Nadia Sanders Vázquez
Periodista de investigación, egresada de la Maestría en Periodismo sobre Políticas Públicas por el CIDE. Afrodescendiente y mexicana
Foto: Hugo Arellanes.
El movimiento por la representación de la población afrodescendiente, afromexicana y negra en México ha pasado por la exigencia de la visibilización en las políticas públicas y en la construcción de la identidad como nación a la autorrepresentación libre de estigmas y folklorismos en plataformas digitales globales. El tema lo he cubierto como periodista y, recentemente, cuando participé en un proyecto coordinado por Artículo 19 y la Fundación Friedrich Naumann para la Libertad, Proyecto México, en un compendio de piezas periodísticas de investigación en 2020 (Sanders, 2020) De esta experiencia retomo algunos puntos clave para este texto y agrego información actual.
El movimiento por el reconocimiento y visibilización de la negritud en México surge porque la identidad mexicana ha sido construida en los últimos dos siglos con base en una idea de mestizaje entre indígenas y blancos europeos, negando la existencia y aportación de las personas que fueron extraídas de África y objeto de esclavitud a América.
Una de las personas que sembró la semilla del reconocimietno de la raíz afro en México ha sido el sacerdote Glynn Jemmott, originario de Trinidad y Tobago, quien llegó a trabajar a comunidades de la Costa Chica de Guerrero en los años 90. Al ver la raíz afro a flor de piel, parte de su misión se convirtió en autorreconocerse, cultivar el orgullo del origen afro y el conocimiento por la historia. En 1997, impulsó el primer encuentro de Pueblos Negros en Pinotepa Nacional, Oaxaca, y después se extendió a Veracruz, con un vínculo más cercano a lo afrocaribeño por su cercanía con las islas.[1]
Esos movimientos que inicialmente fueron impulsados por hombres recibieron nueva energía con el liderazgo de mujeres afromexicanas, como la abogada Julia Acevedo y la comunicóloga Beatriz Amaro, ambas originarias de Oaxaca y quienes formaron parte de los grupos de trabajo para que las personas afrodescendientes fueran visibilizadas en la Encuesta Intercensal 2015 del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI). Esto, con el fin de conocer con precisión las condiciones de marginación y acceso a servicios básicos para poder diseñar políticas públicas que permitan a la población afrodescendiente tener un mayor nivel de bienestar.
A regañadientes, el INEGI incluyó el criterio de este sector de la población y los datos arrojaron que en México hay casi 1.4 millones de personas (poco más 1%) que se reconocen como negras, afromexicanas o afrodescendientes. Los liderazgos del movimiento afro en México advirtieron que las cifras no reflejaban la realidad. El tiempo les ha dado la razón. En el año 2020, hubo una campaña de visibilización y orgullo de la negritud antes de levantar el Censo de Población y Vivienda. Esto nos permitió saber que habemos, al menos, 2.5 millones (2% de la población) de afrodescendientes y que no hay una sola entidad en la República Mexicana sin población afro. Guerrero es el estado con mayor número de habitantes que se reconocen como afrodescendientes, afromexicanos o negros con 303 923; seguido por el Estado de México con 296 264; Veracruz ocupa el tercer lugar con 215 435; Oaxaca el quinto con 194 474, y la Ciudad de México, con 186 914 personas. (INEGI, 2020)
La invisibilización de las y los afromexicanos se explica, en parte, por el profundo clasismo que hay en México desde hace 500 años. La población afro llegó a América en condiciones de esclavitud durante al menos tres siglos en el periodo de la Colonia española, misma que instaló un sistema de castas. Con el movimiento de Independencia, la esclavitud fue abolida en México en el siglo XVIII. Hubo varios decretos, pero el más significativo fue el del pimer presidente afrodescenediente, Vicente Guerrero. Se decretó que todos eramos mexicanos por igual. Ese “igual” se quedó en árbol de los deseos porque durante 200 años se ha preservado el clasismo y la profunda discriminación hacia las personas mexicanas de piel más oscura. En los libros de la historia de México que usan las escuelas públicas no hay héroes negros, a pesar de que tuvieron un papel importante en las guerras de Independencia y de la Revolución Mexicana. La exclusión de la negritud ha tenido un impacto en el nivel de vida de las personas con fenotipo afro, pues en México, el color de la piel tiene una gran influencia para alcanzar un mejor nivel de vida, entre más blanco sea mejor nivel de vida puede tener. (INEGI, 2016)
En los municipios con mayor concentración de población afrodescenciente hay menor acceso a mejores servicios de educación, salud y oportunidades de empleo. Es importante saber esto para poder trabajar en ofrecer mejores condiciones de vida, pero lo que los nuevos movimientos buscan ahora es ver a la población negra libre de estigmas. Los integrantes de la Red Nacional de Juventudes Afromexicanas coinciden en que no se trata simplemente de ser representados en los medios de comunicación sino de cómo son representados.
La colonización permeó en América, de norte a sur, la forma de representación de las personas negras desde el siglo XVIII. La hipersexualización o el mostrarlas con estereotipos negativos, como lo hizo el blackface mintrelsy (Sammond, 2015) desde el siglo XVIII, han anulado, por siglos, el orgullo de la negritud.
Desde el norte, también se ha impulsado la reivindicación por el orgullo de la negritud. La lucha por los derechos civiles, impulsada por Martin Luther King jr., Malcolm X y otros líderes negros en Estados Unidos sigue vigente. El asesinato del afroamericano George Floyd a manos de un policía blanco de Minneápolis en 2020 reactivó, en plena pandemia por Covid 19, el movimiento Black Lives Matter, que brincó todo cerco sanitario y tomó las calles de las principales ciudades de Estados Unidos. El capitalismo también ha reaccionado, marcas como Adidas y Nike “oportunamente” hicieron pronunciamientos reivindicando los derechos de las personas negras.[2]
En México, los encuentros previos a la inclusión del reconocimeinto de los derechos de la población afromexicana en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, aprobada en 2019, permitió la conexión de decenas de jóvenes en todo el país, y formaron parte de una nueva ola por una representación digna, una que empodere y se aleje de la victimización.
“Tengo que vivir en un estado de resistencia constante contra el sistema. Y el sistema no quiere hablar de mí. No quiere contar mis historias, ni mías, ni de mis semejantes. Por eso es conveniente y es necesario hablar de estas historias de representación y en un lugar que sea empoderado, horizontal, equitativo”, me dijo en 2020 André Lo Sánchez, cineasta, hijo de padre senegalés y madre mexicana. (Sanders, 2020:25)
En México, las plataformas Netflix y Ambulante lanzaron una iniciativa para financiar proyectos documentales de cine indígena y afro. Entre muchos fue seleccionado el de André Ló Sánchez, creador de Cardumen Lab, donde participan otros creadores, como Viridiana Ponce artista escénica, residente en Antigua, Veracruz.
Con su producción Las historias de mi gente, Lo Sánchez hace un retrato de cuerpo entero sobre seis jóvenes afrodescendientes en la Ciudad de México, donde habla de sus sueños y sus identidades, lejos de los estigmas y el folklor del que han sido bañados por los medios masivos bajo una visión desde el mestizaje. (Escalante, 2021)
Para la infancia afro, el orgullo de la representación puede fortalecer, en mucho, su sentido de pertenencia. Los comerciales de champú donde sólo aparecen niñas con largo cabello lacio que no se enreda no reflejan la diversidad que habita en México ni la de otras partes del mundo. El cerrado rizo que tenemos las personas afro es un rasgo fenotípico, como la piel negra. Anular nuestro cabello, alaciarlo y negar su naturaleza es anularnos a nosotros mismos.
Como artista escénica y docente, Viridiana Ponce organiza talleres infantiles y fomenta en sus alumnas y alumnos el tema de la inclusión y de la diversidad que hay en cada persona, el concepto de la negritud y del orgullo, justamente porque no hay referentes en los contenidos que producen los medios masivos. “Lo abordo desde primera persona porque yo siempre llamo la atención por mi cabello. Lo uso como herramienta”, me comentó en 2020. “Después de la presentación de la clase abro la conversación y les pregunto si conocían su peinado y comienzo a hablar de la afrodescendencia”.
A medida que los liderazgos de la comunidad afro comienzan a florecer, sus frutos se convierten en el alimento de los más jóvenes y cada vez será menos común que te digan en tu propio país que “no pareces de México”.
Bibliografía
Acevedo, Juliana (2018), “Los pueblos negros de México: su lucha por la sobrevivencia cultural y el reconocimiento jurídico”, Suprema Corte de Justicia de la Nación, México.
Escalante, Gustavo, “Cardumen Lab: un antídoto audiovisual contra el racismo en México”, 22 de abril de 2021, LadoB, leído el 5 de mayo de 2021 https://www.ladobe.com.mx/2021/04/cardumen-lab-un-antidoto-audiovisual-contra-el-racismo-en-mexico/
Gallagher, Jacob (2020), “Brands Like Nike and Adidas Speak Out Against Racism. Is It Enough?”, The Wall Street Journal, 2 de junio de.. Leído el 5 de mayor de 2021 en: https://www.wsj.com/articles/brands-like-nike-and-adidas-speak-out-against-racism-is-it-enough-11591129678
Instituto Nacional de Estadística y Geografía (2016), Módulo de Movilidad Social Intergeneracional., Aguascalientes.
Sammond, Nicholas (2015), “Birth of an Industry”, Durham y Londres, , citado en “Why cartoon characters wear gloves”, Caswell, Estelle, Vox, 2 de febrero, 2017. Disponible en: https://www.vox.com/videos/2017/2/2/14483952/why-old-cartoons-mickey-mouse-wear-gloves
Sanders, Nadia (2020), “La nula o denigrante representación de la población Afromexicana en México”, en Las narrativas estigmatizantes y discriminatorias alrededor de la afromexicanidad, mujeres y pueblos indígenas, personas migrantes e identidades sexogenéricas, ARTICLE19, México, Naumann para la Libertad, Proyecto México.