Ángel Palerm, 1954-55, “Sistemas agrícolas y desarrollo del área clave del imperio texcocano” Revista Mexicana de Estudios Antropológicos, (Sociedad Mexicana de Antropología), Vol. XIV, primera parte, pp. 337-349.

Rafael Bautista y Datse Velázquez
Maestría en Antropología Social, CIESAS Ciudad de México


En el marco del cuarenta aniversario luctuoso de Ángel Palerm nos propusimos reseñar uno de los textos que conforman su vasta producción académica para conmemorar su trayectoria y reconocer el legado que dejó a la antropología mexicana. El objetivo del texto que elegimos es exponer algunos problemas de la historia prehispánica de una región del Valle de México denominada Acolhuacan y, más específicamente, analizar la relación entre los sistemas agrícolas y el desarrollo urbano del señorío de Texcoco.

Palerm impulsó una serie de programas para el florecimiento de las prácticas etnográficas, motivado por la preocupación de que los estudiantes salieran a realizar trabajo de campo como su principal fuente de investigación antropológica, lo que muestra que sus enseñanzas como docente y como investigador se distinguieron por tener una base ética sólida.

Juan Vicente Palerm Viqueira, relata sus vivencias en el verano de 1954 cuando acompañó a su padre, a Eric Wolf y a Pedro Armillas en sus recorridos por el Acolhuacan. En ellas menciona que la información recolectada fue utilizada para establecer una cronología tentativa del desarrollo económico, social y cultural del Acolhuacan septentrional y para generar hipótesis de trabajo que fueron plasmadas en dos artículos escritos por Wolf y Palerm. Uno de ellos es el que nos ocupa ahora: Sistemas agrícolas y desarrollo del área clave del imperio texcocano y el otro Agricultura de riego en el viejo señorío del Acolhuacan.

A partir de extensos recorridos por la región, Palerm definió los límites del territorio del Acolhuacan tomando en cuenta los siguientes elementos ambientales:

Al occidente, el lago de Texcoco. Al norte, la parte baja del río Nexquipayac, los cerros de Tezoyuca y las serranías del Tezontlaxtle y Patlachique, […] Al oriente y sureste, las estribaciones de las serranías de San Telmo, Tlamacas, Tláloc, Telapón y Ocotepec. Al sur, el valle comprendido entre la sierra de Ocotepec y el cerro de Chimalhuacán, a la orilla del lago de Texcoco [pág. 1].

Al interior del territorio ubicó dos zonas; la meridional y la septentrional, divididas por los ríos Chapingo y Texcoco. Su interés estuvo puesto en la zona septentrional, donde floreció el viejo señorío de Texcoco. En ésta parte del Acolhuacan encontramos los pueblos de Atenco, Nexquipayac, Papalotla, Chiconcuac, Chiautla y algunos otros más.

A la llegada de los chichimecas a la zona septentrional, ya había en ese territorio algunas poblaciones toltecas con quienes convivieron de forma pacífica y tuvieron contactos culturales. No obstante, la ausencia de núcleos urbanos, el despoblamiento de grandes extensiones y el predominio de la agricultura de roza y temporal dieron paso al surgimiento de la hegemonía chichimeca.

Al analizar la condiciones hidrográficas de la zona septentrional encontró que en un primer momento, no propiciaron una gran desarrollo agrícola debido a que las aguas del Lago de Texcoco eran muy salitrosas, los ríos eran de carácter torrencial, las corrientes de agua eran irregulares, los valles muy accidentados y tanto las sequias como las heladas eran más acentuadas que en otras partes del Valle de México. Lo anterior dificultó que hubiera agricultura basada en chinampas o el regadío mediante canales, pero favoreció el desempeño de otras actividades como la pesca, la caza, la explotación de la sal y de otros productos.

A partir del reinado de Quinatzin se ubica un segundo periodo en el que la agricultura tomó auge debido al interés que tuvo por convertirla en la principal actividad de los chichimecas, quienes hasta entonces habían dado prioridad a la caza y recolección. Nezahualcoyotl y Nezahualpilli fueron gobernantes que desarrollaron en el Acolhuacan septentrional una serie de trabajos hidráulicos que favorecieron el regadío por medio de canales, y las terrazas de cultivo generando así una agricultura intensiva. Junto a la obra hidráulica se incrementó la especialización artesanal y el comercio. La interrelación entre dichos factores fomentó el florecimiento de la civilización urbana.

En el texto, Palerm indica que existieron tres sistemas de riego:

  • El riego central: Sus fuentes principales fueron los manantiales de la sierra alta que se dividían en dos ramales, uno que bajaba por los pueblos de Tezontla, Santa Inés, San Joaquin, Blanco, Papalotla y Chiconcuac; y otro que iba por el pueblo de Amanalco.
  • El riego del sur: Su fuente se ubicó en el monte Quetzaltepec, fue aprovechado por los pueblos de Ixayotl, Tequezquinahuac y Tezcutzingo. Destacó un acueducto como principal obra hidráulica.
  • El riego del norte: ubicado en el septentrión del río Papalotla y cuyas fuentes fueron el valle de Teotihuacan y los manantiales de la sierra del Tezontlaxtle.

Con base en lo expuesto, Palerm concluyó que la transculturación entre chichimecas y toltecas, la integración política y la transformación de la cultura extensiva de roza y temporal en agricultura de riego y terrazas sí estuvieron interrelacionados; esto le llevó a plantear que a diferencia de lo que [mientras] se había dicho que la organización política se desarrolló como resultado de la introducción del riego, él observó que en el Acolhuacan la organización política probablemente tuvo lugar antes de las obras hidráulicas.

Sus conclusiones trazaron una nueva dirección de la investigación de la región y, revitalizaron la arqueología y la etnohistoria del Valle de México con nuevas preguntas y problemas.

Hallamos varios puntos de coincidencia con nuestros temas de investigación, pues actualmente nuestros lugares de estudio son Atenco y Papalotla, dos de los municipios que formaron parte de del Acolhuacan septentrional. Así, por ejemplo, mientras Palerm habla de una división del territorio que obedeció más a factores ambientales, hoy en día se puede ver cómo esa repartición responde a intereses políticos y económicos. El desarrollo agrícola se ha visto afectado porque el acceso al agua es inequitativo entre los campesinos y actualmente el río Papalotla está fuertemente contaminado.

A sesenta y cinco años de la publicación de este artículo el trabajo de Palerm sigue siendo vigente y sus aportaciones ofrecen posibilidades de análisis a las nuevas investigaciones.