Activismo digital feminista en Instagram

Rocío A. Castillo
Cátedra Conacyt, El Colegio de México | rcastillo@colmex.mx

Ana López-Ricoy[1]
Universidad de California en San Diego | alopezri@ucsd.edu


Ilustración Vector de Acuarela creado por freepik


Introducción

El movimiento feminista en América Latina se ha convertido, sin lugar a duda, en uno de los movimientos sociales más dinámicos y presentes en la agenda y el espacio público de estas latitudes. Diversas autoras en la región han discutido las características principales y específicas de este reciente auge feminista. Para algunas, incluso, siendo valedor de un cambio tal que se habla de una cuarta ola del feminismo, y en México, de “nuevos feminismos” (Portillo y Beltrán, 2021). En general estos cambios se atribuyen al marcado uso de la tecnología, en particular de las redes sociodigitales para la construcción de campañas de interacción y denuncia global (Cerva, 2020b), a la incorporación sin precedentes (Bartra, 1999) de un amplio sector juvenil de mujeres (Larrondo y Ponce, 2019; Mingo, 2020), al fuerte rechazo y denuncia pública del acoso sexual y la violencia contra las mujeres (Álvarez, 2020; Gil, 2020), aunados a la masividad y frecuencia de las protestas en espacios públicos (tanto físicos como digitales) y el uso de nuevas estrategias de desobediencia civil de larga tradición en Latinoamérica, pero que hasta ahora no eran utilizadas por los movimientos feministas (Castillo, en prensa).

La investigación en curso que precede este texto está motivada por dichas transformaciones y nuestro deseo por comprenderlas. Específicamente hemos centrado la mirada en el activismo digital que diversas organizaciones, colectivas o grupos de base feminista no institucionalizadas practican a través de Instagram.[2] Elegimos dicha red sociodigital dado que tenemos particular interés en analizar cómo y para qué se producen y circulan imágenes e ilustraciones como parte de estas labores activistas, siendo esta red social basada en imagen, y no en texto como otras redes sociodigitales (ejemplo: Facebook o Twitter). Esto, con el objetivo de comprender las formas de representación visual de los sujetos del feminismo contemporáneo; en particular enfocándonos en la manera en que se representa a las “mujeres en lucha”.

Partimos de la premisa de que las formas de representación y autorrepresentación de los sujetos del feminismo se ha ido transformando en los últimos años hacia un sujeto más diverso, pero también mucho más confrontativo (Antivilo, 2018; Castillo, en prensa), como otras autoras también lo han documentado (Álvarez, 2020; Cerva, 2020a). No obstante, estas representaciones en las redes sociodigitales, y que forman parte de amplias estrategias de ciberactivismo y divulgación del pensamiento feminista, están fuertemente estructuradas por códigos, estructuras y convenciones de herramientas y plataformas digitales de creación de contenido y redes sociodigitales en las cuales se reproducen representaciones hegemónicas del internet, embebidas en un complejo contexto postfeminista. Aquí discutiremos brevemente las maneras en que hemos observado dicho fenómeno con la intención también de mostrar los muchos caminos que aún nos faltan por investigar y comprender en relación con los movimientos feministas contemporáneos y urbanos ‒sobre todo sus ramas más jóvenes.

El activismo digital y la acción colectiva

Los feminismos urbanos mexicanos de los últimos años se han caracterizado por su masividad en acciones de protesta. Acompañadas de un muy enérgico activismo digital, pareciera que también en estos espacios digitales existe una “marea” de acciones, discursos e información sostenida por miles de personas. Es interesante que, sin embargo, entre los hallazgos más interesantes de esta investigación, es que el universo de las ciberactivistas es más bien uno pequeño, sostenido por tan solo unas cuantas manos. En este sentido, menos una de las organizaciones que participaron de esta investigación, el resto estaban compuestas por dos, y a lo más tres personas que hacían todo el trabajo activista reflejado en sus múltiples redes sociales. Nosotras nos enfocamos en sus actividades en Instagram, sin embargo, generan contenido y actividad en otras redes sociodigitales; en particular Facebook y Twitter. De esta manera, resulta relevante que el contenido consumido, compartido y apropiado por miles –y en algunos casos cientos de miles de personas– es en muchas ocasiones resultado del trabajo y reflexión de una sola persona. Aunque algunos grupos llevan a cabo actividades de diálogo y discusión sobre el contenido que se genera o comparte, en general, y por la carga de actividades y la falta de remuneración económica (si recordamos que son grupos no institucionalizados), dejan esa tarea, tanto de decisión del contenido como de su creación, en manos de una sola persona. Si bien las cuentas analizadas oscilan entre las 1 000 y las 200 000 seguidoras aproximadamente,[3] existen contadas formas de establecer una interacción y diálogo bilateral. Por ejemplo, la valoración de “me gusta”, el reposteo,[4] el comentario a la publicación y el mensaje privado son las formas en las que Instagram permite la interacción entre el usuario que crea y comparte contenido y el usuario que, en principio, lo recibe. No obstante, son pocas las ocasiones en que en Instagram se genera un diálogo bilateral en los comentarios a la publicación. Un fenómeno que permite cuestionar y repensar los límites del concepto de “acción colectiva” en una era de movimientos sociales marcados por el activismo digital.

Creación, reproducción y circulación de imágenes

El artivismo feminista una larga tradición en América latina. De acuerdo con Julia Antivilo, éste ha sido caracterizado por un marcado desafío a “representaciones son dominantes y estereotipadas de la construcción de los géneros para reinventar una forma más libre de ser fuera de la mirada patriarcal, para cuestionarla y patentar sus entrelazamientos con las problemáticas de género, sexo y raza” (2018: 352). No obstante, y para nuestra sorpresa, fue interesante documentar cómo las cuentas de Instagram con mayor alcance (es decir, con mayor número de seguidoras) creaban sus imágenes e ilustraciones de manera estandarizada con programas de diseño “rápido” o “prehecho” como Canva.[5] Esta plataforma digital, que puede usarse de manera gratuita o pagada, es una aplicación de diseño “para todos” —como especifica en su página de inicio– que ofrece una biblioteca de plantillas e imágenes personalizables a través de las cuales las activistas elaboran carteles, infografías e ilustraciones para compartir. De esta manera, más del 90% de su producción visual está basada en la reproducción de imágenes globales y representación estandarizada: las imágenes suelen estar conformadas por imágenes de mujeres (así se hace la búsqueda en la biblioteca de plantillas) “tomadas de la mano”, “con el puño en alto”, “celebrando”, etcétera. Si bien se representan formas estandarizadas de división social –mujeres en silla de ruedas, mujeres con cabello rizados, mujeres más altas o bajas de estatura, etc.– Estas figuras siguen una estética femenina hegemónica y universales: son mujeres generalmente sin cara o rasgos faciales. Es decir, son siluetas con rasgos tradicionalmente femeninos (pechos, cinturas y caderas marcadas, cabello largo y hombros relativamente estrechos). Esto permite sin duda una plena identificación de “mujeres” en un amplio espectro, pero pierde su capacidad desafiante y contestataria a partir de la reproducción de identidades estables, universales y des-subjetivantes. Las mujeres se convierten nuevamente en un estándar universal que se ha ido amoldando a las herramientas y las estructuras de las plataformas digitales. Un fenómeno que se da particularmente en las cuentas con más seguidoras (de cientos de miles), y que habla de la reproducción y consumo de un contenido visual light y discursos diluidos que desvanecen la complejidad del pensamiento y teorías feministas; así como su posicionamiento como un pensamiento en constante transformación y cuestionamiento, no sólo del mundo, sino también de sí mismo.

Si bien existe una creciente literatura que discute el valor del activismo digital como una oportunidad para la transformación social (Castells, 2010) o como un factor clave del declive del activismo “real” o “de calle” (Chen et al., 2018; Morozov, 2009), en México el panorama se complica en tanto que parecería que el activismo digital feminista sin duda ha contribuido ampliamente en el florecimiento de un movimiento feminista juvenil sumamente activo y masivo. No obstante, no existe aún literatura producida desde nuestro país en torno a cómo se ha articulado la recepción masiva de una cultura de consumo y mercantilización del discurso postfeminista con el auge contemporáneo de las movilizaciones feministas. Una discusión que sin duda será sumamente enriquecedora y que nos permitirá comprender, de manera mucho más completa, las dinámicas, motivaciones y formas de organización juvenil feminista.

Bibliografía


Álvarez Enríquez, Lucía (2020), “El movimiento feminista en México en el siglo XXI: juventud, radicalidad y violencia“, en Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, núm. 240, pp. 147-175.

Antivilo Peña, Julia (2018), “Ni víctimxs, ni pasivxs, sí combativxs. Visualidades feministas, autorrepresentación de cuerpos en lucha“, en Revista Anales de la Universidad de Chile, s.p.i

Bartra, Eli (1999), “El movimiento feminista en México y su vínculo con la academia“, en Revista de Estudios de Género, La Ventana, vol. 1, núm. 10, pp. 214-233.

Castells, Manuel (2010), “La sociedad red: una visión global“, en Enl@ ce: Revista Venezolana de Información, Tecnología y Conocimiento, vol. 7, núm. 1, pp. 139-141.

Castillo, R. A. (en prensa), “’Á(r)mate mujer’: autodefensa feminista y los nuevos discursos y prácticas de los feminismos contemporáneos“, en K. Tinat, C. Herrera, y S. Giorguli (eds.), Género de ayer y hoy en la agenda de investigación de El Colegio de México, México, El Colegio de México.

Cerva Cerna, Daniela (2020a), “Activismo feminista en las universidades mexicanas: la impronta política de las colectivas de estudiantes ante la violencia contra las mujeres“, en Revista de la Educación Superior, vol. 49, núm. 194, pp. 137-157.

————— (2020b), “La protesta feminista en México: la misoginia en el discurso institucional y en las redes sociodigitales“, en Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, vol. 65, núm. 240, pp. 177-205.

Chen, Gina Masullo; Paromita Pain y Briana Barner (2018), “’Hashtag Feminism’: Activism or Slacktivism?“, en Feminist Approaches to Media Theory and Research, primavera, pp. 197-218.

Gil Ortiz, Juliana Stefanía (2020), “Del cuerpo abatido al performance feminista: los usos políticos del cuerpo en los movimientos por la igualdad del siglo XXI“, en Revista Panameña de Ciencias Sociales, núm. 4, pp. 90-109.

Larrondo, Marina y Camila Ponce Lara (2019), “Activismos feministas jóvenes en América Latina. Dimensiones y perspectivas conceptuales“, en Marina Larrondo y Camila Ponce Lara (eds.), Activismos feministas jóvenes. Emergencias, actrices y luchas en América Latina, Buenos Aires, CLACSO, pp. 21-38.

Mingo, Araceli (2020), “’¡Con nuestras voces!’: la lucha de estudiantes feministas contra la violencia“, en Revista de la Educación Superior, vol. 49, núm. 195, pp. 1-20.

Morozov, E. (2009), “Iran: Downside to the ‘Twitter Revolution’“, en Dissent, vol. 56, núm. 4, pp. 10-14.

Portillo Sánchez, Maricela y Daphne Erandy Beltrán Fuentes (2021), “Efectos de la pandemia por la Covid-19 en las movilizaciones feministas de la Ciudad de México“, en Revista Mexicana de Estudios de los Movimientos Sociales, vol. 5, núm. 1, pp. 6-36.

  1. Candidata a doctora en Sociología por la Universidad de California en San Diego
  2. De esta manera, en el análisis del contenido visual de ilustraciones (originales o compartidas) o fotografías intervenidas y la entrevista semiestructurada a diez colectivas, grupos u organizaciones feministas con cuenta activa de Instagram y base en México (intentando evitar la sobrerrepresentación de la Ciudad de México).
  3. Estas cifras son muy variables dadas las características cambiantes de esta red sociodigital.
  4. Publicar contenido subido por otra cuenta en una cuenta propia a través de los mecanismos técnicos ofrecidos por la plataforma para «“compartir” públicamente. ↑ 
  5. www.canva.com