Un vínculo roto: conflicto entre pescadores y lobos marinos
en México

Rosalba Quintana Bustamante[1]
Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias, UNAM

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Nado con lobos marinos. Los Islotes, PNZMAES. Fotografía de la autora, 2024

Resumen

El artículo explora la interacción entre personas y fauna silvestre a partir de lo que la etnografía multiespecies señala: que humanos y no humanos nos encontramos conectados de manera constitutiva a través de vínculos con los que configuramos el mundo. Para ello, se centra en el conflicto entre pescadores ribereños y lobos marinos en México, en tanto que el vínculo que les une está fracturado, aun cuando conviven y comparten el mismo entorno marino. De manera general, se aborda el conflicto como un problema recurrente en otros países, para después explorar la problemática de la pesca incidental y el enmalle de lobos marinos en el país, así como las condiciones en las que tiene lugar y sus impactos socio-ambientales. Finalmente, se reflexiona en torno a la pesca ribereña y a algunas posibles alternativas para comenzar a reparar los vínculos que nos unen con lo no humano.

Palabras clave: enmalle, pesca incidental, pesca ribereña, pesca selectiva, pinnípedos

Introducción

La interacción entre personas y fauna silvestre es un tema que la biología ha trabajado desde hace varias décadas, pero es hasta hace poco que la antropología ha tomado interés por la cuestión. Esto se debe, sobre todo, a la forma en que, desde los universales de la modernidad, nos han enseñado a definir sociedad y naturaleza como dos entidades separadas por la razón y la libertad, y que pueden ser estudiadas ya sea por las ciencias naturales o por las sociales, pero no de manera combinada. Dicho supuesto ha sido cuestionado y rebatido desde diversos planteamientos posicionados en el llamado giro ontológico, proponiendo nuevas formas de abordar las conexiones que unen a las personas y a los animales, y que van más allá de ser meras discusiones teóricas, pues algunas incluso nos hablan de formas no extractivistas, sino más equilibradas, de ver y vincularnos con lo no humano.

El llamado conflicto personas-animales es un tema que ha ganado terreno dentro de la antropología, especialmente dentro de la mejor conocida como etnografía multiespecies, en tanto que entiende a humanos y no humanos como entidades conectadas, que participan de manera constitutiva en la creación del mundo (Durand, 2022), Es decir, para la etnografía multiespecies no sólo los humanos poseen capacidad de agencia, sino también los no humanos, y es necesario dar cuenta de ello. Sobre todo, porque hemos normalizado tanto la división sociedad-naturaleza que cuando hablamos de conflicto entre personas y animales nos reconocemos en las primeras, pero no en los segundos. En este sentido, debemos comenzar a reparar los vínculos que nos unen con lo no humano.

El propósito de este artículo es abordar el conflicto entre la pesca ribereña[2] y los lobos marinos (una especie de pinnípedo) en México, pues los pescadores los consideran sus competidores principales, en tanto que a veces rompen las líneas o redes de pesca para extraer y llevarse los peces (la biología define esta acción como depredación). En algunos casos, esta situación se torna problemática, puesto que los pescadores toman medidas que pueden ser moralmente cuestionables. Sin embargo, hay otros factores operando, desde la falta de regulaciones en torno a la pesca, hasta la de políticas ambientales y de seguridad que permitan construir espacios de diálogo y reflexión.

Desarrollo

Los pinnípedos son un grupo de carnívoros que con el paso de los años (millones de años) modificaron sus extremidades en aletas para facilitar su desplazamiento dentro del agua (donde se alimentan), pues son tanto terrestres (donde descansan y se reproducen) como marinos. Existen 36 especies de pinnípedos, y se clasifican en tres familias: odobenidae, otariidae y phocidae (García y Elorriaga, 2019). La primera contiene únicamente a la morsa, la segunda incluye 15 especies de lobos marinos y lobos finos, y la tercera abarca 19 especies de las llamadas focas verdaderas.

En México teníamos hasta inicios del siglo XX cinco especies de pinnípedos: el lobo marino de California, el lobo fino de Guadalupe, la foca monje del Caribe (actualmente extinta), la foca común y el elefante marino del norte. Todas ellas se distribuyen en las islas de la península de Baja California, a excepción de la foca monje, que se encontraba en el Golfo de México y el mar Caribe. En casi todos los países del mundo, los pinnípedos se encuentran bajo algún régimen de protección ambiental que prohíbe su captura por cualquier motivo (excepto en países como Canadá, Japón, Rusia y Noruega, en donde, aunque existen regulaciones para conservar a las especies, todavía se permite la caza de focas y morsas con fines comerciales).

Los pinnípedos se alimentan de una gran variedad de peces, cefalópodos y crustáceos, por lo que frecuentan las zonas que también son las preferidas por los pescadores. Para la biología marina, la presencia de pinnípedos suele ser muestra de un ecosistema saludable, pues significa que hay suficiente alimento para las especies, así como condiciones ambientales favorables. Asimismo, se les considera consumidores secundarios, en tanto que ayudan a regular las poblaciones de sus presas. Además, son fuente de alimento para animales de mayor tamaño, como tiburones y orcas.

En algunos países, los pinnípedos se han convertido en un atractivo turístico, en tanto que el avistamiento de lobos marinos, morsas o focas en su entorno natural se ha vuelto un interés para los turistas que buscan vivir una experiencia distinta a los acuarios. Tan solo en México se encuentra el único lugar donde es posible nadar con lobos marinos en su propio hábitat. Sin embargo, en otros tiempos y en otros lugares la realidad ha sido distinta. Por ejemplo, en marzo de 2021 se publicó una nota de periódico bajo el siguiente titular: Detectan heridas de bala en focas y lobos marinos de Ensenada (García, 2021). Dicha nota mencionaba que se había encontrado un porcentaje considerable de los lobos marinos con heridas de bala, aletas cortadas, golpes o heridas de objetos punzocortantes. Asimismo, sugiere que estas heridas fueron causadas por pescadores debido al conflicto que existe entre estos y los pinnípedos.

Aunque la nota sólo especula, lo cierto es que los pescadores tienen una percepción negativa sobre los pinnípedos y varios han tomado medidas que podrían ser moralmente cuestionables cuando alguno se acerca a su línea o red para llevarse el pescado capturado. Por ejemplo, algunos simplemente los ahuyentan golpeando sus embarcaciones o a pedradas, pero otros más les disparan para alejarlos o matarlos. Aun cuando los pinnípedos son especies protegidas, la mayoría de las veces los pescadores no reciben ninguna sanción, debido a que usualmente no hay autoridades pesqueras que vigilen las zonas de pesca. Sin embargo, sí ha habido al menos un par de casos en donde los pescadores fueron denunciados por herir o matar pinnípedos.

El primero ocurrió en 2011 en Nueva Zelanda: un pescador fue sentenciado a dos años de cárcel por haber matado a 23 lobos marinos. Según su testimonio, se vio orillado a tal medida porque percibía a los lobos marinos como una peste que perjudica a los pescadores (BBC, 2011). El segundo sucedió en el 2018 en Perú, cuando un pescador fue acusado de matar a un lobo marino que se había enredado en su red de pesca, por lo que podría ser condenado a pasar tres o cinco años en prisión (SPD Actualidad Amabiental, 2018). Hay al menos dos posturas alrededor de la problemática. Por un lado, están quienes apoyan los enjuiciamientos contra los pescadores, argumentando que no existe justificación alguna para matar a un pinnípedo, menos aún si lo único que éste buscaba era alimento. Por otro lado, están quienes sostienen que los intereses de las personas deben estar por encima de cualquier animal.

Esta situación puede resultar controvertida y difícil de abordar, especialmente porque hay varios elementos a considerar. Uno de ellos es la situación particular de los pescadores de cada país, pues en algunos casos el sector pesquero está precarizado, mientras que en otros no. Asimismo, en algunos países todavía se permite la caza de pinnípedos, por lo que la regulación ambiental es ambigua o inexistente. En el caso específico de México, la pesca ribereña, que anteriormente operaba bajo la figura del cooperativismo, se ha visto mermada desde la década de 1980 con la implementación de políticas económicas neoliberales, lo que implicó que muchas cooperativas pesqueras colapsaran (Magadón et al., 2016). Asimismo, el Estado eliminó sus derechos pesqueros, sustituyéndolos por concesiones y permisos, al servicio ya no sólo de intereses públicos, sino de particulares. Esto propició el encarecimiento de los instrumentos de trabajo utilizados por los pescadores, dando paso a la inversión privada y la precarización del sector pesquero.

Como resultado, algunos pescadores ribereños han tenido dificultades para seguir trabajando. Además, les es cada vez más difícil conseguir pescas garantizadas debido a la disminución de la disponibilidad de pescado y al agotamiento de las reservas pesqueras, lo que aumenta los costos y el esfuerzo invertido, esto último vinculado a los cambios climáticos globales por causas antrópicas que están afectado a los ecosistemas marinos, tales como el calentamiento global y la contaminación de los mares, pero, también, debido a la falta de regulación y prácticas ilícitas, como la sobrepesca y la pesca ilegal. La primera ocurre cuando se captura más de lo permitido o en sitios cerrados a la pesca, impidiendo así la regeneración del ecosistema marino, y la segunda se da cuando se emplean artes de pesca no autorizadas o se extraen especies no permitidas. Ambas tienen implicaciones socioambientales considerables, en tanto que no sólo perjudican a la biodiversidad sino a quienes dependen de ella para trabajar, como los pescadores ribereños.

Si lo vemos desde este punto de vista, podríamos entender por qué los pescadores reaccionan de la manera en que lo hacen cuando los pinnípedos se acercan a sus líneas o redes de pesca. Sin embargo, un estudio realizado en la bahía de La Paz, Baja California Sur, en la década de 1990, encontró que, de las 28 especies objetivo de las pesquerías, sólo dos forman parte de la dieta de los lobos marinos, siendo sólo una de valor comercial significativo (la cabrilla arenera) (Aurioles-Gamboa et al., 2003). Asimismo, otra investigación realizada en 2014 con pescadores de la costa occidental de la península de Baja California mostró que un porcentaje mínimo de pescadores (20%) reportó realmente haber tenido algún tipo de interacción con lobos marinos (Arias del Razo et al., 2020).

Lo anterior nos dice que, al menos en México, la interacción pinnípedo-pescador es una cuestión más de percepción y que no es tan frecuente como se piensa, o no como sí sucede en otros países del mundo. No obstante, hay un par de cuestiones que podrían volverse un problema y que hay que considerar. La primera es el enmalle ligado a la pesca incidental, y la segunda, lo que las últimas investigaciones han registrado para la población de lobos marinos al norte del Golfo de California (ver imagen 1).

La pesca incidental, también conocida como interacción directa, se presenta cuando una especie es capturada de manera no deseada. Esto sucede porque dicha especie se acerca a una zona de pesca en busca de alimento, o bien porque es arrastrada por una red de pesca. El problema con este tipo de pesca es que las especies que quedan atrapadas no siempre sobreviven, pues en ocasiones se utilizan como cebo o alimento y muy pocas veces se descartan. Las pocas que logran liberarse, pueden llevarse residuos de líneas o mallas de pesca enredadas en sus cuerpos que muchas veces les provocan lesiones de gravedad, como cortes u obstrucciones en las vías respiratorias que pueden derivar en asfixia o inanición.

Imagen 1. Lobo marino con restos de red de pesca. Fuente: Archivo Rescate de Lobos Marinos https://www.rescatedelobosmarinos.org/ (2019)

Otro problema relacionado con la pesca incidental es la falta de medidas no sólo para regularla sino para prevenirla. Aun cuando se ha prohibido el uso de ciertas artes de pesca por su impacto ambiental (como las redes ‘fantasmas’), la pesca ilegal y la indebida vigilancia en las zonas pesqueras contribuye a que los pescadores no reporten o descarten especies capturadas de manera no deseada. Esto ha repercutido de manera importante sobre los ecosistemas y algunas especies en particular, por ejemplo, la vaquita marina en el Alto Golfo de California, en donde la pesca ilegal de totoaba, el uso de artes no permitidas, y la falta de marcos regulatorios efectivos, la han llevado prácticamente a su extinción.

La pesca incidental es un problema común alrededor del mundo, pero poco abordado y aún menos atendido. Una estimación realizada por una ONG internacional calculó que cada año mueren alrededor de 700 mil especies marinas por la pesca incidental, entre ellas ballenas, delfines, aves y tortugas (Lira, 2017), sin contar las toneladas de peces y mariscos sin valor comercial y que también son capturados de esta forma. La pesca incidental es un problema presente en todas las pesquerías del mundo, ya sea industrial o ribereña, aunque el impacto ambiental de la primera es mucho mayor que el de la segunda, dada la cantidad de especies que extrae en un solo día de trabajo.

En el caso de los pinnípedos, para el contexto mexicano se reportó un alto índice de enmalle de lobos marinos por pesca incidental en la década de 1990 (de 5-7% de su población), siendo la bahía de La Paz, B. C. S., donde más se registraron (Harcourt et al., 1994), mientras que en el norte del Golfo de California fue menor al 2.2% (Zavala y Mellink, 1997). De acuerdo a las investigaciones de los biólogos marinos, este índice se debió al amplio uso de redes agalleras y a la superposición de zonas de alimentación de lobos marinos y sitios de pesca (Aurioles-Gamboa et al., 2003).

Actualmente, el índice de enmalle en la Bahía de La Paz se ha reducido a menos del 2% debido en gran medida a la creación del Parque Nacional Zona Marina del Archipiélago Espíritu Santo (PNZMAES) (Hernández et al., 2020). Como parte de la zonificación del parque marino y su programa de conservación, se implementó una serie de regulaciones que dieron como resultado el reordenamiento de los sitios de pesca y la limitación del uso de artes de pesca. Asimismo, varios pescadores han decido dedicarse a la prestación de servicios para el turismo, ya que el avistamiento y el nado con lobos marinos se ha convertido en una actividad económica mucho más redituable, lo que también ha implicado que la interacción personas-pinnípedos se transforme de una relación competitiva a una basada en el consumo turístico.

No obstante, más al norte, la historia parece ser totalmente opuesta. En una entrevista con una de las expertas en lobos marinos en México —y esto está relacionado con lo que evidencian las últimas investigaciones—, señaló que, aun cuando hay poca información respecto a la población de lobos marinos al norte del Golfo de California, todo parece indicar que va en declive (C. Hernández, comunicación personal, noviembre 2024). Los biólogos tienen varias teorías. La primera es que, a diferencia de las loberas que se encuentran en BCS y que pueden ser inspeccionadas cada semana o mes, las loberas del norte están muy alejadas unas de otras, por lo que los biólogos no cuentan con los suficientes recursos para monitorearlas (además, algunas superan los 2,000 individuos), haciendo difícil determinar qué factores ambientales o antrópicos les afectan.

La segunda y más problemática teoría, es el contexto de inseguridad de la zona, ya que el Alto Golfo de California se ha convertido en un corredor para el narcotráfico, la pesca ilegal de especies protegidas y el contrabando. Lo anterior no sólo agudiza la pesca incidental y el deterioro de los ecosistemas marinos, sino que impide la investigación científica y la implementación adecuada de programas de conservación ambiental. Estos son hechos que podrían estar causando una disminución en la población de lobos marinos al norte del Golfo de California. Además, se sabe que algunos pescadores todavía los capturan para usarlos como carnada durante la pesca de tiburón.

Reflexiones finales

Un estudio realizado a inicios de la década del 2000 planteó que la pesca selectiva sería una alternativa viable al conflicto entre pescadores y lobos marinos (Maravilla-Chávez et al., 2006). Esto tiene la dificultad de que una buena parte de las pesquerías del Alto Golfo de California son industriales, por lo que emplean artes de pesca con capacidad de capturar toneladas de peces o mariscos. No obstante, hay pescadores ribereños que se inclinan cada vez más por la pesca selectiva, en tanto que el esfuerzo invertido es menor, disminuye considerablemente la pesca incidental, favorece la regeneración de los ecosistemas, se extraen sólo tallas grandes y garantiza mejores ingresos.

En México existen varios programas de pesca selectiva para promover métodos sustentables, pero aún falta mucho por hacer en cuanto a la reparación de los vínculos que nos unen con los no humanos, especialmente si hemos catalogado a esos no humanos como enemigos. Los programas de conservación participativa podrían ser un primer paso para resarcir los daños. Por ejemplo, en el PNZMAES existe una cooperativa de pescadores que apoya a la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas durante el verano y que resguarda a la colonia de lobos marinos durante su etapa de reproducción. Con su participación, estos pescadores podrían cambiar su forma de ver y relacionarse con los lobos marinos, pues ambos son seres de mar… quizá de ese modo aprendamos a compartirlo.

Referencias

Arias-Del-Razo, A., Heckel, G., Schramm, Y. y Sáenz-Arroyo, A. (2020). Fishermen and Pinniped Interactions: The Perception of Fishermen in Baja California, Mexico. Aquatic Mammals, 46(6), 609-622.

Aurioles-Gamboa, D., García-Rodríguez, F., Ramírez-Rodríguez, M. y Hernádez-Camacho, C. (2003). Interacción entre el lobo marino de California y la pesquería artesanal en la Bahía de La Paz, Golfo de California, México. Ciencias Marinas, 29(3), 357-370.

BBC (2011, 19 de julio). New Zealand teen admits killing seals for ‘being pests’. BBC News. https://www.bbc.com/news/world-asia-pacific-14196406

Durand, L. (2022). Etnografía vegetal. Sobre el mundo que construimos en colaboración con las plantas. Alteridades, 32(64), 111-123.

García, J. (2021, 05 de marzo). Detectan heridas de bala en focas y lobos marinos de Ensenada. El Imparcial. https://www.elimparcial.com/tij/ensenada/2021/03/05/detectan-heridas-de-bala-en-focas-y-lobos-marinos-de-ensenada/

García, M. C., y Elorriaga, F. (2019). Los pinnípedos: carnívoros acuáticos altamente especializados. Ciencia, 70(3), 72-79.

Harcourt, R., Aurioles, D. G., y Sánchez, J. (1994). Entanglement of California sea lions at Los Islotes, Baja California Sur, México. Marine Mammal Science, 10(1), 122-125.

Hernández-Camacho, C., González-López, I., Pelayo-González, L., Auriolez-Gamboa, D., López-Greene, E., y Rosas-Hernández, M. P. (2020). Chapter 33. Effective Management of the National Park Espíritu Santo, Through the Governance, Planning, and Design of an Integral Strategy for Los Islotes. En A. Ortega-Rubio (ed.), Socio-ecological Studies in Natural Protected Areas. Linking Community Development and Conservation in Mexico (pp. 679-704). Springer.

Lira, I. (2017, 28 de mayo). La pesca incidental mata 700 mil animales marinos al año en el mundo. SinEmbargo. https://www.sinembargo.mx/3220251/la-pesca-incidental-mata-700-mil-animales-marinos-al-ano-en-el-mundo/

Magadón, L. D., Aguilar A., y Escalona, M. J. (2016). El impacto del neoliberalismo en el sector pesquero mexicano. Revista Mexicana de Ciencias Agrícolas, 7(8), 2037-2046.

Maravilla-Chávez, M. O., Hernández-Vázquez, S., Zavala-González, A., y Ortega-Rubio, A. (2006). Reduction of the impact produced by sea lions on the fisheries in Mexico. Journal of Environmental Biology, 27(4), 629-631.

SPD Actualidad Ambiental (2018, 26 de marzo). Pescador podría ser condenado a 3 o 5 años de prisión por matar a lobo marino. SPD Actualidad Ambiental. https://www.actualidadambiental.pe/pescador-podria-ser-condenado-3-o-5-anos-de-prision-por-matar-lobo-marino/

Zavala-González, A., y Mellink, E. (1997). Entanglement of California sea lions, Zalophus californianus californianus, in fishing gear in the central-northern part of the Gulf of California, Mexico. Fishery Bulletin, 95(1), 180-184.


  1. Correo electrónico: ros.quintanab@gmail.com
  2. La pesca ribereña no se realiza desde grandes embarcaciones, con redes que miden hasta un kilómetro de longitud (algunas incluso más) y congeladores con suficiente capacidad para almacenar toneladas de pescado, sino desde embarcaciones que no miden más de 10 metros de largo y empelan instrumentos (artes de pesca) sencillos, como redes, trampas o anzuelos.