Luis Reygadas[1]
Universidad Autónoma Metropolitana

Medellín, Colombia, 2019. Fotografía de Luis Reygadas
Resumen
La época actual es altamente paradójica en lo que se refiere a la desigualdad. La disparidad de ingresos entre los más ricos y el resto de la población ha llegado a extremos escandalosos, nunca antes vistos. Pero, al mismo tiempo, en este siglo cientos de millones de personas han salido de la pobreza. Hay una fuerte crítica a la discriminación y al racismo, pero se ha desatado una furiosa reacción de las ultraderechas racistas. En algunos aspectos se ha avanzado hacia la equidad de género, sin embargo, al mismo tiempo se ha incrementado la violencia hacia las mujeres. ¿Cómo explicar estas paradojas? ¿Qué factores inciden en el aumento de las desigualdades y qué factores contribuyen a reducirlas? ¿Por qué se ha concentrado tanto la riqueza en un pequeño grupo de multimillonarios? ¿Qué políticas públicas han exacerbado las disparidades sociales y cuáles las han reducido? ¿Qué tanto han logrado reducir las desigualdades los movimientos étnicos y feministas? Este artículo analiza las tendencias y contratendencias que inciden sobre las desigualdades contemporáneas y concluye con una reflexión sobre la dialéctica entre la igualdad y la desigualdad.
Palabras clave: Desigualdad, Discriminación, Distribución de la riqueza, Género, Igualdad
Concentración de la riqueza nunca antes vista
En la época contemporánea la concentración de la riqueza ha alcanzado niveles inauditos. La diferencia de ingresos entre las personas más ricas y el resto de la población es escandalosa. En México, el 0.1% más rico de la población (120,000 personas en un país de casi 130 millones de habitantes) gana en promedio 3 millones de pesos al mes, 857 veces más que el 50% más pobre (Ríos, 2023). Se calcula que Carlos Slim, el hombre más rico de México, gana 3 millones de veces más de lo que gana en promedio el 50% más pobre de los mexicanos (Flores, 2024). Estos datos son abrumadores e inquietantes, pero la desigualdad es aún mayor si se analiza a nivel global. Algunos ejemplos, a partir de Oxfam (2022) y Sanders (2024):
- El 1% más rico de la población mundial ha acaparado casi dos terceras partes de la nueva riqueza generada desde 2020 (valorada en 42 billones de dólares), casi el doble que el 99% restante de la humanidad.
- Conjuntamente, 252 hombres poseen más riqueza que los mil millones de mujeres de África, América Latina y el Caribe (son 4 millones de veces más ricos).
- En Estados Unidos tres personas (Elon Musk, Jeff Bezos y Mark Zuckerberg) concentran una riqueza equivalente a la de la mitad más pobre, 165 millones de personas (son 55 millones de veces más ricos).
- Los 10 hombres más ricos del mundo poseen más riqueza que los 3100 millones de personas más pobres (son 310 millones de veces más ricos).
¿Cómo es posible que alguien tenga una riqueza 310 millones de veces más grande que la que posee otra persona? En los últimos siglos, con el desarrollo del capitalismo, se han producido enormes desigualdades de ingresos, pero la magnitud de las macrofortunas actuales no tiene parangón. ¿Qué explica asimetrías tan brutales?
Hay varios factores que ayudan a entender la enorme desigualdad de ingresos en nuestra época. En primer lugar, está la globalización de la economía: muchas empresas operan a nivel mundial, aprovechan enormes economías de escala, tienen clientes por todo el orbe y obtienen ganancias a partir del trabajo de cientos de miles de personas distribuidas en decenas de países. No es lo mismo operar a nivel local o nacional que a nivel internacional. Por ejemplo, Walmart inició sus operaciones en 1962 con una sola tienda en una pequeña ciudad de Arkansas que tenía 6,000 habitantes. Unos años después poseía 24 tiendas en Arkansas; en 1975 tenía 125 tiendas en diferentes partes de Estados Unidos, con un total de 7,500 empleados. En la actualidad tiene 11,000 tiendas en 28 diferentes países, con 2.1 millones de empleados (Serrano et al., 2024). Su negocio es esencia el mismo, pero al operar a gran escala en el nivel internacional genera ganancias astronómicas. Muchas otras empresas industriales, comerciales y financieras participan en cadenas internacionales de valor que permiten concentraciones de riqueza mucho mayores que las que existían antes de la última ola de globalización que comenzó en el último cuarto del siglo XX. Esta dinámica de acumulación global no se ha detenido, pese a las críticas a la globalización y al renacimiento de políticas proteccionistas.
Otro factor para considerar son los cambios tecnológicos, en particular asociados a las nuevas tecnologías de la información: computadoras, internet, teléfonos inteligentes, plataformas digitales, inteligencia artificial. Es común que las revoluciones tecnológicas incrementen los niveles de desigualdad, al menos en los primeros años, porque las empresas y los países que desarrollan los nuevos dispositivos tienen enormes ventajas sobre sus competidores, gozan de una suerte de monopolio temporal que les permite obtener ganancias extraordinarias. Con la tecnología digital algunas empresas han podido crear oligopolios y cuasi-monopolios que controlan la mayor parte del mercado en algunas ramas y sectores, de modo que sus propietarios obtienen ingresos inconmensurables y forman parte de los super millonarios del planeta. Es muy conocido el caso de los gigantes tecnológicos conocidos como GAFA (Google, Apple, Facebook —hoy Meta— y Amazon), pero hay muchas otras empresas de alta tecnología y propietarias de plataformas que han concentrado muchas de las nuevas riquezas generadas en las últimas décadas.
También hay que tomar en cuenta los super salarios de los CEO y altos ejecutivos de las grandes empresas transnacionales, que pueden llegar a tener ingresos equivalentes a los que obtienen miles de sus empleados.
De gran importancia es la financiarización de la economía, promovida y permitida por las políticas neoliberales. La ausencia de mecanismos efectivos para regular las finanzas internacionales ha provocado que el capital financiero sea uno de los grandes ganadores de la globalización, a costa de la población trabajadora, pero también a costa de muchos sectores medios y de empresas medianas y pequeñas que tienen que desprenderse de una parte de sus beneficios para pagar los créditos adquiridos. La bonanza de los bancos y de los banqueros durante la crisis financiera de 2008 es uno de los escándalos que muestran la enorme desigualdad en el reparto de los beneficios y de los quebrantos en el mundo contemporáneo.
Un último factor que debe mencionarse es el debilitamiento y el deterioro de las instituciones del estado de bienestar, que son fundamentales para la reducción de las desigualdades. Los mercados generan desigualdades de manera constante, pero estas asimetrías pueden reducirse si existen instrumentos adecuados para redistribuir la riqueza: impuestos progresivos (con mayores tasas de impuestos para quienes ganan más), educación y salud públicas de buena calidad, beneficios sociales para los sectores con mayores desventajas, regulación estatal y sindical de las relaciones laborales, etcétera. Muchos de estos mecanismos se han debilitado o han sido insuficientes frente a las nuevas dinámicas de la economía. Podríamos decir que tenemos mecanismos para la reducción de las desigualdades que corresponden al siglo XX, al periodo del predominio de los estados nación y las tecnologías analógicas, pero hacen falta mecanismos de redistribución de la riqueza adecuados para la época de la globalización y las tecnologías digitales
Sin embargo, cientos de millones de personas han salido de la pobreza
A pesar de la enorme concentración de la riqueza en una pequeña élite, se calcula que en las últimas décadas han salido de la pobreza cientos de millones de personas: solo entre 1990 y 2014 a nivel mundial 1000 millones de personas salieron de la pobreza extrema. Esta disminución se ha presentado sobre todo en Asia, impulsada por el crecimiento económico de países con una gran cantidad de población, como India y China. Pero también se ha dado en varios países que en corto tiempo lograron reducciones significativas en la pobreza, como Camboya, Congo, Honduras, Indonesia, Marruecos, Serbia y Vietnam (PNUD, 2023). En los primeros lustros del siglo la combinación de los altos precios de las materias primas con el triunfo de gobiernos de izquierda contribuyó a la reducción de la desigualdad en varios países de América Latina. En el caso de México disminuyó la desigualdad en los últimos años: “Mientras que en 2018 los hogares del 1% más rico del país concentraban el 49% del ingreso, ahora solo tienen el 44%.” (Ríos, 2025). Esto se debió sobre todo al aumento del salario mínimo y en general de las remuneraciones al trabajo: “las remuneraciones aumentaron en 39% por encima de la inflación para los hogares de ingresos bajos. En cambio, para los hogares de ingresos altos y ricos cayeron en 19% y 31%, respectivamente” (Ríos, 2025). En cambio, “los programas sociales contribuyeron poco con la reducción de la desigualdad porque, si bien aumentaron para hogares de ingreso bajo (74%), lo hicieron más para los hogares de ingresos medios (320%) y altos (104%)” (Ríos, 2025).
Además del crecimiento económico, otros factores que han contribuido a la disminución de la pobreza son la mejora en los sistemas de educación y salud, los programas de apoyo a personas en situación de pobreza, sobre todo transferencias monetarias y acceso a alimentos, así como la difusión de nuevas tecnologías, que puede disminuir el nivel de las ganancias monopólicas y oligopólicas. De este modo, aunque parezca paradójico, hay algunos datos que señalan que en el siglo XXI ha bajado la desigualdad de ingresos a nivel global. Uno de ellos es el coeficiente de Gini, un indicador que se usa para medir la desigualdad: un coeficiente de Gini de cero significa igualdad perfecta (todas las personas tienen lo mismo), mientras que un Gini de 1 significa desigualdad absoluta (una sola persona tiene todos los recursos). Pues bien, entre 1990 y 2019 el coeficiente de Gini mundial disminuyó de 0.72 a 0.60 en lo que se refiere a los ingresos de la población (Banco Mundial, 2023). Por un lado, supermillonarios que concentran gran parte de las nuevas riquezas y, por el otro, disminuciones significativas de la pobreza en muchos países. Esta paradoja muestra que la desigualdad es un fenómeno complejo y multidimensional: su aumento o su reducción no tienen una sola causa, hay factores que producen mayor desigualdad, pero también hay otros que la reducen, por lo que sus niveles y formas dependen de la dialéctica entre estos diversos elementos. Esto también permite entender por qué la desigualdad varía mucho de un país a otro. La manera en que se da la intersección entre clase y etnia en cada país influye sobre los niveles de desigualdad de ingresos. También influye si cuentan o no con sistemas fiscales progresivos que permitan redistribuir riquezas de los sectores más ricos al resto de la población, así como la fortaleza, cobertura y calidad de los servicios públicos de educación y salud. Todo esto hace que haya enormes diferencias en los niveles de desigualdad: mientras que los países con mayores asimetrías en la distribución de la riqueza tienen coeficientes de Gini muy altos (mayores a .50) hay otros que muestran mayor igualdad en esta materia, como se observa en la tabla 1.
Tabla 1. Niveles de desigualdad de ingresos, coeficientes de Gini, países seleccionados
| Nivel de desigualdad | Ejemplos |
| Desigualdad extrema(Gini mayor a .50) | Botswana, Brasil, Honduras, Lesotho, Mozambique, Namibia, Sudáfrica, Zambia |
| Desigualdad alta(Gini entre .40 y .50) | Argentina, Chile, Colombia, Costa de Marfil, Estados Unidos, Guatemala, México, Nicaragua, Nigeria, Panamá, Perú, Turquía, Uganda |
| Desigualdad media(Gini entre .30 y .40) | Alemania, Canadá, China, Corea del Sur, España, Francia, Hungría, India, Japón, Marruecos, Nepal, Reino Unido, Rusia, Tailandia, Uruguay, Vietnam |
| Desigualdad baja(Gini menor a .30) | Argelia, Bielorrusia, Chequia, Dinamarca, Eslovaquia, Eslovenia, Finlandia, Holanda, Irak, Islandia, Kirguistán, Noruega, Suecia |
Fuente: elaboración propia a partir de PNUD, 2019: 352-356
Avances y retrocesos en materia de equidad de género
La equidad de género es uno de los campos en los que se manifiesta con mayor intensidad la dialéctica de la igualdad y la desigualdad, lo mismo que las paradojas y claroscuros de la época contemporánea. La desigualdad de género es la más antigua de las desigualdades, se presentó incluso en sociedades en las que no existían estratos ni clases sociales. Sin embargo, en el último siglo se ha avanzado en la reducción de la desigualdad de género como nunca antes en la historia, en gran medida gracias a las luchas feministas. Destacan los avances en tres campos: el derecho al voto, la mayor incorporación de mujeres al trabajo remunerado y los avances educativos de las mujeres.
En primer lugar, durante el siglo XX las mujeres conquistaron el derecho al voto en la mayor parte de los países. En Nueva Zelanda se obtuvo desde 1893, le siguieron Finlandia (1906), Noruega (1913), Dinamarca (1915), la Unión Soviética (1917), Reino Unido (1918), Estados Unidos (1920, sólo mujeres blancas). En México el voto femenino fue más tardío, se aprobó en 1953.
En segundo lugar, se ha incrementado la participación de las mujeres en el trabajo remunerado, que a principios del siglo XX era menor a 20% en muchos países. En la actualidad en varios países más de dos terceras partes de las mujeres en edad de trabajar participan en el mercado laboral. En 2024 en la Unión Europea la tasa de empleo femenino fue de 70.8%. En Canadá fue de 77%, en Australia y en Japón de 75%, en Jamaica de 74%, en Perú y Uruguay de 70%. Lamentablemente en México solo 46.3% de las mujeres mayores de 15 años forma parte de la población económicamente activa. Esta cifra está por debajo del promedio regional de América Latina y el Caribe, que fue de 57% (Banco Mundial, 2025).
Por lo que toca a la educación, en muchos países las mujeres ya superan a los hombres en niveles educativos. En Estados Unidos en 2021 70% de las mujeres que habían terminado la educación media superior se inscribieron a las universidades, frente a 55% de los hombres (NCES, 2023). En la Unión Europea las mujeres tienden a alcanzar niveles educativos más altos que los hombres, especialmente en la educación superior. En 2022, el 47.6% de las mujeres de 25 a 34 años tenían estudios superiores, en comparación con el 36.5% de los hombres en el mismo grupo de edad (Yanatma, 2024). En México, en el ciclo escolar 2023-2024 había una mayor proporción de mujeres que de hombres estudiando una licenciatura (54% frente a 46%) o un posgrado (57% frente a 43%) (SEP, 2024).
Los esfuerzos cotidianos de las mujeres y la fuerza de los movimientos feministas han sido fundamentales para estos indudables avances. Sin embargo, existen techos de cristal que limitan el acceso de las mujeres a las posiciones más importantes en los gobiernos y las empresas, además de que persiste una importante brecha salarial de género. La inequidad en la distribución del trabajo doméstico y de cuidados es uno de los factores que más obstaculiza la igualdad sustantiva entre mujeres y hombres.
Una tremenda contradicción del mundo contemporáneo es que en la misma época en que se han presentado avances inéditos de las mujeres en los ámbitos políticos, educativos y económicos también ha aumentado la violencia hacia las mujeres y se han reavivado discursos y prácticas machistas que cuestionan dichos avances. Las batallas en torno al género muestran que en este campo también existe una dialéctica entre la igualdad y la desigualdad.
¿Han disminuido las desigualdades relacionadas con la etnia y la raza?
La intersección entre clase social, etnia y raza es uno de los factores más importantes para explicar la persistencia de la desigualdad. En América Latina durante siglos las personas indígenas y afrodescendientes han experimentado mayores desventajas que el resto de la población, como resultado de la colonización, la esclavitud, la discriminación y el racismo estructurales. Sin embargo, en la época actual también se presentan enormes paradojas en este campo.
En las últimas décadas los grupos históricamente discriminados y excluidos se han movilizado intensamente y han tenido conquistas simbólicas, políticas y educativas como nunca antes en la historia. Pese a ello, aún experimentan enormes desventajas, discriminación, exclusión y violencia. En las décadas de los cincuenta y sesenta el movimiento por los derechos civiles en los Estados Unidos hizo una crítica radical a la discriminación racial y el tema no ha dejado de estar en la palestra desde entonces. La población afrodescendiente ha venido conquistando espacios y derechos en ese país y en otras partes del mundo. Los movimientos indígenas y de los pueblos originarios en diversas partes del mundo han denunciado la discriminación y los abusos generados por el colonialismo, el neocolonialismo y el racismo. Fue un hito la aprobación en 1989 del Convenio sobre Pueblos Indígenas y Tribales de la Organización Internacional del Trabajo (conocido como la Convención 169 de la OIT). En América Latina fueron cruciales las movilizaciones relacionadas con el quinto centenario de la conquista (1992), la rebelión del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (1994) y diversos movimientos indígenas en Ecuador, Bolivia y otros países, así como los movimientos de la población afrodescendiente en Brasil, Colombia y otras regiones. A las movilizaciones más visibles se agregan las conquistas cotidianas de las poblaciones históricamente excluidas y discriminadas, que cada vez tienen mayor voz y presencia en diversos ámbitos.
La crítica y el rechazo a todas las formas de racismo y discriminación ha alcanzado niveles que nunca antes había tenido. Sin embargo, son limitados los avances legales en la materia, y aún más reducidas las transformaciones concretas en el funcionamiento de los mercados de trabajo, las relaciones laborales y las organizaciones de todo tipo. El racismo y la discriminación siguen presentes en la vida cotidiana de cientos de millones de personas. Peor aún, el racismo ha adquirido nuevos bríos con el rechazo a la migración transnacional y con el ascenso de las corrientes de ultraderecha que han dado nuevos bríos a las prácticas y los discursos discriminatorios. Baste mencionar los nombres de algunos políticos contemporáneos para ilustrar que en nuestra época el racismo está vivito y coleando: Trump, Milei, Bolsonaro, Meloni, Orbán, Le Pen y otros son la punta del iceberg de una reacción muy amplia frente a los avances de los grupos que han sido históricamente excluidos. Las guerras de los Balcanes (1991-2001), el genocidio de Ruanda (1994) y el genocidio de Gaza (2023-2025) son trágicos recordatorios de la virulencia de la violencia racista, en ocasiones perpetrada por pueblos que en el pasado fueron víctimas de la misma.
Dialéctica de la igualdad y la desigualdad
La desigualdad no es algo natural, sino resultado de procesos históricos en los que se tejen entramados asimétricos. ¿Estamos atrapados en las redes de la desigualdad? Sí y no. Son redes materiales y simbólicas, que nos separan, nos clasifican, nos ordenan jerárquicamente y producen distribuciones inequitativas de ventajas y desventajas. Pero no son estáticas ni fruto de la fatalidad, sino construcciones sociales que se edifican en las relaciones entre las personas y, por lo tanto, pueden ser modificadas. Son resultado de tendencias y contra-tendencias, como muestran las paradojas que he descrito en este artículo.
Existe una dialéctica entre igualdad y desigualdad. El grado de inequidad y el tipo de desigualdades que existen en una sociedad son resultado de las confrontaciones entre diversos agentes sociales, así como del entrelazamiento entre los procesos y mecanismos que producen mayor desigualdad y aquellos otros que la reducen o la regulan. La interacción entre estos dos procesos es histórica y los mecanismos de compensación y reciprocidad se modifican con el paso del tiempo. Puede haber fuertes desajustes entre los niveles de explotación y acaparamiento de oportunidades que hay en una sociedad y su capacidad para contrarrestarlos. Una de las causas de las nuevas desigualdades en la sociedad contemporánea es el desfase que existe entre los mecanismos que provocan disparidades —que se han multiplicado con la globalización y la revolución tecnológica— y los mecanismos de compensación, que se han deteriorado o han quedado rezagados, sin adquirir la consolidación institucional necesaria para regular, limitar y amortiguar las nuevas dinámicas de exclusión social.
Destacar la dialéctica entre igualdad y desigualdad también nos aleja de las concepciones fatalistas que postulan que existe una tendencia unívoca, ya sea hacia la mayor desigualdad o hacia la igualdad. Los grados de inequidad y los tipos de desigualdades varían de un país a otro; a lo largo de la historia se observan movimientos en una y otra dirección. Aunque hay constricciones económicas y tecnológicas que inciden sobre la evolución de la desigualdad, están mediadas por las políticas públicas y por las interacciones entre los grupos sociales, de modo que los resultados en términos de equidad son inciertos y pueden cambiar de dirección. Las paradojas de la desigualdad indican que existe posibilidad de cambio.
En los primeros 25 años del siglo XXI los factores generadores de desigualdades se han fortalecido porque adquirieron un carácter global: flujos financieros internacionales, redes productivas transnacionales, tratados de libre comercio, difusión global de las ideologías individualistas, correlación internacional de fuerzas favorable a las élites económicas y control oligopólico transnacional de las tecnologías de la información. Sin embargo, también han operado otros procesos que contrarrestan las desigualdades, entre ellos el crecimiento económico que permitió la salida de la pobreza de cientos de millones de personas, la difusión de las nuevas tecnologías, los avances educativos y laborales de las mujeres y de otros grupos históricamente excluidos, así como la fuerza que han adquirido los movimientos feministas y en contra de todas las formas de discriminación y exclusión. Aunque estos procesos no han provocado suficientes transformaciones institucionales que reviertan las desigualdades de manera más profunda, en ellos residen los gérmenes de nuevas utopías igualitarias y las bases para construir estrategias de combate a la inequidad en la época de la globalización.
Referencias
Banco Mundial (2023). Avances y retrocesos en la reducción de las desigualdades de ingresos. https://datatopics.worldbank.org/sdgatlas/goal-10-reduced-inequalities/?lang=es
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Flores, M. (2024, 10 de diciembre). Cuánto gana Carlos Slim, la persona más rica de México, por día, por hora y por minuto. Infobae. https://www.infobae.com/mexico/2024/12/10/cuanto-gana-carlos-slim-la-persona-mas-rica-de-mexico-por-dia-por-hora-y-por-minuto/
National Center for Education Statistics (NCES) (2023). Condition of education 2023. https://nces.ed.gov/use-work/resource-library/report/compendium/condition-education-2023
Oxfam (2022). Las desigualdades matan. https://oxfamilibrary.openrepository.com/bitstream/handle/10546/621341/bp-inequality-kills-170122-es.pdf
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) (2019). Informe sobre Desarrollo Humano 2019. https://hdr.undp.org/system/files/documents/hdr2019overview-spanish.pdf
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) (2023, 11 de julio). 25 países redujeron a la mitad la pobreza multidimensional en un periodo de 15 años, aunque todavía hay 1.100 millones de personas en situación de pobreza [comunicado de prensa]. https://www.undp.org/es/comunicados-de-prensa/25-paises-redujeron-la-mitad-la-pobreza-multidimensional-en-un-periodo-de-15-anos-aunque-todavia-hay-1100-millones-de-personas
Ríos, V. (2023, 5 de abril). La desigualdad de los de arriba. Milenio. https://www.milenio.com/opinion/viri-rios/no-es-normal/la-gran-desigualdad-de-los-de-arriba .
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Sanders, B. (2024, 27 de diciembre). Two Americas: the people vs. the billionaires. https://www.sanders.senate.gov/op-eds/two-americas-the-people-vs-the-billionaires
SEP (2024). Estadística educativa República Mexicana, ciclo escolar 2023-2024. https://planeacion.sep.gob.mx/Doc/estadisticaeindicadores/EstIndEntFed2023/33REPMEX.pdf
Serrano, A., Calvo, J., Torío, L. y Vicario, R. (2024, 22 de julio). Historia de Walmart, el imperio minorista que impulsa la riqueza de la familia Walton. El economista. https://www.eleconomista.es/podcasts/noticias/12917330/07/24/historia-de-walmart-el-imperio-minorista-que-impulsa-la-riqueza-de-la-familia-walton.html
Yanatma, S. (2024, 18 de agosto). Los países europeos que tienen personas con estudios universitarios y son más estudiosos. Euro News. https://es.euronews.com/next/2024/08/18/que-paises-europeos-tienen-las-tasas-mas-altas-de-educacion-superior#:~:text=Las%20mujeres%20estudian%20más,era%20del%2036%2C5%25
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