Bloque # 2 Estrategias para afrontar la pandemia y la contingencia sanitaria

En este segundo bloque nos enfocamos a las reacciones diversas para enfrentar la pandemia del Covid-19 y la contingencia. Lo que me gustaría comentar aquí es que, por un lado, hay una gran diversidad de reacciones, pero por otro, el ejercicio que hacemos este día es en realidad un ejercicio un poco ficticio, porque, como ya lo expresó Sergio, es muy difícil separar lo económico de lo médico, propiamente físico, y de lo emocional, todo está vinculado. Las reacciones también son diversas, porque hay personas que, como sucedió en la época más pesada de la narcoviolencia, se encerraron para crear, pero si te encierras es porque por lo menos tienes que comer, día a día. Hay gente a la que le gustaría quedarse encerrada para crear, pero tiene que salir, si ya no es como músico, [pues] de cualquier otra forma para lograr la subsistencia. Me ha tocado conocer versiones muy “rosas”, en el sentido de que la gente dice: “pues yo tuve oportunidad de conocerme más a fondo, ensayar más, generar más música, me metí a talleres, aprendí esto, aprendí lo otro”, lo cual no sólo es cierto, sino que es uno de los lados positivos de esta pandemia, que no podemos dejar de reconocer. Lo que no estaría muy bien es pensar que así es o funciona para todos y, sobre todo, que así ha funcionado en estos dos años, porque ni siquiera aquella gente que ha logrado hacer eso lo ha hecho de manera constante.

Por otro lado, podemos reconocer en los artistas innovación, creatividad, experimentación en las maneras, no sólo de crear arte, sino de convertirlo en medio de vida. Está, por ejemplo, la monetización[1] en aquellos artistas a los que no les llamaba tanto la atención o no le sabían y tuvieron que ponerse “al tiro”, y a algunos no les fue tan mal. Ahora, si gustan, voy a comenzar con Sergio, después con Luisa y voy a terminar con Eric. Entonces, aquí estamos hablando de todas las reacciones, de la manera como los músicos estuvieron creando estrategias para minimizar el impacto de esta situación. Puede ser una reacción económica, pero también una emocional. Hay músicos que trataron de desintoxicarse en este periodo, por ejemplo. En fin, o sea, hay muchas maneras como de enfrentar la incertidumbre, el desempleo.

Sergio Treviño Torres: Bueno, hubo quien se intoxicó más… también puede ser, ¿no? [bromea] Cada uno enfrenta a los demonios como puede o como alcance. Pero para el artista, por supuesto es muy importante tener la capacidad del ocio. El ocio es la madre de todas las artes. Pero para tener capacidad de ocio que te permita la actividad creativa, debes tener resueltas, al menos, las cosas elementales: comida, techo y todo esto. En esta situación de pandemia, pues sí tenías tiempo de encerrarte, o la obligación o la necesidad de hacerlo y mucha gente seguramente lo hizo. Fue en mi caso, ‒me puse a leer mucho, a hacer cosas, artesanías‒, pero de alguna manera tenía resueltas las mínimas necesidades, inclusive bajé mis pretensiones. Por ejemplo, toda la pandemia, no hice una carne asada, que yo lo hacía cada 10 días, ¿no? como buen regio, porque no había dinero. Pero pensando en “el hueso”[2] de los músicos, yo no sé a qué te encierras a crear, si luego no hay donde expresar lo que estás creando, si no hay la certeza de que va a haber un foro, y no cualquier foro, sino uno con público que te escuché, que te vea. Creo que eso es un conflicto que muchos enfrentaron.

Por otro lado, se evidenció una contradicción muy fuerte en cómo la gente usa las redes: la sociedad entera se benefició de los contenidos que subían los artistas. Todos. Desde el más afamado hasta el menos conocido. Sin embargo, la mayoría de los artistas, no recibían una retribución. Aunque muchos lo hacían de forma altruista, otros lo hacían porque lo necesitaban. Entonces, creo que fue injusto en cierto modo que el poder de la cultura o, en este caso, el poder de la música haya ayudado a sanar ciertas angustias de la gente, los haya acompañado en su casa y, sin embargo, el creador no recibía ninguna retribución.

Es decir, el músico tomó el papel que quizá tenía que haber tomado el Estado, de generar contenidos para acompañar al público, pero generalmente no recibía apoyos. Mira, si por ejemplo, no digo el nombre, pero si un grupo cobra cien o doscientos mil pesos por evento, un grupo local, y que si en febrero le llamabas para contactarlo, no tenía eventos hasta dentro del año siguiente. O sea, en febrero ya tenían la agenda cerrada, un grupo local. Bueno, ese grupo tan exitoso, tuvo que comenzar a vender tacos de carne asada para solventar los gastos. Y así hubo muchos ejemplos. Inclusive los grandes artistas. Vi casos muy raros de amigos ya consagrados que tuvieron que tocar hasta por horas, cosa que antes rechazaban.

La reacción general fue de reinventarse. Y el músico, el artista, es experto en eso. En la reinvención de sí mismo, en enfrentar la situación como viene, por lo que mencioné antes, porque la capacidad creativa y la disciplina que se requiere para ser músico, en estos momentos fueron nuestras únicas armas.

¿Qué más te podría decir de las reacciones? Hubo gente que se colgó la misión de ayudar al público. Hay un cantante que a mí me gusta mucho, español, le dicen el Kanka. El Kanka transmitió día tras día desde su casa, desde su recámara, con la intención de hacer más llevadera la pandemia [para la gente], y seguramente lo logró.[3] Pero transmitió por día de manera gratuita durante todo el año. Insisto, los músicos hicieron de manera involuntaria, una campaña de acompañamiento a su público, y creo que se logró mucho.

Yo creo que las redes [sociales digitales] se inundaron de muchas personas, cantando, tocando, haciendo cosas, ¿no?, y la mayoría, por esa necesidad que tenemos. Como decía Fusca, no es igual tocar ahí sólo para ti, te hace falta ese cómplice infaltable, el público, y por ahí fue el camino que tomaron los músicos.

Juan José Olvera: Muy bien, muchas gracias. Sí, ciertamente como dices tú, yo participé en los eventos no pagados y de los pagados también, porque hubo gente que no es que se haya puesto abusada, sencillamente tenían necesidad. Tenía necesidad y aunque en las redes, como bien dices, la gente se podía colar. Si este era un evento pagado, una vez abierto, había manera de meterse, como cuando te bajas, como cuando te bajas de las butacas ahí cerquita, pagas un boleto pero es en primera fila.

Sergio. Se me ocurre algo que también es importante. En las crisis, en las emergencias, sale lo mejor de las personas, pero también lo peor. Yo me indigné mucho, estaba con un chico platicando, las pocas veces que salí, y el tipo me comentó que le estaba yendo muy bien porque estaba aprovechando que los músicos estaban vendiendo instrumentos casi regalados, y que él estaba aprovechando la situación y que ya tenía más instrumentos que Backstage, la tienda de música. Y que cuando esto cambiara, él iba a hacer su gran negocio. Yo me contuve de soltarle un guitarrazo, aunque bueno, no había guitarra, pero también hubo reacciones de mucha gente que estuvo atenta como tú Luisa, como tú Olvera, como muchas personas, que estaban a la caza de la gente que tuvieron una necesidad. Entonces creo que eso vale más, mucho más, que los pocos mezquinos como el que te conté. Entonces también dentro de lo emocional, cómo la gente reaccionó también, no solamente los músicos, como tú bien decías, el público, hubo gente que reaccionó. A mí mucha gente me escribía: “oye, ¿cómo andas?, ¿en qué te apoyo?” y hubo mucha reacción también solidaria de muchas personas.

Luisa Fernanda Patrón: Me gustaría complementar la serie anterior con cosas que recojo de mis notas. Hablamos de una necesidad que teníamos con el público, porque finalmente somos creadores de experiencias significativas que se crean en colectivo. Pero también los músicos populares vivimos mucho del contacto unos con otros, vamos a festivales, recorremos el país, cuando podemos brincamos el Río Bravo o más allá, y siempre el intercambio con los pares es muy importante. En este caso, el aislamiento entre músicos, la falta de contacto nos ha hecho mucho daño. En lo particular, la vida virtual para mí ha sido muy enajenante. Siempre era un recurso complementario de comunicación de información, pero no de contacto. Soy del siglo pasado, digo, todos los que estamos aquí creo que lo somos, pero particularmente yo, entonces quería complementar ese detalle.

Yendo a las estrategias que los actores de la cultura siguieron, como lo dicen «Fusca» y «El Pájaro», los músicos nunca nos dedicamos solamente a la música. Porque en la cultura, “o te mueres de hambre o te mueres de harto”. Entonces siempre tienes una alternativa. En el caso mío, sufría por los músicos que programo porque soy la “caimana” [regenteadora] del grupo Tayer y hago festivales, entonces para mí era un sufrimiento. En mi caso particular, yo me aferré a la única entrada fija que tenía como productora y locutora de radio Nuevo León. Y no sólo eso, me metí a hacer actividades que no estaban dentro de mis obligaciones. Luego caí en la cuenta de que me quería hacer indispensable. Entonces, fue una experiencia de reinventarnos, porque en los medios de comunicación tuvimos que buscar alternativas.

¿De qué recursos se echaron mano los músicos? Pues desde serenatas a distancia, a metros de distancia, conciertos con boleto pagado o aportación voluntaria vía Facebook (muchos muy desangelados, la verdad), pero fue mucho el esfuerzo de los músicos y no creo que recolectaran todas las veces mucho dinero. Quienes teníamos otra opción, que siempre la tenemos, pues la buscábamos, pero todas se vieron disminuidas. En el caso de mis hijos, de mi raza, que se dedican al comercio de instrumentos [musicales], todo eso también se vio trastocado. Y, como lo mencionaban “Fusca” y “El Pájaro”, muchos terminaron dedicándose a cosas totalmente distintas a su arte, lo cual también es muy enajenante, pues vendían su trabajo en oficios que no conocían o que aprendieron al vapor. Haciendo comidas desde casa; pan casero, costuras, mandados. ¡Todo el mundo agarró el Uber, la bicicleta, a repartir despensas! Es decir, en todo eso que, como dice “El Pájaro”, a nosotros nos duele, porque, si no nos dedicamos a comunicar lo que es nuestro sentir desde el alma, pues sí, algo se pierde, algo nos duele, algo se hiere, muy pesado.

Siento que en las estrategias de los actores también hubo mucho mutualismo, mucho concierto, en el sentido de solidaridad entre gente del gremio. Lo cual no hubo necesariamente con las instituciones ‒de lo que vamos a hablar más adelante‒, pero sí que hubo muchísima solidaridad, mucha sororidad, entre quienes nos dedicamos a este oficio, porque no importa el rango o el código postal en el que nos movamos, finalmente sabemos que es una actividad sufrida, y que sólo dándonos la mano podíamos hacer que las artes sobrevivieran. Recupero de esta experiencia colectiva de darnos la mano porque así lo he sentido, el saber que los demás están al tanto de lo que estás haciendo, de que estés sobreviviendo al menos, y, en algunos casos “sobrebebiendo” la pandemia, no nada más sobreviviendo, sino “sobre bebiendo la pandemia”, como diría mi madre [risas]. Aquí me quedo porque tengo veneno suficiente para el siguiente eje (risas), la siguiente tanda.

Erik “Fusca” Mejía: Olvidé decir, con respecto al punto pasado, que empecé a impartir talleres de rap y a ofrecer conciertos en los llamados “jolgorios”.[4] Ambos eran pagados y ambos se acabaron con la pandemia. Los talleres los impartía en colonias consideradas como marginadas, colonias precarizadas, que estaban atravesadas por la narcoviolencia. El taller Rap con Historia tenía un antecedente en los reclusorios, donde lo impartimos. La estrategia que realicé fue que, sin pagos ni nada, colaboraba con niños y jóvenes, de 12 a 32 años, por medio de las redes sociales. Usando el WhatsApp respondía a sus dudas: “¡Eh! maestro o profe, ¿cómo le hago para esta rima? ¿Cómo puedo rimar con esta palabra? ¿Cómo puedo grabar? ¿Cómo puedo instalar mi estudio [de grabación]? Una de las estrategias para subsanar esa parte de los talleres era ponernos en contacto mediante las redes sociales. Se pueden mandar audios, se puede grabar video, y pues ahí mismo lleva una continuidad informal, por así decirlo, porque el curso era cuando ellos tuvieran tiempo de preguntarme, ya que muchos de ellos trabajaban, perdieron su trabajo y se dedicaban [a] otra cosa. Entonces, ya no había un horario para implementar ese taller.

Como dije, el rap no genera mucho y los eventos son muy contados. La mayoría, con grupos locales y se va por amor al arte, te pagan algo mínimo. Una de las estrategias para no dejar morir la cultura hip hop, fue hacer eventos en vivo. Promotores como Franchescoli, como Luke Hernández, de su propia bolsa, rentaban un estudio de grabación, y desde ahí grababan, y solamente asistían los grupos que iban a rapear, sin público, y sin nada, y eso se transmitía gratuitamente. Otros raperos que estaban posicionados ya en el mainstream, por así decirlo, hacían sus eventos y cobraban 500 pesos al que quisiera acceder. Un rapero también muy conocido implementó un taller de rimas, pero ese sí tenía costo, creo que unos 500 pesos. Así la fueron librando los raperos que vivían de los eventos y ahora de las redes sociales.

“Diablo Loko”, junto con “Gruman” y otros, hicieron una página de Facebook que se llamaba Todos somos uno. Si ya no había esa escucha en los eventos [presenciales], ellos transmitían en vivo y ponían las canciones que la gente les pedía o que ellos mismos decidían. “Pon mi canción, ahorita que estás transmitiendo en vivo”, recuerdo que decían. «Diablo Loko» transmitía en vivo, ponía la canción, la escuchaba la gente, y al final comentaban: “¡Ah! bueno… este es un grupo que está emergiendo, es de Apodaca, este es de García y ahí va otra canción de ellos”. Y lo hacen con su tiempo, sin pedir nada a cambio, sin monetizar, porque en Facebook es un poco más difícil de monetizar.

Yo ya monetizaba desde hace cuatro años, pero poco. No sé… un sueldito de 50.000 pesos… no, no es cierto (risas). No… poco… para pagar los servicios y para comer a veces. Pero con esto del resguardo en los hogares, checo mi saldo en YouTube y aumentó un 100% o más. “¡Ája!, ¿por qué?”. No me la creía… Aumentó mucho esta parte de la monetización al menos en YouTube. Ahí comencé a recuperarme y a vivir como estaba acostumbrado antes de la pandemia. Comprar de comer, pagar los recibos, cubrir las necesidades de mis hijos, y también dedicarle algo a la cultura hip hop. Aprendí de un gran compañero, que gracias a él tengo el trabajo que tengo ahorita, que cuando te va bien en la vida, tienes que aportar algo o dar algo sin mirar a quién y sin esperar recibir nada a cambio. Entonces yo comencé a también colaborar en ciertos aspectos, que no voy a mencionar…

Muchos raperos comenzaron a colaborar con otros colegas. Por redes sociales ofrecían su mercancía, compartían, hacía un comentario, recomendaban a otro colega… Eso también es colaborar, en venta de ropa, de instrumentales de rap, en propuestas de estudios de grabación, compartir ese trabajo que hacemos los raperos también ayuda. Aumentaron los podcasts, los podcasts del rap. Podcast para conocer la historia del rap, podcast para hablar sobre un grupo de rap, poner sus canciones o, en el caso de los que son por video, poner sus vídeos; y eso impactó a raperos que no vivían de la monetización, pues comenzaron a recibir algo.

Si a mí lo de la monetización se me duplicó, imagino que a los grupos más establecidos se les triplicó. Hay raperos en Monterrey, ya dije que sólo 1% vive del rap, que suben una canción y a la semana ya tienen un millón de visitas. Un millón de visitas, no sé, creo que son unos 20 000 pesos, si no es que más, depende de los comerciales. O sea, en una semana ya generas 20 000 pesos. Y hay raperos que no viven de eso, tienen otro trabajo, pero también generan mucho y lo entrelazan. Nos fue un poco bien a algunos, a los que tenemos ese conocimiento de cómo monetizar.

Por mi parte, soy más del formato físico, del vinilo, del CD, todavía escucho casetes, todavía escucho CDs, y me gusta tener, si tengo algo digital, tener mis canciones descargadas en el celular. No usaba las plataformas, no usaba Spotify, no usaba Amazon, nada de eso. Pero dije: “para hacer algo de presencia”. Comienzo a subir las canciones de Mexican Fusca al Spotify y dije: “pues nada más para que estén ahí”, porque mucha gente está preguntando. ¡Y Fumm!, Comienzo a recibir otro ingreso de ahí de Spotify y nos está yendo muy bien en ese aspecto. Ahorita tengo, creo que 200 canciones de las que he hecho, desde los 90 hasta la actualidad, en el Spotify.

Esa parte de utilizar las redes sociales ayudó mucho a los raperos. Pero no a todos, porque no todos tenemos los requisitos que pide YouTube para poder monetizar: seguidores, horas de reproducción, videos; no todos los raperos tenemos eso, no todos los raperos tenemos acceso a una cámara de video, algunos vivimos al día. Cierto sector sí aprovechó eso y cierto sector no.

Hay que señalar también otra parte del impacto emocional: aumenta el caso de personas que han sido internadas en los centros de rehabilitación por otra pandemia, que a lo mejor no vemos por estar clavados en ésta, pero me ayuda la visión de historiador y antropólogo. Además de la del Covid y de la narcoviolencia, está la pandemia del criko, del cristal. Conocidos se refugiaron en eso y ahora ellos son los que están internados en centros de rehabilitación; algunos murieron. Durante mi trabajo de campo en el 2019, estaba entrevistando a un rapero en un negocio de rap en el mercado y enfrente vendía pipas. Y pues yo veía cómo a cada minuto llegaban las familias, y niños de hasta 12 años, hasta adultos de 60 años a comprar esas pipas. Y decía yo: “esto se va a descontrolar” por esta droga, que es muy adictiva. Y pues sí, así fue.

Conozco el caso de muchos raperos que han caído en esto. Otros prefirieron refugiarse en la grabación. Pasó igual con que la “guerra contra el narco”, donde ya no había eventos, los lugares cerraron y muchos nos refugiábamos en los estudios de grabación. No hablo de estudios de grandes (para el rap no se requiere un estudio de grabación profesional). Y los grupos empezaron a generar música. El aumento de los videos en las redes sociales por parte de grupos de rap en Monterrey fue muy significativo. Aumentaron las grabaciones, surgieron muchos proyectos de rap. Kubah, de Historias del Reino, en colaboración conmigo y otros raperos contamos alrededor de 700 grupos de rap, más los exponentes, desde los inicios del rap [a mediados de los años ochenta del siglo XX]. Hicimos ahí un censo encabezado por ella y registramos 700 grupos de rap, unos de cinco, cuatro integrantes y de todo. Estamos hablando de uno de los géneros con más adeptos por ser más accesible su forma de realizarlo, pero a partir de la pandemia, comienzan a surgir más proyectos. Ahorita yo le calculo que son… no sé… 1 000 exponentes y grupos, porque también con lo del freestyle y otras cosas, ha aumentado esto.

Hay otro punto importante por parte de los organizadores. Cuando ya comenzaron a hacerse eventos [en una de las aperturas], si ponías que estabas realizando un evento en un restaurante-bar, se te permitía cierto aforo, pero si ponías que afuera de tu restaurant-bar, se te permitía otro. Muchos negocios que nos apoyan para hacer nuestros eventos de rap cambiaron este rubro; se le pedía a la gente estar sentada y que consumieran un alimento, porque si llegaban las autoridades, cancelaban todo. Fue una de las estrategias: “no se paren en el evento, vamos a estar sentados, con cierto aforo y para que sí se pueda llevar a cabo”.

Debo de aceptar que en mundo del rap había muchas personas que no creían en esto de la pandemia y se aferraban a hacer eventos en vivo. Al final, empezaron haciéndolos por las redes sociales y todo fue muy satisfactorio. Hubo eventos vistos por muchas personas, otros no. La mayoría no era por algo económico, sino por representar la cultura hip hop, el espíritu del emprendimiento con los medios que tienes en el barrio, en la calle, poder sacar tu mercancía, tus proyectos, con el conocimiento que has adquirido con las vivencias en el ghetto, en la calle.

José Juan Olvera. Como hemos visto, las estrategias han sido bastante diversas. Aquí, los recursos acumulados pueden hacer una diferencia en un momento en que la sociedad comenzó a volcarse al uso del internet y de las redes sociales. Tampoco deberíamos olvidar la alternativa de aquellos músicos que encontraron en la religión un espacio de resguardo, de fortaleza. Quienes hemos investigado el rap época de la narcoviolencia, el refugio en la religión ha sido clave, en el sentido de ayudar, transformar vidas, literalmente salvar vidas, evitar que te asesinen. Tenemos más de un caso conocido que sabemos que así ocurrió, pero eso quedará quizá para otro conversatorio.

Yolanda [una seguidora del conversatorio] pregunta cómo podríamos ayudar como oyentes de la música. Entonces les dejo la palabra para quien quiera responder.

Sergio Treviño Torres: Se agradece mucho esa disposición solidaria. En las redes hay muchos casos de gente que está vendiendo discos, que transmite en vivo, hay gente que pone estrellitas, hay gente que pone su número de tarjeta, entonces, ¿cómo pueden ayudar? Buscando en las redes quién está intentando salir del problema mediante su interpretación y volcarse a apoyarlo. Seguramente, con una sumergida un fin de semana en las redes, vas a encontrar más de uno que está intentando ayudar.

«Fusca»: Pues, primero, compartan la música, vean los videos, sigan a los artistas, pero también no los frieguen, ¿verdad? Porque muchos comenzaron a hacer playeras de serigrafía, a sacar sus CD’s y que: «regálamelo, porque soy tu amigo», «regálame una playera», y pues la mayoría recibimos un ingreso de eso, de lo que nosotros hacemos artesanalmente. Entonces, si compramos mercancía de raperos famosos, que a lo mejor viven muy bien con sus reproducciones, pues por qué no comprar la de un amigo, la de un colega o alguien de la misma escena que no conoces pero que sabes que está haciendo su esfuerzo.

  1. La monetización es un medio para convertir las visitas a las páginas o videos de los artistas, en dinero en efectivo, a través de contratos con distintas plataformas digitales, como YouTube.
  2. El “hueso” es una expresión para denominar al trabajo diario de los músicos que les permite mantenerse vivos, “si no te da de comer, sí te da de roer”.
  3. Artista malagueño que durante 50 días consecutivos transmitió cantando desde su casa y otros 40 en la nueva normalidad. https://www.diariosur.es/culturas/musica/kanka-malagueno-conciertos-pandemia-20210928212808-nt.html
  4. Los Jolgorios son conciertos o presentaciones dentro del programa de cultura comunitaria federal, de la Secretaría de Cultura. El taller Rap con Historia se realizaba en la Esfera Cultural de García, Nuevo León, un centro comunitario estatal, ubicado en una de las regiones marginales más alejadas y pobladas de la ciudad, Santa Catarina. “Fusca” Mejía realizaba ambas actividades en el contexto de su trabajo de campo y redacción de su tesis de maestría en Antropología Social, ¡Rapcía Vive! Construcción de experiencias frente a la narcoviolencia por parte de los raperos de la escena musical rap de García, Nuevo León, 2009-2019.