Historias desde abajo: indígenas, campesinos, movimientos sociales. Una visión de largo plazo1

Romana Falcón

Colmex

Esta ponencia hablará de la influencia historiográfica que entonces y ahora, ha ejercido el profesor Katz en la historiografía sobre revoluciones, rebeliones campesinas y su impacto en la formación del estado nacional en México. Sobre todo, me centraré en el análisis katziano sobre las movilizaciones de campesinos e indígenas, sus estrategias y logros y, en especial sobre la Revolución mexicana. 

Empiezo por referirme a las formas comparativas en que Katz analizó la Revolución mexicana. Después, los cambios historiográficos que se han suscitado en el estudio de la misma, el poco interés de las nuevas generaciones por estudiar la revolución, ni la mexicana, ni otras. Trato de encontrar una explicación en los cambios suscitados con la caída del muro de Berlín y del socialismo real que dejó sin asidero ideológico a sus antiguos proponentes. 

Me parece que su faceta, más profunda y estimulante, fueron las dotes humanas que puso en entender a los hombres, mujeres, niños de carne y hueso, que negociaron, resistieron a diversos “antiguos regímenes” –el porfiriato o la Rusia zarista– así como a quienes participaron y simpatizaron con los movimientos populares que los derrocaron, aun cuando a veces acabaron siendo igual o más tiránicos.  

Algunos de sus trabajos son el ejemplo perfecto de cómo debe de investigarse. Su pequeño libro La servidumbre agraria en México en la época porfiriana de 1976, sigue siendo un modelo de análisis no superado, en él logró llegar hasta el piso de tierra de los caseríos de los peones de hacienda. Explicó con detalle sus diferencias regionales, la complicada jerarquía que prevalecía dentro de las fincas, el papel de los religiosos y de la justicia entre sus muros y murallas, incluso precisó las diversas formas de relación paternalista. 

En lo que más se empeñó Katz fue en comprender a quienes, por siglos y rifle en mano, mantuvieron sus territorios y su libertad relativa: los colonos militares de la franja norte del país. Los investigó con detalle desde la era colonial y hasta el siglo XX, y cómo lograron preservar territorios semi-autónomos –a veces sólo trozos de ellos– gracias, precisamente, a la defensa armada que ofrecían a vecinos y autoridades. Analizó la forma en que estos colonos, se protegieron de los procesos de centralización que impulsó Porfirio Díaz y cómo este fue tomando en sus manos los hilos del poder. 

Hay un tema sobre el que me encantaría discernir: un asunto en torno a los grupos étnicos. Desde el inicio, el joven Katz estudió las civilizaciones originales en nuestro continente y siempre se siguió preocupando por los indígenas, en particular, los que formaban parte de las colonias militares, los yaquis de Sonora y los mayas de Yucatán. Es  una faceta que creo que él podría haber considerado con mayor profundidad: los diversos grupos semi nómadas en especial de la apachería de la zona que él más trabajó: Sonora, Chihuahua, Durango.  

Me encantaría poder contrastar las historias del profesor Katz con la perspectiva de quienes sobrevivieron o aquellos que encontraron la muerte como individuos o grupos étnicos.  Un ejemplo concreto podría ser la pugna entre los fusileros de la colonia militar de San Andrés, de las más antiguas y prestigiosas que desde la era colonial fueron constantemente asediados por apaches. Aunque todo depende del cristal con que se mira y los apaches dirían que ellos fueron constantemente atacados por los sanandresinos. ¿En qué términos introducir en la narrativa el otro lado de la moneda: qué pensarían de sus encuentros con los fusileros de San Andrés los seguidores de Victorio –en ese entonces, el principal jefe mimbreño de los apaches? 

En seguida, trato los dos principales ejes de interpretación que propuso el profesor Katz y cuestiono que tan válidos son el día de hoy. Se trata de dos grandes problemáticas: la disputa por los recursos naturales y, en segundo lugar, la autonomía relativa en que se enfrascaron pueblos, rancherías, haciendas, regiones, países. En las últimas tres décadas América Latina ha visto una proliferación de variados conflictos que han dado pie a una gama de movimientos indígenas y populares, con éxitos relativos. En esencia, los analistas podemos seguir ese par de variables fundamentales que exploró el maestro Katz. 

En vez de estudiar la Revolución mexicana, los investigadores se han concentrado en estos movimientos. Un banderazo de salida fue la rebelión zapatista en Chiapas de 1994 que puso en duda, urbi et orbi, la legitimidad del régimen neoliberal así como los supuestos beneficios de la modernización y el “neoliberalismo social.”  

Termino con una breve ejemplificación de las coyunturas en las que hoy son de utilidad los dos ejes katzianos. Sobre el primero, la apropiación de bosques, tierras, aguas y hasta aire, las actuales políticas neoliberales de gobiernos y empresas privadas muchas veces trasnacionales están estrechamente relacionadas con la apropiación de estos recursos desde el Polo norte hasta la Patagonia.  

Acaso el rubro más estridente ha sido la lucha de pueblos originarios –siempre en un significado plástico y flexible– contra gigantescos proyectos de minería a cielo abierto, proyectos de hidroeléctricas, de desplazamientos forzados por infraestructura carretera, tranviaria, en los ríos de Amazonia, proyectos de fracking, o turísticos “que ponen en riesgo no solo el cumplimiento de los derechos reconocidos, sino también la base de reproducción de los pueblos indígenas: sus territorios”, a veces, territorios sagrados.  

Han surgido numerosos conflictos, resistencias y movimientos en todo el continente incluido Canadá y Estados Unidos que han defendido sus tierras sagradas. Semejante, y con gran intensidad de política simbólica, ha sido el despliegue de etnicidad y política simbólica que dentro y fuera de México han logrado los Wirixuta en Jalisco, San Luis Potosí y Nayarit y que ha permitido detener por el momento, proyectos de minería abierta en defensa de sus territorios ancestrales. Otro tema fundamental son los desplazamientos forzados por las grandes obras de infraestructura, en especial presas, hay quienes han tenido que dejar sus tierras, lagos, ríos, pueblos fluviales. 

América Latina no es muy diferente, los países andinos han sido escenarios de una notable efervescencia indígena y popular en contra de los proyectos extractivos, el control del agua y en favor de ampliar los márgenes de acción indígena dentro de los parámetros constitucionales. 

En cuanto al segundo eje de análisis katzaniano, la relativa autonomía local, existen también numerosas instancias presentes en la coyuntura actual. Algunas respuestas a la debacle del gobierno y la violencia del narcotráfico han surgido desde abajo, sin que hayan sido una total solución ni hayan estado exentas de corrupción y violencia.  

En fin, con caminos truncos, avances y retrocesos en toda América Latina se han presenciado expresiones de resistencia y etnogénesis.