Karla Paniagua[1]
Centro de Diseño y Comunicación, S.C.
Imagen: Ichan Tecolotl, cinemantropos abril 2017.
Como he tenido el gusto de narrar en otras oportunidades, creé la columna Cinemantropos a instancias de mi maestro, Roberto Melville. Esa travesía comenzó en el 2001 y se prolongó hasta junio del 2021, cuando concluí mi colaboración como titular de este espacio que a la fecha existe y es alimentado por plumas nuevas que comparten el interés por la antropología visual.
Sin temor a equivocarme, Cinemantropos ha sido mi relación más longeva y estable con un espacio de escritura y reflexión: me dediqué durante dos décadas ininterrumpidas a ver cine con el propósito de sugerir algo relevante para la antropología, y, con el tiempo, empecé a explorar otras manifestaciones visuales, como los clips en redes sociales, los videoblogs, las series de televisión, los videos musicales, etcétera.
Abordé cientos de materiales de las más diversas nacionalidades para preguntarme ¿qué idea de ser humano se representa aquí?, ¿cómo se abordan el matrimonio, el parentesco, lo sagrado, los hechos sociales totales? Para ello recomendé obras específicas en cada entrega pero también compilé películas de manera temática para hablar de la magia, el matrimonio, la adopción, la violencia, las pandemias, la afrodescendencia, entre otras curiosidades.
Recomendé películas que aprecio como Heavy Metal. A Headbangers Journey (Canadá, 2005), Napoleón Dynamite (EUA, 2004), o Qué necios (México, 2009), pero también me forcé a explorar contenido inusual (al menos para mí), como Cerdo de guinea (Japón, 1985), Corazón de luz (Groenlandia, Dinamarca, Noruega, Suecia, 1998), Kelin (Kasajiztán, 2008), o Buscadores en un país de desaparecidos (México, 2017), llevándome grandes sorpresas.
En los primeros años de vida de Cinemantropos coleccioné todas mis entregas; poco después el propio Roberto Melville me obsequió un álbum con todos los recortes de la columna hasta la fecha. Después de la entrega número doscientos dejé de llevar la cuenta, por lo que no sé con precisión cuántas películas referí, considerando además que, como he dicho, en algunos casos recomendé más de una. En suma, me complace haber tenido el privilegio de dedicarme por mucho tiempo a una de mis más grandes pasiones: estudiar las historias narradas audiovisualmente.
Fueron pocas las veces que me quedé fuera del Ichan Tecolotl por razones de espacio y solo en una ocasión los editores no concordaron con mi criterio y me solicitaron reescribir la colaboración. Esto es una confesión inédita que les ruego mantener en secreto: esa entrega que jamás vio la luz versaba sobre el documental independiente Zoo (2007) de Robinson Devor, peculiar trabajo que aborda la vida de un grupo de criadores de caballos que practican (¡practicaban, espero!) la zoofilia.
Comprendí que incluso la curiosidad más tozuda acerca del comportamiento humano tiene límites y guardé los pensamientos que durante semanas me atormentaron para mí misma. Sigo considerando que hasta los hechos más extraños y prohibidos nos dan información valiosa, pero me alegra que los editores me hayan parado el carro para evitarle el trago amargo a la audiencia.
Mis últimos años en Cinemantropos me retaron: esa es otra confesión inédita. La política editorial de alinear el espacio con el tema que abordaría el Ichan me obligó a buscar materiales todavía más inusuales, a encontrar la manera de colocar la reflexión en consonancia con el tema de la revista y a descubrir raras gemas que de otra forma habrían pasado desapercibidas para mí: así descubrí Cochochi (2007), El sueño del mara’akame (2016) y la serie Antropovisiones del CIESAS, entre otras gemas.
Con motivo del aniversario de mi alma mater, abro la conversación para preguntarles: ¿qué se imaginan que podría suceder con el CIESAS, con el Ichan Tecolotl y con Cinemantropos en los próximos 50 años?
“Aiglatson” es “nostalgia” al revés: es la palabra que el teólogo Gabriel Fackre utiliza para referirse al anhelo del porvenir sin darle la espalda al pasado. ¿Cómo honraremos el pasado del CIESAS, a su comunidad y a sus publicaciones para experimentar aiglatson? ¿cómo construiremos más y mejores comunidades de aprendizaje en torno al comportamiento humano, diversas, flexibles, socialmente responsables, sostenibles, aliadas del mundo, de mejores mundos posibles? ¿cómo continuaremos produciendo y divulgando conocimiento nuevo, con qué formatos, con qué soluciones tecnológicas, para qué públicos? ¿cómo podemos lograr un ejercicio antropológico que responda a nuevos retos culturales como el transhumanismo, la inteligencia artificial y la certeza de que no estamos solos en el universo? ¿cómo se adaptará el Ichan para dar cuenta de toda esa riqueza?
Este ejercicio de imaginación requiere de un examen incómodo que pase por las preguntas ¿qué podría pasar en unos años si no hacemos nada diferente?, y ¿qué es lo peor que podría pasar dadas las actuales condiciones?, así como ¿qué podría pasar si nos constreñimos para sobrevivir? y finalmente ¿qué podría pasar si reescribimos el sistema desde sus fundamentos?, ¿cuál es el camino más deseable?, ¿cómo podemos construirlo?[2]
¿Qué deseo para Cinemantropos? Que se siga escribiendo y que crezca en temas, formatos de análisis y de comunicación, porque la antropología visual, entendida como un campo del conocimiento que hace de la imagen un vehículo para estudiar el comportamiento de los grupos humanos, en sí mismos y en interacción con otras formas de vida (incluidas las alienígenas), conoce muchos caminos —a veces involuntarios— para manifestarse. Su alcance trasciende el cine etnográfico y apunta a una gran variedad de materiales que demandan atención, discusión, disenso y reflexión.
Para los próximos años, me imagino un Cinemantropos que aborda, además de películas en formatos habituales, proyectos de periodismo de datos como Rutas del conflicto o Datajournalism; proyectos de realidad extendida, videos de 360°, videojuegos, animaciones, películas de plataformas de streaming, cine interactivo, cortometrajes grabados en teléfono móvil, películas 9D, cine filmado y proyectado en tiempo real, entre otras expresiones que abonan a la cultura material y a la comprensión del comportamiento de los grupos humanos. Y la columna aborda todo eso y mucho más, porque el Ichan sigue siendo una publicación relevante, elástica, capaz de adaptarse al cambio y porque el CIESAS sigue siendo un centro para la reflexión y la generación de conocimiento nuevo.
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Egresada CIESAS y creadora de la columna Cinemantropos | Correo: kpaniagua@centro.edu.mx ↑
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A propósito de los arquetipos de la escuela de Houston para hacer escenarios futuros, véase: https://www.andyhinesight.com/houston-archetype-technique-updated/ ↑