos nativos acogieron cultivos y técnicas europeos. Esto lo hicieron motivados por las prestaciones de las especies introducidas; que podían ser establecidas en diversos terrenos, tenían buenos rendimientos y cosechas mucho más rápidas. Este proceso produjo grandes cambios en el paisaje ecológico de la Araucanía de la segunda mitad del siglo XVI y también de los años venideros; puesto que este grupo indígena, aumentó su capacidad agrícola al intensificar el uso del suelo y generar excedentes en sus cosechas (Torrejon y Cisternas, 2003: 51-53). Montalba-Navarro (2004: 25) menciona un proceso de adopción tecnológica, en donde a herramientas de piedra, madera y palos excavadores, se les incorporaron puntas de metal; que inicialmente provenían de herraduras de caballos españoles. Asimismo, aparecieron hoces, arados rústicos de madera y un tipo de carreta sin ruedas. Pero con los años el metal se incorporó aún más, gracias al uso de herramientas como azadones y hachas que se conseguían mediante trueques o eran arrebatadas a los españoles.
Los cambios ocurridos en el periodo colonial: el surgimiento de una sociedad ganadera
Con el inicio del proceso de la Colonia, comprendido entre 1598 hasta 1810 (Goicovich, 2002; Villalobos, 2000), los antiguos mapuche mantuvieron los cambios en sus formas económicas, determinadas, en gran parte, por el contacto con los europeos. Inicialmente realizaron una agricultura de subsistencia de limitada producción y destinada al consumo doméstico, que tenía pequeñas zonas cultivadas e involucraba labores agrícolas comunitarias (Zavala, 2008: 42; Montalba-Navarro, 2004: 25-26). La poca especialización agrícola fue condicionada por un aumento en la relevancia de la crianza de ganado. Esta fue impulsada por la adopción del ganado europeo y la presión militar ejercida por los españoles. Lo cual llevó a los indígenas a mantener una movilidad entre tierras bajas agrícolas y zonas de refugio en las montañas, en donde vivían de la recolección, caza y pastoreo. La crianza de animales fue aumentando su escala, así cobró relevancia la cría de equinos que permitían el desplazamiento y hacer la guerra; de bovinos, que contribuyeron al intercambio con la sociedad occidental; y de ovinos, que con su lana fomentaron el desarrollo de la textilería (Zavala, 2008: 39-45). En 1641 se desarrolló el Parlamento de Quilín, que fue un pacto político entre los mapuche y los españoles (Marimán, 2006: 78). Boccara (2009: 315), destaca que tras este hecho se produce el levantamiento general indígena de 1655. Suceso que marca la entrada de expediciones esclavistas hacia el sur del Biobío. Mientras que en los mapuche se gestan importantes transformaciones sociales y económicas, gracias a las malocas[13] efectuadas hacia la zona oriental de los Andes y a las relaciones de comercio con los españoles. Así, la crianza de ganado se establece como un eje fundamental en la economía de estos grupos. Con ello se genera una división sexual del trabajo y el auge de la textilería de ponchos, cuyos excedentes son comercializados en mercados hispano-criollos e indígenas, provocando la transferencia de ganado equino y bovino desde los españoles hacia los mapuche. Montalba-Navarro (2004: 27) señala que el incremento de la actividad ganadera debió generar una presión sobre las praderas, motivando la expansión hacia la Cordillera de los Andes durante el siglo XVII, llegando a las pampas argentinas y ocupándolas plenamente durante el siglo XVIII (Bengoa, 1991 en Montalba-Navarro, 2003: 26). Sin embargo, la actividad trashumante[14] mapuche en este periodo habría dejado pocos rastros que indiquen sus efectos sobre la naturaleza. Torrejon y Cisternas (2003: 51-53), argumentan que esto no habría ocurrido con los asentamientos españoles, que durante el siglo XVII cruzaron al sur del Biobío gracias a la construcción de fuertes, con lo que se generaron procesos de deforestación e introducción de la agricultura y ganadería española en la zona. Para el siglo XVIII la instalación de haciendas y su coexistencia con la población mapuche ya había permitido sostener la idea del empleo de mano de obra indígena en actividades productivas. Tal como se realizaba al norte del Biobío en las encomiendas de indios (Cunill, 1971 en Torrejon y Cisternas, 2003: 53); lo que hace muy probable el traspaso de conocimientos agrícolas y ganaderos al sur del Biobío.
Situación de la agricultura y horticultura mapuche en los siglos XVIII y XIX
Durante el siglo XVIII, luego de sus procesos independentistas, los Estados de Chile y Argentina, ejerciendo su poder soberano, realizaron el reclamo de los territorios mapuche al sur del Biobío. Con ello se concibió su invasión mediante una serie de campañas y ocupaciones militares, para anexar las zonas fronterizas y someter a los mapuche al poder de los nacientes Estados. La ocupación de la Araucanía se desarrolló entre 1862 y 1884, proceso que concluyó con el arrebato de gran parte del ganado, la reducción territorial y demográfica mapuche. La radicación,[15] iniciada en 1884, significó la confinación territorial y la apropiación de los antiguos territorios mapuche; en donde el Estado chileno logro integrar cerca de 5 millones de hectáreas, muchas de las que más tarde traspasó a privados y a colonos extranjeros (Marimán, 2006: 101-116; 2009: 53-54; Saavedra, 2002: 57-62). En cuanto a la agricultura, I. Inostroza (1988) señala que en el siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX los asentamientos mapuche se ubicaban en valles fluviales. Allí se instalaban las ruka,[16] que contaban con el terreno necesario para la agricultura y la ganadería. La propiedad de la tierra estaba regulada por grupos familiares, no existía la propiedad individual; las actividades agropecuarias ocupaban sólo las tierras necesarias, el resto se consideraba una propiedad común. La habilitación de los campos se efectuaba mediante el desmonte de vegetación gracias al roce con fuego y al corte de ramas y raíces. El terreno se dividía en huertas ubicadas junto a las viviendas, además de chacras y sementeras en las que se practicaba la rotación del cultivo con terrenos dedicados a la ganadería. Las huertas se sembraban con apio, cilantro, ajo, repollo, zapallo y frutilla; en las chacras se cultivaba arveja (chícharo), poroto (frijol), haba, papa, maíz, lino, lenteja, quínoa, garbanzo y tabaco; y en las sementeras se sembraba trigo y cebada. El autor describe las practicas e instrumentos usados en el cultivo de chacras y huertas y menciona la rotura de la tierra y el uso de tridentes, azadones y palas de madera. A la siembra, en donde se utilizaban palas de madera y una varilla de madera[17] con la que se hacía un agujero en la tierra para las semillas; también se describe a la cosecha, y destaca el empleo de un palo grueso[18] para azotar y desgranar legumbres y espigas. Así mismo menciona el aventamiento, en donde se ocupaban canastos[19] para dejar caer la semillas y limpiarlas; y a las herramientas auxiliares, como las hualatas que son paletas o mazos de madera o hueso empleados para moler terrones, y las catancuras, piedras agujereadas que incorporaban peso a las herramientas (Inostroza, 1988: 60-62). Las siembras en las huertas eran reducidas, limitándose a uno o dos canastos en especies como la papa, y a un plato, en el caso del poroto (Coña y Moesbach, 2002: 177). En las sementeras se utilizó la yunta de bueyes y el arado de madera, el cuidado de los cultivos lo hacían las mujeres y los jóvenes. En la cosecha, se utiliza la hoz para cortar la caña del trigo, mientras que la trilla era realizada por hombres y mujeres con los pies o con caballos. Para el último periodo del siglo XIX, Inostroza (1986: 296-297) destaca la presencia de especies indígenas cultivadas como el maíz, quínoa, poroto, papa, zapallo, ají; junto a plantas que tienen un origen europeo como el trigo, arveja, habas, lino, repollo, entre otras. El autor indica que las diferentes prácticas agrícolas se efectuaban mediante el mingaco.[20] Así mismo, describe el desarrollo de ritos y ceremonias agrarias como el nguillatun,[21] en donde la comunidad expresaba su gratitud por las buenas cosechas y rogaba por buenas condiciones para los cultivos (Inostroza, 1986: 306).
Imagen 1. Arado con yunta de bueyes en una chacra. Fuente: Héctor Manosalva Torres
El desarrollo reciente de la agricultura y horticultura mapuche
El proceso reduccional mapuche, iniciado en la última parte del siglo XIX, se extendió incluso hasta el año de 1930; instaurándose las posesiones de tierras indígenas mediante títulos de merced. Se formaron cerca de 3078 reducciones con este derecho de tierra, y otras 200 que no lo tenían. Al poco tiempo, el Estado chileno permitió la división territorial en las reducciones mediante procesos de compra y venta, lo que desembocó en una creciente usurpación de las tierras mapuche por parte de privados (Saavedra, 2002: 61). Como consecuencia, los mapuche fueron obligados a pasar de una ganadería mercantil a una agricultura de subsistencia sin los conocimientos para desarrollarla, articulándola con una pequeña ganadería y recolección; en donde la escasez y la sobreexplotación de la tierra, terminaría empobreciéndolos aún más (Luna, 2007: 101-102; Montalva-Navarro; 2004: 31). En cuanto a los cultivos, se sembraban huertas con maíz y hortalizas, utilizaban azadones y punzones plantadores; también se tenían siembras mayores con avena y trigo (Faron, 1969: 12). A partir de este proceso, la sociedad mapuche se organizó con base en la constitución de familias nucleares, destinadas a producir para el autoconsumo y la pequeña comercialización en caso de excedentes. Esto representaría el proceso de transformación del mapuche en campesino, que fue acompañado de una redefinición de la identidad étnica y un fenómeno de resistencia (Saavedra, 2002: 62-64). Luego, en la década de 1960, se aplicó la Reforma Agraria y ocurrió un desmantelamiento estructural de la propiedad de la tierra en el sur de Chile, caracterizada por la presencia de grandes latifundios rodeados de pequeños predios horticultores orientados a la subsistencia, entre los que se encontraban los de los mapuche. Posteriormente, con la llegada de la economía neoliberal, se fomentó el sector agrícola y forestal, además de una nueva transformación en la propiedad agrícola; en donde el gobierno militar devolvió casi un tercio de las tierras expropiadas durante la Reforma Agraria (Luna, 2007: 102-103). La plantación de activos forestales trajo consigo cambios importantes en el medio ambiente, afectó las actividades agrícolas de quienes colindaban con las plantaciones y provocó su migración, además de limitar la subsistencia de los campesinos mapuche y no mapuche. El sistema de protección de tierras indígenas propició que las reducciones quedaran encerradas entre grandes zonas de forestación, lo que, a corto plazo, repercutió en la formación de la coyuntura que actualmente afecta al territorio (Bengoa, 2012:153-162). Durante el gobierno militar se experimentó un aumento en la productividad agrícola, pero los grupos mapuche quedaron fuera del mercado y aún más orientados al autoconsumo. Con la Ley Indígena 19.253 y el contacto con el Estado chileno, nacen las comunidades mapuche que se basan en una territorialidad comunal con respecto a las reducciones indígenas, y en sus líneas de parentesco y filiaciones (Saavedra, 2002: 64). Según Montalba-Navarro (2004: 31), la realidad impulsada por el neoliberalismo llevo a la economía mapuche hacia un sistema campesino, que presenta un tipo de propiedad individual con explotaciones agrosilvopastoriles de subsistencia. En cuanto a la horticultura desarrollada en los últimos años al sur del Biobío, se ha distinguido una fuerte absorción de la agricultura convencional, sin embargo, la huerta[22] sigue siendo un espacio en donde se ve reflejada la cosmovisión mapuche a la hora de establecer las plantas y al utilizar el calendario lunar en labores de cultivo y manejo (Chehuaicura et al., 2010: 3). Así mismo, se han descrito los saberes y prácticas presentes en las huertas mapuche; además de las hortalizas, flores, hierbas medicinales, arbustos y árboles frutales que la componen. Ha sido entendida no sólo como un espacio para la producción de alimentos, sino como un lugar de socialización para quienes trabajan en ellas; en donde existen una serie de construcciones simbólicas, para referir a la naturaleza presente en estos espacios de cultivo (Manosalva, 2017a; 2017b).
Imagen 2. Camellones e invernadero de una huerta mapuche de la comuna de Tirúa. Fuente: Héctor Manosalva Torres.
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- Corresponde al cultivo y cosecha deliberados de plantas, que incluso se hace extensivo a la cría de animales (Barfield, 2000: 50). ↑
- En cuanto a la horticultura, desde la antropología se describe a esta actividad como un modo de agricultura de subsistencia, que implica una forma menor del trabajo agrícola o de cultivo en huerta, con herramientas manuales sencillas como los rastrillos, azadones y sin utilización del arado o riego tecnificado, además de la vecindad con la vivienda (Barfield, 2000: 354) ↑
- Nombre científico, Chepodium cf. quinoa. ↑
- Nombre científico, Zea mays. ↑
- Nombre científico, Rubus sp. ↑
- Nombre científico, Typha angustifolia. ↑
- Nombre científico, Cryprocarya alba. ↑
- Nombre científico, Fabaceae aff. Phaseoliss. ↑
- Nombre científico, Phaseolus vulgaris. ↑
- Nombre científico, Bromus mango. ↑
- Nombre científico, Bromus stmineus. ↑
- Nombre científico, Bromus berterianus. ↑
- Se entiende por malocas o maloca al malón, incursión, empresa depredatoria de corta duración que tiene el objetivo de capturar propiedad o prisioneros (León, 1991: 8). G. Boccara (1999: 432), ha indicado que el malón implicó la movilización de una fuerza colectiva, con la finalidad de la apropiación de una máxima cantidad de bienes de un adversario declarado o de un grupo considerado militarmente inferior, con un mínimo riesgo de batalla y de perdidas humanas. ↑
- Desplazamiento que realizan algunos pueblos pastores para explotar distintos ambientes (Falabella et al., 2016: 605). ↑
- La radicación fue un proceso que inició con la ley de 4 de diciembre de 1866, que declaró como fiscales a las tierras ubicadas en la Araucanía. Ésta ya presentaba formas para la radicación indígena, como deslindes de terrenos poseídos por indígenas, la regulación de la colonización y la apropiación por el fisco de las tierras consideradas baldías. Estas medidas se aplicaron cuando el ejército chileno ocupó militarmente el territorio mapuche y con la promulgación de la ley de 20 de enero de 1883; la que impulsó la radicación de indígenas, la enajenación de tierras fiscales en subastas públicas y el otorgamiento de terrenos a colonos nacionales y extranjeros por parte del Estado chileno (Aylwin, 2002: 6-7; Boccara y Seguel-Boccara, 1999: 755-757). ↑
- Significa casa (Hernández et al., 2002). ↑
- Pillohue en mapudungun (Inostroza, 1988:62). ↑
- Tranai en mapudungun (Inostroza, 1988:62). ↑
- Llepu en mapudungun (Inostroza, 1988:62). ↑
- Es una prestación de ayuda o cooperación entre distintas familias para realizar diversas actividades (Inostroza, 1986: 304). ↑
- Rogativa comunitaria (Hernández et al., 2002). ↑
- Tukun en mapudungun (Chehuaicura et al., 2010:3) ↑