Editorial

Cuarenta años después del adiós: la memoria académica de Ángel Palerm cobra vigencia en la actualidad.

A cuarenta años de que Ángel Palerm ya no está con nosotros, la revista Ichan tecolotl dedica la edición de su número 337 -junio 2020- a resaltar la vigencia de su pensamiento, de su obra, de sus construcciones teóricas y metodológicas vitales para las Ciencias Sociales de México; también propone dejar evidencia transparente de su legado como constructor de instituciones académicas dedicadas al estudio superior de la antropología.

La obra académica construida por Palerm es amplia y de calado profundo; la desarrolló en distintos ámbitos como en la investigación, la docencia y el servicio público, incluyendo su paso por organizaciones internacionales. Además, publicó estudios e investigaciones generadas por la Antropología Social de México y de otros países del mundo.

Ángel Palerm demostró a las generaciones venideras de antropólogos y etnólogos que para la Antropología Social es fundamental articular el pensamiento teórico de las Ciencias Sociales con la práctica de campo. Desde esa articulación, el antropólogo realiza la lectura de la humanidad y sus quehaceres en sus contextos de vida reales.

Las opiniones, reseñas y testimonios de investigadores y amigos que conocieron a Ángel Palerm o bien que trabajaron a su lado, contienen en su memoria los componentes necesarios para que su legado académico siga vivo y vigente.

En su tiempo, que fue el tiempo de la lucha permanente en contra de los irracionalismos políticos y sociales contenidos en los fascismos dominantes en el mundo, la construcción de un paradigma nuevo para la antropología mexicana particularmente crítico, distinguido por proponer la perspectiva de mundos nuevos, colocó a Palerm frente a una etapa de violentas polémicas a la que él mismo llamó una “infortunada experiencia cuando se procuró callarnos y expulsarnos de los organismos académicos”.

En ese contexto, resulta notable su carácter y su convicción firme de científico social dotado de una lucidez crítica excepcional para no sucumbir ante los embates tan frecuentes como feroces de las múltiples agresiones desde el irracionalismo que enfrentó durante toda su vida, tan versátil como intensa y productiva. Desde su militancia comunista, luego su firme militancia anarquista y después su magnífica obra académica, nos dejan advertir la trascendencia y la influencia universal de Ángel Palerm para México y para la humanidad.

En el registro de su legado destaca su discurso que presentó con motivo de la creación del Centro

de Investigaciones Superiores CIS INAH, institución origen del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social CIESAS, y su nombramiento como su primer director, en septiembre de 1973.

En primer término, en dicho discurso Palerm plantea la cuestión del compromiso de los antropólogos para desarrollar trabajos más activos en el estudio de los problemas del país. En su alocución fundacional referida, el autor de Antropología y marxismo (2008), en esa ocasión plantea a los antropólogos la necesidad de hacer explícito su compromiso con los cambios que el país requiere, además, ahí también requiere de sus colegas evidencias de sus intervenciones en esos cambios.

La participación de sus colaboradores cercanos con procedencia académica diversa y de académicos integrantes de la Cátedra Ángel Palerm, en la elaboración de este número dedicado tanto a la aproximación a su memoria como al estudio de su legado intelectual, constituye la sustancia cognitiva básica, el acervo académico primordial para aproximarnos a su herencia, la cual además de constituir una parte muy valiosa de la memoria de la antropología y demás ciencias sociales, también es pensamiento, inteligencia crítica vigente que dialoga con la realidad en tiempo presente.

Dicha vigencia se advierte en la alocución referida cuando Palerm hace mención al plan Camelot, aquel ejercicio del ejército norteamericano realizado entre 1963 y 1965 para estudiar desde el ámbito universitario de Estados Unidos los puntos vulnerables de los pueblos indígenas latinoamericanos, con el objetivo de socavarlos y así restarles sistemáticamente posibilidades de resistencia frente a los embates del imperialismo norteamericano.

Llama poderosamente la atención la vigencia que hoy tiene aquel llamado de atención de Palerm, especialmente cuando dice:

“Tal vez Camelot ya haya germinado hace tiempo y en la actualidad estamos viendo, leyendo, escuchando, analizando sus resultados a la luz de los resultados en las urnas electorales de Latinoamérica.”

Palerm compartía con sus colegas, particularmente con el Doctor Gonzalo Aguirre Beltrán, su convicción de que el camino en busca de la independencia científica y técnica está en el desarrollo de organismos propios dedicados seriamente a la investigación y a la enseñanza superior que pongan en manos de los estudiantes y profesionales jóvenes los instrumentos del estudio y el conocimiento.

Orientados por la convicción de compartir ideas y reflexiones que permitan la aproximación a Ángel Palerm y su actividad dedicada a la construcción científica de la antropología, presentamos esta edición de Ichan tecolotl que contiene documentos, su biografía como científico social y antropólogo, reseñas de sus obras que analizan sus aportes a las ciencias sociales, tales como su estudio emblemático del cual, en la presentación del libro Antropología y marxismo, Erick R. Wolf nos llama la atención respecto del interés de Palerm por estudiar las implicaciones sociopolíticas de la irrigación y otras obras hidráulicas en la Mesoamérica antigua y los Andes, desde la perspectiva teórica de Carlos Marx.

Antes de invitar a nuestros apreciados lectores a emprender este camino de aproximación a Ángel Palerm, es necesario reiterar la relevancia que tiene la vigencia de sus ideas en los tiempos posteriores a la pandemia del covid-19.

Por tal motivo, para proceder a iniciar la lectura de esta edición número 337 de Ichan tecolotl, concluimos esta reflexión editorial con la cita de las palabras con las que Ángel Palerm concluyó su discurso en 1973, al aceptar el encargo de Director general del Centro de Investigaciones Superiores, el CIS:

“Los antropólogos hemos sido llamados a colaborar como científicos en una tarea de estudio de los problemas sociales del país. Se nos da la amplísima y suficiente libertad académica para desempeñar la parte que nos toca en esta labor, dentro de normas de absoluta integridad científica y profesional. Lo demás nos corresponde a nosotros.”