Antropología Médica Crítica (AMC): los procesos salud/enfermedad/atención en la lactancia materna

Elizabeth Hernández Alonso[1]
Facultad de Medicina, UNAM
Oliva López Sánchez[2]
Fundadora y coordinadora de la RENISCE

Ilustración de Ichan Tecolotl

El diplomado “Antropología médica y salud: Alcances y prioridades sociales”, cursado en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, Unidad Pacífico Sur, pone de manifiesto la urgencia de tratar temas sanitarios desde miradas relacionales y socio-antropológicas, pues la pandemia ha demostrado que los procesos salud/enfermedad/atención-prevención afectan e impactan a toda la sociedad, aunque con matices, los cuales se relacionan con sus condiciones políticas, económicas, personales, afectivas, ideológicas, entre otras, que complejizan aún más la atención sanitaria.

Estos aprendizajes los entrelazo con el proyecto doctoral que desarrollo bajo la tutoría de la investigadora Oliva López Sánchez. El objetivo del mismo es analizar cómo se definen las trayectorias de elección y prácticas de lactancia durante la pandemia por COVID-19. Dicha definición de trayectorias y prácticas implica el conjunto de saberes legos y biomédicos sobre lactancia, las condiciones biográficas relacionadas con la posición y condición de las mujeres en crianza, así como los procesos corpoemocionales experimentados durante el puerperio.

La práctica de la lactancia materna (LM) de tipo exclusiva[3] se ha convertido en un tema central para las políticas públicas en materia de sanidad en el país, las cuales tienen como finalidad el aumento de dicha práctica. No obstante, aún con la unificación ante las normativas de tipo internacional, se carece de una estrategia sanitaria y alimentaria que integre los contextos sociales y culturales que viven y enfrentan las mujeres cuando se convierten en madres, para ayudar en la difícil tarea de la alimentación infantil.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) y otros organismos presentan a la leche materna como el mejor alimento para el recién nacido. Sin embargo, pese a las recomendaciones señaladas, las estadísticas indican que en México sólo 3 de 10 infantes son alimentados del seno materno de forma exclusiva los primeros seis meses de sus vidas. Tomando en cuenta lo anterior, ¿cómo se articulan las metas alimentarias y sanitarias internacionales y nacionales con las trayectorias de elección de las mujeres en crianza?

La presente propuesta de investigación pretende interconectar las prácticas de los distintos actores sociales (mujeres en crianza y sus familiares, así como personal sanitario), los cuales interpretan la práctica de la lactancia materna desde sus propios esquemas formativos, culturales e ideológicos, en dos escenarios distintos: el personal/familiar y el sanitario.

Consideramos que desde la antropología médica se puede encontrar la respuesta, con una perspectiva relacional, como la que propone Eduardo Menéndez (1992). Para la comprensión del fenómeno de la lactancia materna, dicha perspectiva toma en cuenta la interrelación de los diferentes actores y escenarios involucrados.

La antropología médica crítica (AMC) considera que el cuerpo y su relación con la salud y enfermedad tienen una construcción social y cultural, además de que están anclados en un espacio social, geográfico y político, lo que determina formas de interacción y relaciones de poder (Da Costa et al., 2016). La antropología médica y de la salud tiene como objeto de estudio la comprensión del proceso salud-enfermedad y atención-prevención (Boixareu, 2008; Martínez Hernáez, 2011; Menéndez, 2018), y también pone su atención en el ser humano, en saber cómo percibe su salud y enfermedad, razón por la cual esta disciplina involucra a las y los actores en torno a la salud, enfermedad, padecimiento o afección (De Moura, 2012).

La mujer que lacta de forma exclusiva a su recién nacido se cosifica desde la mirada médica, su cuerpo está siendo controlado por la institución y marcando cuáles deben ser los actos o acciones esperados; de este modo, se está ejerciendo poder sobre el cuerpo y la decisión, es decir, está presente el biopoder (Foucault, 1991 y 2001).

Cuando la mujer madre atiende al recién nacido en el espacio sanitario, se encuentra bajo el escrutinio del personal sanitario que atiende las normativas y señalamientos en pro de lactancia, estos ejercen presión para que alimente al pequeño únicamente del seno materno, pero, ¿es el deseo o voluntad de la madre alimentarlo así? En este contexto, se deshumaniza el cuerpo y presencia de la madre, pues no es un ser capaz de elegir o exigir, sino más bien, un paciente que debe cumplir con lo que marca la institución, un número dentro de las estadísticas o una cifra más sobre la práctica de la lactancia materna.

Convertir a la mujer en un objeto que se emplea para la alimentación del recién nacido es violencia. Dicha violencia evidencia la relación con las estructuras sociales meso y macro que dan lugar a ella. La clínica, el hospital o el lugar biomédico en donde la mujer recibe atención está siguiendo los ordenamientos nacionales, estatales y municipales que promueven la lactancia, determinando así cómo debe ser la mujer que cría y cuida.

La antropología médica crítica considera el análisis de las estructuras a niveles micro, meso y macro que inciden en la vida social. He aquí un punto importante de la investigación, pues la lactancia materna no solo tiene relación con las condiciones personales y familiares (nivel micro), sino confluye con una institución hospitalaria (nivel meso) que están siguiendo las iniciativas a nivel mundial sobre alimentación y salud (nivel macro) (Martínez Hernáez, 2011: 30).

La investigación presentada, con sustento en la mirada de la antropología médica, busca comprender el fenómeno de la lactancia materna, partiendo de los aspectos biologicistas y anatómicos de la gestación, complementado con la mirada social y cultural de las mujeres durante la crianza.

Con base en la teoría del investigador Eduardo Menéndez (1984), consideramos que la elección de la práctica de la lactancia materna convive en un medio hospitalario público y otro privado, además de un medio familiar, en donde las prácticas, cuidados, atenciones, procesos alimentarios convergen para transaccionar cómo debe llevar a cabo la madre su proceso de gestación, parto y nacimiento del recién nacido.

Menéndez describe tres modelos con base en los cuáles puede explicarse o entenderse el proceso salud, enfermedad y atención/padecimiento. Un modelo hegemónico, un modelo alternativo y un modelo de autoatención. De igual forma, el autor describe las crisis y limitaciones del modelo hegemónico, entre ellas la hegemonía que caracteriza e imposibilita el diálogo entre las partes.

Por “modelo” vamos a entender un instrumento metodológico que supone una construcción propuesta por nosotros a través de determinados rasgos estructurales y cuyo valor es básicamente heurístico. […] El concepto de medicalización refiere a las prácticas, ideologías y saberes manejados no solo por los médicos, sino también por los conjuntos que actúan dichas prácticas, las cuáles refieren a una extensión cada vez más acentuada de sus funciones curativas y preventivas, a funciones de control y normatización (Menéndez, 1992: 101).

El Modelo Médico Hegemónico (MMH) corresponde al sistema biomédico, que mayormente tiene presencia en la atención brindada en espacios sanitarios y hospitalarios, mientras que el de autoatención es un sistema que nace y se configura en la convivialidad de los conjuntos sociales fuera de los espacios sanitarios, que también busca preservar la salud y prevenir enfermedades. Dicho modelo hegemónico también es denominado “científico”, que lleva consigo la prueba y verificación para ser válido.

Se integran los hallazgos clínicos con los datos de laboratorio y los descubrimientos de la anatomía patológica, se crea una estructura para examinar, clasificar y tratar enfermedades. De esta orientación, básicamente patológica, se define la salud como ausencia de enfermedad, dividiéndonos entre sanos y enfermos, siendo enfermedad aquello que el médico puede reconocer, demostrar y clasificar. Este modelo ha constituido la base conceptual de la medicina científica moderna, donde el cuerpo humano es fragmentado y analizado desde el punto de vista de sus partes, la enfermedad es el funcionamiento defectuoso de los mecanismos biológicos o químicos y la función de la práctica médica es intervenir física o químicamente para corregir las disfunciones de un mecanismo específico (Baeta, 2014: 82).

Las elecciones en torno a la alimentación del recién nacido, especialmente qué tipo de lactancia materna llevará a cabo la mujer en crianza, abarcan también el modelo de autoatención, pues son consideradas las condiciones, creencias, ideologías, tradiciones, prácticas cotidianas de mediano y largo plazo, etc., que cada grupo social transmite a otras mujeres para preservar la vida y salvaguardar la integridad del binomio madre-cría, es decir, los elementos culturales que curan, atienden y previenen las posibles afecciones que pueden presentarse en ésta etapa.

La auto atención constituye una de las actividades básicas del proceso salud/enfermedad/atención, siendo la actividad nuclear y sintetizadora desarrollada por los grupos sociales respecto de dicho proceso. La auto atención constituye una actividad constante a partir de los propios sujetos y grupos en forma autónoma o teniendo como referencia secundaria o decisiva a las otras formas de atención. La auto atención puede ser parte de las acciones desarrolladas por las otras formas, dado que frecuentemente es un paso necesario para la implementación de las mismas (Menéndez, 2003: 198).

Hacer ejercicio, tomar más agua o tés, evitar comidas irritantes, picosas o grasosas, realizarse baños con hierbas para promover la bajada de la leche, corresponden a acciones más enfocadas a la alimentación para auto proveerse cuidados y evitar enfermedades, también portar listones rojos con anillos, seguros o alfileres para el mal de ojo o para evitar las malformaciones en los bebés, taparse las mamas o estar lo más cubiertas posibles después del parto o cesárea y al momento de la lactancia, son acciones complementarias y simbólicas y que significan algo distinto en cada contexto cultural, pero que corresponden a los procesos de autoatención que cada mujer cree y considera necesarios para el éxito del proceso del embarazo, parto-cesárea y puerperio (lactancia materna incluida).

Existe una negociación o transacción entre el modelo de autoatención, que evoca las situaciones sociales y culturales de las mujeres y el modelo hegemónico que es biomédico, que corresponde a acciones y actitudes jerárquicas comunes en los espacios sanitarios, pero que pueden ser replicadas fuera de este.

Por auto atención nos referimos en este trabajo a representaciones y prácticas que la población utiliza a nivel de sujeto y grupo social para diagnosticar, atender, controlar, aliviar, aguantar, curar, solucionar o prevenir los procesos que afectan su salud en términos reales o imaginarios, sin la intervención central, directa o intencional de curadores profesionales, aun cuando estos pueden ser la referencia de la actividad de auto atención: de tal manera que la auto atención implica decidir la auto prescripción y el uso de un tratamiento de forma autónoma o relativamente autónoma (Menéndez, 2003: 199).

Las prácticas señaladas implican lo que Carlos Zolla llama la medicina tradicional real mexicana, donde el uso de plantas consideradas medicinales o de rituales ancestrales se conjunta para equilibrar o mejorar la salud (Zolla, 1986 y 2012). El sistema real de salud está implicando interacciones entre los conocimientos y prácticas que tienen las personas, en este caso las mujeres, y los conocimientos médicos que expresa el personal sanitario durante la consulta.

Las mujeres embarazadas acuden a sus citas mensuales para la valoración del embarazo, y para asegurarse que todo vaya en orden, pero también pueden acudir con parteras o sobadoras para afianzar su bienestar en el parto, mientras que, en casa, con su grupo familiar tienen hábitos alimenticios, actividades o acciones que realizan para tener un embarazo sano, para mejorar algunos padecimientos o para asegurar un parto y alumbramiento seguro, y eligen el tipo de lactancia.

La elección para la práctica de la lactancia materna recorre un nivel de atención biomédico, donde se da el seguimiento al aspecto biológico y fisiológico mediante el cual es posible la lactogénesis,[4] y un nivel de autoatención, que contiene elementos semióticos donde los elementos culturales conforman multiplicidad de realidades y factores que explican por sí mismos las vivencias de las mujeres durante la lactancia materna.

Dadas estas condiciones, la mayoría de los micro grupos, en particular el doméstico, necesita generar saberes para explicar, atender, contener y resolver las situaciones cotidianas de enfermedad, incluida la decisión de consultar a un curador profesional o no atenderse. Así, en toda la sociedad, la auto atención constituye el primer nivel real de atención, prevención y comprensión. (Menéndez, 2018: 107).

Las actitudes hacia la salud y la enfermedad por supuesto que tienen relación con la forma en la que las personas viven y experimentan la vida. El cuidado del cuerpo y de lo que puede hacerse con él conlleva un sinnúmero de consideraciones culturales para lograr el bienestar. La autoatención implica la prevención de un estado de enfermedad que pueda de forma indudable impedir o facilitar la práctica de la lactancia materna.

Lo anterior es más fácil de comprender al recuperar las vivencias y experiencias de las mujeres durante el proceso de elección para alimentar a sus crías, pues los conocimientos transmitidos por sus familiares, abuelas, madres, tías, hermanas u otras, conforman un anclaje de herramientas para tomar esa decisión, además de que, con las prácticas cotidianas buscan prevenir enfermedades o mejorar las condiciones para que si así lo deciden la alimentación del seno materno sea provechosa.

Como señala la antropóloga mexicana Rosa María Osorio Carranza, las mujeres cuentan con conocimientos en torno a los padecimientos o enfermedades que pueden sufrir no solo los infantes sino también las mujeres-madres. Atender y entender los malestares o situaciones que enfrenta la mujer lleva a prácticas sociales definidas como: “el conjunto organizado de conductas pautadas culturalmente, rutinarias o eventuales, que adquieren diferentes niveles de complejidad y expresan la acción del sujeto en la realidad, a través de una distribución/asunción de roles, funciones e interacciones con el mundo social” (Osorio, 2001: 15).

Estos conocimientos, que se transmiten mayormente en los núcleos domésticos, van conformando la maternidad y también marcan las expectativas sociales para la mujer en crianza.

La maternidad y todo lo que la rodea, como el embarazo, la infertilidad, el parto, el duelo gestacional, el puerperio, la crianza, son temas que demasiado a menudo quedan invisibilizados en el ámbito doméstico. El ideal materno oscila entre la madre sacrificada, al servicio de la familia y las criaturas, y la superwoman, capaz de compaginar trabajo y crianza y de cumplir con todo (Vivas, 2021: 11).

Osorio Carranza (2001) indica que las madres poseen una serie de experiencias y saberes que conforman y robustecen sus conocimientos maternos respecto de los padecimientos, enfermedades o situaciones que puedan atravesar ellas o alguno de sus familiares, como las hijas e hijos, cónyuges, entre otros. De alguna u otra manera, las mujeres van adquiriendo destrezas, y con ello prácticas, para salvaguardar la salud de los miembros de la familia.

Los saberes legos y los saberes expertos se conjuntan para armar el paquete de supervivencia ante el viaje de la maternidad. Ejemplo de ello son recomendaciones de alimentos y cuidados que brindan los familiares a las madres (casi siempre las propias madres o las suegras), durante la gestación o durante el puerperio, como los baños calientes, los caldos para recuperar las fuerzas, los atoles para producir más leche, remedios para mejorar los pezones agrietados, entre otros, o para los bebés los tés para evitar cólicos o aliviar malestares, los baños con hojas de lechuga para prolongar el sueño nocturno, un sinfín de consejos que se nutren de la experiencia de otras mujeres que acompañan a quienes están convertidas en madres.

De este modo, la crianza, el cuidado, y por supuesto la alimentación de los recién nacidos implica dar respuesta a preguntas como ¿qué alimento o alimentos eligen las madres para los pequeños?, ¿cuáles tienen más o mejores beneficios?, si deciden lactar, ¿cuáles son las mejores técnicas?, ¿cómo pueden o no producir leche humana?, si deciden amamantar, ¿dónde se sentirán cómodas para llevarlo a cabo?

La elección de lactancia materna exclusiva, mixta o artificial no se limita a un proceso fisiológico y biológico, no es una práctica normal y natural, sino que es el nodo problemático atravesado por muchos factores respecto al derecho de la madre de decidir sobre su cría humana; ideologías, pensamientos, conocimientos, tradiciones, miedos, emociones, están implícitas en la decisión final.

Indudablemente, el núcleo familiar o más cercano a la mujer en crianza interviene en estas decisiones, además de las expectativas sociales que recaen sobre la madre. Reconocer el sistema familiar es dar relevancia a estos conocimientos y saberes maternos.

La atención a la salud de la embarazada comprende procedimientos prácticos que en su conjunto constituyen patrones complejos de atención, con distintas formas de racionalización y justificación. Los cuidados alternativos, llevados a cabo en la atención del embarazo por las mujeres (…) dan cuenta de un modelo mixto de atención, ya que se proyectaron acciones de las que se ejercen en los ámbitos de la medicina doméstica y la medicina tradicional. Interactuando como opciones de atención con la medicina académica y con la posibilidad de emplearlas simultáneamente. Utilización que tiene para la mujer un sentido de combinación, la cual varía de acuerdo a la etapa de gestación en que se encuentra. La importancia de esta situación radica primordialmente en una confrontación cultural entre la cultura médica y la cultura de la mujer gestante. Y en el posible riesgo que representan los cuidados alternativos a la salud de la madre y el niño, partiendo de que la realización de cuidados alternativos conlleva la no utilización de los servicios de salud con la oportunidad y periodicidad requerida (Valadez et al., 2003: 1318-1319).

El embarazo monitoreado por el personal sanitario es medicalizado como señalaría Iván Illich (1975), puesto que los saberes de las mujeres se ponen en segundo plano durante los servicios de atención hospitalaria, ya que el seguimiento médico no recupera las experiencias de las madres y las indicaciones que estos dan inciden en cómo esta atiende y alimenta al recién nacido.

Esta medicalización puede implicar repercusiones en la salud de personas, pues con su hegemonía se dan soluciones, respuestas o mandatos que no siempre están acordes con las necesidades de los usuarios de los servicios médicos, pues desplazan los conocimientos y experiencias previos. Como ha señalado la investigadora Monserrat Salas (1998), el personal sanitario se proclama como autorizado y sabedor del conocimiento, evitando que las mujeres pregunten o se informen, y, aunque la mujer es la protagonista principal durante el embarazo, parto y puerperio, su conocimiento queda relegado.

Finalmente, no puede negarse la importancia en la actualidad de la medicina biomédica, sin embargo, también es menester señalar las otras formas de atención a la salud, como las medicinas ancestrales o indígenas, medicinas alternativas, que las propias prácticas de autoatención realizadas para mejorar padecimientos o bien para preservar la salud. Cualquiera que sea la razón, la necesidad de involucrar las condiciones sociales y culturales de los pacientes, así como de los contextos económicos, políticos, laborales, profesionales entre otros, tendría que ser una de las líneas de acción para mejorar las políticas públicas en materia de salud.

Agradezco a CONACYT por el apoyo brindado a través de la beca número 413278 mediante la cual se hizo posible la realización de la investigación que aquí se muestra.

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  • 1- Doctorante en Antropología de la Salud del Posgrado en Ciencias Médicas, Odontológicas y de la Salud en la Facultad de Medicina de la UNAM. Maestra en Antropología Social por CIESAS-Unidad Golfo. Especialista en Antropología de la alimentación por la BUAP, México. Correo: eli.hdez.alonso@gmail.com

  • 2- Profesora titular “C” en la Facultad de Estudios Superiores Iztacala-UNAM. Doctora y Pos Doctora en Antropología Social por CIESAS Ciudad de México | Correo: olivalopez@unam.mx

  • 3- Llamamos LM de tipo exclusiva a aquella en la que la cría humana es únicamente alimentada con leche humana; lactancia artificial cuando se alimenta al recién nacido con sucédanos de leche materna, y mixta o combinada, cuando la madre brinda al infante leche humana y algún sucedáneo.

  • 4- Proceso biológico mediante el cual las mujeres comienzan la producción de leche.