Algunas estampas de Victoria Novelo 

Jorge Alonso
ciesas Occidente


Victoria Novelo, Guillermo Bonfil Batalla y Teresa Rojas. Foto de Patricia Coronado
Victoria Novelo, Guillermo Bonfil Batalla y Teresa Rojas. Foto de Patricia Coronado

Quisiera recordar a Vicki con dos correos recientes y una reseña que le hice hace años que reflejan algunas de sus recurrentes preocupaciones.

Cuando se discutía el cambio de cis-inah a ciesas recuerdo que acudí con Vicki para ver cómo podríamos impulsar un sindicato que nos defendiera y que pudiéramos pasar de ser trabajadores de confianza a tener una base. Ella era la especialista en cuestiones sindicales. Entre todos formamos un sindicato combativo y conseguimos tener plazas de base. En un correo que me mandó la muy querida Vicki el 8 de agosto de 2017 me decía: “Hay varias contradicciones en las leyes. En el apartado B no se pueden hacer huelgas y los que entraban en ese apartado eran (y son) gente que presta sus servicios en las dependencias públicas, pero en el desglose que se hace de quiénes son los trabajadores que entran (en la Ley) son gente que tiene que ver con auditorías, dineros, licitaciones, etc. etc. y están asegurados en el issste. También dice ese apartado que una vez que ingresas al sindicato no te puedes salir. Yo creo que con esa idea se quedaron, y nadie los desdijo. En rigor, aunque estemos en el issste no somos servidores públicos o sea que no debemos llenar el formato ese patrimonial y de bienes. En el A donde entran trabajadores afiliados al imss, y aunque estamos en el issste sí podríamos tener dos sindicatos. Pero imagínate el relajo”. El 24 de mayo de este año me comentó: “Pues ahí ando… bien en casi todo, menos las rodillas. Yo le digo a nuestra representante, cada vez que hay una junta, que presente los temas que no arreglan, entre ellos, los relativos a eméritos y lo de la pensión… De los eméritos yo he propuesto ene veces:

-que nos den un estímulo económico;

-que nos den, a los que no tenemos, un asistente”.

Murió sin ver concretadas estas aspiraciones.

En los recuerdos sobre sus aportes quisiera compartir una reseña que hice a una importante compilación que hizo. Esta reseña apareció en el Inventario Antropológico, 6, 2000 (173-176). El título elegido por Vicki para esa obra fue  Historia y cultura obrera  y fue una coedición del CIESAS y del Instituto Mora (1999).  “Estamos ante una publicación más de la serie Antologías Universitaria destinada a profesores y alumnos. Se incluyen artículos de difícil acceso a los estudiantes y se complementa con producción relevante nacional. La introducción da cuenta del estado actual de la investigación sobre el tema. Ofrece también una breve bibliografía de actualización teórica y metodológica. La compiladora escribe la introducción y un capítulo acerca de la discusión de la democracia sindical. El libro, además, cuenta con siete textos, cuatro de académicos que han realizado sus investigaciones en México y tres de extranjeros (dos ingleses y un estadounidense). Novelo hace una síntesis de lo que ha sido la historia y la cultura obrera en los estudios mexicanos. La mayor investigación directa se produjo en los años setenta y ochenta. Últimamente hay revisiones y nuevas síntesis. Se puntualiza quiénes y cómo promovieron esos estudios y quiénes los prosiguieron. Resalta la interdisciplinariedad. Las investigaciones pioneras resaltaban los procesos de trabajo, historias de sindicatos, recuento de conflictos obrero-patronales. Se fue produciendo un avance en la metodología del estudio de cuestiones obreras. La compiladora misma fue una pionera en las innovaciones metodológicas. El libro discute definiciones, teorías, metodologías. Así se pasó de la conciencia obrera a su cultura y se profundizó en el conocimiento antropológico, sociológico e histórico del mundo del trabajo. Hubo un esfuerzo de síntesis entre los estudios diacrónicos (históricos) y los sincrónicos (de énfasis en determinadas coyunturas). El libro permite evaluar las discusiones, los avances y las carencias. La compiladora seleccionó los textos teniendo en cuenta presentar la gama de tendencias existentes en el oficio de historiar el trabajo. Fue muy cuidadosa en que se hicieran presentes las diversas tendencias y corrientes de esa historia social del trabajo que influyeron en los investigadores mexicanos. Los textos permiten a los lectores situar el conjunto de las propuestas temáticas, teóricas y metodológicas que han aportado a la investigación del ámbito del trabajo. Novelo quería resaltar los aportes de E. P. Thompson. Su defensa de la historia desde abajo es fundamental. En concreto, Novelo pretendía elegir un capítulo de su libro Customs in Common (1995). Sin embargo, cuando estaba preparando la antología, la compiladora se encontró con que en México había aparecido ya la traducción de ese libro. Dificultades relativas a resolver problemas de derechos de autor aconsejaron dejar de lado a dicho autor, no sin hacer referencia y homenaje a sus enseñanzas. La antología inicia con un texto de Gareth Stedman Jones («Cultura y políticas obreras en Londres, 1870-1900: notas sobre la reconstrucción de una clase obrera»: 29-93). Este autor tiene el mérito de explicar la aparición de una nueva cultura obrera en la capital inglesa a finales del siglo XIX. La siguiente publicación elegida es la introducción de David Montgomery a su libro The Fall of the House of Labor: the Workplace, the State, and American Labor Activism, 1865-1925, que se encuentra en la antología (94-103). Este autor discute conceptos como clase, conciencia, experiencia, cultura y ética. Hace oír a una minoría militante que se propuso educar en un proyecto clasista al sindicalismo de Estados Unidos. El mexicano Bernardo García pertenece a la corriente de la nueva historia mexicana del trabajo. El texto elegido («Migraciones internas a Orizaba y formación de la clase obrera en el porfiriato»: 104-137), cumple con lo prometido en el título. Juan Luis Sariego, español radicado en México, realizó un estudio antropológico profundo sobre los trabajadores mineros en el norte de México. La antología escogió un capítulo sobre la formación de la clase obrera en los enclaves mineros (138- 187). Francisco Zapata, chileno radicado en México, ha hecho avanzar la sociología del trabajo. Fue elegido un artículo que resalta la manera de ser mujer y trabajar haciendo automóviles en la empresa Volkswagen (188- 221). De Eduardo L. Menéndez, argentino radicado en México, que ha impulsado la antropología médica, fue seleccionado el artículo «Trabajo y significación subjetiva: continuidad cultural, determinación económica y negatividad» (250-279). En este texto se indaga el significado que tiene el trabajo como categoría objetiva y como proceso subjetivo. El investigador se adentró en esto al tratar de responder a la pregunta de por qué el movimiento obrero hacía tan poco por las demandas de salud. La antología cierra con un texto del inglés Richard Hoggart tomado de su estudio sobre la cultura obrera en la sociedad de masas («¿Quiénes constituyen la ‘clase obrera’?»: 280-307). Este autor estaba preocupado por la pérdida de la cultura obrera ante el impacto de los medios masivos. Sin embargo, constata que el deterioro no ha logrado terminar con el capital moral que la clase obrera posee. La antología, por la acertada selección, coloca a los lectores ante importantes cuestionamientos acerca del mundo del trabajo y de la vida cotidiana de los trabajadores, sus problemas y sus respuestas. Precisamente porque en el cambio de siglo (y milenio) el mundo obrero ha experimentado cambios profundos conviene reflexionar sobre su ubicación y significado. Se ha resaltado que el trabajo ha ido perdiendo su identidad colectiva. Además, ha ido sufriendo una degradación a escala global. No obstante, las relaciones capitalistas persisten. El papel que se le había asignado a principios de siglo al movimiento obrero ha cambiado. Ya no se ve con la capacidad de comandar los procesos generales. Pero no deja de existir y de mediar entre conflictos sociales. El movimiento sindical ha ido perdiendo importancia y se ha ido fragmentando. Los cambios tecnológicos han modificado su rostro y sus capacidades. Como movimiento ha entrado en grave crisis. Sus logros, como fue el denominado estado de bienestar, ha sufrido un embate brutal por parte de las políticas neoliberales. A la inestabilidad laboral y a la pérdida de empleos se suma una extrema desigualdad social. Se han ido quebrando los pactos sociales entre el capital, el trabajo y el Estado. Se ha ido desmantelando la red de seguridad social. El movimiento obrero no sólo ha perdido su anterior centralidad, sino que se ha ido desvaneciendo como fuente de cohesión social y de representación de los trabajadores. Tendencias como la segmentación de la mano de obra, de la individualización del trabajo han modificado radicalmente la estructura de clases de la sociedad industrial. Pero ese actor social no ha desaparecido ni saldrá pronto de la escena. Seguirán existiendo conflictos laborales. Entre los conflictos sociales persistirán los protagonizados por trabajadores y sindicatos. No comandarán intereses generales, pero representarán intereses puntuales, y podrán incorporarse en convergencias mayores en contra de las injusticias. La nueva crisis del neocapitalismo ha abierto las puertas a replantear salidas como la llamada tercera vía inglesa (que finalmente fue apuntalamiento de la política neoliberal). En todo caso, el mundo obrero, con todos los cambios habidos, existe. Estudiar lo que le pasa no es algo marginal. La presente antología permite situar visiones que hay que tener en cuenta para los replanteamientos actuales”.

Para Vicki, la cultura obrera y la lucha de los trabajadores fue algo muy importante. Por sus aportes en esta temática (y en otras más) dejará una huella profunda e indeleble.