Una aventura por los códices del México antiguo

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Luz María Mohar Betancourt

CIESAS Ciudad de México

Desde la fundación del CISINAH, hoy CIESAS, una inquietud estuvo siempre presente entre quienes fundaron la institución. Esto fue el estudio, análisis y publicación de lo que se conoce como fuentes primarias. Quienes como becarios ingresamos al “Seminario Estructura Social Indígena en el siglo XVI” en los años de 1973-74, con la intención de realizar nuestra tesis de licenciatura, bajo la dirección del Dr. Pedro Carrasco y de la Dra. Johanna Broda, fuimos aprendiendo y, en algunos casos, acercándonos a lo que se mencionaba como fuentes primarias o “las fuentes”. En este grupo, participamos un conjunto entusiasta que compartíamos nuestro interés por la etnohistoria para el estudio del México Antiguo. Al mismo tiempo, esperábamos formarnos como investigadores y cada uno había elegido un tema específico del cual eran discutidos nuestros avances y tropiezos con Carrasco y Broda.

En este Seminario muchos de nosotros entendimos la importancia de la documentación colonial y del estudio de las fuentes escritas y pictográficas para la comprensión de la historia de México. Así, nos adentramos en los textos de los llamados cronista y conquistadores, como Hernán Cortés, Fray Diego Durán y el multicitado Fray Bernardino de Sahagún, entre otros. Nos dirigimos algunos a la investigación de los textos de los cronistas, otros, al trabajo intenso de archivo y otros más, a la documentación pictográfica conocida como códices.

Como miembro de aquel Seminario bajo la dirección de la Dra. Johanna Broda, me dediqué al estudio comparativo y detallado de dos de las fuentes más importantes para el estudio de la tributación prehispánica en el siglo XVI, la segunda sección del Códice Mendoza o Mendocino y la Matrícula de Tributos o Códice Moctezuma. He de decir que, del primero, trabajé inicialmente con una fotocopia de las láminas que me prestó el Maestro Luis Reyes.

Los objetivos de la investigación en ese momento fueron mostrar, por un lado, la expansión mexica en el siglo XVI, y el aprovisionamiento de una gran variedad de bienes como resultado de la conquista por guerra de gran parte del territorio mesoamericano. Por el otro, la comparación detallada de ambas fuentes confrontando su contenido. Para lograr el objetivo, bajo la asesoría de Broda, surgió la idea del análisis de las fuentes citadas, a manera de catálogo tal como lo había propuesto Karl Anton Novotny en su libro “Tlacuilolli”. El resultado de este trabajo se publicó en 1987 en la serie Cuadernos de la Casa Chata 154 bajo el titulo El tributo mexica en el siglo XVI: Análisis de dos fuentes pictográficas.

Posteriormente, estas dos fuentes pictográficas fueron trabajadas bajo un enfoque distinto, aunque complementario, o sea la búsqueda del sistema de escritura existente en ellos. En este segundo trabajo, centrado en las propuestas del Dr. Joaquín Galarza, quien propone el análisis detallado de la imagen, se logró elaborar una serie de hipótesis en relación a la constante en la distribución en el espacio de cada lámina, de los elementos o glifos de la escritura mesoamericana. Se elaboraron catálogos que proponen una nueva lectura de las cantidades de trojes de maíz, frijol, chía y huautli en donde la atención se centró en los granos dibujados en cada troje y no en las trojes mismas. También se plantearon nuevas hipótesis sobre la frecuencia de pago del tributo, sobre las medidas de lo tributado, sobre las cantidades y se realizaron catálogos detallados de los textiles tributados, así como de los diferentes trajes usados por los guerreros mexicas y sus escudos. Los resultados se publicaron en el libro “La escritura en el México Antiguo” texto premiado en el Concurso del Quinto Centenario en el año 1990.

Posteriormente, bajo estas mismas propuestas académicas, el interés se ha centrado en la publicación digital de los acervos de códices mexicanos en el extranjero. Se consideró el poner a disposición de todos aquellos interesados en el estudio y el conocimiento de este riquísimo acervo que permanece fuera del país y que generalmente es inaccesible a no especialistas, el poder conocer las imágenes originales, el lograr acercamientos y contar con un estudio de cada una de las láminas multicolores.

Así, dos proyectos bajo mi dirección, con financiamiento de Conacyt; Amoxcalli y Tetlacuilolli se centraron en el análisis y estudio de cada una de las imágenes de cada lámina pictográfica y de sus elementos, como glifos y compuestos glíficos, de proponer su lectura en náhuatl, de paleografíar y traducir cada una de las glosas incluidas en las láminas. Especial atención se dio a la descripción de su contenido y a la bibliografía existente de cada uno de los códices. También, se incluyó el sonido de cada lectura en náhuatl por un hablante nativo, así como lo que llamamos las imágenes de la realidad, de la cual el tlacuilo tomó ciertos elementos para su escritura gráfica. Finalmente, todo el material se vació en lo que llamamos el “Diccionario general”, en el cual gracias a la informática se puede consultar por glifo en náhuatl o español o por lámina de cada códice. Son cuarenta códices coloniales en Amoxcalli y un prehispánico, el Códice Paris y más de dieciséis en Tetlacuilolli. Los resultados quedaron accesibles a cualquier usuario en la página web amoxcalli.org.mx y tetlacuilolli.org.mx

Actualmente en CIESAS, el trabajo continúa con el acervo de códices nahuas de la Biblioteca Nacional de Viena. Sobra decir, que en estos proyectos se han realizado tesis en los diferentes niveles como Licenciatura, Maestría y Doctorado con estudiantes de diversas Instituciones tanto nacionales como del extranjero y se han publicado múltiples artículos y varios libros.