El impostor (The imposter, Reino Unido, 2012)

Karla Paniagua Ramírez

Coordinadora de investigación. Centro de diseño, cine y televisión

El realizador Bart Layton se inspiró en una serie de notas publicadas por la prensa para llevar a cabo este documental tan peculiar. Dichas notas narraban que en 1997, el impostor serial de origen francés Frederic Bourdin, logró hacerse pasar por un niño texano llamado Nicholas Barclay, completamente distinto de él en edad, apariencia y acento, sin que la familia del niño lograra advertir el engaño.

La inverosimilitud del caso interesó sobremanera a Layton, quien se puso en contacto con Bourdin y con la familia Barclay para reconstruir la historia con base en sus testimonios y recuerdos. El resultado del experimento es The imposter, una obra obscura, que nos deja absortos y llenos de preguntas.

¿Cómo logró Bourdin viajar de España a Texas? ¿Cuál fue la reacción de la familia? ¿Cómo se desarrolló la vida cotidiana de los protagonistas ante la inminente realidad de que Bourdin no era Nicholas Barclay? Son algunas de las interrogantes con las que inicia la película, mismas que se abrirán y ramificarán a lo largo de la trama.

En el ámbito antropológico, la película nos ofrece un vasto campo de reflexión en el ámbito de la construcción de las identidades, las dinámicas familiares, el trasfondo simbólico de la impostura, entre otros caminos de interés.

Hay muchos motivos para ver esta película. El primero es que el caso resulta tan extraño que vale la pena conocerlo. El segundo es que el estilo narrativo, basado en testimonios de primera fuente y puestas en escena, logra presentar un relato convincente acerca de una historia muy incierta. El tercero es que, como suele suceder con los documentales comprometidos con su realidad, esta película ha reabierto las interrogantes acerca de la desaparición de Nicholas Barclay, entre otras repercusiones en la vida de los protagonistas.

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Agradezco a Isabel Rojo y Patricio Betteo por esta magnífica recomendación.