Fractura hidráulica o fracking en México

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Claudia E. Hernández Ramírez

Aspirante a doctora CIESAS

A partir de la Reforma Energética de 2013 se ha dado impulso a la explotación de hidrocarburos convencionales y no convencionales –gotas de petróleo y gas atrapados en una formación impermeable, conocidos como lutitas– con la participación de sectores privados y nacionales (SENER, 2015: 7-14.). En el caso de los hidrocarburos no convencionales se ha propiciado un controversial escenario sobre todo por la fractura hidráulica o fracking, una técnica que ha generado fuertes impactos en el ambiente y en la salud, según grupos ecologistas nacionales –como la Alianza contra el fracking– y otros grupos internacionales.
La fractura hidráulica o fracking es una técnica empleada por la industria de hidrocarburos desde hace más de 60 años que consiste en la inyección de una mezcla de agua y químicos para extraer diferentes tipos de hidrocarburos tales como petróleo o gas. Existen dos tipos de fractura hidráulica: la primera refiere a una muy rudimentaria llamada “explotación de formaciones compactas” que se realiza en suelos areniscos y arcillosos en donde está diluido el hidrocarburo y la concentración de partículas del suelo es tan compacta que es necesario inyectar agua para separarlas y expulsar el hidrocarburo (gaseoso o líquido) en reservas de tipo convencional.
La segunda técnica se trata de una extracción técnicamente más compleja para alcanzar formaciones de difícil acceso como los yacimientos de lutitas; en este caso ya no se trata de suelos areniscos, sino de roca –roca de pizarra, espisto o de lutitas– para la extracción del gas shell.
Este segundo procedimiento representa un mayor riesgo ambiental y a la salud de las poblaciones ubicadas en las áreas de posible explotación. Entre los riesgos ambientales se consideran la contaminación del agua y el aire, ya que el fracking requiere el uso intensivo de aproximadamente 9 a 29 millones de litros de agua por pozo, mezclada con sustancias que se consideran dañinas pero que permanecen en secreto industrial (Campero, Claudia, 2014: 41-44).
El agua de retorno que se extrae es un cóctel tóxico, compuesto por más de 2 mil 500 productos formados por 750 tipos diferentes de sustancias químicas (Fundar et al, 2016:15) que requiere de tratamiento y depósitos difíciles de controlar; en ocasiones el agua de retorno se almacena en piletas a cielo abierto hasta que se evapora, en tanques cerrados o también se reinyecta de nuevo al subsuelo en los denominados pozos letrina (Fundar-et al, 2016:14-15).
Según la publicación del grupo de trabajo de Concerned Health Professionals y Physicians for Social Responsability de Nueva York, los principales riesgos y daños identificados por el fracking son los impactos en la salud pública como disrupciones endócrinas, malformaciones, problemas respiratorios y cáncer dada la contaminación del aire, la contaminación del agua, las emisiones radioactivas; además de sismos inducidos por la disposición de las aguas de retorno (chppsr, 2015).
Para el caso mexicano se ha conformado la agrupación Alianza Mexicana contra el Fracking que aglutina a más de 40 organizaciones civiles, organizaciones no gubernamentales y agrupaciones académicas que, a partir del 2013, ha documentado y difundido los principales riesgos que produce la práctica del fracking, debido a que en la actualidad hay varios proyectos potenciales a realizarse en México.
A partir de 2012, Petróleos Mexicanos —a través de Pemex Exploración y Producción— identificó seis “provincias petroleras” definidas como zonas de exploración y producción susceptibles de contener gas y petróleo de lutitas (Escalera, 2012:15-18). Estas áreas son: Tampico-Misantla, Burgos, Burro-Picachos, Sabinas, Veracruz y Chihuahua, de las cuales la cuenca Burro-Picachos, situada en los estados de Coahuila y Nuevo León, ha tenido fractura hidráulica desde el 2010 (Fundar, 2016:19).
Por otro lado, en la cuenca Tampico-Misantla se pretendía llevar a cabo el Proyecto Regional Petrolero Poza-Rica-Altamira y Aceite Terciario del Golfo 2013-2035 emitido en marzo de 2014, que incluía la realización de 22 mil 165 obras de prospección y de pozos exploratorios y cuya zona de afectación era de 99 municipios entre los estados de Hidalgo, Puebla y Veracruz (Gaceta Ecológica, 2014:3), pero actualmente dicho proyecto se encuentra suspendido ya que la Dirección General de Impacto y Riesgo Ambiental de la Secretaría de Medioambiente y Recursos Naturales, con fecha 31 de marzo de 2014, notificó que por intereses de la paraestatal, esta desistía de tal proyecto regional.
Sin embargo, en esta misma cuenca de Tampico-Misantla se ha documentado el caso de la Sierra Norte de Puebla como una de las áreas posibles para la implementación del fracking: de ser así, los recursos naturales de los pueblos y territorios nahua, totonaco, otomí y tepehua se verían afectados, en específico los municipios de Venustiano Carranza, Francisco Z. Mena, Pantepec y Jalpan, dado que cuentan con infraestructura petrolera y forman parte de la apuesta de la Reforma Energética de 2013 (Fundar et al, 2016: 23-28). Asimismo, los territorios de poblaciones campesinas y de otros sectores de la región también serían susceptibles de impactos que repercutirían en las actividades económicas, en la salud y en las prácticas de reproducción social.
En mayo de 2016 se presentó en México (en universidades y centros de investigación, entre ellos el ciesas) la publicación en español Compendio de hallazgos científicos, médicos y de medios de comunicación que demuestran los riesgos y daños del Fracking (extracción no convencional de gas y petróleo), elaborado en 2015 por el grupo de Concerned Health Professionals y Physicians for Social Responsability de Nueva York. Dicho trabajo reúne más de 500 publicaciones académicas, artículos de investigación periodística y reportes del gobierno norteamericano sobre los impactos del fracking. Se encuentra disponible en el sitio web: http://mx.boell.org/es/compendio-fracking.
Fuentes

    • Alianza Mexicana contra el Fracking
    • 2015, Trípticos informativos, Alianza Mexicana contra el Fracking, México. 4 pp. 

Campero, Claudia
2014, “Impactos socioambientales en los procesos de fractura hidráulica”, en Robles Montoya, Benjamín (Coord.) Impacto social y ambiental del fracking, Senado de la República- Instituto Belisario Domínguez LXII Legislatura/Alianza Mexicana contra el Fracking, México, pp. 41-47.
Concerned Health Professionals of NY y Physicians for Social Responsability
2015, Compendio de hallazgos científicos, médicos y de medios de comunicación que demuestran los riesgos y daños del fracking (extracción no convencional de gas y petróleo), Concerned Health Professionals of NY/ Physicians for Social Responsability/ Heinrich-Böll-Stiftung-México, Centroamérica y el Caribe, New York. 171 pp.
D’Elia, Eduardo y Ochandio, Roberto
2014, “¿Qué es la fractura hidráulica o fracking? ¿Es una técnica experimental? ¿Cuáles son sus etapas y características? ¿Qué son los hidrocarburos no convencionales?”, en Bertinat, Pablo, Eduardo D’Elia, Observatorio Petrolero Sur, Roberto Ochandio, Maristella Svampa y Enrique Viale (Eds.), 20 mitos y realidades del Fracking, El Colectivo, Argentina, pp. 17-27.
Escalera, Antonio
2012, Potencial de recursos no convencionales asociado a plays de aceite y gas de lutitas en México, ExpoForo Pemex 2012. 37 pp.
Fundar-Centro de análisis e Investigación, A. C., Consejo Tiyat Tlali y Alianza Mexicana contra el Fracking
2016, La Fracturación Hidráulica en la Sierra Norte de Puebla: una amenaza real para las comunidades, Fundar-Centro de análisis e Investigación, A.C., México. 46 pp.
Gaceta Ecológica
2014, Listado de ingreso de proyectos y emisión de resolutivos derivados del Procedimiento de Evaluación de Impacto Ambiental y Riesgo Ambiental. 17 pp. Disponible en http://dsiapps. semarnat.gob.mx/gaceta/archivos2014/gaceta_12-14.pdf
Secretaría de Energía (SENER)
2015, Plan Quinquenal 2015-2019 de la Secretaría de Energía. 134 pp.