Movilización de experiencias en la educación artística teatral en un contexto de incertidumbre y desigualdad por la pandemia del Covid-19

Ma. Azucena Feregrino Basurto
IISUE-UNAM
maferegrino@comunidad.unam.mx


“nuestra risa es siempre la risa de un grupo”.
Henri Bergson

Según la UNESCO (2020a), la crisis por el Covid-19 ha afectado a casi 1 600 millones de estudiantes en el mundo. En México, diversas universidades decidieron suspender las actividades presenciales y comenzar la cuarentena voluntaria a finales de marzo. La primera universidad en tomar tal decisión fue la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

En el nivel superior, las 129 carreras que imparte la UNAM en cualquiera de sus modalidades (presencial, abierta y a distancia) pasaron a ocupar por completo el sistema en línea. Entre ellas —en el área de Humanidades y Artes— Literatura Dramática y Teatro (LDyT). Esta licenciatura tiene una población de 612 personas  —415 mujeres y 197 hombres—, 134 de nuevo ingreso  —89 mujeres y 45 hombres— (UNAM, 2020).

Los procesos de enseñanza-aprendizaje artísticos y el alto contenido de clases prácticas, como actuación, dirección, diseño y producción, dramaturgia, entre otras, representan un reto en ambientes virtuales. Además de los elementos estructurales que dificultan la eficacia de dichos procesos en cualquier área de conocimiento, existen condicionantes específicos del confinamiento que los hacen complejos.

Por un lado, es innegable que existen diferentes perfiles de estudiantes con características, experiencias, y expectativas disímiles. Como señala la UNESCO (2020b), las expectativas del estudiantado que se inscribe en un programa de educación a distancia son muy distintas a las de quienes cursan sus estudios de manera presencial. En los programas presenciales se mantienen rutinas de socialización y de contacto social muy distintas a las que se susciten en los programas en línea. Además, la presencialidad es un factor de gran importancia para poblaciones especialmente vulnerables que no cuentan con espacios de interacción, usualmente destinados a fortalecer sus habilidades sociales, como los que les ofrece el campus universitario (UNESCO, 2020b: 21).

Diferentes sentimientos provocados por el aislamiento y las crisis sanitaria y económica, entre otras, derivan muchas veces en estrés, miedo, frustración, fastidio o desmotivación. Esta situación extraordinaria está demandando un esfuerzo de adaptación, disciplina y compromiso muy fuertes y no todas las personas están acostumbradas a estudiar bajo las nuevas exigencias, como la de la autorregulación.

Por si fuera poco, se experimenta una crisis nunca vista en el ámbito teatral, así como en otras artes escénicas, que hace dudar sobre su continuidad académica y profesional. A esto se suman las presiones familiares por estudiar una carrera que aparentemente no garantiza su seguridad financiera y a la que, en medio de la crisis por la pandemia, no se le ve futuro.

Además de los aspectos psicosociales que conlleva el aislamiento, algunos factores estructurales están representando fuertes barreras para el estudiantado. Tal es el caso de la brecha digital, los problemas de desigualdad y de equidad de género, etc. Por ende, proponemos mantener una mirada crítica y constructiva sobre las experiencias de la educación artística teatral profesional en un contexto de incertidumbre y desigualdad agudizado por la crisis sanitaria.

Qué es el arte si no eso: El menester que va retumbando como el trueno en la montaña

La configuración de las experiencias educativas en el campo del arte teatral se acerca mucho a lo que Henri Bergson define como “el proceso creativo de la generación de la risa”: Diríase que la risa necesita de un eco. Escuchadlo bien: no es un sonido articulado, neto, definitivo; es algo que querría prolongarse y repercutir progresivamente; algo que rompe en un estallido y va retumbando como el trueno en la montaña[…] nuestra risa es siempre la risa de un grupo (Bergson, 2011: 13).

En las artes escénicas, en principio y por convención, se parte de la participación, al menos, de una o un intérprete, y de una o un espectador; un espacio para la representación; un lenguaje común que permita la transmisión de elementos simbólicos para su codificación y decodificación; y una colectividad que complete una realidad inacabada, valorada y (re)construida desde la subjetividad.

Rara vez las artes escénicas ocurren desde el aislamiento físico; necesitan de un eco social, que se origina a través de la interacción con otras personas. Su proceso no es definitivo, en el sentido de que es una actividad procesual que siempre está en construcción. No representa un producto único, ni totalmente acabado, pues parte de la construcción social y simbólica que, individual y colectivamente, se hace de ésta. Es algo que rompe un estallido, como actividad disruptiva, propositiva, y hasta política. ¿Qué es el arte si no eso? El menester que va retumbando como el trueno en la montaña.

Configuración de la educación artística mediada por el confinamiento

Es durante el proceso de formación artística que se proporcionan diversos componentes profesionalizantes para el dominio técnico del lenguaje de la profesión. A través de la práctica, la experimentación, y la formulación de preguntas, que se originan en el proceso de desarrollo y se socializan a través del sistema de enseñanza, se construyen sistemas de leguaje específicos (Bruno Bert (crítico teatral, periodista, maestro de teatro), comunicación personal, 2014).

La integración y aceptación de un lenguaje común, en este caso el del arte teatral, suele sentar las bases comunicacionales para la generación de conocimiento y creatividad. Sin embargo, su éxito en gran medida dependerá de las formas en las que medien los contextos específicos, así como las motivaciones individuales y colectivas que se susciten en la situación concreta.

En los ambientes virtuales de aprendizaje, específicamente, la comunicación mediada por la tecnología origina una narrativa particular. Es evidente que la colaboración virtual sucede, y se experimenta, de forma diferente a la que se da en un entorno presencial con las características propias de las artes escénicas.

El aprendizaje nunca representa una actividad pasiva, menos en contenidos prácticos que están destinados a profesionalizar desde la creación colectiva. Es importante entender que la experiencia social y la interacción representan un componente trascendental y exacerbado para el éxito del aprendizaje en los procesos de formación artística, por ello se promueve la construcción conjunta de experiencias y conocimiento.

Si bien no es posible negar que en el espacio virtual también se generan experiencias, aunque las características del encuentro estén constreñidas por las formas de interactuar, tradicionalmente se han podido identificar diversos elementos estructurales que dificultan la eficacia de los procesos de enseñanza-aprendizaje en estos ambientes virtuales.

Tal es el caso de los contextos culturales, de desigualdad social, problemas de equidad, de falta de acceso a las tecnologías de información e internet. Además de aspectos técnicos derivados del uso de plataformas, aplicaciones y programas, que en muchas ocasiones dificultan la efectiva comunicación entre las y los participantes.

Como señala la UNESCO (2020b), durante la pandemia se ha transitado a la modalidad virtual en condiciones y contextos de desigualdad que, en muchos casos, se traducen en exclusiones y acceso digital desigual —principalmente a las plataformas de aprendizajeprincipalmente a las plataformas de aprendizaje—. Mientras las y los estudiantes enfrentan diversas dificultades psicosociales por el confinamiento, también las experimentan ante la interacción virtual en momentos de crisis económica, social y sanitaria.

Diversas familias están confinadas compartiendo espacios pequeños sin las condiciones necesarias para el estudio y la práctica relativa a la formación artística profesional. Algunas tienen sólo un equipo de cómputo para cubrir las necesidades de todos sus integrantes. Mientras otras no cuentan ni siquiera con eso. En muchas se han agudizado fuertemente los efectos del desempleo y la pobreza.

Dos condiciones adicionales han sido motivo de alarma durante esta pandemia: la violencia intrafamiliar y la violencia de género. Según Alex Ouré, director de la organización civil It Gets Better, que vela por los derechos de la comunidad LGBT+, diversos grupos de jóvenes de esta comunidad han reportado ser víctimas de diferentes tipos de violencia en casa, derivada de su identidad sexual y de género (García y Nilsa, 2020).  Por su parte, las mujeres, además de sufrir violencia física y sexual, han sido sobrecargadas de actividades del hogar (Inmujeres, 2020), que deben cumplir además de sus otras responsabilidades.

Debemos estar conscientes de que las y los estudiantes experimentan esta crisis de diversas formas, una de ellas, y quizás una de las más significativas, es la forma en la que han cambiado los procesos relacionados con su formación profesional. Aunque el gremio artístico se caracteriza por su capacidad de resiliencia, esta situación va más allá de una actitud positiva ante la vida, pues los cambios y sus implicaciones son radicales.

Urge reflexionar sobre las experiencias de la educación artística profesional en entornos virtuales de aprendizaje y de interacción social en línea desde sus dimensiones objetivas y subjetivas para incentivar acciones orientadas a atender sus problemas específicos. En las que se consideren tanto elementos sociales como biográficos, así como los diversos contextos políticos, económicos y sociales en los que se están intentando movilizar los conocimientos.

Asimismo, es importante prever las consecuencias que traerá esta pandemia no sólo a la educación profesional artística en condiciones de desigualdad, sino también en las características del egreso. Las condiciones actuales del empleo de los profesionistas en México ya de por sí se encontraban enmarcadas en contextos de desigualdad social, económica y política que, desde hace varias décadas, han provocado escenarios laborales fuertemente deteriorados y segmentados. Ahora, con la crisis por la pandemia, las perspectivas laborales son todavía más inciertas, pues las y los egresados van a encontrar grandes dificultades para conseguir empleo, y más si se espera que éste sea de calidad. A lo que se le sumarán las complejidades propias de cada área de conocimiento en el que se insertan los estudios universitarios, como es el caso de la licenciatura en LDyT.

Bibliografía

Bergson, H. (2011), La risa, ensayo sobre el significado de la comicidad, Buenos Aires, Ediciones Godot.

García, C., y Nilsa, H. (17 de mayo de 2020), Milenio, Comunidad LGBT sufre violencia y discriminación… en casa. Obtenido de https://www.milenio.com/politica/comunidad/covid-19-comunidad-lgbt-sufre-violencia-discriminacion-casa  (consultado el 1º. de julio de 2020)

Inmujeres (2020), El futuro post-Covid-19 exige «desmontar la normalidad del patriarcado». Recuperado el julio de 2020, de Inmujeres: https://www.gob.mx/inmujeres/prensa/el-futuro-post-covid19-exige-desmontar-la-normalidad-del-patriarcado

UNAM (2020), Agenda estadística. Recuperado el   1º julio de 2020, de https://www.planeacion.unam.mx/Agenda/2020/disco/

UNESCO (2020a), ¿Cómo estás aprendiendo durante la pandemia de COVID-19? Recuperado el 1º julio de 2020, de https://es.unesco.org/covid19/educationresponse

UNESCO (2020b), COVID-19 y educación superior: De los efectos inmediatos al día después. Análisis de impactos, respuestas políticas y recomendaciones, IESALCUNESCO.