Acciones de resistencia de los pueblos indígenas bolivianos


 Vladimir Huarachi Copa
Doctorante en Ciencias Sociales, Universidad Autónoma de Nayarit

¿Qué son los pueblos indígenas? Desde este tiempo, se puede decir que son el objeto de investigación y estudio de la interdisciplinariedad, el baluarte antihegemónico, el no-lugar de los neoindigenistas, el discurso político de derecha e izquierda, la diversidad cultural de un Estado-nación, el poder y la caída de gobiernos en turno, la alternativa a la globalización, el sabor amargo de la modernización, la extensión territorial y otros posibles adjetivos que puede otorgar la reflexión del lector. Sin embargo, aquí, pese a haberse posicionado idóneo para estas y otras posibles cualificaciones, demuestran un interés malsano de las personas en la búsqueda y rescate de una identidad cultural, puesto que lo usan para la satisfacción de cualquiera de las cualificaciones. No obstante, son sus acciones las que los han trascendido en la historia cronológica. De ahí que, son estas acciones las que se propone exponer desde los pueblos indígenas del Estado Plurinacional de Bolivia. Además, con estas acciones, una forma de resistencia frente a la cultura de masas y, asimismo, una perspectiva en contraposición a la aceleración de la segunda modernidad.

Luego de 11 años de ser reconocidos de manera legal y legítima en la nueva constitución (2009), los pueblos indígenas bolivianos no se lo deben al ejercicio deliberativo de la clase política, sino a una serie de acontecimientos librados en diferentes momentos. En 1990, la Marcha por el Territorio y la Dignidad; en 2000, la Guerra del Agua; en 2003, la Guerra del Gas; y, en 2011, la VIII Marcha de los Pueblos Indígenas del Oriente, Chaco y Amazonía Boliviana, por la defensa de Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (tipnis). Sin embargo, esta lista no es la única que constituye la historia del túnel cronológico de estos pueblos, sino que hay otros que se remontan a los primeros años de la fundación de la República de Bolivia, tal como los señala Huáscar Salazar Lohman (2015) en su tesis doctoral: “Se han adueñado del proceso de lucha”. Horizontes comunitario-populares en tensión y la reconstitución de la dominación en la Bolivia del mas (Movimiento al Socialismo).

No obstante, la VIII Marcha de los Pueblos Indígenas del Oriente, Chaco y Amazonía Boliviana, por la defensa de Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (tipnis), de 2011, contradice la inclusión legal y legítima en la nueva constitución. Asimismo, sitúa en el debate la palabra inclusión y el interés malsano como discurso de poder para con los pueblos indígenas. En otras palabras, queda inmersa en la legalidad en tanto la legitimidad hegemónica que había alcanzado hasta entonces el poder del gobierno de Evo Morales empieza a corroerse, para terminar en la división de las organizaciones sociales que apoyaron su ascenso a la administración del Estado. Con este hecho los pueblos indígenas regresan a tiempos de atentados a sus territorios.

Como, por ejemplo, en 2012, en la comunidad de Mallku Khota (en Aymara Lago del Cóndor), al norte del departamento de Potosí, se manifestó un conflicto socioambiental provocado por el aprovechamiento de un megayacimiento de plata e indio, que fue heredado del periodo republicano. Aunque, desde 2004, este motivo venía con afecciones al territorio compartido por diversas comunidades de la región, el conflicto se radicalizó luego de que sus pobladores conocieran que el proyecto implicaba la desterritorialización de los mismos. Lo cual determinó una marcha a la sede de gobierno, en el departamento de La Paz.

Así, las marchas se realizan en una acción para demandar sus desacuerdos ante los atentados a sus territorios. En ese sentido, pese a que los pueblos indígenas han encontrado en ella una forma objetiva de expresión para situarse en el túnel cronológico de la república y el Estado Plurinacional, también se encuentran en otras formas silenciosas de acción relacionadas con otros escenarios. Entre ellas están las fiestas tradicionales que se llevan a cabo en las ciudades capitales (en el Carnaval de Oruro, Santa Cruz y Cochabamba), asimismo, en las cabeceras municipales, comunidades y barrios.

Estas fiestas, por medio de sus bailes y ritmos musicales, representan un punto de convergencia entre el campo y la ciudad, una arista de la cultura boliviana y una extensión territorial. Hoy, tales cualificaciones los hacen parte de la sociedad de consumo, patrocinadas por el sector privado y público, desde el gobierno nacional, departamental y municipal. De la misma forma, si bien son reivindicadas como patrimonio inmaterial del país y de la humanidad, también son subalternizadas y cosificadas como productos de mercado; donde se prioriza a los turistas nacionales e internacionales, y no así a los actores directos de los pueblos indígenas. No obstante, pese a que en los últimos años los patrocinadores han optado por abrir espacios festivos para los pueblos, no están alejados del mismo fin de las fiestas tradicionales, generar ingresos. Este año, 2020, el Carnaval de Bolivia (entre Oruro, Santa Cruz y Cochabamba) generó 50 millones de dólares según el Ministerio de Cultura (Manzaneda, 2020).

De todas maneras, las fiestas tradicionales no son los únicos espacios silenciosos que constituyen la trascendencia de las acciones de los pueblos indígenas, sino también las plantas medicinales, los cultivos de semillas nativas y sus rituales. Los cuales, desde la noción de culturas populares, se puede decir que son una forma de resistencia frente a la cultura de masas, conducida desde las industrias culturales de “Los medios masivos de comunicación y difusión hacia la totalidad de la población” (Sánchez, 2007: 28). Esto debido a que las culturas populares, como criterio de análisis, establecía parámetros de estudio para las culturas tradicionales, campesinas e indígenas y de sus modos de producción endógenos (loc. cit.). Así como los procesos de hibridación socioculturales, también son una forma de resistencia, ya que las “Estructuras o practicas discretas, que existían en forma separada, se combinan para generar nuevas estructuras, objetos y prácticas” (García, 2009: III); por ejemplo, en la fusión de la agricultura tradicional e industrial.

Así pues, los pueblos indígenas visibilizados como culturas populares y, desde Beck, como sociedades tradicionales o premodernas, hoy, situadas “Dentro del ámbito de la segunda modernidad, y no en el de tradición, permiten una pluralización de la modernidad, y un espacio para la conceptualización de las trayectorias divergentes de las modernidades de diferentes partes del mundo” (2002: 3). En contraposición a “La aceleración intensa e importancia de los procesos de dependencia transnacional, así como el aumento de los discursos de “globalización económica”, cultural, política y social” (Beck, 2002: 4). asimismo, frente a la erosión de memorias débiles y fragmentadas, y fuertes; situadas, la primera en las ciudades modernas, y la segunda en las culturas étnicas y campesinas (Giménez, 2007: 296-297). De ahí que, Beck (2002: 4) sugiere que las sociedades tradicionales (pueblos indígenas o culturas populares) deben incluirse en cualquier análisis de retos de la segunda modernidad, así como también las alternaciones y reflexiones específicas de lo global tienen que examinarse en las diversas localizaciones de la sociedad global emergente.

Bibliografía

Beck, U. (2002), La sociedad del riesgo global (J.A. Rey, trad.), Madrid, Siglo XXI Editores.

García, N. (2009), Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad, México, Random House Mondadori.

Giménez, G. (2007), Estudios sobre la cultura y las identidades sociales, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes-Instituto Coahuilense de Cultura.

Manzaneda, L. (24 de febrero de 2020), “Carnaval: Calculan que genera un movimiento económico de $us 50 MM en el país”, en Los tiempos. Ver https://www.lostiempos.com/actualidad/economia/20200224/carnaval-calculan-que-genera-movimiento-economico-us-50-mm-pais

Sánchez, A. (2007), “Globalización y cultura en América Latina”, en Latinoamérica. Revista de Estudios Latinoamericanos, núm. 45, pp. 9-30. Ver http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=64011417002

Salazar, H. (2015), Se han adueñado del proceso de lucha”. Horizontes comunitario-populares en tensión y la reconstitución de la dominación en la Bolivia del mas”. tesis de doctorado, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (buap). Espacio Virtual de la Facultad de Economía. Ver http://www.eco.buap.mx/aportes/tesis/depd/2015/salazarhuascar.pdf