Salud-racismo y etnicidad. Pensando colectivamente procesos de salud de poblaciones afrodescendientes
e indígenas en México y Brasil

Lina Rosa Berrio Palomo[1]
CIESAS Pacifico Sur

Mujer en espera de que llegue la partera a revisión de su bebé. Foto: Lina Berrio 

La salud de poblaciones indígenas y afrodescendientes en las Américas, fue uno de los temas abordados en el congreso de ERIP. En varios paneles se reflexionó desde diversas aproximaciones antropológicas; y la perspectiva de investigadoras, activistas e integrantes de organizaciones sociales sobre las condiciones actuales de salud de dichos grupos. Igualmente sobre los saberes y prácticas contemporáneas orientadas a la prevención, mantenimiento y recuperación de la salud, así como el papel de curadores tradicionales incluyendo parteras, curandero/as y rezanderas “rezandeiras” en diversos lugares de Brasil, Guatemala y México.

A lo largo de tres días nos encontramos, mujeres venidas de distintos lugares del mundo, de generaciones distintas y múltiples lenguas de origen así como de diversas instituciones, organizaciones, temas de investigación y formas de nombrarnos en relación a nuestra identidad étnico-racial. El objetivo era colocar en común aquello que nos aglutinaba: nuestras investigaciones y apuestas vitales por la salud; nuestro deseo de colocar éste como un tema de debate cuando se habla de raza y etnicidad en América Latina, cuando se invita a reflexionar sobre poder, resistencias y discursividades.

De parteras y parterías

Uno de dichos paneles, organizado junto con Paola Sesia[2], se refirió específicamente al tema de parteras y partería en México, mostrando experiencias y resultados de investigación referidos a parteras tradicionales indígenas en seis estados del sureste (Paola Sesia y Lina Berrio), parteras rurales en Guerrero (Nadia Maciel[3]), Oaxaca (Arcelia García[4]), parteras urbanas en la frontera de Tijuana (Yaredh Marin[5]) y un análisis nacional sobre el discurso jurídico regulador de la partería (Fanny Escobar[6]).

Las discusiones planteadas mostraron cómo la partería tradicional indígena está legalmente protegida en México en tanto parte de los derechos colectivos de los pueblos indígenas, pero su estatus legal no ha impedido que los proveedores de servicios de salud pública lleven a cabo eficaces campañas de estigmatización para impedir que las parteras locales atiendan los partos y persuadan a las mujeres de que los partos en casa son inherentemente peligrosos. En las últimas dos décadas, la partería indígena ha sufrido una invisibilización de sus aportes a la salud materna y neonatal, el acoso del sector salud, la discriminación e incluso la prohibición de brindar atención, que han llevado a su casi extinción en muchas regiones del país.

El panel indagó experiencias locales de revitalización de la partería, las actuales prácticas de atención y su papel en el contexto de la pandemia por COVID-19. Igualmente abordó una lectura crítica en torno a los marcos normativos y legislativos que la regulan, evidenciando las desigualdades, los procesos de subordinación respecto a los saberes biomédicos que institucionalmente se ha construido. Emergieron durante el mismo, debates teóricos y políticos relativos a los sistemas médicos, las políticas públicas en materia de salud reproductiva, las estrategias comunitarias de fortalecimiento y transmisión de saberes propios, el racismo institucional y las experiencias obstétricas de mujeres indígenas y mujeres migrantes indocumentadas en la frontera norte del país.

Horizontes corporales y procesos de salud de poblaciones afrodescendientes en Brasil y México.

Los diálogos iniciados en dicho panel, continuaron posteriormente en otro que reunió una serie de investigaciones en curso sobre procesos contemporáneas de salud-enfermedad y atención en las poblaciones negras/afromexicanas y afrodescendientes en Brasil y México.

Una preocupación que atravesó los diversos trabajos, fue comprender las desiguales condiciones de salud que enfrentan dichas poblaciones en América Latina.  Haciendo eco al llamado del congreso y a su lema “El poder del discurso, el discurso del poder”, se reflexionó sobre el tema de los derechos y el desigual acceso a los mismos para poblaciones racializadas, particularmente las mujeres y hombres afrodescendientes en la región; y el modo en que los discursos médicos definen, nombran, clasifican, visibilizan, excluyen o incluyen de modo subordinado los saberes, las prácticas y las apuestas cotidianas por el mantenimiento de la vida y la salud.

En el panel se abordaron múltiples dimensiones de la salud, incluyendo los horizontes corporales y ontológicos de los pueblos negros/afromexicanos de la Costa Chica de Oaxaca a través de sus prácticas terapéuticas los rituales de protección y cura vinculados a las enfermedades locales que afectan a estas poblaciones.  “La memoria histórica -como lo planteó Celine Démol[7], en su trabajo- se asoma a través de las acciones terapéuticas y deja entrever universos compartidos con las poblaciones indígenas -mayormente mixtecas y amuzgas que habitan en la zona, develando además una forma propia de ser y habitar el mundo. La memoria ritual de los pueblos afromexicanos es fruto de largos procesos históricos de resistencia, en contextos coloniales y racistas y resulta de mecanismos de adopción y creación a raíz de siglos de diálogo interétnico”. 

Al seguir estos padecimientos, sus rituales de protección y cura, nos adentramos en la ontología de los pueblos negros de la Costa Chica. Si bien aquella es dinámica y es retroalimentada a lo largo de los años, en cada curación se va transmitiendo y actualizando, vislumbrando ciertos horizontes corporales y culturales negros-afromexicanos que resulta central seguir comprendiendo dada la vigencia de los mismos en las comunidades, así como los diálogos interétnicos que se tejen entre poblaciones indígenas y afrodescendientes a través de las movilidades por los lugares sagrados y las rutas de búsqueda de atención para los diversos padecimientos y síndromes de filiación cultural reconocidos por las personas. Entre ellos destacan el coraje, el “ninañi”, el coraje de amor, la “melarchía”, el mal de ojo, el latido, el espanto y la enfermedad del monte o “Tono dañado”.

Esta dimensión simbólica y corporal fue complementada por trabajos que indagan alrededor de la salud mental y la salud reproductiva de dichas poblaciones en la Costa Chica de Guerrero y Oaxaca (México); así como las prácticas alrededor de la atención obstétrica en Brasil, tanto desde una perspectiva histórica como contemporánea. Varios puntos de partida se recuperaron en la mesa. El primero es la discusión que se ha venido planteando desde el movimiento afrodescendiente y diversos académicos (incluyendo el Grupo de Trabajo de Afrodescendencias y propuestas Contrahegemónicas de CLACSO), alrededor de lo que significa el racismo estructural y sus efectos en la vida de las personas.

Uno de los ámbitos donde dichas desigualdades y racismos estructurales e institucionales pueden rastrearse con mucha claridad, es en el campo de la salud como lo mostró Ludan Gbaye[8] en su trabajo sobre la salud mental en el municipio de Pinotepa Nacional, explorando desde una aproximación etnográfica, la relación entre raza, clase y acceso a la atención médica, específicamente a la atención de salud mental con respecto a los afrodescendientes que viven en la Costa Chica de Oaxaca desde la pandemia de COVID-19.

Su trabajo parte de reconocer que en México hay una larga historia de mestizaje y esa tradición ha contribuido a la creencia en una democracia racial, donde por mucho tiempo se ha asumido que no existe discriminación racial contra las personas afrodescendientes en el país. Sin embargo, plantea Ludan, estas comunidades han sido invisibilizadas por el gobierno mexicano y su sistema público de salud, lo cual se evidencia en los indicadores que ella rastrea. Al mismo tiempo, se constituyen en causas de malestar, de preocupación continua para la población por las complejas condiciones de seguridad existentes en dicha región, así como por temas vinculados a la escasez de trabajo formal y las pocas expectativas de los jóvenes en un contexto marcado por la violencia.

Su investigación documenta la combinación de estos asuntos estructurales con los procesos migratorios hacia Estados Unidos y otras entidades de la república, así como importantes consumos de alcohol y otras drogas especialmente entre varones. Sus reflexiones finales apuntan a señalar que sin entender los efectos de la discriminación racial en la población afrodescendiente de México, el país no puede realmente reconocer su pasado tumultuoso, mejorar las instituciones educativas, aliviar la pobreza o fortalecer el acceso a sistemas de salud mental y físico adecuados para una población que lo necesita”.

Un segundo punto de partida en el panel fue evidenciar la brecha de incumplimiento alrededor de los compromisos de Durban y la agenda internacional del Decenio Afrodescendiente[9]. En América Latina hay una importante producción alrededor de la visibilidad estadística y cómo requerimos avanzar en la identificación de variables étnico raciales que den cuenta de cuáles son las condiciones de salud de la población afrodescendiente. En el caso de México tenemos muy pocos avances en ese sentido y es un tema que no solo atraviesa salud, sino también acceso a justicia, a educación atención a las violencias (Alcocer, 2020), entre otros. La apuesta política en la cual se inscribió el panel es poner sobre la mesa diversas formas de violencia y racismo institucional naturalizado.

Procesos reproductivos de mujeres afrodescendientes: desafíos para avanzar hacia la justicia reproductiva.

Un tema central fue el análisis de las condiciones actuales en las cuales las mujeres afromexicanas y las mujeres negras en Brasil viven los procesos reproductivos y particularmente, la atención obstétrica.  Ello en un contexto de gobernanza reproductiva desde el Estado, cada vez más normatizado, más medicalizado y más presente en las definiciones respecto a quién se reproduce, cómo, de qué manera y con quién nacer. Los trabajos de Raitamaria Mäki[10], Giovanna de Carli[11] y Lina Berrio, constituyeron aproximaciones a estos procesos.

Raitamaria Mäki lo aborda en la comunidad afromexicana de Collantes, en el municipio de Pinotepa Nacional en la Costa Chica de Oaxaca, México. Mediante un análisis de las historias y trayectorias reproductivas de mujeres de dicha comunidad, identifica continuidades y cambios en las prácticas de atención a la salud materna en esta zona, visibilizando las condiciones estructurales, muchas veces desiguales, que marcan las experiencias reproductivas. La investigación fue realizada en el contexto de la pandemia por COVID-19 y los cambios que esto implicó en las vidas de las mujeres embarazadas, constituyendo una valiosa aproximación a lo que este periodo significó en las posibilidades de atención obstétrica.

Por su parte Giovanna de Carli, plantea que en Brasil, el racismo juega un papel importante como articulador de resultados reproductivos negativos. Las mujeres negras sufren más violencia obstétrica, inician el control prenatal más tarde, con menos consultas, viajan más durante el parto y son más vulnerables al aborto de alto riesgo que las mujeres blancas. Su investigación realizada con mujeres gestantes y profesionales de salud en una maternidad pública en Bahia, Brasil; le permiten pensar el racismo obstétrico (Davis, 2018) como parte de la intersección entre la violencia obstétrica y el racismo en salud.

En su texto plantea que el racismo obstétrico es un gran obstáculo para la justicia reproductiva en Brasil, además de ser un factor determinante en el genocidio de mujeres negras que viene ocurriendo en el contexto de la atención del parto y del aborto; por lo cual es necesario ampliar el debate y crear mecanismos que protejan a las mujeres negras de experiencias y resultados negativos en el contexto obstétrico.

Su trabajo dialoga de manera muy cercana con el presentado por Caroline Amanda Lopes[12] sobre los procesos históricos de violencia reproductiva y estupro contra mujeres negras en Brasil, de reemplazo de las parteras tradicionales por profesionales de ginecología en Rio de Janeiro a lo largo del siglo XX, y la deslegitimación de los saberes de “parteiras”, “rezandeiras” y sanadoras. Al mismo tiempo, muestra la vigencia de estas curadoras, especialmente en regiones del nordeste.

Procesos similares de deslegitimación de saberes y genocidios epistémicos, hemos documentado en el proyecto de investigación que actualmente coordinamos con Paola Sesia  sobre partería indígena en seis entidades del país (Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Yucatán, Quintana Roo y Veracruz) y particularmente, mi indagación con parteras afromexicanas de la Costa Chica de Guerrero y Oaxaca. El proceso de institucionalización del parto en los espacios hospitalarios, como la única forma de atención deseable, es uno de los factores que ha debilitado la partería.

Discursos que deslegitiman, marcos normativos que son ambiguos, indicaciones explicitas a las parteras de no atender sino canalizar a hospitales; obstáculos para gestionar certificados de nacimientos. Todas ellas son formas muy concretas de acción que desestimulan o limitan abiertamente el ejercicio de estas curadoras, además de conferir un estatus epistémico diferenciado a las diversas parterías (parterías tradicionales, profesionales, parterías indígenas, parteras mestizas, rurales y afromexicanas) las cuales a su vez, tienen diferente nivel de reconocimiento y legitimación por parte del Estado y de la población.

En México hay actualmente registradas ante la Secretaría de Salud, más de 15 mil parteras. Una pregunta que ha guiado parte de mi indagación es tratar de comprender dónde están y qué papel juegan hoy las parteras afromexicanas en la atención a la salud de las mujeres. A partir del trabajo de campo se hace evidente los procesos de fallecimiento de muchas de ellas.  Frases como Aquí sí ha había una partera, había una señora grande que atendió muchos niños, o todo este pueblo lo trajo doña fulanita pero ya se murió y no hay nadie más, han emergido en varias comunidades de la Costa. Es claro también los procesos de enfermedad que limitan la capacidad de seguir atendiendo, entre las de mayor edad, configurando un primer grupo de parteras que por múltiples razones ya no atienden.

Un segundo grupo que he denominado: Las parteras que pueden atender y ya no se les permite atender incluye a mujeres parteras con conocimientos, habilidades, fuerza y deseo de seguir parteando pero a quienes el personal médico les indicó hace muchos años que dejaran de hacerlo. En ese sentido, planteó el tema de epistemicidio de saberes y también de las violaciones al derecho de las mujeres a decidir con quiénes atenderse, de las parteras atender y de los recién nacidos a tener su certificado de nacimiento. Finalmente, hay un tercer grupo de parteras que a pesar de las indicaciones en sentido contrario, “siguen atendiendo brindando su servicio a las mujeres y en algunos casos, cuentan con apoyo de los centros de salud.

Las discusiones sostenidas en estos paneles nos permitieron abordar diversas formas de racismo y desigualdades en salud; dialogar en doble vía respecto a las realidades de países como México y Brasil con sistemas de salud muy diferentes entre sí, e igualmente ratificar que la salud es un tema pendiente en la implementación de la agenda de derechos de las poblaciones indígenas y afrodescendientes. El diálogo final con nuestra comentarista; la afrofeminista cubana Rosa Campoalegre, ratificó que requerimos seguir caminando hacia la perspectiva de la justicia reproductiva y la justicia epistémica e igualmente apuntalar lo que ella denomina “prácticas de cimarronaje” (2022) de cara a los desafíos políticos del periodo posterior a  la pandemia de COVID-19, misma que la autora y otros colegas han nombrado como “pandemia racializada” (Campoalegre, Ocoró, Miranda y Martelo, 2022). Por ello, las investigaciones presentadas y los debates ocurridos durante el congreso de ERIP van en la perspectiva de profundizar la articulación entre salud-racismo y etnicidad, así como el análisis crítico de los discursos del poder, incluyendo los discursos médicos.

Referencias:

Alcocer Perulero, Marisol (2020), ¿Feminicidio de afrodescendientes en México? Lo que no se nombra no existe. Abya-yala: Revista sobre Acesso à Justiça e Direitos nas Américas, 4(1), 163-a.

Campoalegre, Rosa (2022), publicado en: https://piedepagina.mx/hay-un-tesoro-desconocido-en-los-saberes-de-las-negritudes-rosa-campoalegre/

Campoalegre, Ocoró, Miranda y Martelo (2022) “El impacto de la pandemia en la situación de las mujeres afrodescendientes en Brasil, Colombia y Cuba. Un estudio en perspectiva interseccional” en Batthyany, Karina y Vommaro, Pablo (coords). Pensar la pandemia desde las ciencias sociales y las humanidades, CLACSO, Buenos Aires, pp 19-96

Davis, Dana (2018). Obstetric Racism: The Racial Politics of Pregnancy, Labor, and Birthing en Journal Medical Anthropology, 38(7), 560-573.


[1] Correo: linaberrio@ciesas.edu.mx

[2] Profesora-investigadora CIESAS Pacífico Sur en la línea de antropología médica. Correo: paolasesia@yahoo.com.mx

[3] Maestra en Ciencias en Epidemiología. Universidad Autónoma de Guerrero. Integrante de colectivas en Guerrero en torno a temas de salud sexual y reproductiva y jóvenes indígenas.

[4] Abogada y psicóloga social zapoteca. Coordinadora de la Alianza de Mujeres Indígenas de Centroamérica y México.

[5] Estudiante de doctorado en el Centro de Estudios Antropológicos del Colegio de Michoacán. Activista y poeta.

[6] Profesora Universidad Autónoma de la Ciudad de México

[7] Estudiante del Doctorado en Ciencias Antropológicas de la UAM-I

[8] Estudiante de maestría en Ciencias Sociomédicas. UNAM

[9] https://www.un.org/es/observances/decade-people-african-descent

[10] Estudiante de doctorado en Antropología Social en CIESAS CDMX.

[11] Doctorante en Estudios Etnicos y Africanos (PÓS-AFRO/CEAO) por la Universidade Federal da Bahia (UFBA). Estudiante huésped en CIESAS Pacifico Sur.

[12] Estudiante de maestría en el Programa de Pós Graduação em Filosofia (PPGF-UFRJ). Universidade Federal do Rio de Janeiro.