El universo cotidiano de una maestra de yoga

Cristina Gutiérrez Zúñiga
Universidad de Guadalajara


Uno asume que una maestra de yoga es una persona espiritual, que ha encontrado en esta práctica —y la filosofía oriental en la que ha enmarcado históricamente— las respuestas a sus búsquedas religiosas. Que probablemente sea vegetariana, que tendrá un altar con inciensos y alguna figura de Buda en su casa, que sentirá afinidad por las culturas y las estéticas en torno al Himalaya o al Ganges, que acaso uno de los sueños de su vida ha sido viajar a algún monasterio o ashram a vivir un profundo retiro espiritual, guiada por un maestro o gurú. No es que nada de esto sea mentira, pero las entrevistas realizadas a Yanet, a quien conocí precisamente como mi instructora de yoga, me acercaron a la densidad particular de su experiencia vital: no sólo a través de sus planteamientos filosóficos y psicológicos cuidadosamente articulados –que fácilmente podría ofrecer ante la obvia pregunta ¿en qué crees?–, sino a través del enfoque metodológico de este proyecto que pone la atención en la experiencia cotidiana de los sujetos, en los espacios vividos, en los objetos que median y hacen posible la vivencia de lo sagrado como real y su percepción como verdadero.

Así encontré que su principal práctica que la conecta con un bienestar profundo
—comúnmente llamado espiritual— en realidad no es el yoga: en su casa no hay un espacio consagrado a ella, y el tiempo que le dedica es el tiempo en que la enseña en un club deportivo de la élite tapatía. Pero ciertamente, en el trayecto de su vida, en el que enviudó joven, se mudó a la ciudad de Guadalajara proveniente de la capital, se casó, tuvo tres hijos, se divorció y los sostuvo y educó fincada en sus propios esfuerzos, el yoga le ofreció un medio de ganarse la vida –daba hasta seis clases diarias, comenta– , y también una disciplina y una ventana de contacto con otras formas de vida, y con un “algo más que no sea el cielo o el infierno”. El yoga le permitió: “darme cuenta que había otras formas, otras visiones de vida, otras formas de existir por ejemplo. Creo que a mí me disciplinó la vida, el yoga me disciplinó y es que yo le debo muchísimo, me dio salud, y […] despertó el interés de conocer un poco más cuál es la verdadera naturaleza del ser humano (no) lo que creemos que somos”.

Su búsqueda la lleva a conferencias, talleres, bestsellers y videos en torno al budismo. De ahí, y a través de los mismos medios de difusión que permiten la libre circulación de fragmentos de conocimiento a través del consumo, llega al conocimiento de la visión de Jiddu Krishnamurti, un filósofo y escritor hindú que a lo largo del siglo pasado pasó desde la teosofía hasta la crítica radical de todas las religiones y todos los métodos de conocimiento metafísico. Yanet lo plantea así:

Para conocer nuestra verdadera naturaleza Krishnamurti habla de ser conscientes de nuestros condicionamientos del pasado. Nos invita a comprendernos a través de la observación atenta y escucha a nosotros mismos. La atención al instante presente. Para Krishnamurti la liberación de esa imagen del “yo” que hemos construido y con la que nos relacionamos hacia todo nuestro entorno es muy importante. Él dice que, si logramos liberarnos del “yo” que evalúa, enjuicia, rechaza y discrimina, queda una inteligencia o energía que puede atender el momento presente, que es donde transcurre la vida. “Atención pura”. No somos nuestro cuerpo, ni nuestros pensamientos, ni nuestras profesiones ni nuestras propiedades. No somos nuestras emociones, nuestra memoria, ni nuestro juicio, ni nuestro ego. No somos más que ése que se da cuenta a veces… (Entrevista a Yanet, por Cristina Gutiérrez, 1 de mayo de 2019)

La religiosidad practicada por Yanet podría ser descrita en los términos que Ammerman (2014) define como “extrateística” en la que el énfasis es puesto no en representaciones de la divinidad, sino en la búsqueda de la trascendencia en la naturaleza y en la belleza a través de un camino personal para encontrar el sentido que guíe el trayecto vital. Se empata de hecho con el lenguaje común de los que se identifican como “espirituales, pero no religiosos”, haciendo una distinción tajante entre el interés por el sentido y la trascendencia por un lado, y cualquier forma de pertenencia y dogma de las formas organizadas de religión por otro, misma que rechaza con vigor. En efecto, como partícipe de ese amplio paisaje extrateístico, Yanet también habla en su trayectoria de vida de la importancia de la belleza en términos de experiencia profunda y trascendente. Sus dos prácticas más recurrentes y gozosas son largas caminatas en el Bosque de los Colomos, y cantar tango. Ambas tienen un fuerte sentido de conexión vital profunda para ella. Sin embargo, haciendo eco de principios budistas y de la crítica krishnamurtiana a diversas tradiciones, no las califica de espirituales. De hecho, se muestra explícitamente en contra del término de espiritualidad, de la misma manera que rechaza el concepto de Dios: no hay espíritu como no hay Dios, es una creación del hombre. Lo que existe es la posibilidad de la conciencia, que reconoce el origen sagrado del hombre.

De las caminatas a los Colomos aprecia las sensaciones de silencio en medio de la vegetación, que vive como un contacto con la naturaleza, que le facilita aquietar su mente:

Cuando llega a un lugar como la naturaleza, el ambiente es la naturaleza, yo creo que hay una motivación de conectarse con eso que uno ve, ya sin interpretaciones, ni pensamientos, disfruta, porque se disfruta mucho. Cuando de repente… se desaparece el que tiene juicio, el que está interpretando, el que está analizando, cuando se desaparece ese y nada más se vive el instante me parece que es lo que somos.

Identificando la importancia de esta práctica para ella, propuse que la siguiente entrevista fuera en los Colomos, en donde me mostró por ejemplo, dos árboles que son especiales para ella. Yo esperaba que ella me contara una historia, con una enseñanza o moralelja, o bien que me hablara de alguna práctica de contacto o cuidado especial hacia los árboles. Pero no, simplemente me dijo: “No pienso nada en especial, nada más me ubico en el instante de verlo, de disfrutarlo”. Es decir, es parte de su ejercicio contemplativo que busca precisamente librarse de la actividad consciente que piensa, que juzga.

Foto 1: Yanet y uno de sus árboles favoritos en el parque Los Colomos, Zapopan, Jalisco.
Fuente: Cristina Gutiérrez, 1 de mayo de 2019.

Otro ángulo central de la filosofía budista se hace presente en sus caminatas: la conciencia de la muerte. Al describir “estar en la naturaleza” asocia este pensamiento:

Yo tengo muy presente la muerte, todos los días. Para el pensamiento budista la muerte es el tema, es el tema que nos ayuda a vivir. La situación es que estoy muy consciente que habrá, si acaso llegara a edades muy avanzadas, el momento en que no me pueda mover, que no pueda salir a donde yo quiero. Entonces con base a eso sí agradezco poder hacerlo ahora y disfruto el poder caminar en Colomos, intento… es como mi práctica intentarlo… eso me hace sentir estar en el instante, ¡qué rico que puedo!

Respecto al canto, su otra práctica de bienestar importante, la describe de la siguiente manera:

se dice que la música tiene el don de entrar a la emoción, directo al sistema límbico. Entonces yo creo que la melodía puede llegar a emocionarte, y hay letras con las que te puedes identificar también. “Yo no quería decir esto, pues ahora lo digo con esta canción, yo me entiendo”. Entonces yo creo que ahí hay dos cosas: esta parte melódica que puede sentar muy bien, y esa parte de decir cosas o te gusta cómo lo dicen otras personas y lo puedes expresar. Los tangos eso tienen, que a veces son poemas cantados, son muy lindos.

Esta práctica la conecta de manera muy gozosa con la música y con la poesía, en sus dimensiones estéticas y emocionales. El arte despierta sensaciones que construyen un estado de ánimo de nostalgia e incluso de amargura, que de esta manera se hacen un lugar en su vida. Bailar tango originalmente formaba parte de ese gusto, de hecho, fue su entrada inicial a este campo, pero desafortunadamente ya no puede practicarlo como tal debido a su lesión de rodilla, así es que se concentra en sólo cantar. Lo hace ocasionalmente acompañando a su maestro en presentaciones en ambientes nocturnos.

Yanet vincula la práctica del canto con la práctica del yoga por control de la respiración que ambas disciplinas comparten. Identifica que, gracias a la práctica de yoga, ha logrado una forma de respiración que describe como “hacia abajo”, misma que aplica cuando canta. McGuire (2016: 159-160) describe tanto al canto como al yoga como una experiencia corporizada, con una dimensión sensorial y espiritual profunda, generada precisamente por la atención y control de la respiración, involucrando mente/cuerpo/espíritu como una unidad; el canto añade los elementos de la emisión de la voz propia en frecuente armonía con la voz y los sonidos producidos por otros, y la experiencia de estar juntos ajustándose a un ritmo que marca el tiempo compartido. Esta autora enfatiza el acceso a la experiencia subjetiva del otro u otros, de manera no mediada por el pensamiento consciente, la apertura a emociones y a memorias como un aspecto central de estas prácticas corporizadas, de manera que realizadas de manera colectiva producen un sentido experiencial de comunidad y conexión analíticamente identificable como religioso.

El enfoque de la religiosidad vivida, y en particular de su dimensión sensorial, me llevó a prestar atención a dichas prácticas más allá de su clasificación social como religión y centrarme en la manera en que ella describe la importancia de dichas prácticas, los rasgos y las emociones profundas de su experiencia corporizada; también me llevó a apreciar cómo, en su caso particular, logra articularlas en una gran narración en torno a principios aprendidos de sus dos fuentes principales, pero apropiados por ella: la atención al instante para captar la conciencia que fluye. Este principio no es sólo un concepto, sino ante todo un enfoque que se vive y se practica cotidianamente en relación con su cuerpo, con sus pensamientos, con las cosas, con los otros.

Bibliografía

Ammerman, Nancy T., (2014), Sacred Stories, Spiritual Tribes: Finding Religion in Everyday Life, Nueva York, Oxford University Press.

McGuire, Meredith, (2016), “Individual  Sensory Experiences, Socializd Senses, and everyday Lived Religion Inpractice”, en Social Compass, vol. 63, núm. 2, pp. 152-162.