Felpe J. Hevia
CIESAS-Golfo | fhevia@ciesas.edu.mx
Voluntariado en MIA. [Foto]. Medición Independiente de Aprendizajes, (2020).
En este artículo se exponen los principales resultados de una investigación previa que llevamos a cabo con jóvenes voluntarios que han participado en el proyecto MIA-Medición Independiente de Aprendizajes, en el sureste mexicano (Hevia y Vergara-Lope, 2019). El objetivo es mostrar algunas de sus características principales como voluntarios, y también describir la satisfacción vital y principales valores de este conjunto de personas.
El trabajo voluntario en México
Según el diccionario de la RAE, en su primera acepción, voluntario designa a un acto que “nace de la voluntad, y no por fuerza o necesidad extrañas a aquellas”. Cuando se usa para personas, designa a aquella que, “entre varias obligadas por turno o designación a ejecutar un trabajo o servicio, se presta a hacerlo por su propia voluntad, sin esperar a que le toque a su vez”. Así, cuando hablamos de trabajo voluntario o voluntariado, estamos hablando de trabajo o acciones que se ofrecen sin buscar una recompensa inmediata, y que requieren de la voluntad de los participantes. Esto requiere entonces, de libre albedrío, ausencia de recompensas monetarias tangibles, cierta capacidad organizacional para articular el trabajo y un propósito de ayudar a otros.
En México, el voluntariado se ha asociado al desarrollo del denominado “tercer sector” y es un tema de reflexión recurrente en las ciencias sociales (Butcher, 2008; Girón, 2014; Serna, 2010), país que destaca por tener muchas acciones solidarias, pero por lo general de manera fragmentada y desarticulada, tal como lo refieren la cuenta satélite sobre instituciones sin fines de lucro que realiza el INEGI.
Voluntariado en MIA. [Foto]. Medición Independiente de Aprendizajes, (2020).
Existen diversas clasificaciones sobre voluntariado, según su tipo, organización, frecuencia, propósito, etc. Según el sector independiente de Naciones Unidas, existen cuatro grandes tipos de voluntariado: 1) ayuda mutua o autoayuda; 2) filantropía o servicios a terceros; 3) campañas y causas y 4) participación y gobierno propio.
Otra clasificación importante tiene que ver con la temporalidad: si son acciones regulares o espontáneas, pudiendo diferenciarse entonces, voluntarios intensos, típicos e infrecuentes, dependiendo del número de acciones voluntarias realizadas en el año (Butcher y Verduzco, 2016). Las intencionalidades de los voluntarios también permiten clasificarlos como instrumentales (que buscan experiencia y formación, utilizar tiempo libre y ejercer la profesión), expresivos (vivir nuevas experiencias, conocer a otras personas, ganar prestigio social) y morales (centrados en la reciprocidad y la obligación moral) (Izquieta y Callejo, 1999).
¿De qué tipo son los voluntarios de un proyecto educativo que CIESAS y la Universidad Veracruzana desarrollan en el sureste mexicano? Esta fue la pregunta que quisimos responder en la investigación.
Metodología
Para responderla, optamos por una metodología mixta, por un lado, aplicamos diversos instrumentos a una muestra intencional de 868 voluntarios de Campeche, Tabasco y Veracruz, que participaron en el proyecto MIA como encuestadores en 2015 y 2016. De estos, el 69% tenía entre 19 y 23 años, siendo la mayoría solteros (78%) y estudiantes universitarios (69%) como principal actividad.
A estos voluntarios se les aplicó un cuestionario abierto para conocer su experiencia y valoración del trabajo voluntario. Y se aplicaron dos instrumentos cerrados, la Escala de Evaluación de la Satisfacción Vital (Huebner, 1991) y la escala de valores para el desarrollo positivo adolescente (Antolín Suárez et al., 2011). Los cuestionarios abiertos se analizaron sobre tres grandes dimensiones: experiencias, aprendizajes y valoración, mientras que el análisis cuantitativo se centró en comparaciones entre medias (t-Student) y correlaciones (r-Spearman).
Resultados principales
Como planteamos de manera más extensa en el artículo referido, el perfil de los voluntarios del proyecto MIA se puede definir como “Infrecuente, orientado a campañas, instrumental, con altos niveles de satisfacción vital y con prevalencia de valores personales” (Hevia y Vergara-Lope, 2019: 154).
Los voluntarios MIA usaron al menos 16 horas efectivas en su trabajo como encuestador, entre 6 y 8 horas para recibir capacitación y entre 8 y 10 horas para realizar el trabajo de campo, así se considera como infrecuente esta actividad. La relativa poca cantidad de tiempo invertido en esta actividad se valoró positivamente por los voluntarios, más cuando parte de estas actividades implicó recibir capacitación y tenía una serie de acciones claramente identificadas.
Respecto al tipo de voluntariado, la participación en proyectos educativos-científicos, como es el caso de MIA, se inscriben dentro de la participación en campañas y causas, destacando la importancia que tuvo la temática educativa para los jóvenes voluntarios. Muchos de los jóvenes valoraron conocer más el estado de los aprendizajes de niñas y niños, y las ganas de poder hacer algo por la educación de sus propias comunidades.
Los voluntarios de MIA, sobre todo los más jóvenes, muestran una clara tendencia al voluntariado instrumental, puesto que sus motivaciones se orientan a la búsqueda de nuevas experiencias, a ocupar su tiempo libre y a poder ejercer ‒o practicar‒ su profesión. Muchos de los voluntarios expresaron su interés en participar en este proyecto por ser su primera experiencia real en un proyecto de investigación, o su primera salida a campo. Ganar experiencia y adquirir nuevos conocimientos fueron muy importantes motivadores para participar como voluntarios en este proyecto. Conocer nuevas realidades e interactuar con padres e hijos en sus propios hogares también fue altamente valorado.
Los jóvenes voluntarios que participaron en esta investigación mostraron altos niveles de satisfacción vital: más del 90% respondió que llevan una buena vida. Aunque, al momento de compararse con sus contemporáneos, cerca del 40% dice que su vida no es mejor que la de la mayoría de la gente de su edad y el 46.6% estaría a favor de cambiar muchas cosas de su vida. Es importante notar que no se encontraron diferencias ni por edad ni por sexo, con excepción del reactivo “ojalá tuviera una vida distinta”, donde los hombres mostraron menor satisfacción de su vida.
Voluntariado en MIA.[Foto]. Medición Independiente de Aprendizajes, (2020).
Respecto a la escala de valores, se identificó una asociación entre menor edad y mayores valores de tipo individualistas (como el hedonismo y el reconocimiento social) en comparación con valores personales (responsabilidad, integridad y honestidad) o valores sociales (prosocialidad o compromiso social). Si bien en todas las edades y profesiones las medias más altas se encuentran relacionadas con honestidad, mientras que las más bajas con los valores individualistas, entre los jóvenes, estudiantes y solteros se encontraron diferencias estadísticamente significativas que muestran medias más altas de valores individualistas.
Conclusiones
Los resultados encontrados coinciden con otras investigaciones respecto a la relación recíproca entre valores sociales, satisfacción vital y voluntariado (Gallarza et al., 2016; Guzmán et al., 2017). En este sentido, los resultados de esta investigación son útiles tanto para el diseño y la implementación de proyectos de voluntariado, como para conocer un poco mejor quiénes son los voluntarios, cuáles son sus motivaciones y cómo estructuran su sistema de valores, y entender así cómo en ese sistema de valores se incorporan las acciones solidarias.
Respecto del primer punto, la investigación muestra que existe cierta energía social entre los jóvenes que puede ser canalizada hacia acciones de trabajo voluntario que se orienten al bien común. La motivación por la temática, en este caso la educativa, es fundamental para generar procesos orgánicos y sustentables de voluntariado. Compatibilizar los intereses de los voluntarios con las necesidades de los proyectos también es una contribución que se infiere de los resultados de esta investigación. Hay que entender que el carácter infrecuente no es necesariamente mejor que las acciones permanentes. Hay que saber adaptar la oferta de voluntariado con las necesidades y los intereses de los jóvenes. Por ello es importante conocer mejor quiénes son y cómo piensan estos jóvenes voluntarios.
Respecto del segundo punto, la investigación sugiere que el voluntariado tiene efectos positivos y duraderos en los jóvenes. Un elemento particularmente interesante es entender el carácter utilitario que tiene el voluntariado entre los jóvenes universitarios. Como vimos, muchos voluntarios se interesaron en proyectos educativos por la oportunidad de poder mejorar su quehacer profesional, mostrando así un interés legítimo en superación personal.
Pero lo interesante es que esta motivación más bien individual es compatible con un interés de mejoramiento colectivo, en este caso un interés por la educación. Si bien se encontró una débil correlación entre valores individualistas y edad en los voluntarios, llama la atención que las medias más altas entre los valores corresponden a valores sociales.
En junio de 2021 el presidente López Obrador inauguró una discusión sobre clases medias y aspiraciónismo. Su planteamiento, en pocas palabras, afirmaba que las clases medias eran individualistas y no veían por el bien común. En el caso de los voluntarios de los proyectos educativos realizados por MÍA, podemos ver que jóvenes universitarios, que en principio podrían pertenecer a esas clases medias, poseen no sólo valores colectivos sino también realizan acciones que se orientan al bien común. Así, conceptos como solidaridad, altruismo, trabajo voluntario, trabajo colectivo, y otros más tienen que ver con el tipo de integración social que los jóvenes buscan y encuentran en la universidad, como un espacio colectivo y colaborativo de crecimiento personal. Así, el voluntariado entre jóvenes es un buen ejemplo para mostrar que, bajo ciertos contextos, el interés individual y el interés colectivo son compatibles.
Una última idea antes de finalizar tiene que ver con el contexto pospandemia de Covid-19. Ante una situación que se puede catalogar de emergencia educativa, el trabajo voluntario de jóvenes como tutores, facilitadores, acompañantes, y supervisores del aprendizaje es fundamental. El tamaño y la intensidad de esta crisis nos obliga a todos, adultos, jóvenes, niños, maestros, y sociedad en general A remar todos en un mismo sentido. Tenemos que colaborar y entre todos buscar disminuir los efectos negativos en términos de socialización, estabilidad emocional, y desarrollo cognitivo que están generando el cierre de las escuelas, la tristeza por perder familiares, el miedo por enfermar o ver a nuestros familiares enfermos, y la crisis económica. Por ello, es nuestra responsabilidad y oportunidad reconocer, fomentar y potenciar el trabajo voluntario juvenil.
Bibliografía
Antolín Suárez, Lucía, Alfredo Oliva Delgado, Miguel Ángel Pertegal Vega, y Ana María López Jiménez (2011), “Desarrollo y validación de una escala de valores para el desarrollo positivo adolescente”, en Psicothema vol. 23, núm. 1, pp. 153-159. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5035105.
Butcher, Jacqueline (ed.) (2008), México solidario: participación ciudadana y voluntariado, México, CEMEFI-Instituto Mora-Limusa.
Butcher, Jacqueline, y Gustavo Verduzco (2016), Acción voluntaria y voluntariado en México, México, Fundación Telefónica.
Gallarza, Martina G., Francisco Arteaga-Moreno, David Servera-Francés y Teresa Fayos-Gardó (2016), “Participar como voluntario en eventos especiales: comparación entre el valor esperado y percibido”, en Innovar: Revista de Ciencias Administrativas y Sociales, vol. 26, núm. 59, pp. 47-60. http://www.jstor.org/stable/43786569.
Girón, Alicia (ed.) (2014), Del “vivir bien” al “buen vivir” : entre la economía feminista, la filantropía y la migración: hacia la búsqueda de alternativas. México: IIE, UNAM. http://www.probdes.iiec.unam.mx/coleccion_de_libros/pdf/delvivirbien/.
Guzmán, Carlos Andrade, Sara Arancibia Carvajal, Eduardo Contreras Villablanca, y María Cristina Cárdenas Espinoza (2017), “Voluntariado juvenil: Factores de permanencia en experiencias de intervención en infancia”, en Opción, vol. 33, núm. 82, pp. 214-38. http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=31053180009.
Hevia, Felipe J., y Samana Vergara-Lope (2019), “Características, satisfacción vital y valores entre voluntarios en México. Evidencias de un proyecto educativo”, en Espiral Estudios sobre Estado y Sociedad (eISSN: 2594-021X), vol. 26, núm. 76, pp. 135-182. https://doi.org/10.32870/eees.v26i76.7093.
Huebner, E. S. (1991), “Escala para la evaluación de la satisfacción vital”, en Alfredo Oliva (ed.), Instrumentos para la evaluación de la salud mental y el desarrollo positivo adolescente y los activos que lo promueven, pp. 82-92, Andalucía, OBEMEDIA.
Izquieta, José Luis, y Javier Callejo (1999), “Los nuevos voluntarios: naturaleza y configuración de sus iniciativas solidarias”, en Reis, núm. 86, pp. 95-126. https://doi.org/10.2307/40184147.
Serna, María Guadalupe (2010), “La diversidad y el contexto cambiante del voluntariado en México”, en Espiral (Guadalajara), vol. 16, núm. 47, pp. 141-72.