A 47 años del CIESAS
El CIESAS y sus contextos: el reto de las crisis

Virginia García Acosta
CIESAS Ciudad de México

Los contextos por los que ha transitado el ciesas a lo largo de su vida han sido muy diversos. Son esos contextos los que con frecuencia determinan las condiciones y las posibilidades de crecimiento y evolución de las instituciones. Aquél en el que nació como cis-inah, allá por los años setenta del siglo pasado, se caracterizó por la creación de centros e instituciones de investigación, prácticamente inexistentes hasta entonces. Baste una cifra: en 1970 no sólo se fundó el Conacyt, concebido desde sus inicios como la instancia estatal encargada de coordinar las estrategias de ciencia en el país, sino 18 de los actuales Centros Públicos de Investigación que de él dependen: cerca del 70%.

El contexto durante las décadas de los años ochenta y noventa, en que pasó de ser cis-inah para convertirse en ciesas, transcurrió no exento de sufrir descalabros y amenazas, al tiempo que le permitió iniciar la etapa de su consolidación. Al término del mismo contaba ya con una planta estable de investigadores, una creciente oferta de programas de posgrado, a la vez que nació y se expandió una de sus enormes riquezas, la creación de sus sedes regionales. Dicho periodo se caracterizó por un respaldo bastante constante y generalizado al desarrollo de la ciencia en el país, durante el cual se crearon el resto del conjunto de Centros Públicos de Investigación del país.

El nuevo milenio inició con apoyos vigorosos, producto del reconocimiento de las especificidades de la institución, de sus logros, de sus actividades en investigación y docencia que la hacían un centro distinto, único en su campo incluso a nivel internacional y, a la vez, una institución comprometida y responsable de y con los temas y problemas que atendía y atiende. Sumó esfuerzos con otros centros similares que conformaban el entonces pujante Sistema de Centros Públicos de Investigación del Conacyt, la Red de Colegios y Centros de Investigación en Ciencias Sociales e, incluso la anuies y sus numerosas ies (Instituciones de Educación Superior) afiliadas. Con la unam y con las Universidades estatales, particularmente con aquéllas ubicadas en las siete entidades federativas en las que se encuentran las unidades regionales del ciesas, se tejieron lazos académicos y de cooperación incontables, tratando de atender siempre la problemática regional circundante.

En el último par de años la realidad ha cambiado radicalmente. La problemática nacional derivó en una disminución sin precedentes en los apoyos destinados a la investigación científica, tanto de aquéllos asignados a la generación de conocimiento como los requeridos para la marcha cotidiana de una institución pública. Los efectos en el ciesas ya se hacen patentes. Un ejemplo que atenta contra la concepción misma de la institución desde su creación original. El trabajo de campo es la base de la generación de conocimiento antropológico y los apoyos para llevarlo a cabo, tanto para los investigadores, como para los estudiantes de nuestros posgrados, algo que en pocas instituciones existe, prácticamente han desaparecido. ¿Cómo vamos a conocer, a analizar, a proponer cambios si nuestro conocimiento de la realidad social no se genera de manera directa? ¿Cómo podremos decir que hacemos antropología sin hacer trabajo de campo?

Los logros a alcanzar en una institución académica a partir de su experiencia, de sus méritos y alcances se potencian si, a la par del trabajo cotidiano y comprometido de sus trabajadores académicos y administrativos, y de la mano con sus autoridades, el contexto es favorable y apoya su quehacer en las múltiples formas en las que es posible hacerlo. Ahora, estando en su plena madurez y a punto de convertirse en una institución cincuentona, el ciesas se encuentra inmerso en un entorno poco propicio, que no responde a lo que la institución ha aportado en estos casi diez lustros y, sobre todo, lo que aún puede aportar a partir del conocimiento directo de la realidad. En las circunstancias actuales resulta muy necesaria la mirada de las ciencias sociales sobre una realidad compleja como la que estamos viviendo. El ciesas tiene la experiencia para generar propuestas adecuadas y oportunas que permitan atender esos que, desde que nació la institución, se proclamaron como sus intereses prioritarios: los grandes problemas nacionales.

¿De qué CIESAS estamos hablando? De un centro de investigación y formación en antropología, historia, lingüística, sociología que es vigoroso, siempre activo, en lo académico y en lo profesional, pero también con compromiso basado en el conocimiento directo de la realidad. Y que ha cumplido tales labores desde sus campos de especialidad. Citaré algunos ejemplos vinculados con acontecimientos como los que estamos viviendo ahora que dan cuenta de ello: me refiero a la pandemia de la Covid-19.

A raíz de los sismos de 1985 y de considerar en qué, además del apoyo directo, podría la institución ayudar a entender lo que estaba pasando, no sólo se llevaron a cabo investigaciones ad-hoc desde las diferentes disciplinas que desarrollan sus investigadores y se publicaron rápidamente sus resultados, sino que incluso se inició una línea de investigación en historia y antropología de los desastres que hoy, a escala internacional, reconoce al ciesas como su líder. Cuando ocurrió la pandemia del H1N1, en 2009, a partir de su revista Desacatos se abocó a examinar de manera multidisciplinar la contingencia sanitaria: el avance de la epidemia, el papel de los medios de comunicación masiva, la manipulación del temor ante amenazas a la salud, la producción y distribución de vacunas y las deficiencias de las políticas sociales, fueron algunos de los temas analizados. Es decir, siempre desde la especialidad del investigador y considerando la pertinencia del asunto a analizar. Durante los recientes sismos de 2017, en varias sedes de la institución no sólo se organizaron colectas y apoyos diversos a los damnificados, sino que se iniciaron investigaciones y tesis de posgrado relacionadas con los efectos e impactos de esos fenómenos y las condiciones de prevención en el país. Y ahora, con la pandemia que estamos enfrentando, que afecta nuestra vida cotidiana, nuestros esfuerzos y nuestras actividades todas, el ciesas se ha puesto a trabajar seriamente, con métodos propios de las ciencias sociales, tratando de entender qué es lo que pasó a nivel de la esfera social y colectiva, por qué se expandió de esa manera, cómo está afectando la Covid-19 a nuestro país, particularmente a escala local, qué medidas se han tomado y por qué en gran medida han resultado inadecuadas e improcedentes. Y por supuesto, revisar qué lecciones debemos aprender de esta pandemia, e incorporarlas al conocimiento de la cultura y la sociedad en sus diferentes ámbitos y circunstancias. Reflexiones sobre lo que puede y debe decir la antropología y las ciencias sociales al respecto, están ya circulando, algunas de las cuales también dará a conocer pronto Desacatos.

¿De qué CIESAS estamos hablando? De un ciesas que siempre piensa en una sociedad alternativa, en dar voz a quienes no la tienen o no la han tenido, que procura buscar condiciones de vida diferentes de las que han privado y que han sido las dominantes. Un ciesas pertinente y comprometido que, a sus 47 años de vida, en plena madurez, tiene mucho que mostrar, mucho que enseñar y ser ejemplo a emular.